De cuándo acá nos vino - Lope de Vega - E-Book

De cuándo acá nos vino E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El amor enamorado es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso articulado en torno al tema de la conquista amorosa y las trabas que se le plantean al amor para tener éxito. La historia se centra en el romance entre dos personajes a quienes supuestamente unen lazos de consanguinidad, con lo que su amor está prohibido por incestuoso. Sin embargo, dichos lazos se demostrarán falsos y triunfará el amor.

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Seitenzahl: 101

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

De cuándo acá nos vino

 

Saga

De cuándo acá nos vino Lope de VegaCover image: Shutterstock Copyright © 1917, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616392

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS DEL PRIMER ACTO

LEONARDO, alférez BELTRÁN, su camarada EL CAPITÁN FAJARDO PACHECO, soldado en Flandes RIAÑO, [soldado en Flandes] CELEDÓN, [soldado en Flandes] ZAMUDIO, soldado en Madrid PEREA, [soldado en Madrid] TOLEDO, [soldado en Madrid] CERVANTES, [soldado en Madrid] ROSALES, [soldado en Madrid] MELÉNDEZ, [soldado en Madrid] DON ALONSO, caballero DON ESTEBAN, [caballero] DON OCTAVIO, [caballero] CAMILO, mayordomo MARÍN, lacayo DOÑA BÁRBARA DOÑA ÁNGELA LUCÍA, esclava LOPE, criado MÚSICOS [ALFARO], [sargento]

En la edición empleada, el personaje de Fajardo aparece también nombrado como Capitán. Lo mismo ocurre con la doble nominación de Leonardo y Alférez.

 

En la lista de personas figura, al lado del nombre de algunos personajes, los actores que representaban la comedia.

 

lA

Jornada I

Sale LEONARDO, alférez, y el capitán FAJARDO, en Flandes.

CAPITÁN

Mi deseo os acompaña.

 

ALFÉREZ

Alma tengo agradecida.

 

CAPITÁN

En fin, ¿es hoy la partida?

 

ALFÉREZ

Hoy, señor, me parto a España.

5

Su Alteza me dio licencia,

y cartas el campo todo.

 

CAPITÁN

No sé, alférez, de qué modo

encarezca vuestra ausencia.

 

ALFÉREZ

Y yo, señor capitán,

10

cómo sentiré la vuestra.

 

CAPITÁN

Del alma la mayor muestra

casi mis ojos os dan.

Como a hijo os he querido.

 

ALFÉREZ

Y yo por padre, señor;

15

respetado ese valor

y ese gusto obedecido,

y agora os pido perdón

de las faltas que os he hecho.

 

CAPITÁN

No me enternezcáis el pecho

20

ni me deis satisfacción,

porque habéis tan bien servido

a Su Majestad en Flandes,

que a los servicios más grandes

pienso que habéis preferido.

25

Y cuando mi compañía

de Alejandro o César fuera,

el tener vos su bandera

la honrara como la mía.

Pienso que lleváis papeles

30

tan claros de estas verdades,

que por las dificultades

de cortesanos canceles,

hallarán fácil entrada

para vuestras pretensiones,

35

pues en tales ocasiones

honran las plumas la espada.

 

ALFÉREZ

Cartas llevo de Su Alteza,

del Archiduque, y agora,

de la Infanta, mi señora,

40

en cuya hermosa cabeza

se puede honrar el laurel

de las griegas y romanas,

por virtudes soberanas,

que son estrellas en él.

45

Me dicen que las espere,

mas ya no tengo lugar.

 

CAPITÁN

Allá os podrán alcanzar

si honraros Su Alteza quiere.

Y porque en esta partida

50

las mías no os pueden dar

lo que os debo desear

a la ocasión ofrecida,

una carta ofrezco sola.

 

ALFÉREZ

¿Para quién?

 

CAPITÁN

Estadme atento.

55

Mi primero nacimiento

fue en Madrid, corte española,

de donde a Flandes pasé

muy mozo, y es cosa extraña

que nunca más en España

60

desde entonces puse el pie.

Tengo una hermana en Madrid,

que no ha podido el ausencia

borrarla de mi presencia,

y que me paga, advertid,

65

de tal suerte aqueste amor,

que no hay cosa que la escriba

que no obedezca y reciba

como de hermano mayor.

Es rica, Leonardo, y puede

70

acudir, si la ocasión

se ofrece, a mi obligación,

que quiero que allá la herede.

Escribirela entre tanto

que os traen caballos, y creo

75

que suplirá mi deseo,

aunque la encarezco tanto,

porque fuera de que vos

merecéis ser estimado,

se le dará mi cuidado.

 

ALFÉREZ

80

¡Mil años os guarde Dios

y a esa señora también,

a quien holgaré en extremo

de conocer!, si bien temo

que los negocios me den

85

poco lugar de servilla.

Y ya parto consolado

(aunque hallarle a mi cuidado

lo tengo por maravilla)

de que os serviré en la corte

90

retratado en vuestra hermana.

 

CAPITÁN

Pues en amistad tan llana

no hay miedo que me reporte.

De esta cadena os servid.

 

ALFÉREZ

¡Tal cosa no habéis de hacer!

 

CAPITÁN

95

Mirad que son menester

esta y muchas en Madrid,

que van despacio las cosas

y se gasta mucho allá.

 

ALFÉREZ

Yo llevo dineros ya

100

para ocasiones forzosas,

y no pienso detenerme

en ajenas esperanzas.

 

CAPITÁN

Al son de esas confianzas,

alférez, el favor duerme.

105

No repliquéis, y advertid

una cosa que decía

un hombre que conocía

los olvidos de Madrid

en pretensiones cansadas

110

de tantos como allí viven,

que en las puertas donde escriben:

“Esta es casa de posadas”,

para ejemplo de las gentes,

dijera un grande renglón:

115

“Estas sepulturas son

de ignorantes pretendientes.”

 

ALFÉREZ

Por prenda de vuestra mano

no me atrevo a replicar.

 

Entren BELTRÁN, PACHECO, RIAÑO y CELEDÓN.

PACHECO

En fin, ¡nos queréis dejar!

 

BELTRÁN

120

Es como mi propio hermano

el alférez, ya lo veis.

 

RIAÑO

¿En efecto, a España, os vais?

 

CELEDÓN

En soledad nos dejáis.

 

PACHECO

¿No decís que escribiréis?,

125

que es el postrer cumplimiento

de todos los que se van.

 

BELTRÁN

Pues, por vida de Beltrán,

de escribir desde una a ciento,

y no solamente en prosa,

130

que ha de haber verso y coplita.

 

RIAÑO

También acá se ejercita

esa ciencia fabulosa,

y habrá respuesta terrible,

 

CAPITÁN

Yo voy a escribir, Leonardo.

 

ALFÉREZ

135

Solo ese favor aguardo.

 

CAPITÁN

No sentirlo es imposible.

¡Dadme los brazos!

 

Váyase el CAPITÁN.

CELEDÓN

Aquí

tiernos los brazos se dan

alférez y capitán.

 

PACHECO

140

Llega y el prólogo di.

 

RIAÑO

Estos señores soldados

se vienen a despedir.

Diré mejor, a decir

que los dejéis agraviados;

145

y toda la compañía

queda con la misma queja.

 

ALFÉREZ

Ella, señores, me deja,

porque yo, ¿cómo podía?

Pero lo cierto es que yo

150

llevaré a cada soldado

[den]tro del alma estampado.

 

[PACHECO]

[¿Cum]plimientos? Eso no.

Aparece que los dan

[lo]s aires de cortesano.

155

[Ta]mbién fue casi inhumano

[e]l llevaros a Beltrán,

estimado por su humor

de toda la compañía.

 

[LEONARDO]

¿Cómo entretener podía

160

tales ausencias mejor?

 

BELTRÁN

¿De qué sirve hablar en esto,

siendo ya el partir forzoso?

 

LEONARDO

¡Adiós, campo generoso!

¡Dios me vuelva a veros presto!

 

BELTRÁN

165

¡Ea, Pacheco, Riaño!

¡Ea, amigo Celedón!

¡Brindis!

 

PACHECO

Yo haré la razón.

 

BELTRÁN

Dalde este brazo a Avendaño,

y decilde que no puedo,

170

para señal de mi amor,

dejarle más que a Leonor,

bella dona a todo ruedo,

que la trate como yo,

que soy un poco adivino.

175

Tratar pienso en el camino

el cojín que me prestó.

 

PACHECO

Ella es mujer de expiriencia.

 

BELTRÁN

Nunca yo pude volver

a hablar, Pacheco, mujer

180

si hubo semana de ausencia:

llora el lunes que os partís

y el martes ya se con[suela],

luego el miércoles [.......]

a que no la veis ni [.......]

185

el jueves que en fir[.......]

jovial, se alegra [.......],

el viernes Venus la [.......]

y nuevos intentos cría;

el sábado sale al sol,

190

habla, responde, concierta

en calle, en tienda o en huerta,

y olvida al pobre español.

Y como son las más de ellas

tan medrosas, no se atreve

195

a dormir sola, aunque pruebe,

que es disculpa antigua en ellas.

Con esto sé de expiriencia

que no he de poner los pies

en tales casas, después

200

de una semana de ausencia.

Ahora bien, vamos de aquí.

¡Adiós, señores soldados!

 

CELEDÓN

Vais tan bien acompañados,

que dais envidia.

 

RIAÑO

Es ansí.

 

BELTRÁN

205

Los caballos han venido.

 

RIAÑO

¿Escribiréis?

 

BELTRÁN

¿Qué importunan?

Que en Madrid se desayunan

con onzas de agua de olvido.

¿Piensan que allá sobra el ocio

210

o que hay voluntad jamás?

Pues nadie se acuerda más

que de su mismo negocio.

 

[Vanse, y salen] DON ESTEBAN, DON ALONSO, caballeros mozos.

ESTEBAN

Este es mi pensamiento, dicho en suma,

si se puede sumar el pensamiento.

 

ALONSO

215

¿Qué tanto habrá, que le seguís sirviendo

a la hermosa doña Ángela Fajardo?

 

ESTEBAN

Desde que vine de Aragón la sirvo,

verdad es que con tibias diligencias

a los principios, mas después que el alma

220

se fue empeñando en proseguir mi intento,

puse mayor cuidado en la conquista,

después de declararse por la vista.

Mas el temor de su gallarda madre,

que, como veis, es moza y cuidadosa,

225

me ha reportado tanto, que aun apenas

oso hablar los criados de su casa,

y, con el imposible, el amor crece

y mucho más hermosa me parece.

Luego el deseo, que es notable artífice,

230

comenzó a fabricar al viento máquinas,

sin resolverse a ejecutar ninguna,

ya me enseñaba medios de terceros,

ya me decía que el mejor sería

que vos enamorásedes la madre,

235

puerta de aquesta hermosa fortaleza.

Mas viendo el grande honor de aquesta casa,

el gran recogimiento y la clausura,

he reducido todo el pensamiento

al último remedio, al casamiento.

240

Mas siendo como soy en Madrid nuevo,

sin que sepa sus partes, no me atrevo,

que hay en este lugar tal [.......]

que pueden anegar [.......]

 

ALONSO

A la cuenta, venís a preguntarme

245

la calidad y partes de doña Ángela.

 

ESTEBAN

Vos entendéis muy bien.

 

ALONSO

Vuestra pregunta

se divide en dos partes: la primera

es de su calidad, y la segunda,

de su hacienda.

 

ESTEBAN

Es verdad.

 

ALONSO

Estadme atento.

250

Doña Ángela no pierde el nacimiento,

puesto que no es legítima, que un conde,

sospecho que alemán, dando palabra

de casamiento y cédula a su madre,

la tuvo, sin cumplirla, o porque fuese

255

su gusto ansí o, como dicen otros,

por no le dar Su Majestad licencia.

Volviose el conde, aunque dejó a su hija

hermosa cantidad para su dote.

La madre nunca más trató casarse.

260

Crio su hija y vive recogida,

y os juro, don Esteban, que en mi vida

oí cosa de entrambas que no fuese

digna de su virtud. De que profese

galas su madre, siendo moza y bella,

265

no es tampoco objeción para ofendella,

que no siendo vïuda ni casada,

puede usar el vestido que le agrada.

 

ESTEBAN

Siendo tan principal hombre su padre,

y engañando con cédula a su madre,

270

palabra y fe que no cumplió forzado,

bien queda el nacimiento disculpado

de doña Ángela bella; yo la abono,

y la parte bastarda le perdono.

 

ALONSO

Natural es doña Ángela, que el conde

275

era mozo también.

 

ESTEBAN

Pues de esa suerte,

no dudo que la boda se concierte;

de ella seréis tercero.

 

ALONSO

Siendo justo

acudir como amigo a vuestro gusto,

haré cuanto pudiere de mi parte,

280

que de esto de casar entiendo en arte.

 

ESTEBAN

A San Felipe van a misa siempre.

 

ALONSO

Pues vamos hacia allí. ¿Qué? ¿Queréis vella?

 

ESTEBAN

He puesto lo mejor del alma en ella.

 

Vayan, y entren DON OCTAVIO y CAMILO, su mayordomo.

OCTAVIO

En fin, ¿sabes que vendrán?

 

CAMILO

285

Pasan por esto sombrío

de las orillas del río

las octavas de San Juan.

Yo vi prevenir, señor,

capotillos y sombreros.

 

OCTAVIO

290

No hay mercurios más ligeros

que los que tratan de amor.

¡Qué presto habemos venido!

 

CAMILO

Verdad es, pues no han llegado.

 

OCTAVIO

Los músicos han tardado.

 

CAMILO

295

Si me hubieran prevenido

hubiera sido mejor.

 

OCTAVIO

¿Quién fue por ellos?

 

CAMILO

Marín.

Mas dime, ¿para qué fin,

pues es publicar tu amor?

 

OCTAVIO

300

Antes por disimular

y dar ocasión a hacer

que las pueda hablar y ver

si se llegan a escuchar.

 

CAMILO

Doña Bárbara, señor,

305

es recatada en extremo.

 

Entre MARÍN, lacayo, con los MÚSICOS.

MARÍN

Que habemos tardado temo,

y más en furias de amor,

que los amantes son gente

imposible de servir,

310

porque no saben sufrir

ni esperar.

 

MÚSICOS

¿Si es este?

 

MARÍN

¡Tente!