Dios hace reyes - Lope de Vega - E-Book

Dios hace reyes E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Dios hace reyes es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a una serie de enredos amorosos y malentendidos contados en tono jocoso.

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Seitenzahl: 85

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

Dios hace reyes

 

Saga

Dios hace reyesCover image: Shutterstock Copyright © 1917, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616453

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

OTÓN, duque LEOPOLDO, conde LEONIDO, criado ALBANO, criado FLORIBERTO, capitán FABIO, criado CONRADO, emperador ESTELA, condesa FAUSTINA, dama AMARILIS, labradora LAURO, labrador LISARDO, estudiante BATO, estudiante ENRIQUE DORISTA, dama LUCELA, labradora CELIO, duque RUFINO, criado LIDIO, criado ROLANDO, conde Palatino SILVIA, villana CLAUDIA, emperatriz TEOSINDA, infanta FABRICIO, marqués

Acto I

Salen Otón, duque de Polonia, y Floriberto

FLORIBERTO

Pues ¿no dejarás la espada?

 

OTÓN

¿Cómo la puedo dejar,

pues sin la gloria pasada

pierdo la que me ha de dar

5

una empresa tan honrada?

Tal fama resulta de ellas

que, aun no pudiendo acaballas,

dijo Alejandro por ellas

que estaba en solo intentallas

10

la gloria de merecellas.

 

FLORIBERTO

Las competencias iguales,

a los que emprenden discretos,

les dan glorias inmortales;

que no hay iguales efetos

15

en las causas desiguales.

Ya no pueden hallar medio

para que la empresa acabes:

Conrado es rey, no hay remedio;

ya las imperiales aves

20

tienen sus armas en medio.

Pues una vez coronado

por emperador Conrado

y rey de romanos, di,

¿quién te ha de seguir a ti

25

de los que te han engañado?

Ya son pensamientos vanos,

que, si la fortuna prueba,

Otón, a trocar las manos,

es primer móvil que lleva

30

tras sí los pechos humanos.

Ya no hay confianza alguna

de las que el valor te da,

y de la amistad, ninguna,

que el más amigo se va

35

donde ve mejor fortuna.

 

OTÓN

Pues ¿qué te parece a ti

que pueda hacer en la duda

que me propones aquí?

 

FLORIBERTO

Que, pues el tiempo se muda,

40

te mudes también.

 

OTÓN

¿Yo?

 

FLORIBERTO

Sí.

 

OTÓN

¿Adónde?

 

FLORIBERTO

A mejor partido,

y vayas adonde van

los que te han favorecido.

 

OTÓN

¿Qué lisonjas me valdrán

45

para conquistar su oído?

 

FLORIBERTO

¿Ha de faltarte favor,

si quieres reconocer

que es tu supremo señor?

 

OTÓN

Que me prenda podrá ser

50

a título de traidor.

Y cuando aquesto no fuese

por asegurar su Imperio,

podría ser que quisiese

matarme.

 

FLORIBERTO

Cuando en Valerio

55

mayor ejemplo no hubiese,

pues que ya le ha perdonado,

se dirá por él mejor

que podría ser culpado

de que vengue Emperador

60

las ofensas de Conrado.

 

Sale un Criado

CRIADO

Con una dama está aquí

un gallardo caballero.

 

OTÓN

¿Forastero?

 

CRIADO

Señor, sí.

 

OTÓN

Di que entre.

 

FLORIBERTO

Si es forastero,

65

mira, gran señor, por ti.

 

Sale el conde Leopoldo y Estela, su mujer

LEOPOLDO

¿Conóceme vuestra alteza?

 

OTÓN

¿No eres el conde Leopoldo?

 

LEOPOLDO

No pensé que te acordaras

de mi persona.

 

OTÓN

Tu rostro

70

no ha mudado tu fortuna.

 

LEOPOLDO

El tiempo lo muda todo.

 

OTÓN

¿Qué es esto?

 

LEOPOLDO

¿Qué puede ser

sino salir vitorioso

tu enemigo?

 

OTÓN

¿Hate vencido

75

Conrado?

 

LEOPOLDO

No ha sido poco

haber salido con vida.

 

OTÓN

Señora, el Conde fue estorbo

para pediros las manos.

 

ESTELA

A él mismo la culpa pongo

80

de no pediros las vuestras.

 

OTÓN

Bastantes indicios tomo

de vuestra adversa fortuna,

pues no viene el Conde solo.

 

ESTELA

A vuestro sagrado y casa,

85

vencido, deshecho y roto,

ilustrísimo Otón, viene

el Conde, mi amado esposo.

Tal es la guerra, por quien

Conrado, en el mayor trono

90

del mundo, oprime la tierra,

y ya nos falta a nosotros.

Alta ocasión de venganza

movió su pecho animoso:

diez mil hombre puso en campo,

95

todos son ya sus despojos.

Ejército más lucido

no ha visto el sol luminoso

desde las primeras armas

que dieron al mundo asombro;

100

pero cuando la fortuna

muda semblante, son pocos

los capitanes que Jerjes

vio sobre el mar proceloso.

Coronado en Aquisgrán

105

y, al fin, vengado de todos,

ciñen sus antiguas armas

águilas en campo de oro.

Mas no piense que seguro

porque si vos, generoso

110

Príncipe, al Conde queréis

dar vuestra ayuda y socorro,

de la silla del Imperio

bajará más presuroso

que cometa por el aire.

 

LEOPOLDO

115

Otón, a esos pies me postro,

a esos pies socorro pido,

y desde agora propongo

no desceñirme la espada

hasta volver victorioso

120

de vuestro enemigo y mío,

que, juntos de polo a polo,

conquistaremos los dos

más fuertes que el Macedonio.

Mal puesto, mal defendido

125

de blancos y verdes olmos,

con las hojas de dos caras,

traidores a un manso arroyo,

fue causa de ser rompidos

mis soldados valerosos,

130

alojados en pantanos

hasta los rayos de Apolo.

No me llevó las banderas,

que las pusieron en cobro,

de propia sangre esmaltadas,

135

sus dueños, valientes godos.

Estas verán otra vez

que sus tierras talo y corro,

y que, con desnuda espada,

pierdo el respeto a sus ojos,

140

y está en que vos prometáis

lo que es justo y aun forzoso,

que vos veréis con que prisa

de su laurel os corono.

Si el cielo nos diere hijos,

145

que a las paces interpongo,

podrán juntar nuestra sangre,

ligados en matrimonio.

¡Muera Conrado, Otón fuerte,

y antes que lo intenten otros,

150

sea vuestro su laurel!

 

OTÓN

Por mil imposibles rompo,

animado del valor,

que en ese pecho conozco.

Descansad, que más despacio

155

podremos trazar el modo

como hacer guerra a Conrado.

 

LEOPOLDO

Vos veréis cómo le arrojo

a sus principios humildes

desde sus intentos locos.

 

Vanse él y Estela

OTÓN

160

¿Qué te parece?

 

FLORIBERTO

Que ha sido

hoy en Conde tu remedio,

porque es el más fácil medio

de restaurar lo perdido.

Dará Conrado por él,

165

y por verle en cautiverio,

con la mitad del Imperio,

dos partes de su laurel.

Escríbele que le tienes

en tu poder, y verás

170

cómo si al Conde le das,

a hacerle tu amigo vienes.

Deja traidores consejos

de envidiosos enemigos,

y advierte que los amigos

175

son los mejores espejos,

que, si quieres, yo seré

el que la carta le lleve.

 

OTÓN

¿Cumple mi honor lo que debe

si rompo al Conde la fe?

 

FLORIBERTO

180

Después que se ha introducido

esto de razón de Estado,

solo el provecho es letrado,

que da a las leyes sentido.

A ti te importa tener

185

a Conrado por amigo:

si le das a su enemigo,

¿qué mejor lo puedes ser?

Dale a este Conde, que ha sido

el mayor competidor

190

que el nombre de Emperador

en este tiempo ha tenido,

y negocia su amistad,

que ya en el mundo se ve

que aquello es verdad y fe

195

que es propia comodidad.

 

OTÓN

Quiero tomar tu consejo

y escribir que tengo aquí

al conde Leopoldo.

 

FLORIBERTO

En mí

tienes el mejor espejo.

200

Esto os ha de hacer amigos.

 

OTÓN

Tienes razón, Floriberto,

que no hay camino más cierto

que obligar los enemigos.

 

Vanse, y sale el emperador Conrado, con soldados, caja y bandera

CONRADO

Dulce cosa es llegar alegremente,

205

con la victoria, y en la patria amada

de envidiado laurel ceñir la frente

por el valor de la invencible espada.

 

LEONIDO

Roma su fama ya olvidada aumente

y reverdezcan de la edad pasada

210

los árboles de Marte, que en tus glorias

hallan mayor sujeto sus historias.

El triunfo del divino Octavïano

se vuelva a ver en bronce eterno escrito;

cedan también del español Trajano

215

al arco las pirámides de Egipto;

cuantas naciones cerca el Oceano

tiemblen tu nombre, y si el laurel marchito

de los antiguos Césares renuevas,

rindan sus dueños Macedonia y Tebas.

 

CONRADO

220

Desdicha fue no haber al Conde preso

y que con las banderas se escapase,

que esto faltaba a mi feliz suceso,

y que su injusto pecho castigase.

 

LEONIDO

Fue la victoria con tan grande exceso,

225

que, cuando algún aliento le quedase,

no le tendrá para volver ninguna

fuerza a tentar más veces la fortuna.

 

LEONIDO

El griego Alcides, que mató animoso

aquella sierpe del sangriento busto,

230

vía salir otro dragón furioso:

lo mismo pienso de Leopoldo injusto,

pero, aflojando el arco belicoso,

y dando al niño amor, Marte robusto,

lugar con la ocasión de la victoria,

235

rindamos los despojos de su gloria.

Este balcón solía ser oriente

de un sol que a media noche amanecía

cuando fui su dichoso pretendiente;

la ausencia, en fin, al mismo sol enfría;

240

duerme al son de las cajas y no siente

que la despierta la memoria mía,

porque llegué vencido y victorioso.

 

LEONIDO

El sol te oyó.

 

CONRADO

Rompió su oriente hermoso.

 

Sale Faustina a la ventana

FAUSTINA

Sea Vuestra Majestad

245

muchas veces bien venido.

 

CONRADO

No me dice que lo he sido

tan dormida voluntad.

 

FAUSTINA

Esas quejas mi verdad

dicen que vienen ociosas.

 

CONRADO

250

Entre dudas amorosas

no sé quién las quejas culpa;

mas vendrán, con la disculpa

de ociosas, a ser celosas.

 

FAUSTINA

Todo lo quiere vencer

255

Vuestra Majestad, señor:

los unos con el amor,

los otros con el poder.

 

CONRADO

Quién de vos lo viene a ser,

¿cómo dirá que ha vencido?

 

FAUSTINA

260

Y la que de vos ha sido,

¿qué os podrá dar por despojos?

 

CONRADO

Solo decir esos ojos

que les pesa de su olvido.

 

FAUSTINA

Eso fuera si estuvieran

265

enseñados a mentir,

porque mal pueden decir

que duermen cuando os esperan.

 

CONRADO

Cuando ofendido me hubieran,

a todos los perdonara;

270

ya todo el enojo para.

 

FAUSTINA

¿Podré preguntar agora

cómo venís?

 

CONRADO

Sí, señora;

pero no cosa tan clara.