Divina vencedora - Lope de Vega - E-Book

Divina vencedora E-Book

Лопе де Вега

0,0

Beschreibung

Divina vencedora es una comedia teatral de corte histórico del autor Lope de Vega. Se articula en torno a la conquista de Morón frente a los musulmanes, y en la mejor tradición de las obras de guerra presenta a un héroe de ficción aguerrido y galán a la manera del Hércules mitológico o de Alejandro Magno, Jerjes o Aníbal: el poderoso Meledón Rodríguez Gallinato.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 100

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Lope de Vega

Divina vencedora

 

Saga

Divina vencedoraCover image: Shutterstock Copyright © 1998, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616460

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

[HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES]

MORO 1º MORO 2º MORO 3º GALLINATO, general REY DE GRANADA ALIATAR, moro ZORAIDE, moro ROSARFE, moro CARDILORO, moro GUADALARA, mora REY FERNANDO REINA DOÑA JUANA DON LORENZO JUÁREZ TELLO HERNANDO NUÑO, criado DON RODRIGO GIRÓN ZULEMA, cautivo moro FÁTIMA, cautiva mora CAMPUZANO, soldado SALCEDO, soldado ZARABO, moro GENILDO, moro ARGÉN, cautivo ALMANZOR, niño moro SULTÁN, moro GUEVARA CARPIO, soldado

Jornada I

Salen dos Moros como huyendo de Gallinato

MORO 1º

¿Guarda, Gallinato, guarda!

 

MORO 2º

¡Huye, que viene furioso!

 

MORO 1º

¡Qué hombre tan espantoso!

 

MORO 2º

Solo a miralle acobarda.

5

Abre, portero la villa.

 

MORO 1º

Toca esa caja a rebato.

 

Sale otro Moro por lo alto

MORO 3º

Pues ¿quién viene?

 

MORO 1º

Gallinato.

 

MORO 3º

¿Gallinato? Voy a abrilla.

 

Quítase del muro

MORO 2º

Aquí nos ha de coger,

10

que llega aqueste infanzón

a las cuestas de Morón.

 

MORO 1º

Demonio debe de ser,

pues casi a las puertas llega.

 

Sale Gallinato con una maza en las manos

GALLINATO

A la villa, a l fin, llegasteis.

15

Basta, moros, que os dejasteis

el viento atrás en la vega.

Si soy vuestra caza yo

y mis perros habéis sido,

habéis de la caza huido,

20

que hombre jamás lo advirtió.

Pero no debo de ser

liebre, pues huis de mí.

 

MORO 1º

Abre aquí.

 

MORO 2º

Ábreme aquí.

 

GALLINATO

¡Ah, perros! ¡Tanto correr!

25

Como perros me seguisteis,

que liebre me imaginasteis;

después que león me hallasteis

de coces al viento disteis.

Pues los moros africanos

30

de los leones no huyen,

que los matan y destruyen

los moros con propias manos.

A la puerta se han parado.

Sin duda que no está abierta;

35

llegar a la misma puerta

será de español osado.

 

MORO 1º

¡Acá viene, Amete!

 

MORO 2º

¡Dale!

 

Alzan las espadas como quieren dar, retirándose atrás

MORO 1º

¡Muera! ¡Muera!

 

GALLINATO

¿Cómo muera?

¡Canalla bárbara fiera,

40

Gallinato es el que vale!

 

Da tras ellos con el bastón, y ellos, retirándose de él, se entran. Salen Rosarfe y Zoraide riñendo contra Cardiloro

CARDILORO

Si el mundo contra mí fuera,

en tal caso despreciara.

 

ROSARFE

No entiendas que Guadalara

se gana de esa manera.

 

ZORAIDE

45

¡Aquí dejarás la vida!

 

CARDILORO

Bien, si podéis defenderos.

 

Sale Aliatar y el Rey de Granada

ALIATAR

¡Paso! Tened, caballeros,

que viene el Rey.

 

ZORAIDE

¡Por mi vida!

 

REY

¿En el Alhambra quistiones?

50

¿Qué es esto, villanos, perros?

 

CARDILORO

Señor, mira…

 

REY

Echaldes hierros.

 

ROSARFE

¡Señor!...

 

REY

Echaldes prisiones.

Los alfanjes les quitad

y llevaldos presos luego,

55

antes que el bullicio ciego

se extienda por la ciudad.

 

ZORAIDE

Oye y castiga…

 

REY

¿Qué puedes

decir en disculpa?

 

ROSARFE

Escucha…

 

REY

Cuando la razón sea mucha

60

y tú disculpado quedes,

ha de haber otros culpados

que se querrán disculpar.

 

ZORAIDE

No es de reyes el juzgar

los oídos atapados.

 

REY

65

Cuando algún juez ve la culpa

con los ojos advertidos,

es justo que los oídos

cierre para la disculpa.

 

CARDILORO

Antes, entre los cristianos,

70

la ley es muy diferente,

con que el Rey oye a su gente

los oídos en las manos.

Pues aunque a ver el delito

el juez se acierte a hallar,

75

no le puede castigar

si no es conforme a lo escrito.

 

REY

Yo no castigo la culpa

de haber las armas sacado,

si la ocasión os ha dado

80

razón para la disculpa;

castigo el atrevimiento

de que en el Alhambra fuese.

Mas ¿qué diréis si os oyese?

 

ZORAIDE

Que es el mayor argumento

85

de tu divino valor.

 

REY

Pues informadme.

 

ZORAIDE

Oye.

 

REY

Di.–

¿Queréislo así?

 

ROSARFE

Señor, sí.

 

REY

¿Y tú, Alcaide?

 

CARDILORO

Sí, señor.

 

ZORAIDE

Cuando vine de Jaén

90

a tu servicio a Granada

entre los hidalgos moros

de Osuna, Archidona y Zahara,

ciñéndome para esto

tu padre Arbolán la espada,

95

con más sangre en la cuchilla

que oro en el puño y [la] vaina,

porque heredase el lugar

que en tu defensa ocupaba,

alegre me recebiste,

100

honra me hiciste en tu casa.

Heme hallado, como sabes,

con tu gente en tus batallas,

dando y recibiendo heridas,

de que harta sangre me falta.

105

Mas como Marte y Amor,

luego que paces se tratan,

hacen amistad y juntan

las flechas de oro y las armas,

puse los ociosos ojos

110

en la hermosa Guadalara,

de cuyo agradecimiento

mi alma quedó turbada.

De Rosarfe y Cardiloro

me advirtieron sus criadas

115

que miraban sus balcones

y que sus rejas miraban.

Desprecié su competencia,

humillé sus arrogancias;

vestime de sus colores,

120

verde, anaranjado y nácar.

Yo, que miraba sus rejas

y merecí sus palabras,

que a pagar a mis suspiros

de las ventanas bajaban;

125

los dos llegaron y asieron

los hierros de las ventanas.

Hablarla quisieron juntos

y con voces requebrarla.

Lo que hice, ellos lo digan.

130

Tú, ahora, con justa causa,

me castiga o me perdona.

 

REY

Basta ya, Zoraide, basta.

 

ROSARFE

Suplícote que me escuches,

no diga yo que me agravias.

 

REY

135

Di, Rosarfe, tu defensa.

 

ROSARFE

Señor, mi defensa es clara.

Antes que Zoraide viese

del Genil la verde orilla,

en quien la nevada sierra

140

sus canos cabellos mira,

su fresco Generalife,

estanques y fuentes frías,

servía yo a Guadalara;

y, a mi amor agradecida,

145

me honraba de sus favores,

que hoy se ven en mis divisas.

Cuando maté cuerpo a cuerpo

al cristiano que traía

el pavés de torres de oro

150

sobre las aguas marinas,

me dio un tocado, con quien

traigo el adarga partida,

quitado de su cabello,

que al sol, si le tiendo, eclipsa.

155

Si he tenido otros favores,

no será bien que los diga;

que antes que ella pierda honor

quiero perder mi justicia.

Que llegué a su reja a hablarla

160

no lo niego, mas podía,

justamente porque soy

el hombre que más estima.

Si en tu palacio he sacado

la espada en defensa mía,

165

las leyes me favorecen,

naturaleza me obliga.

 

CARDILORO

Habiendo escuchado, Rey,

que Alá de su mano tenga

hasta que Fernando el Santo

170

a Castilla huyendo vuelva,

a Rosarfe y a Zoraide

sus razones y sus quejas,

¿quién duda que oirás las mías?

 

REY

Ya las escucho, comienza.

 

CARDILORO

175

En el castillo de Bélmez,

que me diste por tenencia,

viví en tanto que mi padre

era adalid en tus guerras.

Por su muerte y por venir

180

con tanta furia y soberbia

el rey cristiano a Granada,

dejé a Celín mis fronteras.

Que te he servido, no sé

si preguntártelo deba,

185

que es más honra para mí

que los cristianos lo sepan.

Ya Granada algunos días

me ha visto entrar por sus puertas

sangriento el brazo hasta el codo,

190

lleno el arzón de cabezas,

no cortadas en el campo

de cuerpos que muertos quedan,

como algunos que las traen,

porque ya no tienen lengua,

195

sino que a sus mismos dueños,

a lanzadas en la Vega,

levantados de la silla

los asenté por la tierra.

Y asiéndoles de la barba,

200

puesto el pie sobre las grebas,

corté cuellos, que después

dejaban el alma apenas.

No pienses que Guadalara

a ninguno de esos precia,

205

que basta servirla yo

para que ella lo agradezca.

Favores suyos no sé

que tocas ni bandas sean,

porque siendo de mujer

210

apenas valen promesas.

Pudiera decirte algunas,

pero, por no hacerle ofensa

a quien tal favor me hizo

pone silencio a mi lengua.

 

REY

215

No más, Cardiloro, basta,

que esas bravezas no son

conformes a la opinión

de dama tan noble y casta.

Cuando está Fernando el Santo,

220

que así le llama su gente,

la espada resplandeciente,

con que da al África espanto,

levantada sobre el cuello

de Granada y Archidona,

225

porque nazca su corona

en su nevado cabello;

cuando temblando Sevilla

su venida está sintiendo,

y el Betis le está ofreciendo

230

las olivas de su orilla;

cuando su puente de barcos,

levantada sobre el techo

de su cristalino pecho,

hace diáfanos arcos,

235

y cuando entra por Triana

a tomar la posesión,

cuando el cristiano pendón

hasta los campos allana

de Jerez, donde Rodrigo

240

esta tierra nos dejó,

y donde Hércules llegó

como es su blasón testigo,

¿queréis que con mucho espacio

juzgue quién ha de llevar

245

una mujer, y sacar

las armas en mi palacio?

¿No era mejor que con ellas

me sirviérades los tres?

 

ZORAIDE

Quiero, como me la des,

250

a tu servicio ofrecellas.

Dame a Guadalara y pide

la impresa que más te cuadre.

 

ROSARFE

[Aparte]

(Son promesas de compadre

si con las mías la mide.)

255

Lo mismo te pido y ruego.

 

CARDILORO

Rey, si a la mayor hazaña

que en esa guerra y campaña

Marte hizo de Amor ciego

a Guadalara has de dar,

260

desde hoy la cuento por mía.

 

REY

Pues, alto; sea ese el día

en que la vais a ganar.

 

ZORAIDE

¿Qué me mandas?

 

ROSARFE

¿Qué me pides?

 

CARDILORO

¿Qué haré por ti?

 

REY

Estad atentos.

265

Las fábulas y los cuentos

e historias del griego Alcides

a Granada cada hora

traen los moros de Osuna

de un hombre cuya fortuna

270

engrandece Marte ahora.

Es su nombre Meledón,

su apellido Gallinato,

y hombre hidalgo en el trato.

 

ZORAIDE

¿Dónde está?

 

REY

Junto a Morón,

275

que ha labrado un casillejo,

desde donde el campo corre

hasta su puerta y su torre.

 

ROSARFE

Hoy en el campo te dejo.

 

REY

Partid, y el que le trajere

280

preso o muerto, gozará

de Guadalara.

 

Vase el Rey y Aliatar

ZORAIDE

¡Oh, Alá,

no es bien que otro acuerdo espere!

 

Vase

ROSARFE

Voime a poner a caballo.

 

Vase

CARDILORO

Con mucha priesa os partís.

285

Bizarros pechos mostráis.

Quiera el cielo que cumpláis

con obras lo que decís.

Llegad, llegad al cristiano,

que no habrá más que llegar.

290

¡Oh, cómo habéis de temblar

verle el bastón en la mano!

Despacio quiero partir,

que, aunque llegue tarde, sé

que a buen tiempo llegaré.

 

Sale Guadalara arriba, en un balcón

GUADALARA

295

¿Dónde vas?

 

CARDILORO

Voy a morir.

 

GUADALARA

¿De qué suerte?

 

CARDILORO

Por tu gusto.

 

GUADALARA

Ya sé lo que el Rey ha hecho.

Mas ¿cómo muestra ese pecho

un corazón tan robusto?

 

CARDILORO

300

Porque en tu desgracia voy,

que si con tu gracia fuera,

ni al cristiano yo temiera

ni al mundo, a fe de quien soy.

 

GUADALARA

¿En mi desgracia?

 

CARDILORO

¿Eso dudas,

305

cuando van mis enemigos

gloriosos de los castigos

en que mis favores mudas?

¡Ay, Guadalara! Si fueras

para mí la que solías

310

y de las desdichas mías

algún cuidado tuvieras,

¡cómo de mis esperanzas

no se burlaran dos hombres

que ignoraste ayer sus nombres

315

y hablan hoy en tus mudanzas!

El Rey manda que posea

tu hermosura el que venciere

un cristiano, porque quiere

que a costa de vidas sea.

320

Y aunque van del daño ajenos,

que esto mande no me espanto,

porque lo que vale tanto

no se ha de comprar con menos.

Yo he muerto con la que ves

325