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El anzuelo de Fenisa es una comedia teatral del autor Lope de Vega. Basada en un cuento del Decamerón de Boccaccio, nos cuenta la historia de Fenisa, cortesana de Palermo, y su intento por conquistar al mercader Lucindo para hacerse con sus riquezas. Sin embargo, Fenisa acabará enamorándose de un hombre, don Juan de Lara, quien en realidad es una dama disfraza que ha llegado a la corte en busca de venganza.
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Seitenzahl: 95
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Comedia famosa
Saga
El anzuelo de FenisaCover image: Shutterstock Copyright © 1606, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616941
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen CAMILO y ALBANO, galanes.
CAMILO «...que estoy celoso y voy leyendo en ellas»,
acaba aquel soneto castellano.
ALBANO ¿Dónde vais a matarme, plantas bellas?
CAMILO ¿En la arena del mar miras, Albano,
las estampas que deja tu Fenisa? 5
ALBANO Por ellas sigo su desdén en vano.
Por besar el arena donde pisa,
temo que el mar deshaga las señales,
excediendo sus márgenes aprisa.
CAMILO ¿Letras escribe con los pies?
ALBANO Y tales, 10
que, leyendo la historia de mis celos,
aprendo penas a la causa iguales.
No han hecho furia ni rigor los cielos,
para castigo de la humana vida,
que sufran compararse a sus desvelos. 15
CAMILO Que tenga celos y que celos pida
un hombre que se emplea en gran sujeto,
disculpa me parece conocida,
porque quien ama, teme; y, en efeto,
el temor de quien ama es una cosa 20
que engendra en lo más firme mal conceto;
pero querer una mujer famosa
en engañar y en no querer ninguno
-supuesto que confieso que es hermosa-,
no tiene igual con desatino alguno: 25
que no se llaman celos las traiciones.
Uno ha de amar y tener celos de uno;
mas donde una mujer forma escuadrones
de tantos hombres, que con menos gente
Alejandro venció dos mil naciones, 30
donde hay un galán dentro y otro enfrente,
doce de a pie, cuarenta de a caballo,
tal en la posesión, tal pretendiente,
vergüenza es esta; y más que no lo hallo
aun en los animales, pues sabemos 35
que viven cien gallinas con un gallo,
que glorioso levanta los estremos,
el pardo gamo entre cincuenta gamas,
de las puntas que nunca ofender vemos.
Albano, deste género de damas 40
huye la bolsa, pon en salvo el oro;
que es lo demás andarte por las ramas.
ALBANO ¡Qué manso que parece siempre el toro
al que está en la ventana! Y al letrado,
¡qué cobarde el flamenco y tibio el moro! 45
El escribir un libro concertado,
¡qué fácil le parece al ignorante,
y el llevar una cátreda al soldado!
¡Qué fácil le parece al estudiante
el conducir la nave al Ocidente, 50
la religión al mercader tratante!
¡Qué fácil el hablar un presidente,
un rey, un duque a un labrador grosero!
¡Y el olvidar a quien de amor no siente!
Amor no es calidad, ni gusto fiero; 55
amor no es honra ni es mercadería;
amor no es regidor ni caballero.
Amor es consonancia y armonía
que hacen el deseo y la hermosura,
con que se aumenta cuanto el cielo cría. 60
Si yo quisiera un bronce, una pintura,
un ave, un árbol, cosa diferente
de mi naturaleza, era locura,
pero que amar una mujer intente,
¿juzgas a desatino?
CAMILO ¡Qué respuesta 65
tan hija de tu amor impertinente!
ALBANO Mas ¿qué me dices tú? ¿Que fuera honesta,
dándome con Platón, cuyo aforismo
ya me fastidia y con razón molesta?
Los que, siendo de amor único abismo, 70
dicen que se ha de amar el alma sola
y que es amor pagalle con él mismo,
un casto fuego dicen que acrisola
sus sentidos amando y, en secreto,
hacen su media noche a la española. 75
Nerón no confesaba hombre perfeto,
pero decía que en gozar su gusto,
cual era descompuesto y cual discreto.
Si amor es gusto, el que yo tengo es justo.
Ama tú por allá dificultades, 80
que no quiero su bien por su disgusto.
CAMILO Las virtudes, Albano, y calidades
de una mujer son justo fundamento
de amor, que no las locas liviandades.
No hay en toda Sicilia -estáme atento-, 85
cuanto más en Palermo, donde estamos,
mujer de más humilde pensamiento.
Al puerto, a la ciudad, al monte vamos;
allí hallaremos quien sus tretas diga,
más que arenas el mar y el bosque ramos. 90
ALBANO Lo mismo que te cansa a mí me obliga.
Aquella libertad me rinde y mata,
y el ver que deje amor y interés siga.
Una mujer que quiere y se recata
de ofender el galán con pensamientos, 95
aunque la den un Potosí de plata,
allá puede tratar de casamientos;
que amor ha de ser fina picardía,
poca seguridad, menos contentos.
No ha de estar el amor sin compañía: 100
digo sin competencia y sin disgusto;
que por la noche es tan hermoso el día.
CAMILO A fe que habéis hallado vuestro gusto.
Si esto es amor, Fenisa es alto objeto.
Digo que améis y que el amor es justo. 105
ALBANO Esotro es amor bobo, este discreto.
(Entra FENISA y CELIA con mantos.)
CELIA Admirada, y con razón,
Fenisa, de tu venida,
muestro tanta confusión.
FENISA Sospecho que se te olvida, 110
Celia...
CELIA ¿Qué?
FENISA Mi condición.
CELIA No sé qué tenga que ver
con venir a la aduana,
no siendo tú mercader,
pues no eres tú muy liviana, 115
aunque eres libre mujer.
FENISA Eso te ha de dar aviso
de que sin causa no vengo.
CELIA ¿Es amor?
FENISA ¡Tan de improviso...!
Pero yo, ¿cuándo le tengo? 120
Si me adorase Narciso...
Desde el primero que amé
y que a olvidar me enseñó,
tan diestra en no amar quedé,
que, de uno que me burló, 125
en los demás me vengué.
Notablemente se arroja
una mujer a querer
cuando un gusto se le antoja,
pero más aborrecer, 130
cuando se cansa y se enoja.
Según corre entre los hombres
esto de amar con engaño,
de mi desdén no te asombres.
Basta al cuerdo un desengaño, 135
que es amor. No me lo nombres.
No porque yo no perciba
sus regalos y su bien,
pero no es razón que viva
quien nació libre también 140
de un hombre libre cautiva.
Yo he dado en esta flaqueza
de burlar cuantos engaña
esto que llaman belleza.
CAMILO (Celia sola la acompaña.) 145
ALBANO (¿Celia?)
CAMILO (No más.)
ALBANO (¡Linda pieza!
¡Estraña imaginación
es venir a la aduana
deste puerto!)
CAMILO (Cosas son
de su condición liviana.) 150
ALBANO (Conozco su condición.
Palermo es famoso puerto
de estranjeros y de trato.
Algún lance ha descubierto.)
CAMILO (Ella es de Circe un retrato. 155
De que te ha visto, te advierto.)
ALBANO (Hablalla será mejor.)
¿Dónde bueno?
FENISA A ver el mar,
que me agrada su furor.
ALBANO Todo te suele agradar 160
cuanto carece de amor.
¿Este desdén de las ondas,
esta perpetua contienda
te agrada...? Mas no respondas;
por lo que tiene de hacienda 165
pienso que su margen rondas.
¿En qué rico forastero,
en qué mercader famoso,
en qué estraño marinero,
echas el anzuelo hermoso 170
para buscar su dinero?
¿Qué es lo que buscas aquí,
en el puerto deste mar?
FENISA Seguro estarás de mí
que no te vengo a buscar. 175
ALBANO Yo vengo a buscarte a ti.
FENISA ¿Qué me quieres?
ALBANO Solo verte,
para alivio de una vida
que has condenado a la muerte.
FENISA ¿Llamábasme tú homicida? 180
ALBANO No es poco bien conocerte.
FENISA Albano, si no has sabido
esta condición que el cielo
me ha dado, que oigas te pido,
porque cese tu desvelo 185
de competir con mi olvido.
Yo tuve en mi nacimiento
una estrella que me obliga
a que en este mar violento
peces busque, peces siga, 190
como otros aves del viento.
¿No has visto que un gran señor
va por los valles y cerros,
despeñado cazador,
ya con aves, ya con perros, 195
sin temer nieve o calor?
Pues eso mismo hay en mí,
pero apliqueme a pescar;
y a eso vengo por aquí.
Tiendo la red en el mar, 200
que es la estrella en que nací.
Ojos y lengua son cebo
del anzuelo deste amor;
si pica y es bobo y nuevo,
doyle cuerda, y del favor 205
asido un año le llevo.
Si es inútil y está diestro,
aunque caiga, vuelve al mar,
porque ofendida me muestro
que, si no ha de aprovechar, 210
ocupe el anzuelo nuestro.
Si yo viese la hermosura
mayor que naturaleza
ha dado a mortal criatura;
si viese más gentileza, 215
más tierno amor, más blandura;
si viese por mí llorar;
si me viese eternizar
más que Laura y que Beatriz;
si viese un mozo infeliz 220
de mis balcones colgar;
si viese que por Fenisa
Píramo se pasa el pecho,
y a Leandro ya en camisa,
mientras no viese provecho, 225
todo era cosa de risa.
CAMILO ¿Oístelo?
ALBANO Ya lo oí.
Escucha, Fenisa.
FENISA Di.
ALBANO Si hubiese quien llorase,
te amase y te regalase, 230
¿tendríasle amor?
FENISA Eso sí.
ALBANO ¿Con qué te contentarás
para prueba deste amor?
FENISA Necio por estremo estás.
¿Quiéresme entender mejor? 235
ALBANO Sí.
FENISA Pues declárome más.
Quien tiene un jardín, ¿qué hace?
Riega, regala, cultiva
la yerba o árbol que nace,
para que después reciba 240
el fruto que satisface.
Quien tiene un caballo hermoso
asiste a verle comer,
de su estancia cuidadoso;
hasta el herrar quiere ver, 245
de sus estampas curioso.
Mira el freno y el bocado
que lengua y boca no ofenda,
tráele bien enjaezado
y por puntos le encomienda 250
al solícito criado.
Bozales le manda hacer
y rizar y componer
de bandas de bizarría;
y todo esto para un día 255
en que le quiere correr.
¿Hasme entendido?
ALBANO Bien creo
que te entiendo.
FENISA Pues ¿qué aguardas
a conocer mi deseo?
(Sale LUCINDO, TRISTÁN, hombre de mar, uno mercader y otro criado.)
LUCINDO ¿Has contentado las guardas? 260
TRISTÁN Que quedan contentas creo.
Toda la ropa está fuera,
no queda cosa en la nave.
LUCINDO ¡Oh, Sicilia!
TRISTÁN ¿Qué te altera?
LUCINDO ¡Qué bien, tras tanto mar, sabe, 265
Tristán, la verde ribera!
TRISTÁN Diraslo por las mujeres
que pasean por la playa.
LUCINDO ¡Qué mal conocerme quieres!
No hayas miedo tú que vaya 270
por el mar de sus placeres
esta nave de mi edad,
aunque bonanza prometa,
porque no hay seguridad,
en la mujer más perfeta, 275
de mudanza o libertad.
Advierte que no te digo
perfeta en virtud.
TRISTÁN Pues ¿qué?
LUCINDO En amar.
TRISTÁN Amor bendigo.
¡Plega a Dios que no te dé 280
de esa libertad castigo!
LUCINDO Si mi padre aquí me envía
desde Valencia, Tristán,
con esta mercadería,
y mis deudos, que allá están, 285
con hacienda suya o mía;
si de lo que he de vender
tengo de cargar de trigo,
¿por qué me nombras mujer,
que es el mayor enemigo 290
del trato del mercader?
Ni el fiar ni el porfiar,
ni el alzarse, ni el quebrar,
ni el no pagar los señores,
ni el morirse los deudores, 295
ni la inclemencia del mar,
igualan a que se arroje
un mercader a querer,
ni hay pirata que despoje
como una hermosa mujer 300
que entre los brazos le coge.
TRISTÁN ¡Plega al cielo que te dure
tan alto conocimiento!
ALBANO En fin, ¿dices que procure
regalarte?