El asalto de Mastrique, por el príncipe de Parma - Lope de Vega - E-Book

El asalto de Mastrique, por el príncipe de Parma E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El asalto de Mastrique, por el príncipe de Parma es una comedia teatral del autor Lope de Vega. Adscrita al subgénero de «comedias de cerco», narra la obsesión del príncipe de Parma por conquistar la ciudad de Mastrique, nombre español de Maastricht.

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Seitenzahl: 88

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El asalto de Mastrique, por el príncipe de Parma

 

Saga

El asalto de Mastrique, por el príncipe de ParmaCover image: Shutterstock Copyright © 1614, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616965

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAJES

—fol. 53r→

ALONSO GARCÍA, soldado.TAPIA, soldado.AÑASCO, soldado.SOTO, soldado.CAMPUZANO, soldado.EL DUQUE DE PARMA. DON FERNANDO DE TOLEDO. DON PEDRO DE TOLEDO. DON LOPE DE FIGUEROA. EL CONDE DE BARLAMÓN. EL CONDE MASFLET. OTAVIO GONZAGA. MARCELA, dama.AYNORA, flamenca.BISANZÓN, tudesco.EL CAPITÁN CASTRO. UN CASTELLANO FLAMENCO. UN SOLDADO FLAMENCO. EL GOBERNADOR DE MASTRIQUE. ENRIQUE, capitán flamenco.UN TROMPETA. ALFÉREZ MARTÍN DE RIBERA. EL CAPITÁN PEREA. HURTADO. GABRIO CERBELLÓN DE LA GRAN CRUZ. UN TAMBOR FRANCÉS. EL CAPITÁN ROMÁN. SOLDADOS FLAMENCOS.

Acto I

—fol. 53v→

ALONSO GARCÍA.

 

ALONSO Guerra, algún bellaco infame

debió de ser inventor

de vuestra furia y rigor,

aunque vuestra frente enrame

laurel de inmortal honor. 5

Sufrir la escarcha del yelo

de enero, al flamenco suelo,

o al calor de julio en Libia,

no quita el valor, ni entibia

los rayos del quinto cielo; 10

no el ver volar por el viento,

entre los rotos pedazos

de las armas, pies o brazos,

caer cuerpos ciento a ciento,

como pájaros en lazos: 15

esto, ni espanta, ni altera.

Mientras un hombre no muera,

denle a comer y beber,

¡no hay más de andar sin comer

tras una rota bandera! 20

¡Por vida del rey de espadas,

que de España iba a decir,

que no la pienso seguir

sin comer tantas jornadas!

¡Por comer nos han de oír! 25

¡Pesia al caminar, amén,

somos acá los vencidos!

 

(AÑASCO, soldado.)

 

AÑASCO ¿Voces Alonso?, ¿con quién?

ALONSO Con esos hombres vestidos

de hierro, y con vós también. 30

¡Del primero que inventó

la guerra, Añasco, reniego!

AÑASCO ¿Eso decís?

ALONSO ¿Por qué no?,

¡y que la abrase mal fuego,

pues que tanto mal causó! 35

AÑASCO Bien decís, que fue Luzbel

el inventor de la guerra.

ALONSO Heredó la guerra dél

las desventuras que encierra.

AÑASCO ¡Duro ejercicio!

ALONSO ¡Crüel! 40

¿De qué le sirve al de Parma,

que por Felipe se arma

después de mil pareceres,

la encamisada de Amberes,

y entrar en tocando al arma; 45

degollar del fiero hereje

tanta gente, y hombres tales;

de qué sirve que le deje

quemados los arrabales,

y que del muro se aleje, 50

si allá qué comer no había,

ni acá tampoco?

AÑASCO Callad,

que ni a vuestra valentía

conviene esa liviandad,

ni a la patria vuestra y mía. 55

¡Un español de Toledo

se queja de no comer!

ALONSO Luego yo, ¿sin comer puedo

vivir?

AÑASCO Que no puede ser,

de todo punto os concedo, 60

mas que no se ha de decir.

ALONSO Pues que no puedo vivir,

¿no me tengo de quejar?

Si no lo puede escusar,

¿no lo tengo de pedir? 65

¿No come el Rey?, ¿y no come

cuanto vive?

AÑASCO Así es verdad.

ALONSO Pues, ¿cómo queréis que dome

tan natural calidad,

si no es que remedio tome? 70

Todo come, hermano Añasco,

que todo perece luego

en faltando el pan y el frasco:

la leña se come el fuego,

la mar se come un peñasco, 75

—fol. 54r→

el aire come el olor

de las flores, y la tierra

come el agua, y del humor

que en sus entrañas encierra

da el trigo, el fruto y la flor; 80

come el tiempo mil ciudades,

come el olvido mil famas,

come el sol mil humidades,

come el pez al pez, las damas

dineros y voluntades, 85

como el orín el acero

el juego con el dinero,

la poseia1 a más de dos,

¡hasta la sarna, por Dios,

come2 un estudiante entero! 90

AÑASCO Digo que tenéis razón,

pero el Duque nos da ejemplo.

ALONSO ¿No come3 el Duque?

AÑASCO No son

las cosas que en él contemplo

de tan vil estimación. 95

¿Qué vil soldado se trata

más mal? ¿Quién con mayor brío

un azadón arrebata?

¿Quién marcha al calor y al frío?

¿Quién a Alejandro retrata, 100

cuyo nombre le fue puesto

no sin causa, pues ha sido

otro Alejandro?

ALONSO Si en esto

al de Parma he desfernido,

él me ha castigado presto, 105

y aun lo cobra adelantado,

pues sin comer he llegado

y, si me atrevo a pedillo,

me muestran aquel castillo

de mil flamencos armado. 110

¡Pesia al castillo soy yo

culebrina que he de entrar

por el muro!

AÑASCO ¿Por qué no,

pues os han visto llegar

donde el fuego no llegó? 115

¿No sois Alonso García,

el que en cualquier bitería

suele arrojarse el primero?

ALONSO ¡Más querría un buey y un cuero

de Esquivias, por vida mía! 120

 

(Entre CAMPUZANO.)

 

AÑASCO Acá viene Campuzano.

Pues, ¿qué dice el Duque, hermano?

CAMPUZANO A consejo llama ahora.

ALONSO A consejo, luego ignora

la hambre deste cristïano. 125

¡Junte a comer!, ¡pesia tal!,

y déjese de consejos.

CAMPUZANO No lo busca el Duque mal

si, con soldados tan viejos,

trata el bien universal. 130

AÑASCO Decidme a los que ha llamado.

CAMPUZANO Don Fernando de Toledo

es el primero que ha entrado.

ALONSO Basta ser Toledo.

CAMPUZANO Puedo

decir que es un gran soldado; 135

don Lope de Figueroa,

él a sí mismo se loa,

y don Pedro de Toledo.

ALONSO Otro Toledo.

CAMPUZANO Bien puedo

loalle de popa a proa. 140

Es marqués de Villafranca,

y hombre que, si la que ciñe

una vez del lado arranca,

de punta al pomo la tiñe,

que nunca la vuelve blanca. 145

ALONSO De las guerras, yo os concedo,

como en Toledo nacido,

que no falta, decir puedo,

ni señor deste apellido,

ni soldado de Toledo. 150

¡Ved qué dos Toledos estos!

CAMPUZANO Y vós García sois tres.

—fol. 54v→

Llamó4 Alejandro con estos

a Francisco de Valdés,

todos de España, y tras estos, 155

Cristóbal de Mondragón

entró como coronel.

AÑASCO Todos españoles son

mas, ¿a quién llamó con él?

CAMPUZANO Al conde de Barlamón, 160

general, como sabéis,

del artillería.

AÑASCO Creo

que aquesta vez comeréis.

ALONSO Que coman todos deseo,

aunque con hambre me veis. 165

CAMPUZANO El conde Masflet, maestre

de campo general.

AÑASCO Es

hombre que, como le adiestre,

pondrá más mundo a sus pies

que un nuevo Colón le muestre. 170

CAMPUZANO También Otavio Gonzaga,

que de la caballería

es general.

ALONSO Cuando haga

consejo el Duque este día,

más que no tratan de paga, 175

quedo, que en la tienda están.

 

(TAPIA y SOTO, soldados.)

 

TAPIA Que, en fin, a consejo van.

SOTO Ojalá Farnesio intente,

Tapia, despedir la gente.

TAPIA Quedo, aquí nos lo dirán. 180

¿Sábese acaso, soldados,

esto que Alejandro intenta

por acá?

ALONSO ¿Somos privados

para que nos dé esa cuenta?

SOTO Vivimos tan maltratados 185

que, si no hay remedio, presto

daremos la vuelta a España.

CAMPUZANO Lo que se sospecha desto

es que intenta alguna hazaña

donde se aventure el resto. 190

ALONSO Mándenos ir a buscar

de comer al mismo infierno.

 

(MARCELA en traje de soldado.)

 

MARCELA No acabamos de marchar.

ALONSO Aquí se están de gobierno;

no sé en lo que ha de parar. 195

MARCELA A ti no se te dará

mucho de que acá o allá

nos andemos deste modo,

porque para ti está todo

donde Serafina está. 200

¿Hoy la has hablado?

ALONSO ¿Ha nacido

persecución de los cielos,

hay trabajo, ni le ha habido,

como que le pidan celos

a un hombre que no ha comido? 205

¿Que, sin comer, pueda ser

amor loco y bachiller

quien sin comer no está mudo,

mas, desde que fue desnudo,

se ha enseñado a no comer? 210

¡Oh celos!, ¡qué condición

os dio la envidia tan fiera!

Pero como pobres son,

que entran adonde quïeren

y atajan cualquier razón. 215

¡Vive Cristo!, a no mirar

que están aquestos soldados

delante...

MARCELA ¡Qué lindo hablar!

A celos averiguados,

¿qué nombre les puedo dar? 220

ALONSO Marcela, ya me conoces.

¡Por vida del Duque, pues,

que si te arrimo dos coces...!

MARCELA Averiguas con los pies

lo que el amor con las voces. 225

¡Bien son todas tus acciones

—fol. 55r→

de bestia!

ALONSO Quedo, Marcela,

dejémonos de razones,

que es azúcar y canela

de celos dos bofetones. 230

Vete a alojar, que me incitas.

MARCELA Si es verdad que esta flamenca

te agrada y la solicitas,

y en tu gusto soy mostrenca,

¿por qué a otro gusto me quitas? 235

Déjame, que alguno habrá

que por su prenda me estime.

ALONSO ¡Ea, mi bien!, ¡bueno está

que una lágrima lastime,

puesto que se finja ya! 240

¿Para qué, naturaleza,

en los ojos inventaste

lágrimas, que a tal flaqueza

a un roble, a un bronce obligaste,

y más con tanta belleza? 245

Cuando quiere una mujer

dar veneno a nuestros ojos

sus ojos hace llover.

AÑASCO No cesan esos enojos.

Las paces habéis de hacer.5 250

¿Por qué habéis los dos reñido?

ALONSO Celos flamencos han sido.

AÑASCO Pues no es este buen lugar.

ALONSO Ni aun es bien hecho celar

a un hombre que no ha comido. 255

SOTO Que ya están todos allí.

TAPIA Y se tiene por muy cierto

ir a Mastrique.

SOTO Es ansí.

CAMPUZANO Quedo, la tienda han abierto,

escuchemos desde aquí. 260

 

(Córrase una tienda o cortina y véanse sentados el DUQUE DE PARMA armado con bastón y, a sus lados, DON LOPE DE FIGUEROA, DON FERNANDO y DON PEDRO DE TOLEDO, OTAVIO GONZAGA, el CONDE DE BARLAMÓN, el CONDE MASFLET. Los soldados se arrimen al teatro.)

 

DUQUE DE PARMA Señores, ya habéis visto y advertido

en la poca asistencia, aunque con causa,

que el Rey nuestro Señor hace a este ejército;

también sabéis que los soldados todos

han padecido inumerables penas 265

y trabajos que son intolerables,

y de ser referidos imposibles,

mayormente los fuertes españoles

que, en país tan remoto de su patria,

no tienen otro amparo que el del cielo. 270

Tengo temor que amotinarse quieren,

porque la sed y hambre los aflige,