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El bautismo del Príncipe de Marruecos es una comedia teatral con trasfondo histórico del autor Lope de Vega. Contada en tono de desenfado y a través de situaciones de equívocos, se articula en torno a la figura de Muley Xeque, príncipe saadí exiliado de Marruecos en Madrid y convertido a la religión católica.
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Seitenzahl: 97
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El bautismo del Príncipe de MarruecosCover image: Shutterstock Copyright © 1618, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616989
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salgan dos MACEROS con armas de Portugal, el CONDE DE VIMIOSO, el prior DON ANTONIO, EDUARDO DE MENESES, CRISTÓBAL DE TABORA, DIEGO DE SOSA, LUIS DE SILVA, MULEY MAHAMET JARIFE y el rey DON SEBASTIÁN; siéntese como ya saben.
SEBASTIÁN
Al Rey se da asiento igual.
MAHAMET
Beso los pies de tu Alteza.
ANTONIO
Representa su grandeza.
EDUARDO
Tiene, en fin, sangre real.
DIEGO
5
¿Qué habrá que el talle no venza?
LUIS
Es gran recomendación.
SEBASTIÁN
Prosigue tu relación.
MAHAMET
Así prosigo.
SEBASTIÁN
Comienza.
MAHAMET
Invicto rey Sebastián,
10
del gran Carlos Quinto nieto,
como fuiste de su sangre,
de sus glorias heredero.
Digo que Muley Mahamet
Jarife, en África muerto,
15
el que juntó en un Estado
Fez, Tarudante y Marruecos,
trató con su hermano Hamet
que sucediese en el reino
cualquier hijo de los dos,
20
antes que cualquiera nieto.
Pero aunque quedaron muchos,
murieron los más a hierro,
o en la cárcel, o ahogados,
hecho seguro y sangriento,
25
por Audalla, un hijo ilustre
de Mahamet, porque a efeto
de conservarse, vertió
tanta sangre de sus deudos.
Reinó diez y siete años
30
más pacífico y quïeto
que eternamente se vio
rey del africano imperio.
Este, señor, fue mi padre;
yo, su hijo primogénito,
35
en la sangre, y no en la paz,
pues a tal desdicha allego.
Dejó mi padre heredando,
entre los hermanos muertos,
tres con la vida, y la causa
40
fue el ser niños tan pequeños;
pero engañose mi padre,
que en el punto que crecieron,
no fiaron del hermano,
que fue tan remiso en esto;
45
y considerando, en fin
que con el pasado miedo
el que los perdonó niños
los degollara mancebos,
los dos se huyeron al turco,
50
y el otro, la tierra adentro,
con los árabes vivió
en montes de arena secos.
Audalla, mi padre, entonces
jurome por su heredero;
55
murió, reiné mal seguro
por el pasado concierto
y así, despachando un moro
atrevido, fuerte y diestro,
a Tremecén, donde estaba
60
de mis tíos el primero,
de un flechazo, en la mezquita,
sosegó mi pensamiento.
Alteró a Muley Maluco,
que estaba en Argel, el hecho
65
de suerte, que procuró
dejar de vivir muriendo;
y cansado de pedir
al rey Filipo remedio,
por el virrey de Valencia,
70
con cartas y propios ruegos,
que era entonces don Rodrigo
Alfonso, de aquellos buenos
Pimenteles de Castilla,
tan antiguos caballeros,
75
se partió a Constantinopla,
donde negociando menos,
sirvió con paciencia al turco,
querelloso de sus deudos;
mas mostrando en Navarino
80
y en la goleta gran pecho,
que aunque enemigo en mi sangre,
negar la verdad no puedo,
tres mil turcos que le dio,
metió el Maluco en mi reino,
85
con los cuales me rompió
tres poderosos ejércitos
de sesenta mil caballos,
y diez mil infantes; creo
que fue el último, señor.
90
¡Mira qué extraño suceso!
Retireme en el Peñón
de Vélez, y allí, por medio
de un renegado, pedí
con piadoso humilde celo
95
favor a tu heroico tío,
que tratando en su Consejo,
donde las guerras de Flandes
en tal cuidado le han puesto,
y el sustentar los presidios
100
de soldados y dineros,
no me ha podido acudir
con su magnánimo pecho,
y es gran permisión de Alá,
porque venga como vengo,
105
a darte esta empresa a ti
para tu bien y provecho,
que podrás ser fácilmente
emperador de Marruecos,
dejándome por tu alcaide
110
y virrey en su gobierno.
¡Ea, Sebastián famoso,
en cuyo rostro contemplo
la imagen del Quinto Carlos,
planeta del quinto cielo,
115
dando a Muleasén en Túnez
el mal conquistado reino
de Amida y de Barbarroja,
traidores y lisonjeros!
Mira qué gloria y qué fama
120
tantas naciones le dieron
por esta hazaña, mayor
que el sajón y el francés preso,
que si pasas un soldado
las aguas del Mucaceno,
125
¿quién duda que mis vasallos
reconozcan su Rey luego?
Toda el África, sin duda,
ayudará nuestro intento,
en quien pondrás esas plantas,
130
otro Carlos de honor lleno,
otro nuevo Scipïón,
que por más famosos hechos
te llamarán africano
rubio scitas, indios, negros.
135
Harás desde Ceuta a Fez
un puente, por cuyo medio
se enriquezca en trato España,
sin miedo del mar soberbio.
Y yo, a tus pies arrojado,
140
adornaré tus trofeos
entre mil reyes cautivos
y entre mil vencidos reinos.
SEBASTIÁN
¿Qué os parece?
ANTONIO
Señor, si como suenan
pareciesen las cosas intentadas,
145
estas son las más dignas de los reyes.
Ya otras veces he dicho a vuestra Alteza,
desde que fuimos a la vista de África,
que me holgara de verle con las fuerzas
que muestra su valor, y el mundo es poco.
EDUARDO
150
Señor prior, si al gran valor que muestra
su Alteza, Dios le guarde, se igualaran,
cesaran hoy las glorias de Alejandro;
la sucesión también impide mucho.
ANTONIO
Bien he visto, Eduardo de Meneses,
155
cuánto la sucesión en esto impide;
hablo del corazón.
LUIS
Ese es magnánimo,
y verdaderamente las empresas
en la dificultad tienen la gloria.
CRISTÓBAL
Las veces que de aquesto me ha tratado
160
su Alteza, no he resuelto cosa alguna;
bien que, midiendo el pensamiento suyo,
no hayo lugar si no es pasando el cielo,
que por la tierra pasa el mayor límite,
y la imaginación topa en sí misma.
165
Asegura Muley que sus vasallos
le quieren bien, y que en mirando el rostro
del que es propio señor, las mismas armas
que toman en defensa del Maluco,
volverán a su pecho.
MAHAMET
Así lo pienso;
170
demás, que no son pocas vuestras fuerzas,
siendo tanto el valor del vuestro Príncipe,
la ayuda que se espera del Católico,
y la diversidad de varias gentes
que acudirán a tan gloriosa empresa.
SEBASTIÁN
175
Extrañamente siento que me muestre
alguno de vosotros poco brío
en cosa que yo tengo tan impresa
dentro del corazón; pero decidme
las objeciones que tenéis más ásperas
180
contra mi voluntad.
ANTONIO
Ninguno intenta
darte disgusto, ni es tan poco el ánimo,
siendo de portugués, que no parezca
hijo del tuyo, y que pedirte puede
el gobierno del sol, como al sol mismo.
185
Dificúltase aquí no estar casado,
que habiendo de ir el Rey en su persona
a empresa fuera de su reino, es justo
que deje quien le herede. Si faltase,
las fuerzas de este reino no son muchas.
LUIS
190
Si la empresa se funda en que es legítima,
gran servicios de Dios, y se compone
con ayuda de deudos y de amigos,
no es a ventura de perderse el príncipe.
SEBASTIÁN
Ya de todas las cosas que propone
195
vuestro deseo de acertar, por cartas,
me ha propuesto mi tío largamente;
y aunque me disüade por las mismas,
me nacen en la sangre dobles fuerzas.
Todo lo que decís tengo mirado.
200
Tarde venciera mi famoso tío
la batalla inaudita de Lepanto,
si aguardara el consejo, aunque discreto
y de prudente capitán nacido,
del cuerdo Andrea, y no el furioso y presto
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del gran marqués de Santa Cruz.
Sale un PAJE.
PAJE
Licencia
pide el embajador.
SEBASTIÁN
¿Llegó don Pedro?
PAJE
En este punto.
Sale PEDRO DE ALCASOBA.
PEDRO
Deme vuestra Alteza
los pies.
SEBASTIÁN
¡Oh, amigo! ¿Qué tenemos?
Levántese.
PEDRO
Creo
que enderezan los cielos tus empresas.
SEBASTIÁN
210
¿En qué lo has visto?
PEDRO
En los favores y honras
que me ha hecho Filipo.
SEBASTIÁN
¿En qué resuelve
mi tío las tres cosas que le pido?
PEDRO
En cuanto al casamiento, te concede
una de sus dos hijas, para el tiempo
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que sea de edad, mas no señala el nombre;
cuanto a la empresa, siendo de Alarache,
te promete soldados y galeras;
cuanto a verle, resuelve que la vista
en Guadalupe sea. De estas cartas,
220
te informarás mejor.
SEBASTIÁN
Tratad al punto
mi camino, don Luis; y tú, Jarife,
ten esperanza.
MAHAMET
En Dios y en ti la tengo
que te he de ver señor de toda el África.
ANTONIO
¿Partir quiere tu Alteza?
SEBASTIÁN
Así conviene.
225
Prior, póngase a punto mi partida.
ANTONIO
Guarden los cielo, gran señor, tu vida.
Salen LELA FÁTIMA y CELINDA, moras.
LELA
Tú has de hacer, Celinda mía,
que con mis ojos lo vea.
Quien ama teme y desea,
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y esperando desconfía.
Dime si Hamet, como hermano
del Rey, lo será de Fez,
o si reinará otra vez
Mahamet, o lo intenta en vano,
235
que como el alma me cuesta
Hamet, de quien soy amada,
tengo, Celinda, colgada
la vida de tu respuesta.
CELINDA
Lela Fátima, secretos
240
que tiene en su pecho Alá,
no los comunica, y da
hasta los mismos efetos.
Verdad es que si la ciencia
las influencias del cielo
245
no enseña, y está el suelo
tan sujeto a su influencia,
esta nuestra geomancía,
por quien su intención procuras,
corresponde en las figuras
250
a la oculta astrología;
mas siempre queda en su ser
la voluntad de Alá santo,
porque, aunque se entienda tanto,
puede hacer y deshacer.
LELA
255
No, Celinda, no me entiendes,
y es que te guardas de mí.
CELINDA
¡Yo, mi señora, de ti!
Mi amor y lealtad ofendes.
Esta ciencia, entre cristianos,
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es prohibida y sospechosa,
es falsa y supersticiosa,
y llena de enredos vanos;
acá, de quien la han tomado,
a nadie ofende ni priva.
LELA
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No es porque en peligro viva
de tu persona el cuidado;
mas por no hacerme favor,
faltándome voluntad.
CELINDA
En dudar de mi amistad
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has agraviado mi amor;
ya sé al blanco donde tiras.
LELA
Deseo ver el espejo.
CELINDA
Ya habrás tomado consejo
del espejo en que te miras.
LELA
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No quiero verme la cara;