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El casamiento en la muerte es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
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Seitenzahl: 84
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El casamiento en la muerteCover image: Shutterstock Copyright © 1604, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617023
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
“Don Alonso” en el elenco es “REY ALFONSO” en la obra.
(Sale HERNÁN DÍAZ.)
HERNÁN DÍAZ
El que fuere español no lo consienta,
y más el que ha nacido castellano
y en las reliquias y el valor se cuenta
de aquel famoso Príncipe asturiano;
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porque es hacer a España eterna afrenta,
puesto que lo merezca Carlomagno,
quererla dar, por falta de heredero,
Alfonso el Casto a príncipe extranjero.
(Sale RODRIGO RASURA.)
RODRIGO RASURA
Primero que, de Francia, España sea
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y yo consienta en ello, que yo basto
para no permitir que la posea,
conocerá quién soy Alfonso el Casto.
¿A efecto ha de llegar cosa tan fea?
Pero ¿por qué razón estas palabras gasto?
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Salga la espada; que a la patria amada
la lengua no ha de hablar, sino la espada.
(Sale DON GARCÍA.)
DON GARCÍA
A no ser rey, dijera sin respecto,
que son tus pensamientos desatinos.
¿A un extranjero Rey tienes electo,
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donde tienes parientes y sobrinos?
¡Y es bueno que lo intentes en secreto,
como si ya por plazas y caminos
no dijesen en público que fuiste
quien a la libre España esclava hiciste!
(Sale DON RAMIRO.)
DON RAMIRO
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Algún villano montañés intonso,
de tosca piel y de grosera abarca,
que presto digan el postrer responso,
en tal locura tu bajeza abarca.
Mientras esto me ciño, casto Alfonso,
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no ha de tener España otro monarca
sino el que descendiere de Pelayo,
o seré de estos truenos fuego y rayo.
(Sale el REY ALFONSO el Casto.)
REY ALFONSO
¿En mis palacios voces, caballeros?
No han sido mis delitos tan atroces:
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¡que así con vuestro Rey os mostréis fieros!
HERNÁN DÍAZ
Aquí la razón sola ha dado voces;
no somos, de tu reino, los primeros,
o vasallos o deudos que conoces,
que toman con rigor la vil hazaña
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de hacer a Carlos donación de España.
REY ALFONSO
¿Quién os ha dicho que esto verdad sea?
RODRIGO RASURA
La fama popular del común lloro.
REY ALFONSO
Y ¿paréceos que en Carlos mal se emplea,
que se obliga de echar de España el Moro?
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porque esto sólo mi intención desea.
DON RAMIRO
Desdice mucho al español decoro:
de armas tienes las manos aquí llenas,
¿para qué le has de echas con las ajenas?
REY ALFONSO
Si en muchos años eso no he podido,
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y Carlos es un rey tan noble y santo,
que igualmente es amado y es temido,
que su grandeza canta España tanto;
faltándome herederos, porque ha sido
mi culpa tanta y vuestro engaño tanto,
55
¿por qué a un príncipe santo, bueno y justo
no habéis de obedecer con mucho gusto?
DON GARCÍA
Yo no conozco rey, ni pienso hacello,
no siendo de mi sangre ni linaje.
DON RAMIRO
Yo no pienso por rey obedecello,
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menos que de español decide y baje.
HERNÁN DÍAZ
Yo perderé la vida en defendello,
y no consentiré tan grande ultraje.
RODRIGO RASURA
Yo pienso ser de las montañas muro,
para que esté León muy más seguro.
REY ALFONSO
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Hernán Díaz, Ramiro, don García,
Rodrigo de Rasura, ¿qué es aquesto?
¿Esto decís en la presencia mía?
HERNÁN DÍAZ
Perdona si el dolor me ha descompuesto.
(Quiere entrar BERNARDO, y las guardas le detienen.)
BERNARDO
¿Qué me detiene vuestra vil porfía?
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Dejadme entrar.
DON RAMIRO
No ha de parar en esto.
REY ALFONSO
¡Hola! ¿Qué es eso?
BERNARDO
Impídenme el camino.
DON GARCÍA
Es Bernardo del Carpio, tu sobrino.
(Entra BERNARDO del Carpio.)
BERNARDO
Alfonso, al que llaman Casto,
pluguiera a Dios no lo fueras;
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que no es justo que los reyes
de todo punto lo sean.
No vengo, como otras veces,
con aquella antigua tema
de que me des a mi padre;
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que ya traigo otra querella.
Si a mi padre te pedía,
que tienes preso en cadena,
mi madre te pido ahora
con más razón y más fuerza.
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No entiendas, digo, tu hermana,
la infanta doña Jimena:
Castilla te digo, Rey,
que también la tienes presa.
Dame a mi madre Castilla,
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que me han dicho que la entregas
a Carlomagno de Francia,
y padre y madre me niegas.
Castilla es mi madre, Rey,
que este brazo y sangre engendra;
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por mis hermanos la pido,
que nos viene por herencia.
Que tengas preso a don Sancho
y que sacarlos no quieras
porque acaso no se case
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y legítimo yo sea,
ya parece que das causas,
puesto que ninguna tengas,
que bien pudiera heredarte
sólo en llevarte a la iglesia;
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pero en prender a Castilla,
¿qué disculpa darle piensas,
si no es que digas: el Moro
hace adulterio con ella?
Si para echarlos de España,
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esos caminos rodeas,
si tú dentro no has podido,
¿cómo podrán los de afuera?
Lo más cierto es que procuras
que extranjeros la posean,
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por no dar a tus sobrinos
lo que justamente heredan.
Si yo soy bastardo, Rey,
que tú quieres que lo sea,
aquí está García y Ramiro,
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escoge al que lo merezca,
y echarán ellos de España
los moros que están en ella,
mejor que desde París
el arrogancia francesa.
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Si dices que Carlos es santo
y que saldrá a defendella,
Santiago es mejor Patrón,
y que acude a su defensa;
que aquí le hemos visto armado,
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que con los moros pelea,
y yo doy fe que en sus pechos
he visto la cruz bermeja.
No han sido tus castellanos
tan cobardes en la guerra,
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que no hayan hazañas hecho
que envidien Italia y Grecia.
Que yo, el más humilde y flaco,
antes que en rostro tuviera
señal de barba, he vencido
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trece batallas con ésta.
Y mira si en san Isidro
algunas banderas cuelgan,
que a los moros he quitado
corriendo a Duero y Pisuerga.
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¿Sabes qué he pensado, Rey?
Que España, que Dios no quiera,
por un Rey que fue lascivo
se perdió la vez primera,
y ahora por un Rey casto
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es posible que se pierda,
porque todos los extremos
la virtud dañan y alteran.
Resuélvome, castellanos,
en que España quede nuestra;
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que ahora hay tiempo y remedio,
y después ninguno queda.
Ea, leoneses hidalgos,
Nuños, Garcías, Fabelas,
Díaz, Ramiros, Pelayos,
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Rasuras, Jimenas, Telas,
Gonzalos, Íñigos, Claros,
Ordóñez, Beneses, Velas,
Fortuños, Fueros y sangres
Vivares, Guevaras, Cuevas,
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de mal villano de Asturias
pasado su pecho vean,
de azcona o dardo morisco
tirado con mano izquierda,
quien no siguiere a Bernardo
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y no sacare de afrenta
a nuestra madre Castilla.
TODOS
Amén; don Bernardo, espera.
(Vase BERNARDO, y todos tras él, y queda solo el REY.)
REY ALFONSO
Culpa he tenido, España belicosa,
sólo en quereros sujetar a Francia;
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si Roma con su triunfo y arrogancia
jamás estuvo en paz, o guerra ociosa.
Diga Escipión lo que le fue costosa
Cartagena, Sagunto con Numancia;
si el África se alaba de ganancia,
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traición se la entregó, que no otra cosa.
Pues vos, madre de un fuerte Virïato,
y que a Roma le dais emperadores
Teodosios y Trajanos sin segundo,
no es justo que tengáis un hijo ingrato;
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yo os dejaré españoles sucesores
que den a vuestro reino nuevo mundo.
(Vase y sale BELERMA y CELIO, paje.)
BELERMA
¿Colores me pide a mí
para salir al torneo?
CELIO
Hartas tiene en su deseo
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después que se mira en ti;
porque cualquiera que ama
iguala al camaleón:
siempre los colores son
de la color de su dama.
BELERMA
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Celio, si la fiesta fuera
por mí, yo diera el color.
CELIO
Por ti sale mi señor,
que por otra no saliera.
Y él me dijo, a fe de hidalgo,
200
pidiéndoselo Oliveros:
"Piensan estos caballeros
que por sus cuadrillas salgo;
pues crean que sin licencia
de Belerma, mi señora,
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no saliera."
BELERMA
¿Dó está ahora?
CELIO
Llorando estará tu ausencia.
BELERMA
Acaba, que ya sé yo
que no la sabe sentir
como tú, Celio, decir.
CELIO
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Dentro en la sala quedó;
que como escogiendo están
los colores, no dio el sí
hasta saberlas de ti.
BELERMA
¿Quién queda con él?
CELIO
Roldán,
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Danes, Urgel, Oliveros,
Dudón, Reinaldos, Celinos,
y su primo Montesinos
y otros muchos caballeros.
BELERMA
Dile que saque las calzas
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verdes con moradas telas.
CELIO
Si con amor te desvelas,
con esperanzas lo ensalzas.
BELERMA
El faldamento, dirás
que lleve todo encarnado
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sobre plata, acuchillado.
CELIO
¿Diré más?
BELERMA
No digas más.
CELIO
Voy a llevar la respuesta
que su esperanza asegura;
que crueldad en cintura
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será por pintarse honesta.
(Vase CELIO.)
BELERMA
Disimulados mis celos,
quiero que mi amor se vea,
pues es aquésta la librea
de la color de los cielos.
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Quédese, aunque furiosa,
que un poco azul turquí
no estuviera mal allí,
que, en efecto, estoy celosa.
Los celos de quien me quejo
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han este amor aumentado;
que amor con celos criado
desde niño, es presto viejo.
Hame dado Flordelís
sospechas de su buen talle;
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