Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
El castigo del discreto es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 100
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Saga
El castigo del discretoCover image: Shutterstock Copyright © 1600, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617030
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen Ricardo y Pinabel
RICARDO
¿Que osaste dar el papel?
PINABEL
Pues ¿qué muralla asaltaba?
¿Qué contradique pasaba?
RICARDO
Una condición cruel,
5
que no hay muro en Flandes hoy
con más defensas.
PINABEL
No creas
en sueños si ver deseas
lo mismo que viendo estoy.
RICARDO
Pues ¿qué ves?
PINABEL
Respuesta.
RICARDO
¡Cielos!
10
¿Hipólita respondió?
Si el sol entonces la vio,
¿qué dudo que tenga celos?
PINABEL
No la vio el sol, que sería
de noche cuando escribió,
15
y entonces presumo yo
que algún candil la vería.
¡Lindo loco estás, por Dios!
RICARDO
Besar quiero, Pinabel,
treinta veces el papel.
PINABEL
20
Bastará una vez o dos,
que a una provisión real
no se guarda más respeto
y es todo un rey en efeto.
RICARDO
¿Y este papel no es igual
25
y alcanza la misma ley?
PINABEL
¿Cómo?
RICARDO
Escrito de una reina
que sobre las almas reina,
si en los cuerpos reina un rey.
30
Mira, Pinabel; decir
amores a mujer fea,
¿cuál hombre habrá que no crea
que luego se ha de rendir?
Porque una fea imagina
35
que si aquel hombre se va
ninguno después vendrá,
y así al primero se inclina.
Pero una hermosa, que piensa
que merece más y más,
40
a todo el mundo verás
que desprecia y hace ofensa.
Y esta razón puede darse
porqué tan presto se casan
las feas y un siglo pasan
45
las hermosas sin casarse.
PINABEL
¡Vive Dios, que dices bien!
Que he visto mil hermosuras
colgar del árbol maduras
sin que una mano les den,
50
y mil feas a quien dar
remedio a uno se permite,
por querer cualquier envite
casarse por madurar.
RICARDO
Por eso estimo el papel,
55
porque Hipólita se precia
de hermosa.
PINABEL
Pienso que es necia.
Lea el papel
RICARDO
Eso veremos en él.
PINABEL
Y sabrémoslo por ella,
si el rostro nos ha engañado.
Lea otra vez el papel
RICARDO
60
“¿Qué quiere un hombre casado
con una mujer doncella?”
PINABEL
¿Cómo es eso?
RICARDO
¡Vive Dios,
que sabe mi casamiento!
PINABEL
Sobre un falso fundamento,
65
¿qué podéis fundar los dos?
Tú casado, ella doncella,
¿no es locura pretender
el fin que no puede haber?
RICARDO
¿Tú no ves que adoro en ella
70
y que amor no se gobierna
por discurso de razón?
Salen Leonelo, Fineo y Lambino
LEONELO
(Deteneos que estos son)
PINABEL
Si verla rendida y tierna,
señor, te hubiera movido,
75
a ella te aficionaras;
mas no es justo si reparas
en tanto desdén y olvido.
Prosigue con lo demás.
Mientras lee, dicen aparte los tres
FINEO
(¿Qué es lo que piensas hacer?
LEONELO
80
Hablarle.
LAMBINO
No es menester,
que habiendo de hacer jamás
se ha de gastar tiempo en eso.
Llegar sacudiendo es cosa
muy airosa y venturosa
85
para cualquier suceso.)
RICARDO
¡Extraño papel!
PINABEL
Responde.
RICARDO
Ahora bien, hablarla quiero
por la reja.
PINABEL
¿Ahora?
RICARDO
Sí.
que traiga el caballo di
90
Meneses, que aquí le espero.
PINABEL
Voy señor a obedecerte.
Vase
LEONELO
(El criado le dejó.
Esperad, llegaré yo
[a] hablarle.
LAMBINO
El término advierte.)
LEONELO
95
En vuestra busca he venido.
RICARDO
¿En qué os puedo yo servir?
LEONELO
En oírme.
RICARDO
Para oír
me ha dado el cielo un sentido
con que suelo hacer merced
100
a quien escucho. Si viene
a lo que no me conviene…
LEONELO
Lo que os diere gusto haced,
con tal condición que oigáis.
¿Conoceisme?
RICARDO
Nunca os vi,
105
conque ya sabréis de mí
más de lo que preguntáis.
LEONELO
Pues un caballero soy.
RICARDO
Yo soy otro caballero.
LEONELO
Que haréis como tal espero
110
en lo que a deciros voy.
RICARDO
Estragar la cortesía
cuando se comienza a hablar,
suele a no hacerla obligar.
Perdonad ¡por vida mía!
115
y decid en lo que puedo
serviros.
LEONELO
Cierta mujer
que adoro, que lo ha de ser
mía…
RICARDO
Oíd, hablemos quedo.
Salen Felisardo, caballero, de camino, y Roberto, criado
FELISARDO
Según dice el sobreescrito,
120
esta es la calle.
ROBERTO
Hay dos calles
de este nombre.
FELISARDO
¡Que no halles
aquesta casa!
ROBERTO
¿Es delito
no hallar en Madrid, señor,
gran corte del Rey de España,
125
una casa?
FELISARDO
Es cosa extraña.
ROBERTO
Desde la calle Mayor,
o la Vitoria lo menos,
llaman la calle del Prado.
Hasta el mismo yo he llegado
130
a sus olmos, de hojas llenos,
y no hay quien sepa decir
adónde vive ese Alberto.
FELISARDO
Pues ¿qué he de hacer si no acierto?
Hablan los otros mientras estos miran
LEONELO
Yo vi la ventana abrir
135
y que Hipólita metió
la mano y le dio un papel,
flecha de celos cruel
que el alma me traspasó.
Seguí al criado, y llegué
140
donde leyéndole estáis.
RICARDO
De que a Hipólita sirváis
y que ella lugar os dé
no tuve nueva hasta agora.
LEONELO
Ni yo de que a vos os quiera,
145
pues os escribe.
RICARDO
No fuera
justo que mujer que adora
en vos, como me decís,
a mí me tuviera amor.
LEONELO
Vos me habéis de hacer favor,
150
si lo que es celos sentís,
de mostrarme ese papel.
RICARDO
¿Qué os muestre el papel?
LEONELO
¿Es cosa
muy grave y dificultosa?
RICARDO
Si al amigo más fiel
155
le escondiera y le negara,
¿no fuera notable error
mostrarle al competidor?
FELISARDO
En esta gente repara.
¿Por dicha sabrán quién es?
LEONELO
160
Vos me lo habéis de mostrar,
o me tengo de matar
con vos.
RICARDO
Ya sois descortés,
y aunque no hay secreto en él,
antes mostraros me agrada
165
la hoja blanca de la espada
que la escrita de papel.
LEONELO
¡Mirad lo que hacéis!
RICARDO
No puedo
sufrir término tan loco.
LEONELO
Ni yo estimarme en tan poco.
ROBERTO
170
(¿Es pendencia?
FELISARDO
Estate quedo.)
LAMBINO
(Ya ha metido mano, llega.)
FINEO
¡Muera el traidor!
FELISARDO
¿Tres a uno?
Llegan los dos, metiendo mano
Eso no, que mira alguno
a quien la cólera ciega
Pónese al lado de Ricardo
175
en viendo una sinrazón.
Caballero, defendeos,
que mi espada y mis deseos
hoy de vuestra parte son.
LEONELO
¿Qué hombre es este?
ROBERTO
Un hombre honrado,
180
¡perros!
FELISARDO
¡A ellos, Roberto!
ROBERTO
Aquí estoy.
LAMBINO
¡Ay, que me ha muerto!
ROBERTO
¡Mueran! –Yo estoy a tu lado.
Vanse riñendo, y salgan Casandra y Teodora
CASANDRA
Como no sabes la fuerza,
Teodora, de un grande amor,
185
que no hay valor que no tuerza,
piensas que a tanto dolor
propia condición me fuerza.
Pues no es propia condición
tener de Ricardo celos,
190
que celos, Teodora, son
unas sombras y desvelos
de nuestra imaginación.
¿No has visto cuando un pintor
forma una ciudad en lejos?
195
Pues así verás mejor
que los celos son los lejos
de las verdades de amor.
Es la principal figura
Amor en esta pintura
200
del lienzo de mi esperanza,
y celos lo que no alcanza
la vista entre niebla escura.
Aquel estar yo mirando
si es ciudad o no es ciudad
205
me mata, porque en llegando
los celos a ser verdad,
descansa el alma llorando.
TEODORA
De Amor y de sus pinturas,
de sus cercas y sus lejos
210
estoy, como ciego, a escuras;
mas si al mirar desde lejos
forman los celos figuras,
yo creo que al acercarse
lo que ciudad parecía,
215
vendrá por ventura hallarse
una sombra en que podría
el alma desengañarse.
CASANDRA
Pues en eso está mi daño:
que los celos atormentan
220
mientras que dura el engaño,
porque en el punto se ausentan
que los mira el desengaño.
TEODORA
¿Qué recelo, qué ocasión
te ha dado imaginación
225
de que mi señor te ofende?
CASANDRA
Amor por señas entiende,
que los celos mudos son.
¿No has visto un mudo que hace
señas? Pues señas me han hecho.
TEODORA
230
y ¿qué dice Amor?
CASANDRA
Que nace
de la traición de su pecho,
que nuestra lealtad deshace.
Si está Ricardo a mi lado,
con poco gusto me mira;
235
si ausente, está sin cuidado;
si está acostado, suspira;
si a la mesa, muestra enfado;
si le digo amores, duerme;
si me los dice, son hielos,
240
Teodora, estos mudos celos,
(…)
ni yo a ti para entenderme.
TEODORA
Señora, tu discreción
no permite a mi ignorancia,
245
consejo en esta ocasión;
mas siento que es de importancia
no aventurar la opinión.
Ya es tu marido, en efeto;
si a entender tus celos das
250
vendrá a perderte el respeto,
pues le muestra que no estás
de ti misma en buen concepto.
Aunque la pena te asombre,
haz que el valor la reprima,
255
que a la mujer de más nombre,
en lo mismo que se estima,
en eso la estima un hombre.
No pidas celos; mas piensa
que quien los pide, ese día
260
la vergüenza y la defensa
quita y rompe al que tenía
en duda el hacer la ofensa.
CASANDRA
Pues ¿cómo podré sufrir
de la sospecha el rigor?
TEODORA
265
Con un honesto fingir.
Sale Pinabel
PINABEL
¿No vino acá mi señor?
O ¿acaso ha vuelto a salir?
CASANDRA
¿Dónde vas de aquesta suerte?
Pinabel ¿qué ha sucedido?
PINABEL
270
¡Que en una ocasión tan fuerte
faltase yo!
CASANDRA
Pues ¿qué ha habido?
PINABEL
No me atrevo a responderte.
Voyle, señora, a buscar.
CASANDRA
Primero me has de contar
275
qué es lo que le ha sucedido.
PINABEL
Que tres hombres le han querido,
según me han dicho, matar.
CASANDRA
¿Está herido?
PINABEL
No, señora.
Sale Ricardo
RICARDO
¡Hola! Cerrad esa puerta.
CASANDRA
280
¡Señor mío, en quien adora
mi alma, ya estaba muerta!
¡Vengáis, mi bien, en buen hora!
¿Qué es esto? ¿Cómo o por quién
mataros a vos!
RICARDO
¿Tan presto
285
os lo han dicho?
CASANDRA
¡Ay, Dios, mi bien,
en qué trance me habéis puesto!
¿Queréis que una silla os den?
¿Queréis algo? ¿Qué traéis?
¿Estáis herido o cansado?
RICARDO
290
Paso, no os alborotéis.
Ya queda todo acabado.
CASANDRA
¡Por Dios, que me lo contéis!
RICARDO
Yo llegué, Casandra mía,
a cierta casa de juego,
295
donde hallé conversación
seis o siete caballeros.
Rogáronme que jugase;
jugué por entretenerlos,
que, por no darte disgusto,
300
ha días que ya no juego.
Gané quinientos escudos,
enviaron por dineros,
dije que yo volvería,
mas fue por librarme de ellos.
305
Con el gusto de ganar,
que es dulce cosa, en efeto,
bajé a la calle del Prado
libre de tal pensamiento.
Vuelvo el rostro y veo tras mí
310
venir tres hombres de aquellos
que miran, juzgan y asisten
en semejantes sucesos.
Todos tres, con falsa risa,
quitándose los sombreros,
315
me dan, del haber ganado,
mil parabienes diversos.