El conde Fernán González - Lope de Vega - E-Book

El conde Fernán González E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El conde Fernán González es un drama teatral de corte histórico del autor Lope de Vega. Se articula en torno a la vida del conde de Castilla Fernán González, conocido como el Buen Conde, cuya leyenda está muy arraigada en Castilla.

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Seitenzahl: 103

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El conde Fernán González

 

Saga

El conde Fernán GonzálezCopyright © 1966, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616583

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

TRAGICOMEDIA FAMOSA DE LOPE DE VEGA CARPIO DEDICADA A LUIS SÁNCHEZ GARCÍA SECRETARIO SUPREMO DEL CONSEJO DE LA SANTA Y GENERAL INQUISICIÓN

Hónrase Madrid justamente de tener en Vuestra Merced un hijo espejo de honrosas virtudes, generosas costumbres, verdad jamás vencida y estimación donde no cupo accidente que no fuese para más aumento de alabanza y opinión invencible. Y es esto tan seguro, que en lo que se debe a su valor solo parecen anotaciones a la margen; que la materia requería más levantados elogios, más realzados encarecimientos y conceptos más sublimes. Felicidad única ser un hombre amado de todos y que se honre con él su patria, de suerte que nos alcance por contacto el honor que merece a los que nacimos tan cerca; que como la vecindad de un famoso río hace fértiles los campos, todos sus vecinos lo estamos de honra. La puerta que Madrid llama de Guadalajara porque antiguamente no tenían más jurisdicción sus muros, por celestial influencia se dedicó a telas, brocados, sedas, oro, joyas, diamantes, perlas, plata y libros, las cosas más excelentes que honran y dan calidad a una República. Y con la misma ha producido hombres famosos en las letras, y en las armas, y en otros muchos artes, que por ser tantos pasa en silencio; que mal podrían entre telas y joyas nacer hombres inciviles y bárbaros, sino científicos, urbanos y políticos. Yo solo, entre la copia de tantos ingenios, soy lunar feo en rostro hermoso; pero he pasado a su sombra como contador entre escudos, que de andar entre ellos se le ha pegado el crédito y el oro. Vuestra merced como tan ilustre moneda, así por el metal de su limpia sangre como por el oficio insigne de Secretario del Supremo Consejo de la santa y general Inquisición, pues ha estimado siempre mis cortos merecimientos que se llegan a su valor para pasar dorados, reciba en prenda de mis obligaciones esta comedia y verdadera historia; que aun en la poesía, a quien trata tanta verdad, no es justo ofrecelle fábulas; que si tuviera fuerza para servirle con mayores cosas, las Indias me parecieran flores y los diamantes vidrios. Dios guarde a Vuestra Merced.

 

Su capellán y aficionado servidor,

Lope Félix de Vega Carpio.

FIGURAS DE LA TRAGICOMEDIA

EL CONDE FERNÁN GONZÁLEZ PELAYO, monje GONZALO DÍAZ LOPE DE VIZCAYA NUÑO LAÍNEZ GIL VELASCO FERNÁN NÚÑEZ EL REY DON SANCHO DE LEÓN LA REINA DOÑA TERESA SOL, dama EL CONDE LUDOVICO DON GARCÍA, REY DE NAVARRA ARISTA CAMILO, criado UGARDO, estudiante UN ALCAIDE RAMIRO, soldado ESTELA, dama LA INFANTA DOÑA SANCHA FENISA } BERTOL } MARINA } MENDO } APARICIO }, villanos DOS GUARDAS UN CRIADO [SIRENO], [villano] [SANCHO], [villano] [GIL BERRUECO], [villano] [MÚSICOS] [UN LABRADOR] [UN PAJE] [APÓSTOL SANTIAGO]

Acto I

Sale el CONDE con un venablo.

CONDE

¿Qué importa que huyendo vayas?

Ya no te puedes librar

aunque supieses trepar

por esas frondosas hayas;

5

pero ¿cómo le perdí

de vista en tierra tan breve?

No soy Adonis aleve

si esperas matarme así.

Marte soy; ven cara a cara.

10

El Conde soy, que es lo mismo;

solo en este verde abismo

suena aquella fuente clara

y el eco de mis razones,

que acompañan su corriente;

15

respóndeme, clara fuente,

ya que a murmurar te pones:

¿Dónde se pudo guardar

esta fiera, y esconder?

Que bien puede responder

20

la que sabe murmurar;

mas ¡por Dios, que se metió

entre estos riscos de piedra,

que pirámides de yedra

los imaginaba yo!

25

¡Ay, cielo! ¿No es casa aquesta?

Casa cubierta, aunque muestre

mal, por la yedra silvestre,

que está entre peñascos puesta.

¿Qué digo? Casa y ermita.

30

¡Si es aquel el altar! Sí;

y detrás, el jabalí

esconderse solicita.

Seguro estás, animal,

no temas, quiero humillarme,

35

y al poder encomendarme

de aquel Señor celestial.

Rey del cielo, dad perdón

hoy a la ignorancia mía,

que ni este templo sabía,

40

ni truje mala intención,

porque si yo le supiera,

ni siguiendo un jabalí,

que a pie, y aun descalzo, aquí

a hacer novenas viniera.

45

Dejo mi gente esperando

al bravo moro Almanzor,

que a sangre, a todo rigor,

viene a Castilla abrasando.

Tomé, porque alivio tengan

50

las penas de mis cuidados,

no las tablas, ni los dados,

aunque la guerra entretengan,

sino este solo venablo.

La caza guerra parece,

55

mas ya que ocasión se ofrece

de hablaros, humilde os hablo:

puesto me tiene Almanzor

en punto, que es maravilla

cómo sustenta Castilla

60

su libertad y su honor.

Si vos no me socorréis

en la batalla que espero,

ella es esclava, y yo muero;

vuestros cristianos perdéis.

 

Sale PELAYO, monje.

PELAYO

65

Conde, bien venido seas.

 

CONDE

¿Quién eres, varón del cielo?

 

PELAYO

Quien este desierto suelo

habita.

 

CONDE

¡Qué bien te empleas!

¿Hay aquí más monjes?

 

PELAYO

Sí,

70

dos monjes conmigo están.

Perdidas tus gentes van

haciendo llanto por ti.

Vuelve, que el moro Almanzor

vencerás, aunque, admirados

75

de un prodigio, tus soldados

tendrán recelo y temor.

Muchas hazañas te esperan,

en bien de la fe que adoro,

contra las armas del Moro,

80

que vuestra quietud alteran.

Reyes vencerás, de quien

preso dos veces serás;

pero de todas saldrás

con honra, dichoso y bien.

85

Ruégote que de esta casa

te acuerdes en tus victorias.

 

CONDE

Padre, si con las memorias

la fama los siglos pasa,

palabra te doy de hacer

90

un templo en este lugar,

que al mayor pueda igualar,

si Dios me diere poder.

No la mezquita del Moro,

que tantas columnas tiene

95

como forma el sol que viene

por sus paredes de oro,

harán con él competencia,

ni el de Efeso, si hoy viviera.

 

PELAYO

Pues en Dios, Fernando, espera.

 

CONDE

100

Cuando vuelva a tu presencia

con los despojos ganados,

verás si cumplo mi voto.

 

PELAYO

Por este monte remoto

perdidos van tus soldados;

105

júntalos, que ya pretende

darte batalla Almanzor.

 

CONDE

Ruégale al alto Señor

de quien la victoria pende,

que me da dé.

 

PELAYO

Serás rayo

110

del africano linaje.

 

CONDE

Antes que mi gente baje,

dime tu nombre.

 

PELAYO

Pelayo.

 

CONDE

Pues, Pelayo, adiós, que aquí

pienso hacer la eterna cama

115

que el hombre sepulcro llama.

 

PELAYO

Él te aguarde.

 

CONDE

Y vuelva en ti.

 

Vanse. Salen NUÑO LÁINEZ, GONZALO DÍAZ, LOPE DE VIZCAYA y RAMIRO, soldadillo, y otros que acompañen.

LOPE

Sin duda es muerto.

 

GONZALO

No quiera

el cielo tanto dolor

para Castilla.

 

RAMIRO

Señor,

120

dejando atrás la ribera,

se metió por la montaña,

con el caballo veloz,

tras un jabalí feroz.

 

LOPE

Llorará otra vez España

125

la muerte de su señor,

como en tiempo de Favila.

¡Oh, monte, en llanto destila

tus nieves a tal dolor!

 

GONZALO

Decidme agora, ¿qué haremos

130

si Almanzor nos acomete?

 

NUÑO

Lo que el Conde le promete,

mal sin el Conde podremos.

Si es posible, con honor

nos podemos retirar.

 

LOPE

135

No ha dado el cielo lugar

a la crueldad de Almanzor.

Trescientos hombres no pueden

resistir a tanto moro,

y así, con nuestro decoro,

140

quiere que burlados queden,

y que el Conde no parezca,

porque no se pierdan todos.

 

Sale el CONDE.

CONDE

¡Oh, reliquias de los godos,

qué bien es que resplandezca

145

en vosotros el valor

que de su sangre tenéis!

 

LOPE

¿Es el Conde?

 

RAMIRO

¿No lo veis?

 

LOPE

¡Conde, mi señor...!

 

TODOS

¡Señor...!

 

CONDE

Alzaos, no estéis en el suelo.

 

LOPE

150

Ya te habíamos llorado.

¿Dónde has estado?

 

CONDE

He estado

en un retrato del cielo;

en un templo, en una ermita,

donde ignorante seguí

155

por el monte un jabalí;

en ella Pelayo habita,

santo monje, de quien hoy

he tenido ciertas nuevas

de nuestra victoria.

 

GONZALO

¿Pruebas

160

nuestro esfuerzo?

 

CONDE

Siempre soy

verdadero en lo que os digo;

tenedlo todos por cierto.

 

LOPE

Señor, que mires te advierto

el poder de tu enemigo.

 

CONDE

165

¿Para qué, sino el poder

del Dios cuya ley adoro?

 

Cajas.

RAMIRO

Cajas suenan.

 

GONZALO

¿Cómo al Moro,

Conde, habemos de vencer

trescientos hombres no más?

 

CONDE

170

Gonzalo Díaz, a Dios

no hay imposible; si vos

os queréis volver atrás,

por esta senda podéis

ir a Burgos desde Lara.

 

GONZALO

175

Vos sabéis mi sangre clara.

 

CONDE

Y vos mi valor sabéis.

¡Ea, fuertes castellanos,

acometamos! ¿Qué hacemos?

Hidalga sangre tenemos,

180

noble acero y fuertes manos.

No ha de quedar hoy cuchilla

que no se tiña en sus cuellos.

¡A ellos, Castilla, a ellos!

¡Castilla, hidalgos!

 

TODOS

¡Castilla!

 

Al entrar se trague la tierra un soldado, y los demás se detengan.

LOPE

185

¡Oh, temerario portento!

 

CONDE

¿Qué es eso?

 

GONZALO

No hay que pasar,

Conde, de aqueste lugar.

 

CONDE

¡Qué villano pensamiento!

 

LOPE

A Ortún Favila, señor,

190

se le ha tragado la tierra.

 

CONDE

¡Qué buen agüero de guerra!

¡Hoy he de ser vencedor!

 

LOPE

Pues ¿no es aquesto señal

de nuestra muerte?

 

CONDE

Antes creo

195

que de victoria y trofeo,

y que lo entendistes mal.

Toquen.

¡Acomete! ¡Cierra, cierra,

que aquesto quiere decir

que no nos puede sufrir,

200

por ser tan fuertes, la tierra!

 

Vanse. Salen FENISA, villana, y MENDO, labrador.

MENDO

¿En fin, te casas?

 

FENISA

¿Qué haré,

si me fuerza el padre mío?

 

MENDO

Amas, y no tienes brío.

 

FENISA

Falta brío y sobra fe.

 

MENDO

205

Eso es mentira, Fenisa.

¿De qué sirven fingimientos?

En hablando en casamientos,

la boca se os baña en risa.

En fin, ¿está concertado

210

para esta tarde? ¡Ay de mí!

 

FENISA

Hartas mentiras fingí

y no me han aprovechado.

 

MENDO

Fingieras que enferma estabas.

 

FENISA

Luego ¿no me desmayé?

215

Pero entendiome, a la fe,

el viejo, a quien tú cansabas,

que con un poco de estopa,

en viéndome desmayar,

me llegó casi a quemar

220

por las servillas la ropa.

 

MENDO

No te cases con Bertol,

así Dios colme tu vida.

 

FENISA

Ya estoy de llorar curtida

por esos montes al sol.

 

MENDO

225

¿Quieres hacerme un placer?

 

FENISA

No habrá cosa que no haga.

 

MENDO

Ahórcate.

 

FENISA

¡Gentil paga!

¡Lindo modo de querer!

Con mayor facilidad

230

saldrás tú de ese dolor,

si te da pena mi amor.

 

MENDO

Él sabe mi voluntad.

 

FENISA

Oye el remedio.

 

MENDO

Ya espero.

 

FENISA

Ahórcate.

 

MENDO

¡Qué venganza!

235

¡Qué bien se ve la mudanza

de ese tu pecho ligero!

 

FENISA

Lo que para ti no quieres,

no lo quieras para mí.

 

MENDO

Fenisa, decir oí

240

siempre que hay muchas mujeres.

Los hombres, para la guerra

importan, las hembras no;

una que una vez parió,

hinchó de gente la tierra.

245

Y no importa un roto alcorque

que tu cuello en horca pare;

pero un hombre, que no pare,

es lástima que se ahorque.

 

FENISA

Pues supuesto, Mendo amigo,

250

que no me quiero matar,

y que me quieren casar,

¿cómo he de quedar contigo?

Que si una vez llego a entrar

en el yugo, aunque me adulas,

255

no soy carro de tres mulas;

dos lo habemos de llevar.

Dijo un labrador discreto,

que esta carga del casar

entre dos se ha de llevar