El cuerdo loco - Lope de Vega - E-Book

El cuerdo loco E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El cuerdo loco es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso escenificado en la corte de Albania, donde el príncipe Antonio corteja a la hermana de su amigo el conde Próspero, de quien tendrá que librarse para consumar su amor.

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Seitenzahl: 102

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El cuerdo loco

 

Saga

El cuerdo locoCopyright © 1620, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617054

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

DIRIGIDA AL DOCTOR DON TOMÁS TAMAYO DE VARGAS

Hablando Cicerón del filósofo Panecio en el libro IV de Finibus, dijo, para alabarle, que era digno de la amistad de Cipión y Lelio: Homo quidem ingenuus, & gravis, dignus illa familiaritate Scipionis, & Lelii. Y yo, hablando de Vuestra Merced, solo dijera que había sido digno de la familiar amistad del padre doctor Juan de Mariana, porque aquella infinidad universal de letras, graves costumbres y venerables años no admitieran menos iguales excelencias, aunque en la edad desiguales. Vi su defensa, si merece este nombre quien no ha ofendido, contra las objeciones, mejor dijera ignorancias y atrevimientos libres, a su famosa y verdadera historia. Doy gracias a Vuestra Merced por tan bien empleado cuidado, y se las deben todos los que saben y que no ignoran lo que va de escribir a censurar y de enseñar a reprender. Salió un libro de este reprensor, fue parto ridículo y ofensivo, borrose de la memoria de las gentes, aunque ya de la de su dueño lo estaba. Con la ignorancia no hay más venganza que dejar que ella la tome de sí misma, cual sucedió al referido, a quien, faltando el poderoso muro en que se arrimaba, cayó marchito, pues ya su atrevimiento quería frisar con Alejandro, como Diógenes, e imitar las libertades de los filósofos con los reyes. De hoc satis?, y porque hay tantas especies de locuras, no tan grandes, advierta Vuestra Merced que esta comedia que le dedico, la fingí en un hombre cuerdo, cosa de que se hallará ejemplo en las Sagradas Letras, que la de por soberbia de sangre, hacienda, ciencia o lugares altos, anda en el mundo, no merece memoria, si ya no fuese para reprenderla. No veo a los hombres doctos arrogantes, no veo a los ignorantes humildes; aquí bien se ofrecía desatar el abecedario de los lugares comunes para Vuestra Merced cuales no lo fueran. Andamos, finalmente, defendiéndonos de cartas y de objeciones. Mi Jerusalén padece; algunos no tienen por poema el que no sigue a Virgilio. Digo yo que volver a escribir su historia sería acertado, pues no conocen que las imitaciones no son el mismo contexto, sino la alteza de las locuciones, términos y lugares felicemente escritos, las sentencias, el ornamento, propiedad y hermosura exquisita de las voces. En dos estancias latinas del libro IV dice: Missile telo. Buscó la ‘i’ un docto que no sabía cuán ordinaria cosa es en ella mudar la ‘e’ en ‘i’ y la ‘i’ en ‘e’, como se ve en Ovidio, en la epístola de Paris a Elena:

Hoc mihi non recolo fore, ut a coeleste sagitta. Aquí está ‘coeleste’ por ‘coelesti’. Pues ¿qué más tiene Missile? Y no hay decir que es yerro de la impresión, que no consta el verso de otra suerte. Idem in epist. ad Her. Humene incultae fonte perenne genae.

Lucrecio, en el libro VI, ‘Cupedo’ por ‘Cupido’.

Et finem statuit Cupedinis, atque timoris.

De la ‘e’ en ‘i’, Ausonio, en la imagen de la ocasión:

Ocipiti calvo.

Plauto: Sorti sum victus.

Varrón, en el libro V de la Lengua Latina:

In campo cum prima luci.

Como, Vesperi pro Vespere.

Y en las inscripciones antiguas: ‘Deana’ por ‘Diana’, ‘Dolea’ por ‘Dolía’, ‘Genetrix’, ‘Mereto’, ‘Soledas’, por ‘Genitrix’, ‘Merito’ y ‘Solidas’; ‘Cavias’, ‘Camina’, ‘Mircurius’, ‘Pontifix’, por ‘Caveas’, ‘Camena’, ‘Mercurius’ y ‘Pontifex’, como se hallarán muchas en el índice de Sinecio. Más se espantara este lego objetador si yo hubiera hecho alguna paragoge o adución qua fini jungitur aliqua sillaba, como ‘Dicier’ por ‘Dici’ (Horatio a Filida, Od. II) Avet inmolato.

Spargier agno. La razón de colocar bien una oración, dice Dionisio Alicarnaseo que se conoce Ex aspero aut molli concursu literarum.

Y así se ve con cuánta más elegancia está ‘Missile’ que ‘Missili telo’, como se ve en su pronunciación. Esto dicen algunos por lo que oyen, que realmente aún les falta lo necesario para decirlo de su Marte propio: Turpe vero est judicare, que pulchra sint maiore ex turbe murmure, como dijo el doctísimo Pedro de Valencia, en la prefación a los Himnos de Arias Montano, porque, ex collatione, requè ipsa, non es opinione estimare, ac decernere equum est. Con Vuestra Merced pudiera haberme excusado esta digresión, pues fuera más bien empleada en su alabanza, pero tal vez se deja llevar la pluma de la ofensa propia, pues por leyes divinas y humanas parece justa, aunque donde no había que defender, como dice la ley. Domitus: Fatua quaestio, quae non habet rationem dubitandi. Vuestra Merced lea el cuerdo loco que ingeniosamente se hizo señor de sus enemigos con industria, en tanto que con obras más dignas de su excelente ingenio y universales letras, griegas, hebreas y latinas, en tan floridos como bien empleados celebro su ilustre nombre, si las Musas me dan favor y el cielo vida. Guarde Dios la de Vuestra Merced como deseo y merece la honra que ha hecho a esa ilustrísima ciudad en que ha nacido. Capellán de Vuestra Merced, Lope de Vega Carpio.

FIGURAS DE LA COMEDIA

LUCINDA ANTONIO PRÓSPERO DINARDO TANCREDO LEONIDO SULTÁN TEBANDRO ROBERTO FINARDO CELIO ROSANIA ARISTEO FILIPO [BELARDO] [TIRSE] UN CAPITÁN [UN PAJE] [UN CABO] SOLDADOS GUARDAS [El MAESTRESALA] [Dos ALABARDEROS] [MUCHACHOS]

CELIO aparece en el elenco como CELIA por error.

 

ARISTEO figura en el elenco, pero no actúa.

Acto I

Salen el príncipe Antonio, rebozado; el conde Próspero con la espada desnuda para matarle, y Lucinda, su hermana, poniéndose en medio

LUCINDA

Tente, hermano.

 

PRÓSPERO

Aparta, infame,

o harás que primero muerta

sirva ese pecho de puerta

por quien su sangre derrame.

5

¿En mi casa hombre embozado

y que no se me defiende?

 

LUCINDA

Yo pienso que no te ofende,

y que por eso ha callado.

 

PRÓSPERO

Diga a lo menos quién es,

10

si es que te buscaba a ti.

 

LUCINDA

¿A mí? ¿Por qué?

 

PRÓSPERO

Pues ¿a mí?

Tú misma di lo que ves.

Déjame pasar.

 

LUCINDA

¡Detente!

 

PRÓSPERO

Muestre a lo menos la cara.

 

LUCINDA

15

Antes que mostrarla hablara

si fuera cosa decente,

pues él no se desemboza,

su secreto da a entender.

 

PRÓSPERO

¡Traidora! ¿Quién puede ser

20

sino un hombre que te goza?

 

LUCINDA

Hablad, hermano, con tiento,

que yo quise ver quién era

cuando vos por la escalera

subistes de mi aposento.

25

Y aunque porque sois mi hermano

parte os toca de mi honor,

no es de marido el rigor,

aunque uséis de lengua y mano.

Una y otra refrenad,

30

que damas hay en mi casa

con quien por ventura pasa

esa ciega liviandad.

 

PRÓSPERO

Cuando yo quiera creer

que este no viene por ti,

35

por honra de quien nací,

que fue tu madre, y mujer,

¿cómo me he de persuadir

que aquí por verte no está,

pues ni se mueve ni va

40

viendo que le voy a herir?

Descubra el rostro.

 

LUCINDA

Eso no.

 

PRÓSPERO

¿Es posible que me aguarde?

O me tiene por cobarde,

o es mayor señor que yo.

 

LUCINDA

45

Debe de aguardar a ver

si pones en mí la mano.

 

PRÓSPERO

Hombre, sombra o viento vano,

¿qué buscas?

 

ANTONIO

A mi mujer.

 

Vase

PRÓSPERO

¿Es esta?

 

LUCINDA

Ya se partió.

 

PRÓSPERO

50

Déjame seguirle.

 

LUCINDA

Espera,

no tenga gente allá fuera.

 

PRÓSPERO

Pues ¿qué es esto?

 

LUCINDA

¡Qué sé yo!

 

PRÓSPERO

Pues ¿cómo dice aquel hombre

que aquí busca a su mujer,

55

que él debe de conocer,

y no sabes tú su nombre?

 

LUCINDA

Habiendo tantas mujeres

que me sirven, bien podía

ser alguna dama mía.

 

PRÓSPERO

60

¡Ay, Lucinda, que tú eres!

 

LUCINDA

¿Yo?

 

PRÓSPERO

Pues ¿quién?

 

LUCINDA

Alguna dama

de mi servicio.

 

PRÓSPERO

De suerte

estoy, que a darte la muerte

mi honor me provoca y llama.

65

Dime lo que es, enemiga,

porque remedie mi honor;

si este es hombre de valor,

su justa esperanza siga,

que yo no quiero estorbar

70

tu remedio.

 

LUCINDA

Yo, en mi vida

fui, Conde, tan atrevida.

¿Cuándo me has visto culpar

de desenvuelta ni he dado

75

ocasión que me sirviese

algún hombre que te diese

celos, enojo y cuidado?

 

PRÓSPERO

Antes eso es contra ti,

que una mujer principal

80

que se sirve en general

segura vive de sí;

y pues nadie has admitido,

Lucinda, en público amor,

[...]

85

vive en secreto perdido.

¡Ah, desleal! ¿Aprendiste

de nuestros padres a ser

tan vil e infame mujer

que hombre humano te conquiste?

90

¿Hombre embozado en la puerta

de tu aposento en mi casa?

 

LUCINDA

Pon a las blasfemias tasa,

con que mi honor desconcierta,

o dejarela y tendré

95

la libertad que quisiere

donde ni tu pecho altere

ni el mío ocasión te dé.

Y si aquí viven mujeres

hermosas, no he de ser yo

100

a quien aqueste buscó

para que luego te alteres,

ni menos pudiera ser

cuando lo que dices fuera,

porque ni aqueste dijera

105

que buscaba a su mujer.

 

Salen dos Alabarderos

ALABARDERO

El Príncipe, noble Conde,

os llama.

 

PRÓSPERO

¿El Príncipe?

 

ALABARDERO

Sí.

 

PRÓSPERO

Decid que ya voy.

 

ALABARDERO

¿Ansí

a su alteza se responde?

110

Venid luego, que ha mandado

que no fuésemos sin vos.

 

PRÓSPERO

¿Y venía más que los dos?

 

ALABARDERO

Treinta a la puerta han quedado.

 

PRÓSPERO

¿Para qué?

 

ALABARDERO

Para que gusta

115

que os acompañen.

 

PRÓSPERO

¿A mí?

 

ALABARDERO

A vos.

 

PRÓSPERO

¿Qué es esto?

 

ALABARDERO

Que ansí

te ha querido honrar.

 

PRÓSPERO

¡Ah, injusta!,

sin duda el Príncipe fue.

 

LUCINDA

Ya qué verás que no sea

120

lo que piensas.

 

PRÓSPERO

¿Que no crea

quieres lo que aquí se ve?

Voy, que es fuerza, y no las tengo

contra las que tiene un rey.

¡Ah, necesidad sin ley!

 

ALABARDERO

125

¿No venís, Conde?

 

PRÓSPERO

Ya vengo.

 

Vase la Guarda y el Conde

LUCINDA

Menos daño ha sucedido

del que tuve imaginado.

Esta guarda que ha enviado

guarda de mi vida ha sido;

130

sospecho que la perdiera.

Ya el Conde entendiendo va

que un rey de por medio está

y que ser mi esposo espera;

y cuando pierda el decoro

135

al Príncipe de otra suerte,

venga mil veces la muerte,

pues es la vida que adoro.

 

Vase, y entren Dinardo, duque de Iberia, y Rosania, madrastra del príncipe Antonio

DINARDO

La ocasión nos ofrece los cabellos

para gozar de aqueste principado;

140

si agora no procuras asir de ellos,

el viento romperá con vuestro airado.

Yo tengo mil amigos que por ellos

pudiera con el mundo haberme alzado,

y tú, muerto Filipo, eres, Rosania,

145

madrastra vil del príncipe de Albania.

Este querrá casarse, y en trayendo

nuera a su casa, ha de querer mandarte,

y él también, tu imperio aborreciendo,

ha de querer de su palacio echarte.

150

El que, vivo su padre, obedeciendo

tu voluntad estuvo en toda parte,

no dudes de que muerto le parezca,

que es infamia a su honor que te obedezca.

Y cuando solo vea por venganza

155

de algunas malas obras que le has hecho

mientras vivió su padre, en confianza

del grande amor que le rindió a su pecho,

agora que de Albania el cetro alcanza

se ha de poner tu vida en tanto estrecho,

160

que desees la muerte, si no aspiras

al verde lauro que en su frente miras.

Quítale el principado, pues que tienes