Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
El desposorio encubierto es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 92
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Saga
El desposorio encubiertoCopyright © 1917, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616613
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Beatriz, dama, asiendo a Lupercio, su criado
BEATRIZ
Aguarda ¡por vida mía!,
que llevas mal puesto el cuello.
LUPERCIO
Si no fue prisa al ponello,
culpa el espejo tendría.
5
Mas si verdad digo en esto,
faltábame el de tus ojos,
pero ya no me da enojos
que vaya bien o mal puesto.
BEATRIZ
¿Por qué razón, ojos míos,
10
si os hace más gentil hombre?
LUPERCIO
Porque en casándose un hombre
pierde los pasados bríos.
BEATRIZ
Basta que habláis de casado
como si algún siglo hubiera.
LUPERCIO
15
¿Y ha poco?
BEATRIZ
¿Un mes os altera?
LUPERCIO
¿No más de un mes ha pasado?
BEATRIZ
¡Qué notables desengaños!
LUPERCIO
Hombre que se casa ansí,
el día que dijo ‟sí”
20
puede contar por mil años.
Dame, señora, lugar,
que tengo mucho que hacer.
BEATRIZ
¿Pensáis tan presto volver?
LUPERCIO
Vendré, señora, a cenar.
25
(¡Quién no dijera a dormir!)
Adiós. (¡Ah, padre cruel!)
Hace que se va
BEATRIZ
¿Lleváis lienzo?
LUPERCIO
No. ¿Qué es de él?
BEATRIZ
Por él, mi bien, quiero ir.
LUPERCIO
Templará los discordes elementos
30
con paz eterna en mínima distancia,
y en rostro igual la pérdida y ganancia,
el fénix entre mil entendimientos.
Templará los discordios instrumentos
sin cuerdas y sin trastes de importancia,
35
y con la clara y dulce consonancia
del cielo, del infiernos los tormentos.
Hará que el mar en una fuente quepa,
los peces con los pájaros pintados,
leones y hombres hará juntos verse;
40
pero no templará, por más que sepa,
una mujer y un hombre, aunque casados,
si no tienen estrella de quererse.
Salga con el lienzo
BEATRIZ
Aquí, mi vida, está el lienzo.
LUPERCIO
Adiós.
BEATRIZ
¿En efecto os vais?
45
Pues ¿por él no me abrazáis?
LUPERCIO
(De nuevo a hablarla comienzo,
de nuevo habremos de estar
en nueva conversación,
de nuevo, como a león,
50
la cuartana me ha de dar,
de nuevo he de ver aquí
cautiva mi voluntad.
¡Oh, Argel de mi libertad!,
sáqueme el cielo de ti!)
BEATRIZ
55
¿Con quién entráis en consejo,
Lupercio, para abrazarme?
¿Tengo yo algo que quitarme,
o vos que ver al espejo?
¿Es ya caso de conciencia
60
un abrazo entre casados?
¿Habéis de informar letrados,
o hacer otra diligencia?
LUPERCIO
Los que negocios tenemos
siempre andamos divertidos,
65
pocas veces los maridos
estos amores hacemos.
No soy yo vuestro galán
que he de hurtar estos abrazos,
pues para mayores lazos
70
mil noches vienen y van.
Quien no tiene que comer
hurta en viendo la ocasión;
quien tiene, pone en razón
las horas en que ha de ser.
75
Hurte el galán el contento
cuando la ocasión le viene,
no el casado, que ya tiene
las horas de su contento.
BEATRIZ
A la cuenta, aunque contado
80
muy poco o nada sumáis,
reglas de convento dais
a los gustos del casado.
¿Campanilla es menester,
y esta el reloj concertar,
85
para tocar a abrazar
a las horas que ha de ser?
LUPERCIO
Gran donaire habéis tenido.
Por él, señora, os abrazo.
BEATRIZ
Sea de galán el brazo,
90
no le llaméis de marido,
que a un desposado no dan,
hasta que el año ha cumplido,
ese nombre de marido,
que todavía es galán.
LUPERCIO
95
Quedad, mi bien, norabuena,
y a la cena me esperad.
Va a irse Lupercio
BEATRIZ
Posada es nuestra amistad;
solo aquí se come y cena.
Váyase Lupercio
BEATRIZ
Gracias del cielo, a su piedad conforme,
100
que una mujer acierte, siendo a tiento,
en la dificultad de un casamiento,
por más que de él y su virtud se informe.
No hay entonces león que no transforme
en cordero su altivo pensamiento,
105
ni vida de mancebo tan exento
que hasta la bendición no se reforme.
¿Quién duda que Lupercio me ha engañado?
Con poco gusto va, con menos viene.
Sospecho que por fuerza está casado.
110
De mí se cansa y otra le entretiene.
Que un hombre que se casa enamorado
jamás con su mujer contento tiene.
Váyase Beatriz, y vuelven Lupercio y Feliciano
LUPERCIO
En vuestra busca venía.
FELICIANO
Yo, por Dios, al mismo efeto.
LUPERCIO
115
Fórmase un mismo conceto
con una igual fantasía.
Allá dejo aquella lumbre
de mis ojos.
FELICIANO
¿Queda en casa?
LUPERCIO
Sí.
FELICIANO
¿Ya es lumbre?
LUPERCIO
Que me abrasa.
FELICIANO
120
¿De amor?
LUPERCIO
Más de pesadumbre.
FELICIANO
Mal ¡por mi vida! lo hacéis.
Lupercio, volved en vos,
que no es servicio de Dios
que eso hagáis, ni aun lo penséis.
125
Mirad vuestra obligación.
LUPERCIO
Errose la fantasía.
FELICIANO
¿Cómo ansí?
LUPERCIO
Yo no venía
esta tarde a oír sermón,
y sabido ya por llano
130
cuando fuese muy injusto,
en las cosas de mi gusto
nadie me ha de ir a la mano.
Ayudad mi pretensión
y dejaos de predicarme,
135
que será desesperarme
poner mi gusto en razón.
FELICIANO
Quien ya, hermano, está sin ella,
no ha de querer admitilla,
que es lo que hace apercibilla
140
el conocimiento de ella.
Yo os amo, y en lugar
no tengo mayor amigo;
a cuanto queráis me obligo
y dejo de predicar.
145
Hasta advertir era justo,
al despeñaros, teneros,
mas no pudiendo valeros,
echadme tras vuestro gusto.
LUPERCIO
Pues con esa prevención
150
escuchad ¡por vida mía!
Ya os contaba el otro día
mi pasada pretensión.
Ya os dije que cuatro años
serví una hermosa mujer,
155
de cuyo bien proceder
me resultaron mil daños,
porque la correspondencia
engendra notable amor.
Y que en medio del favor,
160
y asistiendo a su presencia,
por hacer la voluntad
de mi padre, me casé;
que, puesto que justo fue,
fue terrible necedad;
165
porque el alma, divertida
en la mujer que adoraba,
vive con la propia esclava,
y de mi cuerpo homicida.
He procurado no vella,
170
mas la resistencia crece
el amor, y me parece
imaginada más bella.
Dase de noche a entender
cosas mi imaginación,
175
que para dichas no son,
mas sé que me han de perder.
Ando como loco, y creo
que podré más sosegar
con volverla a ver y hablar,
180
pues esto templa el deseo.
Que del amor dijo Apolo
que era de una vez curallo
querer quitar a un caballo
la cola de un golpe solo.
185
Y que mientras sin consejo
un joven esto probó,
cerda a cerda la quitó
más presto un caduco viejo.
No queramos arrancar
190
de una vez tan grande amor,
que gusto a gusto es mejor
hasta venirle a pelar.
FELICIANO
Gallardo el remedio es,
mas temo que de ese talle,
195
cuando acabes de pelalle,
podrá ser que tú lo estés.
Sea industria cuerda o loca,
huelgo de ver comparallo
a la furia de un caballo,
200
por lo que Amor se desboca.
Dime lo que puedo hacer,
y vámoste a remediar.
LUPERCIO
Ayudarme a conquistar
esta divina mujer.
FELICIANO
205
Si es divina, es cosa llana
que no la conquistarás,
humánala un poco más
si quieres gozarla humana.
¿Sabe ella que te has casado?
LUPERCIO
210
De ningún modo.
FELICIANO
¿Qué ha sido
la causa?
LUPERCIO
El haber venido
su hermano, un cierto soldado
que ha puesto en brava pretina
la cintura de la casa,
215
que apenas por lumbre pasa
un niño de una vecina.
Que antes yo la visitaba
cuando a mí me parecía,
y, como médico, al día
220
dos veces a verla entraba.
Si llevaba quien cantase
no dañaba su decoro;
regalarla, no que al oro
ni hasta las telas llegase;
225
pero de cosas honestas…
FELICIANO
Ramilletes la inviarías.
LUPERCIO
Nunca faltan niñerías
en voluntades dispuestas.
FELICIANO
¿Qué es lo que quieres?
LUPERCIO
Querella
230
y amistad con ese hermano,
porque si esta puerta gano
tendrela de entrar a vella.
FELICIANO
¿En qué entiende? ¿Es pretendiente?
LUPERCIO
Despacio pretende ya,
235
y, mientras despacio está,
juega temerariamente.
FELICIANO
Ya está hecha el amistad.
LUPERCIO
¿Por qué?
FELICIANO
Porque a un jugador
le ganarás el amor
240
con mucha facilidad,
que, por jugar, jugará
la voluntad, y esta es gente
que se trata fácilmente
y que más a mano está.
LUPERCIO
245
En esta casa e allega.
Oye, que hay grande ruido.
FELICIANO
Pendencia del juego ha sido.
LUPERCIO
No faltan donde se juega.
Leandro desnuda la espada, y tres contra él, Ansaldo, Leoncio, Clarino
LEONCIO
¡Matalde! ¡Muera!
LEANDRO
Perderé mil vidas
250
defendiendo mi honor.
LUPERCIO
(Este es Leandro,
hermano de mi bien.
FELICIANO
Ponte a su lado.)
LUPERCIO
Reñid, hidalgo, pues tenéis amigos.
Faustino a meter paz
FAUSTINO
¡Ténganse! ¡Paz, señores! La justicia.
LEONCIO
Huye, Clarino.
CLARINO
Ven por aquí, Ansaldo.
FAUSTINO
255
Sosegaos, pues que ya la gente es ida.
LUPERCIO
¡Que no aguardaran!
FAUSTINO
Bueno está, señores.
LUPERCIO
¿Qué tan bueno si tres con uno riñen?
¡Bellacos! ¡Gallinazas! ¡Fanfarrones!
En parte me pesó de haber llegado,
260
que yo sé bien que aqueste caballero
les hiciera correr más que de paso.–
Gallardo sois ¡por Dios! Dadme esos brazos.
Soldado, al fin. ¡Qué bien! ¡Qué diestramente
metió los pies y la embistió de puño
265
al de la mano diestra, y al instante
revolvió del revés al de la izquierda!
Digo que me volváis a dar los brazos.
LEANDRO
Honra me hacéis en eso, que yo os juro
que en mi vida me he visto para menos.
LUPERCIO
270
No se ha echado de ver. ¡Pluguiera al cielo
que tal espada viera yo a mi lado
cuando mis enemigos con ventaja
me acometieran! ¿Sois de aquesta tierra?
LEANDRO
Y nacido en Madrid, para serviros
275
de donde habrá que falto algunos años.
LUPERCIO
Si casa no tenéis muy a propósito,
por vida vuestra que ocupéis la mía,
que en aqueste lugar hay falta de ellas.
LEANDRO
Vivo en la de mis padres, donde tengo
280
una hermana que es todo mi regalo.
Recibo la merced y no la acepto.
FELICIANO
¿Sobre qué es la cuestión?
FAUSTINO
Sobre palabras
que no faltan al juego, porque vienen
como la sombra tras el sol. A todo
285
me hallé presente, y cuando fueron ellas
de mayor importancia, las espadas
son para las palabras como plumas
que borran las ofensas que la lengua