Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
El esclavo de Roma es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso articulado en torno al asedio romano en Cartago y al amor de dos jóvenes, que se vuelve imposible cuando el padre de ella la promete al gobernador de la ciudad.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 85
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Saga
El esclavo de RomaCopyright © 1617, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617078
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen ANDRONIO y FLORA.
ANDRONIO Hoy me despido de ti,
hoy bajo del cielo al suelo,
Flora, para todos cielo,
Flora, infierno para mí.
Y no porque desto arguya 5
mi sujeción, libertad,
si no es ir con libertad
irse por hacer la tuya.
Mándasme que no te vea,
dura sentencia mortal 10
-fol. 158r-
con que ha hecho que mi mal
igual al infierno sea,
que más que su fuego siente
quïen va al infierno, ¿sabes?,
a ver la pena de no poder 15
ver a Dios eternamente.
Yo condenado en revista
a tu ausencia, Flora, siento
más que todo mi tormento,
el carecer de tu vista. 20
Pluguiera5 a Dios que tus bríos,
tus desdenes, tus enojos,
como yo viera tus ojos,
martirizaran los míos.
Viérate yo, Flora hermosa, 25
y hicieras en mí mil suertes,
que yo sufriera esas muertes,
por vida tan venturosa.
Pero pues no puede ser
comencemos a partir, 30
que más quiero no vivir
que dejar de obedecer.
FLORA ¿Has dicho falsa sirena,
voz dulce y traidor estilo?
¿Has dicho ya cocodrilo? 35
ANDRONIO Ya he llorado, griega Elena,
pero no para engañarte
que fuera cosa muy nueva,
que cuando nada se lleva
en nada engaña el que parte. 40
FLORA ¿Yo te he mandado partir?
ANDRONIO Tú, pues.
FLORA Mira bien, que es sueño.
ANDRONIO Tú, como al criado el dueño
que no quiere despedir.
No me dicen vocalmente 45
que me vaya tus enojos,
mas verá un ciego en tus ojos
que deseas verme ausente.
Al alma un vestido has hecho
de cristal por donde entró 50
el sol de mi amor y vio
el tuyo en ella deshecho.
Mas mira que te prevengo
que no puedo, aunque me incitas,
no verte si no me quitas 55
la imaginación que tengo.
Ya está el alma imaginando
que te puedo ver en ella
tan perfeta, hermosa y bella
como aquí te estoy mirando. 60
Mas verte6 o no después,
tú has de ser obedecida
aunque me cueste la vida
y cueste, que tuya es.
FLORA ¡Detente!, que esas razones 65
suelen ser de amor la salsa
con que en vuestra mesa falsa
os dais a comer traiciones.
¡Detente!
ANDRONIO Dirás en esto,
Flora, de mi mal burlando 70
que es el detenerme hablando
para no partir tan presto.
Pues aguarda, que me importa
ver cómo el alma se carga
para jornada tan larga, 75
para partida tan corta.
Mucho, dulce ingrata, siento
que con mis prendas te alejas.
FLORA Dirás que el alma me dejas.
ANDRONIO Dejo aquí mi entendimiento. 80
Si voy sin él voy sin mí,
mas justamente se queda
por no tener en qué pueda
encender, que estoy sin ti.
La voluntad que era mía 85
quédese a ver lo que pasa,
aunque ya, Flora, en tu casa
es alhaja muy baldía.
Ya que es fe sin obras muerta
mi amor quisiera sacar, 90
mas habrele de dejar
por no derribar la puerta.
-fol. 158v-
Partamos, pues, que es afrenta
pedir lo que ya le dio,
que más siento, Flora, yo, 95
saber que quedas contenta.
Mil años goces, amén,
de quien tanto mal me ha hecho,
que aunque me echa de tu pecho
no le he visto ni sé quién. 100
Pero pues ya te reservas
de mi amorosa fatiga,
dime de qué tierra amiga
te envïaron esas yerbas.
Que puesto que es verdadero 105
mas que tuyo el mal en mí,
también habrá para mí
algún remedio estranjero.
Dime esas yerbas divinas,
pero sospecho que hay pechos 110
que no toman bien a pechos
estranjeras medicinas.
Pues mi remedio te fío
cuando de mi mal te arguyo
qué desdén se iguala al tuyo 115
ni qué amor se iguala al mío.
Pero dure tu desdén,
adiós, Flora celestial,
que el penar por ti es un mal
más rico que el mayor bien. 120
FLORA ¡Oye, necio!
ANDRONIO ¡Tú lo eres
en detener mis estremos!
FLORA Como esos bravos tenemos
de un cabello las mujeres.
ANDRONIO Piensa que del monte al llano 125
detienes deshecho el yelo,
piensa que a un rayo del cielo
pones cayendo la mano
o que a las nubes que llueven
balas de granizo espera 130
o que detiene la esfera
con que las otras se mueven.
O que puedes hacer hoy
que el Sol deje de correr,
que eso mismo es detener 135
la furia con que me voy.
(Vase.)
FLORA Gran deseo de olvidarme,
mas que tus celos, Andronio,
me dejas por testimonio
de que lo ha sido el dejarme. 140
De Ariodante tienes celos,
puesto que no le conoces
y mejor así me goces;
guarden tu vida los cielos.
Que dejando que pretende 145
mi padre con él casarme
ellos saben que mirarme
me mata, agravia y me ofende,
eras mi primero amor,
soy en África otra Dido, 150
o tú has de ser mi marido
o he de matarme en rigor,
que no a menos me provoca
ese Ariodante, ese hombre.
(Sale ARIODANTE.)
ARIODANTE Gracias a Dios que mi nombre 155
oigo, señora, en tu boca.
Que oír el nombre presente
de la hermosa prenda amada
cuando ella está asegurada
que tiene su dueño ausente 160
es la gloria de más gusto
que se puede imaginar.
FLORA ¿Hasme oído tú nombrar
tu nombre?
ARIODANTE A tiempo que es justo.
Porque entre tu padre y yo 165
queda concertado aquí
ser tu esposo.
FLORA Dijo sí.
ARIODANTE Como tú no digas no...
Y esto tan efetuado
que ya me parto a mi tierra, 170
-fol. 159r-
donde Roma intenta guerra
por el agravio pasado.
Y quiere tu padre y mío
que saque de allí mi hacienda,
hasta agora en encomienda 175
de Cloridano mi tío.
Porque si acaso el romano
la combate a sangre y fuego
esté en salvo, y quiere luego
que me des tu hermosa mano. 180
Tiempo tendrás de pensar
si te está bien mientras voy,
aunque palabra te doy
que me debes, Flora, amar.
Por la fe más verdadera 185
que jamás hombre a mujer
pudo en el mundo tener,
ya el alma respuesta espera.
Ya aguardo de los claveles
de esos labios la sentencia, 190
declare en mi presencia,
menos cruel que otras veces.
No respondes, no me espanto,
hasta que tu padre diga
que mi camino prosiga 195
y que tú enmudezcas tanto.
¡Oh, vergüenza!, mas no importa,
el temor la lengua embarga,
que el amor después alarga
cuanto la vergüenza acorta. 200
Mas ya que en mi casamiento,
Flora, no me dices nada,
o de vergüenza ocupada
o de ajeno pensamiento.
¿Qué mandas en mi partida? 205
¿Qué mandas en esta ausencia?
Y di si me das licencia
para dejarte, mi vida.
¿Qué te traeré de Cartago?
¿Qué sedas, qué joyas quieres? 210
Háblame, mi esposa eres,
no me des, Flora, ese pago.
¡Por los dioses, que te adoro!
FLORA ¿En fin te vas?
ARIODANTE Hoy me voy,
tu esposo, mis ojos, soy. 215
FLORA Noble Ariodante, eso ignoro.
Pero si mi padre gusta
de que yo tenga ese gusto,
ese tendré por muy justo.
ARIODANTE Respuesta discreta y justa. 220
Que se acaba de tratar
es tan sin duda que agora
me dio licencia, señora,
para que te entrase a hablar.
Parece que te ha pesado 225
que al honesto rostro diga
la pena a que amor me obliga,
necio como desposado.
Si tú callas por sentillas.
qué más respuesta y favores, 230
qué palabras de colores
con rosas de tus mejillas.
Con el susto que recibe7
en la nieve de un papel,
con la pluma de un clavel, 235
tu vergüenza, amor, me escribe.
Dame tus manos hermosas
y licencia a tantas penas,
que bien es darme azucenas,
pues me has dado tantas rosas. 240
FLORA Parte, Ariodante, seguro
de lo que mi padre quiere.
ARIODANTE Tu vida el cielo prospere,
que es solo el bien que procuro.
¿Qué traeré de allá?
FLORA A ti mismo. 245
ARIODANTE Harto has dicho, yo me voy
deste cielo donde estoy
en tu presencia al abismo.
¿No me darás esa mano?
FLORA Hasta dártela no sé. 250
ARIODANTE Con guante la tomaré.
FLORA Ya pasas de cortesano,
-fol. 159v-
vete.
ARIODANTE Aquesta diligencia
es morir con medicinas.
FLORA Casi tu muerte adivinas. 255
ARIODANTE Qué mayor que la de ausencia.
FLORA Amor, en esta ocasión
me has dado muerte y remedio,
que morir o tierra enmedio
únicos remedios son. 260
Será pues, mi Andronio, agora
con un papel avisado
Lidia.
(LIDIA sale.)
LIDIA Señora.
FLORA ¿Hay recaudo
para escribir?
LIDIA Sí, señora,
aquí te puedes poner. 265
FLORA Aquí me pongo a escribir.
(ANDRONIO sale.)
ANDRONIO ¿Hay más furioso partir
ni más humilde volver?
Como la pelota fui,
que vuelve a quien la tiró 270
cuando en la pared tocó,
así yo en las puertas di.
Jugome de aquí un desdén,
estaba en la puerta, amor,
y con el mismo furor 275
me vuelve a jugar también.
Y es la pelota tan alta