El genovés liberal - Lope de Vega - E-Book

El genovés liberal E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El genovés liberal es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso articulado en torno a un mercader genovés, Otavio Grimaldi, y sus esfuerzos por seducir con malas artes a una viuda empobrecida por el sitio de las fuerzas francesas a la ciudad de Génova.

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Seitenzahl: 95

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El genovés liberal

 

Saga

El genovés liberalCopyright © 1928, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616675

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

OTAVIO GRIMALDO LEONATO, criado suyo CÉSAR, caballero HORACIO, caballero LOMELÍN, caballero CAMILO, desposado FLAVIO, caballero ALEJANDRA, dama DRUSILA, esclava MARCELA, dama de Regacho francés BRUNETO BERGAMASCO, lacayo ALMIRANTE DE FRANCIA EL REY DE FRANCIA [LUIS XII] FABIO, criado de Octavio FLORIANO JUSTINO, viejo ORLANDO, librero RUFINO, carnicero SIBERTO, zapatero TIBALDO, herrero PAULO, tintorero

Acto I

Otavio Grimaldo, Marcela, dama francesa en hábito de lacayuelo, Leonato, y otros criados

 

OTAVIO

¡Oh, Génova, patria bella,

generosa madre mía,

mil años me aumenta el día,

Leonato, que allego a vella!

5

No porque el ausencia ha sido

larga, aunque lo es para mí,

pero por haber en ti,

Génova noble, nacido.

Que como el hijo que fue

10

de la tierra, y que luchaba

con Hércules, si tocaba,

tal vez, en su madre en pie,

dicen que cobraba fuerza

por cien hombres, yo también,

15

que la patria es madre en quien

la edad se aumenta y se esfuerza.

 

LEONATO

Por algo más lo dirás,

pues se ve que el tornasol

luego que le toca el sol

20

esfuerza sus hojas más.

El sol que tu vista alcanza,

luego que en tus ojos da,

las hojas creciendo va

de tu florida esperanza.

25

Aquella patria se llama

donde dicen que está el bien,

su centro los ojos ven,

descansa el alma en quien ama.

¡Qué tendrás de pensamientos

30

después que llegaste aquí!

 

OTAVIO

Luego que a Génova vi

descansé de mil tormentos.

Y antes que sus edificios,

famosos muros y almenas,

35

quintas de pinturas llenas,

torres altas, frontispicios,

jaspes y mármoles puros

trujesen a mi memoria

la sangre, el valor, la gloria

40

de mis ascendientes claros,

una casa de esta hermosa

ciudad me representó

mayor gloria que me dio

aquella sangre famosa.

45

No el Grimaldo mi apellido,

no el Oria, no el Centurión,

no el Espínola, aunque son

lo mejor de lo que he sido,

me han dado aqueste contento,

50

sino aquella que tú sabes,

donde tiene amor las llaves

de mi propio pensamiento.

¡Ay, Leonato!, si el ausencia

grande ocasión en mujer,

55

hizo lo que suele hacer,

¿adónde hallaré paciencia?

Medroso estoy de mi dicha,

celoso estoy de su fe.

 

MARCELA

Temes sin causa.

 

OTAVIO

¿Por qué,

si el mismo amor es desdicha?

 

MARCELA

60

Quien ama no ha de temer,

sino prevenir el daño.

 

OTAVIO

¿Pues qué es el amor?

 

MARCELA

Engaño

en manos de una mujer.

Y pues de la voluntad

65

dicen que amor es pasión,

la mejor difinición

es llamarle enfermedad.

Y así, de la misma suerte

que el enfermo está en la cama,

70

ha de esperar el que ama

o la salud o la muerte.

Estos dos extremos son

polos, en que amor se mueve.

 

OTAVIO

¡Qué poco el amor te debe

75

es esa difinición!

¡Y, ay de mí, si estoy mortal

del peligro de esta ausencia!

 

LEONATO

Marcelo no diferencia

los medios del bien o el mal.

80

¿Pero qué puede entender

un rapaz de la infinita

ciencia del amor? Ejercita

la experiencia y no el saber.

 

MARCELA

¡Pluguiera a Dios que no fuera

85

tanta la experiencia mía!

 

OTAVIO

¿Has querido bien?

 

MARCELA

¿Sería

milagro?

 

LEONATO

Alguna quimera

te querrá agora contar

llena de tus burlas frías,

90

que por sus truhanerías

quiere Marcelo privar.

 

MARCELA

Leonato, si entretener

a Otavio cuando está triste

es se truhan, mal hiciste

95

en procurarme ofender.

Mas tu ofensa no me altera;

solo te puedo decir

que se hallará en el servir

si la envidia se perdiera.

100

¡Desdichado del que viene

a tan miserable estado!

¡Qué de envidias, si es privado!

¡Qué de enemigos que tiene!

El sol dicen que privaba

105

con Júpiter porque vía

la gran virtud con que el día

y el mundo clarificaba.

Y los dioses, envidiosos,

desde la tierra impedían

110

la luz, con nubes que hacían

de humores caliginosos.

Mas Júpiter, como estaba

de su cielo en la alta cumbre,

mirando del sol la lumbre

115

de la envidia se burlaba.

Creo que me has entendido.

 

LEONATO

Muy necio, Marcelo, vienes

si acaso por el sol te tienes,

tan bajamente nacido.

120

Las cintas del capotillo

los rayos deben de ser,

mas, pues eres bachiller,

lacayuelo francesillo,

satisfacer quiero aquí

125

a lo que tratas de amor,

que envidias de tu valor

ya fuera defecto en mí.

Todas las ciencias del mundo

por preceptos se deprenden,

130

por los maestros se entienden

que las enseñan, Marcelo.

Pero hacer versos y amar

naturalmente ha de ser.

Tú no has llegado a querer,

135

¿de amor qué puedes hablar?

 

MARCELA

¿Por qué no soy yo capaz

de amar?

 

LEONATO

Por bajo sujeto,

indigno, como imperfecto,

y finalmente rapaz.

 

MARCELA

140

Y si te pruebo que puede

amar un niño y un ciego,

¿qué dirás?

 

LEONATO

Pensaré luego

que lo imposible sucede.

 

MARCELA

Mira: cuando el amor hace

145

las flechas con que nos tira,

prueba el arco, tienta y mira

si le agrada y satisface.

Y las que arroja en el viento

dan a veces con su fuego

150

en un niño y en un ciego,

porque se esparcen a tiento.

Y así el niño dice al ama

con su media lengua amores,

y el ciego pide favores

155

sin haber visto a su dama.

Y de estas flechas podría,

al derecho o al revés,

a un lacayuelo francés

herir alguna algún día.

 

OTAVIO

160

Dice Marcelo muy bien.

Déjale, por Dios, Leonato,

que diga de amor el trato

y me entretenga también.

Pero ya en la calle estamos

165

de mi Alejandra. ¿Qué haremos?

¿Pasaremos?

 

MARCELA

No pasemos,

por esotra calle vamos,

que daremos que notar,

y es justo, Otavio, que entiendas

170

que los hombres de tus prendas

no han de dar que murmurar.

La república famosa

de Génova te envió

a Francia, y te confió

175

embajada tan honrosa.

Vuelve con autoridad,

que las cosas del amor

en los hombres de valor

desdoran la gravedad.

 

LEONATO

180

Ve ahí de qué te ha servido

dar a un lacayo lugar

para que te pueda hablar

descompuesto y atrevido.

Bien muestra lo que ha estimado

185

la licencia que le dan,

pues se sube de truhan

a consejero de Estado.

Pasa, señor, que a un mancebo,

aunque repúblico sea,

190

no puede ser cosa fea

ni a sus verdes años nuevo

tratar de cosas de amor.

 

OTAVIO

Pasaré, porque a mi esfera

vengo al fin, aunque no quiera

195

del grave oficio el honor.

¡Ay, puertas, adonde vi

tan venturosos mis pasos

en mis amorosos casos,

de que tanta parte os di!

200

¡Ay, rejas, donde escuché

su angelical voz divina!

 

MARCELA

Gran gente viene, camina.

 

OTAVIO

¡Ay, Marcelo, no podré!

Porque es tal la suspensión

205

del alma en tanto placer,

que no me pueden mover

el miedo ni la razón.

¡Válgame el cielo! ¿Qué es esto?

Vayan entrando grande acompañamiento y detrás los desposados, Camilo y Alejandra

 

LEONATO

Retírate.

 

OTAVIO

Estoy cobarde.

210

¿Dónde va este rico alarde,

tan adornado y compuesto?

 

LEONATO

En forma de boda viene,

sin duda es boda, señor.

 

OTAVIO

¡Ay, Leonato, qué temor

215

oprimida el alma tiene!

 

LEONATO

Boda es sin duda, ¿no ves

los gallardos desposados?

 

OTAVIO

Apenas puedo, de helados,

mover los turbados pies.

220

¡Ay, cielos, qué confusión!–

¿Conoces la desposada?

 

LEONATO

Tengo la vista turbada

y paréceme ilusión.

Míralo tú.

 

OTAVIO

¿Para qué?

225

¡Vive el cielo que es, Leonato,

mi Alejandra!

 

LEONATO

¡Amor ingrato,

falso trato, injusta fe!

Quítate, señor, de aquí,

quedareme yo a saber

230

cómo puede una mujer

en un mes mudarse ansí.

¡Qué graciosa novedad

en un mes! ¡Graciosa anduvo!

¡Harto fue si un hora tuvo

235

firmeza en la voluntad!

 

CAMILO

Hermosa Alejandra mía,

de vuestro merecimiento

cualquiera encarecimiento

notable ofensa sería.

240

Y ansí atreverme no puedo

a encareceros, mi bien,

porque los ojos que os ven

ponen a la lengua miedo.

Que contemplando el valor

245

de este celestial sujeto,

fuera el amor imperfecto

si no temiera el amor.

Del haberos merecido,

¡oh, soberana hermosura!,

250

doy gracias a mi ventura;

solo mi ventura ha sido.

Bien puedo preciarme de ella,

pues a vuestro sol llegué;

con justa causa diré

255

que nací con buena estrella.

 

ALEJANDRA

Camilo, aunque resistí

a la fuerza que me hacían

mis padres, que conocían

el valor que vive en ti,

260

ya estoy de que a ti me iguales

tan contenta, que también

no te encarezco, mi bien,

por no ofender lo que vales.

Y así será más forzoso

265

decir yo que fui dichosa

en ser de Camilo esposa

que tú de Alejandra esposo.

Entra en esta casa honrada

del dueño que cobra en ti.

 

CAMILO

270

Ser tu esclavo me honra a mí,

dulce esposa, prenda amada.

Caballeros, celebrad

este generoso día,

que todos sois sangre mía,

275

pues es sangre la amistad.

Pues soy un noble de ti,

hónrame, Génova noble,

que ya lo merezco al doble

por la que se junta a mí.

280

Digan los propios y extraños

parabienes a mi bien.

 

FLAVIO

Todos te dan parabién,

goza a Alejandra mil años.

Éntranse todos los de la boda

 

LEONATO

Señor, vuelve en tu acuerdo. ¿Qué imaginas?

285

¿Qué dudas? ¿Que Alejandra se ha casado?

En lo que ya pasó, ¿qué determinas?

 

OTAVIO

Cual peregrino, que del Cita helado

o del adusto Etíope volviera,

tal mudanza en su patria hubiera hallado,

290

cual cautivo del bárbaro viniera,

después de haber en la prisión perdido

los verdes años de la edad primera,

que hubiera hallado en tan profundo olvido

sus padres, sus amigos y parientes,

295

ni le hubieran más daños sucedido,

que Ulises, que por mares diferentes

peregrinó diez años, cual Aquiles,

después de tantos varios accidentes

hallaron en su honor cosas tan viles,

300

ni sus competidores tan gloriosos.

¡Oh vanas esperanzas femeniles!

¡Otro dueño tenéis, ojos hermosos!

¡Ya no seréis de Otavio, prendas mías!

¡Oh cielos en mi daño rigurosos!

305

¿Qué no llevan tras sí los breves días,

que de la mesa de la vida humana

roban el bien y el gusto como arpías?

¿Es verdad lo que vi?

 

LEONATO

Verdad es llana,

que solo en el creerla está el remedio

310

de tu loca pasión, incierta y vana.

Mira que estando de su calle en medio

das que decir; anímate y partamos.

 

OTAVIO

¡Partir del mundo fuera honesto medio!

 

LEONATO

Por lo menos, señor, de aquí nos vamos.

 

OTAVIO

315

Estoy como el que ha visto alguna sombra,

que la noche formó de peña o ramos,

que más se acerca mientras más le asombra,