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El honrado hermano es una tragicomedia teatral del autor Lope de Vega. Ambientado en la Roma Imperial, narra los desencuentros amorosos de la noble Flavia, recluida por su padre para obligarla a cumplir su voluntad.
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Seitenzahl: 100
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El honrado hermanoCopyright © 1623, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617139
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
A JUAN MUÑOZ DE ESCOBAR DEL CONSEJO DE SU MAJESTAD, SU CONTADOR MAYOR DE CUENTAS, ADMINISTRADOR GENERAL DE LOS ALMOJARIFAZGOS DE SEVILLA Y JUEZ DE SU DESEMPEÑO
Esta romana historia de los Horacios y Albanos, que en su primero libro escribe el príncipe de ella, Tito Livio, ofrezco a Vuestra Merced por no entrar a conocerle sin reconocimiento, cosa que tanto he deseado por la fama (aunque menor que sus méritos) de su valor y prudencia, con las demás partes y virtudes por quien su Majestad ha puesto a Vuestra Merced en tan honrosos cargos, y de quien es servido con tanta satisfacción y confidencia, con esperanza justa de mayores premios, dignos de su entendimiento y generoso pecho, cuya bondad se conoce de que se los desean tantos a quien Vuestra Merced tiene obligados con sus buenos oficios y cortesía; porque fue opinión del Filósofo en las Éticas que aquello era bueno en sumo grado que no solo usaba de su virtud para sí, sino también para los otros. Esta bondad con prudencia, que celebraba Platón y le imitó Menandro, resplandece en Vuestra Merced con sumo encarecimiento, y a quien se debían mayores elogios que los que puede comprehender tan corto ofrecimiento. No quise que fuese fábula, sino verdadera historia, y tan calificada que no se desdeñó san Agustín de escribirla en el libro III de su Ciudad de Dios, en el capítulo 14, disculpando las lágrimas de Horacio con el ejemplo de Eneas y de Marcelo en Sicilia, que cuando no tuviera esta calidad, y la que le dan los principios de la sagrada Roma, haberla dedicado a Vuestra Merced y honrado de su nombre era calificación bastante. Dios guarde a Vuestra Merced, como deseo. Su capellán, Lope de Vega Carpio
Sale CURIACIO y FABIO, villano.
CURIACIO
En el Imperio romano
se llaman, Fabio, entrerreyes
los que sustentas las leyes
que les dio Rómulo Albano
5
mientras que les falta rey.
FABIO
Y ¿quién son?
CURIACIO
Los senadores.
FABIO
¿Cuántos?
CURIACIO
Ciento.
FABIO
¡Cien señores!
Bueno, no les cabe a ley.
CURIACIO
No se entiende que lo son
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todos juntos que, si fuera
de aquella suerte, viniera
el gobierno a división.
FABIO
Pues ¿cómo?
CURIACIO
De aquestos ciento,
cada uno es rey cinco días.
FABIO
15
Romanas filosofías
sobre su vil fundamento.
En el tiempo que uno de estos
reina, ¿no puede hacer,
con su absoluto poder,
20
daños, señor, manifiestos:
vengarse del enemigo,
quitar la hacienda al extraño?
CURIACIO
No, porque del menor daño
le viene luego el castigo,
25
que ¿cuál rey en cinco días
se ha de atrever a hacer mal
si espera castigo igual?
FABIO
De algo son las quejas mías,
que mientras hay rey, no son
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los labradores romanos,
en nuestros campos albanos,
rayos, fuego y destrucción.
Viene el gobierno a entrerreyes,
y vienen los labradores
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a volverse robadores
de nuestros campos y bueyes.
Cree tú que en cinco días
no habrá rey tan singular
que no quiera aprovechar
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más sus cosas que las mías.
Famoso rey era Numa:
no solo Roma le pierde,
puesto que la envidia muerde
de sus grandezas la suma,
45
que toda Italia le llora.
CURIACIO
La romana religión,
por Numa presta en razón,
su divino ingenio adora.
Y cree que no se rige
50
Roma sin él, de manera
que el daño que os hacen quiera.
FABIO
¿Luego yo por mí lo dije?
De tus hermanos y tuya
es, Curiacio, aquesta hacienda
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que tengo en encomienda,
más que la acabe y destruya.
Si tu padre vivo fuera,
que tuvo valor troyano,
no se alabara el romano
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que su campo destruyera.
Que él solo, sin estorballo
cuanto a su arrogancia doma,
hasta las puertas de Roma
arremetiera el caballo.
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Y con igual confianza
de su razón y su mano,
hasta su templo de Jano
les arrojara su lanza.
¡Bueno es que de un alquería
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salgan cuatro labradores,
y que los bueyes mejores
roben de la tuya y mía!
Profesa tu ser quien soy,
y dame tu estado a mí
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porque veas desde aquí
el castigo que les doy.
Y si no, busca quien viva
en tus campos y labranza.
CURIACIO
Incitas a la venganza,
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Fabio, mi furia excesiva
con el ejemplo paterno.
¿Es eso necesidad
para entrar en su ciudad,
y cuando fuera el infierno,
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mayormente en una huerta
donde están cuatro villanos?
FABIO
Aquí vienen tus hermanos.
CURIACIO
Ten la venganza por cierta;
hombre no ha de quedar vivo.
Salen dos hermanos menores de CURIACIO.
CURIACIO 2º
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¿Con quién estás enojado?
CURIACIO
Con todo ese vil Senado
romano, arrogante, altivo,
que consiente y da licencia
que nuestros campos albanos
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roben sus viles villanos
en nuestra misma presencia.
Pero no tiene el Senado
culpa de esto, sino yo.
Quien mi hacienda me quitó
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de mí ha de ser castigado.
¿Cúya es aquella alquería?
FABIO
De un romano generoso.
CURIACIO
¿Llámase?
FABIO
Horacio.
CURIACIO 3º
Es famoso.
CURIACIO
¿Por qué? ¿Por su valentía?
CURIACIO 3º
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Por su familia es ilustre,
que ya a decrépito viene,
y por tres hijos que tiene,
que son de sus canas lustre.
CURIACIO
¡Donaires tienes, por Dios!
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¿Cuál padre en el mundo ha habido
que otros tres haya tenido
como yo y vosotros dos?
Tomad lanzas y caballos,
que si en esa casa están,
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en su defensa verán
si podemos igualallos.
CURIACIO 2º
¡Cómo igualar, pesia Roma!
Tres hermanos albaneses
tomen caballos y arneses;
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tú solo una caña toma,
para que así los espantes,
que si yo voy, muertos son.
CURIACIO 3º
No ha criado su nación
otros tres más arrogantes.
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¡Por Júpiter, que se cuenta
que come el mayor los hombres!
CURIACIO
Nunca de famas te asombres;
ese déjale a mi cuenta.
FABIO
No entiendo que hay nadie allí
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de los que son los señores,
que solo los labradores
recogerse dentro vi;
y por ventura, a comer
los bueyes que os han robado.
CURIACIO
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Cuando haya el huésped llegado,
podremos la cuenta hacer.
¡Pluguiera a Dios que estuviera,
según la furia me abrasa,
toda Roma en esta casa,
140
porque toda Roma ardiera!
Salen JULIA HORACIA y dos labradores: TISALBO y FLORENIO.
JULIA
¿Volvieron mis hermanos
a Roma?
TISALBO
Ya se volvieron.
JULIA
¡Bien la obligación cumplieron
de caballeros romanos!
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Sola me dejan aquí.
TISALBO
Mucha injuria nos has hecho,
que, fuera de ellos, sospecho
que nadie me iguala a mí.
JULIA
Tienes, Tisalbo, razón,
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pero no de que te afrentes,
porque sois muy diferentes
los dos en la profesión,
porque en su Roma sagrada,
o en el campo cultivado,
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tú ejercitas el arado,
y Horacio la blanca espada.
FLORENIO
No temas, Horacia hermosa,
aunque sola te han dejado;
fía más del limpio arado,
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que no de la espada ociosa.
Roma tiene ese valor:
que no solo engendra fiero
el hidalgo caballero,
sino el tosco labrador.
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Mira los tiempos presentes,
pues con hechos hazañosos,
labradores belicosos
hurtan laurel a sus frentes.
Segura estarás aquí
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de esos cobardes albanos.
Salen FREGELANO y CASINO, labradores, con EUFROSINA, villana, en los brazos.
FREGELANO
Camina aprisa.
EUFROSINA
¡Romanos,
romanos, piedad de mí!
CASINO
A mal tiempo hemos venido,
que la hija de nuestro amo
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está a la puerta.
FREGELANO
Hoy me llamo
desdichado y atrevido.
Casino, ¿qué hemos de hacer?
CASINO
¡Que aquesta de Roma acuda
a tal tiempo!
FREGELANO
Pues no hay duda,
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sino que la han de traer
por fuerza padre y hermanos.
CASINO
Sabe Dios lo que me pesa,
pero al fin, haz con la presa
lo que suelen los milanos.
FREGELANO
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¿Qué hacen?
CASINO
Dan el suelo
con ella viendo el halcón.
FREGELANO
Pollo de mi corazón,
adiós, que levanto el vuelo.
CASINO
Huye al campo, Fregelano,
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que entiendo que te han sentido.
Dejan a EUFROSINA y huyen.
EUFROSINA
¡Ay de mí!
JULIA
¡Qué gran rüido!
TISALBO
¿Qué temes?
JULIA
No temo en vano.
FLORENIO
Pues ¿de qué puedes temer?
JULIA
Dos hombres huyendo vi.
TISALBO
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Pues ¡por Dios, que no hay aquí
sino sola una mujer!
JULIA
Bien dices, y labradora.
EUFROSINA
Si algo al ser mujer se debe,
o por serlo vos os mueve
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mi llanto, hermosa señora,
misericordia de mí.
JULIA
Enjuga el llanto, aldeana.
EUFROSINA
Pues sois, señora, romana,
mostrad que lo sois en mí.
JULIA
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¿De dónde eres?
EUFROSINA
Albanesa,
ilustre romana soy.
Vergüenza es decir que hoy
fui de Roma humilde presa;
no de sus águilas altas,
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que ellas más gallardas son.
JULIA
Pues ¿quién te ha puesto en prisión
y de qué familia faltas?
EUFROSINA
Los que me prendieron creo
que son de tu casería.
FLORENIO
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Fregelano es el que huía;
Casino el otro, o Timbreo.
De tu miedo la han dejado.
JULIA
Por eso, sin duda, ha sido.
EUFROSINA
Sí, que los dos que han huido
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me hurtaron de mi ganado;
que ha llegado ya el rigor
a que hurten las mujeres.
JULIA
La mejor oveja eres;
hurta el lobo lo mejor.
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No debían de saber
que estaba yo ahora aquí;
tus albaneses en mí
lo mismo pueden hacer.
Ve, Florenio, en busca de ellos.
TISALBO
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Los dos iremos.
JULIA
Partid,
y a esos villanos decid
que me he enfadado con ellos.
[Vanse FLORENIO y TISALBO.]
¿Cómo es tu nombre, pastora?
EUFROSINA
Eufrosina, a tu servicio;
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y pues te he dicho mi oficio,
direte mi dueño ahora.
Digo, el que lo es de mi padre,
y donde yo me crie,
porque de su madre fue
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criada también mi madre.
Hay en Alba tres hermanos:
Curiacios tienen por nombre,
el que es de los tres más hombre,
conocen bien los romanos.
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Este señor es el dueño
de esta hacienda en que yo estoy.
JULIA
Aficionada le soy
por fama, mi fe te empeño.
Mil cosas he oído de él
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en lo que a la guerra toca,
con que alabarle provoca
a su enemigo cruel.
Pero como en esta parte
más le va a Roma que a mí,
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lo que es en la paz me di.
EUFROSINA
De su paz puedo informarte,
que es tan gallardo y galán,
y tantas gracias encierra,
que las damas de su tierra
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mil bendiciones le dan.
Y yo te juro, señora,
que sin hablar a ninguna,
conozco y sé más de una
que su pensamiento adora.
JULIA
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Y ¿él no quiere bien?
EUFROSINA
No tiene
ese lugar con la guerra,
y cuando viene a su tierra,
solo a defenderla viene,
que antes su hermosura y trato
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a más blanduras se aplica.