El juez en su causa - Lope de Vega - E-Book

El juez en su causa E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El juez en su causa es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.

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Seitenzahl: 109

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Lope de Vega

El juez en su causa

Saga

El juez en su causa

Copyright © 1647, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont

All rights reserved

ISBN: 9788726617153

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Las personas que hablan en ella.

Leonida, reina.

Albano, rey.

Octavio, su hermano.

Fabia, dama.

Florelo1, pescador.

Ergasto2, pescador.

Silvano, pescador.

Clavela, pescadora.

Rosardo, capitán.

Fineo, caballero.

Lirano.

Tiberio, caballero.

Arminda, infanta.

Reinaldo, caballero.

Fabio, caballero.

Feniso.

Dos cazadores.

Floro, pastor.

Silvano, pastor.

Lucindo, caballero.

Un Capitán.

Un Piloto.

Eliso, pastor.

Ricardo, rey viejo de Escocia.

-fol. 459-

Jornada I

Sale[n] la reinaLeonidayFabia, dama.

Fabia

A ti te falta prudencia.

Leonida

Déjame, Fabia, que amor

ni tiene en celos valor,

ni entendimiento en ausencia.

Amar por breve accidente

5

aun hace alegre el vivir,

pero, ¿quién podrá sufrir

que toda el alma se ausente?

Si la mitad piensas que es

mi esposo el Rey, y que tengo

10

otra mitad con que vengo

a quedar viva después,

engáñaste, porque en él

está todo de tal suerte,

-fol. 460-

que se ha de seguir mi muerte

15

en apartándome dél.

Si aquello que nos anima

es alma, el Rey vive en mí

por alma.

Fabia

Ya viene aquí.

Leonida

¿Quién ha de haber que reprima

20

la fuerza de los enojos?

(Salen de camino el reyAlbanoyOtavio, su hermano.)

Albano

Veros quisiera escusar,

mas pudo el alma obligar

la persuasión de los ojos.

Los vuestros me dicen ya

25

cuán bien escusado fuera,

pues con ser fuego su esfera,

lloviendo perlas está.

Dejad la tristeza aparte,

mirad, mi bien, que el aurora

30

al salir del sol las llora

pero no cuando se parte.

Leonida

En esto veréis que soy

noche, a quien sin vós dejáis.

¿Ya en fin de partida estáis?

35

Albano

De muerte, mi vida, estoy.

Que si el morir es partir,

cuando de lo que es la vida

se parten, esta partida

debe llamarse morir.

40

El rey de Escocia, señora,

vuestro padre y mi señor,

da a Otavio, por su valor,

a vuestra hermana Teodora

y quiere que yo presente

45

estos conciertos. Se acaben

los cielos, Leonida, saben

lo que siento en verme ausente,

pero consolarme debe

y dar a mi mal paciencia,

50

que será breve la ausencia,

si amando hay ausencia breve,

y a vós la seguridad

deste sentimiento mío.

Leonida

Todo lo creo y confío

55

de vuestra justa lealtad.

Que si no me consolara

el saber que le tenéis,

lo que es la vida que veis

menos que el partir durara.

60

Esto y saber que mi hermana

merezca a Otavio y que vós

los amparéis a los dos,

mil imposibles allana

que esta partida ofrecía.

65

Mirad que de mí tengáis

la memoria que dejáis

tan estampada en la mía.

Y que si fuere posible,

con vós traigáis a Teodora.

70

Albano

Ese postrero, señora,

parece a Otavio imposible.

Porque el Rey no ha de querer

verse ausente de los dos.

Leonida

Sí hará, queriéndolo vós,

75

y por hacerme placer.

Octavio

A mi hermano he suplicado

que pida al Rey mi señor

nos haga tanto favor

luego que yo tome estado.

80

Que sé lo que gustaréis

de que esté con vós Teodora.

Leonida

Si en la soledad de agora

darme consuelo podéis,

es solamente el seguro

85

desta palabra.

Octavio

Esa doy,

seguro está por quien soy,

lo que cumplirla procuro.

Y voy con gran confïanza

que el Rey mi señor la dé.

90

Leonida

Pues con eso haréis que esté

toda verde mi esperanza.

Persuadiola a la venida.

Albano

Poco será menester,

-fol. 461-

porque en siendo su mujer

95

será cierta la partida.

La nuestra se acerca ya;

venid a verme partir.

Leonida

Y voy a ver dividir

la vida que en vós está.

100

Estoy, porque os vais sin veros,

por no sentir el dejaros,

si es bien, pudiendo miraros

anticiparle a perderos.

Al fin voy a ver que os vais

105

sin mí.

Albano

Yo quedo con vós,

que siendo un alma los dos,

estoy donde vós estáis.

No creáis que se divida.

Leonida

En vuestra salud allá

110

veréis cómo vive acá

esta que dejáis sin vida.

(Vanse; y salgan de una islaLiranoyFlorelo, pescadores.)

Lirano

¿Está cocida la red?

Florelo

Al sol queda todavía

para pedirle merced.

115

Lirano

Que despachemos querría.

La mesa en tanto poned.

Florelo

Dejad cocer el pescado

que aún el agua colea.

Lirano

Allá es señor delicado,

120

Florelo, el fresco desea,

y acá se estima el salado.

Florelo

Tienen poca estimación

las cosas por la abundancia.

Lirano

¿Echaste al barco el resón?

125

Florelo

Atado no es de importancia

dance de la mar al son.

Lirano

¿Qué pescado está cociendo?

Florelo

Un congrio y cuatro lampugas.

Lirano

¿Trujiste verdura?

Florelo

Entiendo

130

que trujo Ergasto lechugas

y que está ensalada haciendo.

Para vinagre y aceite

tiende en esta verde alfombra,

en tanto que abril la afeite,

135

los manteles a esta sombra,

que aún es agora deleite.

Dos o tres corchos refresca

en aquella fuente fresca.

Lirano

Saca el vino del tonel,

140

porque se escabeche en él,

dentro del cuerpo la pesca.

Florelo

Todo está a punto, Lirano.

Lirano

Ni cuidado me fastidia,

ni ambición de oficio vano,

145

mal haya quien tiene envidia

al más galán cortesano.

(SaleErgasto, pescador.)

Ergasto

¿Es hora ya de comer?

Lirano

Aquí dicen que ha de ser.

Ergasto

Hombre de la mar ha sido

150

de tan loco parecer.

Florelo

Aquí dicen que ha de ser.

Lirano

¿Cómo?

Ergasto

No quisiera estar

de aquí a un hora dentro el mar,

que este sol fuerte amenaza

155

que por su salada plaza

quieren los vientos rifar.

¿Aquellas nubes no veis,

no veis aquellos delfines?

Lirano

Pues, ¡alto!, no comencéis

160

para tener tristes fines

la fiesta que pretendáis.

Comed en el cabañal,

que ya cubre aquel nublado

la lámpara celestial.

165

Florelo

El cielo se ha rebozado,

cuán cierta fue la señal.

Lirano

Ya se levanta mareta,

ya todo el mar se inquieta.

Ergasto

¡Ay, de la nave, Florelo!,

170

que entre las aguas y el cielo

viene a los vientos sujeta.

-fol. 462-

(SaleSilvano, pescador.)

Silvano

¿Ha llegado por agua

el espantoso aguacero?

Lirano

No, mas estase esperando.

175

Silvano

A daros aviso vengo

que tenéis un convidado.

Por eso, despachad presto

aunque las redes dejéis,

los plomos y los anzuelos,

180

las palangres y la ropa

de aquesta ribera en medio.

Porque la divina Arminda,

Arminda digo, no es menos

que Arminda, no presumáis

185

que pude engañarme en esto.

Princesa de aquestas islas,

con un venablo y dos perros,

temiendo la tempestad

viene de su furia huyendo.

190

En vuestra cabaña queda,

allí sentada la dejo

mientras os vengo a buscar.

Lirano

¿Hay más notable suceso?

¡La princesa destas islas

195

en nuestra cabaña, cielos!

Pero, ¿cuándo de las cosas

resulta a los reyes menos?

Dale gracias que en la tierra,

y suya, la coge el tiempo,

200

que si estuviera en la mar,

de la suerte que le veo,

apenas supiera darle

ni consuelo ni remedio.

Mísera de aquella nave,

205

que por sus aguas corriendo

hace experiencia del daño

que desde la tierra vemos.

Florelo

Parece que a tomar tierra,

arrojada de los vientos,

210

forceja una nave triste.

Ergasto

Bien dices, no viene lejos,

pero que llegue a la orilla

por imposible lo tengo;

que parece que la mar

215

quiere estrellarla en el cielo

como toro que algún hombre

tiene en los fogosos cuernos.

Quiere arrojarla de sí.

Lirano

Coge las redes, Florelo,

220

y vamos el monte arriba.

Florelo

¡Oh, tierra, principio nuestro!

(Vanse todos y saleArminda, con un venablo de caza, yClavela, pescadora.)

Clavela

Aquí podrá Vuestra Alteza

entretenerse mejor.

Arminda

¿Que también sabéis de amor?

225

Clavela

Amor es naturaleza

y si está en los mismos peces,

cuánto mejor podrá estar

en los hombres de la mar.

Arminda

Bien dices, que muchas veces

230

los peces enamorados,

sintiendo de amor los tiros,

han salido a dar suspiros

de las aguas a los prados.

Tú, en efeto, te casaste

235

con este tu pescador.

Clavela

Mi padre era labrador

deste lugar que dejaste.

A la falda desta sierra

Silvio de pescar vivía,

240

salió de la mar un día,

puso la pesca en la tierra.

Llegué yo a comprar y compré

el pez marido, pues creyó

que allí nació su deseo

245

y allí mi remedio hallé.

De suerte que transformó

amor en carne el pescado,

y los peces y el ganado

a una misma red juntó.

250

-fol. 463-

Yo guardo aquellas ovejas

y él sale al mar en su barca,

y ansí viven en una arca

los anzuelos y las rejas.

Pero cuando el sol se baña

255

nos venimos a juntar,

yo del monte y él del mar,

en esta pobre cabaña.

Donde creo que una vez,

ya por gloria, ya por pena,

260

me vuelva el amor sirena,

porque la mitad soy pez.

Arminda

Envidia tengo a tu vida.

Clavela

Merezco ser envidiada,

porque contenta casada

265

quiero bien y soy querida.

Pero ves, señora, aquí

de mis bienes la ocasión.

(Sale[n]Lirano,ErgastoySilvano.)

Lirano

¿Estas sospechas qué son?

Silvano

¿Es esta la Infanta?

Ergasto

Sí.

270

Silvano

Denos, tu Alteza, los pies.

Arminda

¡Oh, amigos, bien seáis venidos!

Lirano

No estamos apercebidos;

pobre nuestra choza es,

mas grande la voluntad,

275

¿cómo os dejaron ansí?

Arminda

En el monte me perdí

con esta gran tempestad.

Mas no tengo por perderme

el haberme entretenido

280

con Clavela, pues ha sido

holgarme y entretenerme.

¿Quién es su esposo?

Silvano

Yo soy.

Arminda

Vós estáis bien empleado.

Silvano

Ya de Vuestra Alteza honrado,

285

¿quién dudará que lo estoy?

Arminda

Descansad, comed, que quiero

veros comer.

Silvano

No es razón,

porque en aquesta ocasión

habéis de comer primero.

290

¡Oh, quién lo hubiera sabido!,

que de tierra no os faltara

quien el conejo os sacara

en el vivir escondido.

La parda y roja perdiz,

295

con el lazo o con la luz,

y con el presto arcabuz

la tórtola y codorniz.

Del mar el sabroso mero,

el safio y el verderol,

300

el ostión que se abre al sol

desde que baja el lucero.

La langosta, que cocida

es un ramo de coral,

y fruta deste tiempo igual

305

de aquellos montes cogida,

donde el sombroso castaño

el verde fruto encubierto

muestra en el erizo abierto

por los estremos del año.

310

El nogal de sombra enferma,

el membrillo y la granada,

que de otra más regalada

toda aquesta sierra es yerma.

Mas ya que lo es tanto el suelo

315

y os trujo una tempestad,

comeréis la voluntad,

que es mesa que agrada al cielo.

(SaleFlorelo.)

Florelo

Estraños son los efectos

de una borrasca tan fiera,

320

pues igualmente lo han sido

para la mar y la tierra.

En la tierra, pues perdida

de tanta gente, su Alteza

honra esta pobre cabaña

325

rica y dichosa en tenerla.

Para el mar, pues que queriendo

coger las redes y cuerdas

vi una nave derrotada

acercarse a la ribera.

330

-fol. 464-

Roto el bauprés y mesena,

sin jarcia, escota, ni vela,

sin áncoras y sin cables

toda la popa deshecha.

Dieron voces a la orilla,

335

yo con mi barca pequeña

camino, acércome y veo

que por la primer cubierta

bajan al barco dos hombres

de notable gentileza,

340

que según su gente dijo

eran los reyes de Ibernia.

Que yendo a Escocia corrieron

tan fuerte esta gran tormenta

que la soberbia del mar

345

a nuestras islas los echa.

Saquelos a tierra en fin,

supieron que la princesa

nuestro pobre albergue honraba

y los dos vienen a verla.

350

Pero no han osado entrar

hasta que les des licencia.

Arminda

Di que entren; estraño caso.

Lirano

Alarga, Silvio, la mesa.

(Sale[n] el reyAlbanoyOtavio, su hermano.)

Albano

Dame, señora, los pies,

355

que en parte tan desigual

vuestra presencia real

está diciendo quién es.

Arminda

Si por mujer Vuestra Alteza

me quiere honrar desta suerte,

360

¿cómo no mira y advierte

mi humildad y su grandeza?

Lo que en la mar le arrojó

a la tierra donde está,

a mí, donde pienso ya

365

que a servirle me inclinó.

No sin causa me perdí,

pues había de ganar

el recibiros del mar

que os ha derrotado ansí.

370

Albano

Conforma tanto al valor

la amorosa cortesía,

que ya la pérdida mía

es la ganancia mayor.

Mucho le debo a la mar

375

por la tormenta, si acierto

por vós a tan dulce puerto,

que ha sido errando, acertar.

Y pues sois del sacro templo

a que me debo ofrecer

380

la imagen hoy quiero hacer

pintar del caso el ejemplo

y ofrecerle a vuestro nombre.

Arminda

Si yo lo fuera, os librara

del mar antes que llegara

385

donde a quien le mire asombre.

¿Quién es este caballero?

Albano