El laberinto de Creta - Lope de Vega - E-Book

El laberinto de Creta E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El laberinto de Creta es un texto teatral de corte mitológico y tragicómico del autor Lope de Vega. En la línea de los pocos textos del dramaturgo basados en la mitología griega, este se articula en torno a la leyenda del rey de Creta y del hilo de Ariadna.

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Seitenzahl: 78

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El laberinto de Creta

 

Saga

El laberinto de CretaCopyright © 1615, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617160

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Tragedia de Lope de Vega Carpio dedicada a la señora Tisbe Fenix en Sevilla

El breve poema de Tisbe y Píramo, aunque dilatado en la majestad de los versos y el estilo, que ha días llegó a mis manos, de quien Vm. la mitad del argumento, y el todo de la idea de su autor, me puso codicia entonces de conocer sujeto que pudo hacer probable lo que Ovidio escribió con encarecimiento de poeta y por quien dijo el antiguo Montemayor:

Dos amantes, que dotar

de tal gracia y hermosura

naturaleza procura,

que no les dejó lugar

do cupiese la ventura.

Después, el favor y honra que hace Vm. a mis escritos, de que no me ha faltado embajador y Mercurio, ha convertido lo que fue curiosidad en obligación de reverenciar esta deidad oculta, y celebrar su divino entendimiento, dado a conocer por sus papeles, y su hermosura, acreditada por quien con mayor conocimiento le aseguraba, y yo debo creerlo así, pues sobre el testimonio de Sóphocles hace mayor probanza de la beldad de Teórides, y grosero sería quien negase que Salauca había sido entendidísima habiéndolo afirmado Aristóphanes. Mucho menos que todo esto excede el corto valor de tan desigual presente, en que ofrezco a Vm. El Laberinto de Creta, mientras con mayor musa (corrida esta cortina misteriosa) a dueño descubierto manifieste la inclinación con que deseo honrarme de este nombre. Y hame venido bien el de la fábula, pues tengo de vivir en esperanza y silencio hasta que Vm. se digne de hacerme este favor, y yo me libre de tanta escuridad a la luz de su conocimiento, con seguridad de no ser ingrato al hilo de oro. Dios guarde a Vm.

LOPE DE VEGA CARPIO.

PERSONAS DE LA TRAGICOMEDIA

REY DE CRETA. FENISO, capitán.Soldados.FINEO. DÉDALO. CILA. LAURO. FLORELO. LISENO. POLINECES. TESEO. ALBANTE. FEDRA. ARIADNA. ORANTEO. UN ALCAIDE. LUCINDO. DORICLEA. FABIO.

Acto I

Salen MINOS, rey de Creta; FENISO, capitán, y soldados.

MINOS En cuanto la humana gloria

deleites, Feniso, alcanza,

el primero es la venganza,

y el segundo es la victoria.

Hoy entrambos los poseo, 5

pues he tenido, Feniso,

con la victoria de Niso

la venganza de Androgeo.

Matáronme los de Atenas

mi hijo, y Júpiter santo 10

quiere que con otro tanto

tengan consuelo mis penas.

Si a mi hijo dieron muerte,

tu hijo a Niso mató;

con que de Grecia me dió 15

la ciudad más noble y fuerte.

Después que por tantas veces

su muro habemos cercado,

tres vueltas el sol ha dado

desde el Aries a los Peces. 20

Mas si mil siglos dilata

los rayos de su tesoro,

ya en el vellocino de oro,

ya en las escamas de plata,

no era posible gozar 25

la venganza y la ocasión

menos que con la traición

que nos dió puerta y lugar.

Mató Cila, patricida,

al Rey, su padre, por mí, 30

a quien la palabra di

indigna de ser cumplida.

Entregarme la ciudad

lo prometió, y lo cumplió;

pero no pensaba yo 35

que fuera con tal crueldad.

Ni amor es justo que mande

llegue tal mujer a Creta;

que puesto que amor sujeta.

no para crueldad tan grande. 40

La ciudad entrado habemos,

y aunque la puerta me ha dado,

yo quedo desobligado,

porque los reyes queremos

de la victoria, el valor, 45

por traidor o por leal,

pero es cosa natural

aborrecer al traidor.

FENISO Invicto Rey, no pudiera

ser la ciudad conquistada 50

si no es que Cila, engañada

de su amor, la puerta abriera;

porque el gallardo Teseo,

y otros griegos generosos,

la guardaban codiciosos 55

de ganar honra y trofeo.

Ella, con la confianza

de que tu mujer sería,

te dió, Minos, en un día

ciudad, victoria y venganza. 60

Agora no sé si es bien

que la dejes de este modo.

MINOS Los dioses lo han hecho todo, y nuestra dicha también:

Némesis, la diosa airada 65

de la venganza, ha querido

que Cila pierda el sentido

de loca y de enamorada,

y que yo quede vengado

de la muerte de Androgeo. 70

FENISO Bien dejarás su deseo

bastantemente burlado,

porque, a no tener amor,

no hubiera humano interés.

(Sale CILA, dama.)

CILA ¿Está aquí el Rey?

FENISO Ella es. 75

MINOS ¿Qué haré?

FENISO Escucharla, señor.

CILA Rey Minos, a quien se humillan

los altos muros de Creta,

como agora a tu victoria

los imposibles de Atenas: 80

bien sabes los muchos años

(testigo esta misma cerca)

que no pudiste llegar

a ver sus famosas puertas,

y que el sol, tu armado campo, 85

cuando el aurora comienza

a dar vida a cuantas cosas

se la quitan las tinieblas,

hasta que por el ocaso

van haciendo las estrellas 90

corona a la obscura noche,

diamantes de su cabeza,

hallada en la escarcha helada

del invierno, y en la siesta

del caluroso verano, 95

sin poder hacerle ofensa;

hasta que yo, desde el muro,

para desdicha tan cierta,

te vi gallardo a caballo

armado de todas piezas; 100

no de otra suerte que a Marte

pintan en la quinta esfera,

desde la lustrosa gola

a la dorada esquinela.

Daba la blanca celada, 105

de varias plumas compuesta,

a los aires tornasoles

y a sus alas ligereza.

Ibas haciendo escarceos

con tanta gracia, que apenas 110

volvías el rostro, cuando

llevabas tras ti la media

del alma, porque quedaba

la otra para la vuelta,

más obediente a tus ojos 115

que tu caballo a la espuela.

Con esta imaginación

pasé mil noches enteras,

también hallándome el alma

en más peligrosa guerra; 120

hasta que, venciendo amor

la razón y las potencias,

te ofrecí de darte, Minos,

la ciudad y el alma abiertas

si me llevabas contigo; 125

y tú, como si no hubiera

dioses que el vicio castigan

y que las virtudes premian,

falsa palabra me diste,

pues dicen que me la quiebras, 130

y que te quieres partir

y dar a los vientos velas.

Pero guárdate, que vas

a peligro de tormenta;

que va en mis ojos el mar 135

y mis suspiros en ellas.

Por ti, al tiempo que dormía

mi padre (crueldad sangrienta),

corté el cuello y vertí sangre,

la misma que dió a mis venas. 140

Las llaves te di, y entraste

la ciudad, de quien saqueas

mas oro que ve el aurora

donde con marfil se peina.

Buen pago de amor tan grande 145

será dejarme en la tierra

que he vendido, y que está toda

bañada en sangre paterna.

No lo harás; que no eres tú

nacido en las libias selvas, 150

ni en los montes de Tesalia

te dieron leche sus fieras.

Pero si como ellas fueres,

una cosa me consuela:

que no hay desdicha en la vida 155

que con la muerte lo sea.

MINOS Cila, a mí me pesa mucho de que. en fin, por mi ocasión hayas hecho la traición

que ya de ti misma escucho. 160

De Atenas quise vengarme,

mas no con tanto rigor;

que era venganza mayor

vencella sin infamarme.

Verdad es que yo te di 165

la palabra, que cumpliera

si por otro medio fuera

el bien que tengo por ti.

Nunca entendí que mataras

al Rey; que por ese modo 170

antes lo, perdiera todo

que tu intento ejecutaras.

¿Qué dirá el mundo de mí

si a Creta, Cila, te llevo,

sino que en caso tan nuevo 175

consejo y armas te di?

Pero ¿es justo que le infame

tan glorioso capitán,

por antojos que te dan

de que yo mujer te llame? 180

No, Cila; no puede ser

infamarme por tu gusto,

ni repudiar fuera justo

a Pasife, mi mujer.

Fuera de eso, si llevara 185

en mi nave tu alevoso

corazón, era forzoso

que la mar se alborotara.

Mejor te podrá sufrir

la tierra que te ha criado, 190

el mar no; que el mar sagrado

no te querrá consentir.

Llevo mis dioses conmigo,

que también se enojarán.

CILA ¡Qué justamente me dan 195

de mi locura castigo!

En fin, ¿me dejas?

MINOS No puedo

llevarte; que quiero el mar

tranquilo, por navegar,

Cila, a mi patria sin miedo. 200

CILA El cielo se muestre airado

de suerte que nunca veas,

ni la patria que deseas,

ni el fiero mar sosegado.

Salgan de su cueva obscura 205

los vientos que alteran tanto

las aguas, y en su azul manto

no esté la luna segura.

Vayas a tus hijas bellas

en relación, no en persona; 210

o te quite la corona

un vil vasallo por ellas.

Y aunque los muros ganados

te den por venganza gloria,

infame aquesta memoria 215

la gloria de tus pasados.

Y si ausencia suele ser

del honor ladrón sutil,

seas el hombre más vil

que fue jamás por mujer. 220

No se cuente de ninguno

la ofensa cue de ti cuenten;

todos los hombres se afrenten