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El leal criado es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
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Seitenzahl: 106
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El leal criadoCopyright © 1917, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616750
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Leonardo y Julio.
JULIO
¿A esto habemos venido?
Creo que si lo supiera
con menos gusto viniera
o no me hubieras traído.
5
Cuando pensé que a París
te trajo algún caso honroso,
es pensamiento amoroso
y una historia de Amadís.
En esta edad lisonjera,
10
donde apenas hay verdad,
se engendra la voluntad,
de la fama novelera.
Agora se entra el amor
a un hombre por los oídos,
15
cuando todos los sentidos
no hacen fe ni dan valor.
La fama de la hermosura
de una mujer te ha engañado.
LEONARDO
¿En qué tienes mi cuidado,
20
Julio amigo, por locura?
Tu lengua y mal proceder
¿por qué tal nombre me dan?
JULIO
¿No vienes desde Milán,
solo a ver a una mujer?
LEONARDO
25
Es verdad.
JULIO
Pues ¿qué mayor?
LEONARDO
¿Ves cómo tu necedad
ofende mi voluntad
y el grande poder de amor?
Dime: ¿no deja su tierra
30
un hombre por ver la extraña?
¿El gusto del mar le engaña
y la opinión de la guerra?
¿Por ver una gran ciudad,
de algún rey el casamiento,
35
fiestas o recibimiento,
o cualquiera novedad?
¿Pues cuánta mejor disculpa
mis deseos hallarán
en venir desde Roán
40
por una amorosa culpa?
¿No es mayor una mujer
que una ciudad y que un mar,
siendo un mundo de pesar,
siendo un cielo de placer?
45
Pues quien a ver ha venido
cosa tan grande y hermosa,
que es mar de gusto espaciosa
y guerra de alma y sentido,
¿en qué, dime, pudo errar,
50
o lo llamas desatino,
pues en efeto a ver vino
mundo, cielo, guerra y mar?
JULIO
Todos los sabios hallaron
por dificultad y error
55
persuadir un amador,
que sin remedio dejaron.
Ovidio hierbas no halló,
Séneca voz ni consejo,
Plauto amigo o padre viejo,
60
y nada de esto soy yo.
Que bien sanes que no soy
padre, ni sabio, ni amigo,
sino un hombre que te sigo,
porque en tu servicio estoy.
65
Siendo así, servirte quiero,
que aconsejarte no es mío.
LEONARDO
De tu entendimiento fío
la ayuda y favor que espero;
agora me has dado gusto,
70
agora me has agradado.
JULIO
Sepamos, pues, tu cuidado,
o sea justo o injusto,
y dime tu pensamiento
y lo que piensas hacer.
LEONARDO
75
Ver esta hermosa mujer
como en el entendimiento,
donde se ha representado
con tan angélica forma,
que quiero ver si conforma
80
lo vivo con lo pintado.
Y podrá ser que no sea
como en la idea la vi,
y que no hallándola así,
en ella mi engaño vea.
JULIO
85
En fin: ¿es ésta la calle?
LEONARDO
Esta, Julio, por las señas.
JULIO
Son estas casas pequeñas
para su riqueza y talle.
Porque ¿cómo puede estar
90
menos que en palacio grave
una mujer donde cabe
mundo, cuelo, guerra y mar?
LEONARDO
Déjate de burlas, loco,
que el hombre es pequeño mundo,
95
y en este argumento fundo
que este mucho cabe en poco.
Cuanto más que el padre avaro,
con celoso pensamiento,
en noche de encerramiento
100
tiene su sol bello y claro.
Es, como sabes, viudo;
y así por su guarda y fama,
a una tía de esta dama
ha entregado el bien que pudo.
105
Ella la guarda y la cela
con ojos de lince largos,
vuelta un dragón, vuelta un Argos
que, en fin, cuando duerme vela.
Mas como Jason halló
110
con que al dragón diese muerte,
y Mercurio de otra suerte
los ojos de Argos venció,
amor me enseñará a mí
cómo aquesta tía venza.
JULIO
115
Pues alto: llega, comienza.
¿Qué has de hacer?; ya estás aquí.
Si tienes vara encantada,
hazla dormir.
LEONARDO
Eso ignoro:
veo las manzanas de oro
120
y la vaca transformada
y no se remedio.
JULIO
Espera,
que a la puerta de esta tienda
está una mujer.
LEONARDO
No entienda,
Julio, mi mal.
JULIO
¿Qué te altera?
125
¿No verle? Llega a comprar.
Belarda, perfumera.
BELARDA
¿Quiere algo vuestra merced?
JULIO
Arrímate a esa pared
si te piensas desmayar.
Si de ver a una vecina
130
te quedas desa manera,
¿qué hicieras si amor te diera
tu madama Serafina?
Habla y compra alguna cosa,
que si aquesta ha de temer,
135
sin duda a cualquier mujer
debes tener por diosa.
BELARDA
Si en otra parte buscáis
perfumes o aguas de olor,
de aquesta ciudad, señor,
140
hoy en lo mejor estáis;
que no hay en todo París,
ni en toda España ni Italia,
tan bello almizcle y algalia,
ámbar negro y ámbar gris.
145
Hay menjuí de la China,
y pastillas de Lisboa,
cuya mixtura se loa
por la más preciosa y fina.
Jabones napolitanos,
150
no de alejo paimontés,
tengo tales, que en un mes
hacen regaladas manos.
Ungüentos, aguas, aceites,
mantecas, mudas, blanduras,
155
quintas esencias, seguras,
resplandor, cebos y afeites.
Si tenéis esposa o dama
llevalde un milagro de estos.
LEONARDO
¿Hay algún aceite entre estos
160
contra la amorosa llama?
¿Hay alguna compostura
de azar para el corazón?
BELARDA
Señales son de afición.
JULIO
Remedio de amor procura.
BELARDA
165
Pues compre blanduras de estas,
que hacen a las damas blandas.
JULIO
En que te diviertes y andas
y tu pasión manifiestas.
Oye y deja las ventanas.
170
Compra de aquestas blanduras,
que éstas, las que son más duras,
ablandan y vuelven llanas.
BELARDA
Poned, señor, de este azar
a vuestra dama en el pecho,
175
y sea de piedras hecho
que le podréis ablandar.
LEONARDO
Si allí llegase mi mano,
ella sola haría el efeto.
BELARDA
Tenéis muy justo conceto
180
y habláis como cortesano.
JULIO
¿Qué te cansas en blanduras?
Ni con hierbas, ni con lloro;
que no hay azar como el oro
que ablande las peñas duras.
185
Ponle a cualquiera mujer
cien doblones en el pecho,
y verás de cera hecho
lo que piedra solía ser.
LEONARDO
¿Sabes lo que hará la paga
190
para cosa tan divina?
Lo que hará la medicina
que está lejos de la llaga.
¿Qué importa el más raro ungüento
si a la herida no se aplica?
195
¿Oro en persona tan rica,
no es villano pensamiento?
BELARDA
¿Es muy hermosa esa dama
que os tiene, señor, así?
LEONARDO
Nunca yo, amiga, la vi;
200
matome el alma su fama.
BELARDA
¿Es acaso Serafina,
que ese efeto suyo es?
LEONARDO
Lo que ha de saber después
divinamente adivina.
205
¿Cómo es tu nombre?
BELARDA
Belarda.
LEONARDO
Pues, Belarda, yo la adoro.
BELARDA
Con razón, que es como un oro,
y por extremo gallarda.
Mas pésame de que emprendas
210
un imposible tan alto.
LEONARDO
¿Porque estoy de prendas falto
para igualar a sus prendas?
BELARDA
No juzgo lo que no sé;
hablo de su padre avaro.
LEONARDO
215
En ningún medio reparo;
todo lo vence la fe.
Ponga ejércitos de hombres,
cerque de tigres su casa,
que el mismo amor que me abrasa
220
alcanza mayores nombres.
León y ejército es,
y rayo penetrativo;
yo los rendiré, si vivo,
que amor los pinta a sus pies.
BELARDA
225
Valor tienes; pero advierte
que el sol en su cielo sale.
Serafina, a la ventana.
LEONARDO
¿Qué fama habrá que le iguale,
o qué Apeles que le acierte?
¡Oh nunca vista hermosura,
230
con tal razón celebrada!
BELARDA
¿No es perfeta?
LEONARDO
Es extremada,
es angélica criatura.
JULIO
Razón tienes, vive Dios,
señor, de morir por ella.
235
Mas él se canse de querella
y querámonos yo y vos.
BELARDA
¿Sabéis vos si soy casada?
JULIO
Eso tengo por más bueno,
porque del cercado ajeno
240
sabe más la fruta hurtada.
Quiéreme, tendera hermosa,
sin más desvanecimientos,
y toca esos mandamientos
de aquesta mano olorosa.
245
Que me pierdo por olores,
que es el mayor incentivo,
y el más regalado estribo
para el fin de los amores.
BELARDA
Y yo me suelo perder
250
por un bellaco a tu modo.
JULIO
No soy lindo, pero todo
no tengo mal parecer;
tú, que eres mujer de gusto,
no te pagues de alcorcados.
BELARDA
255
¿Qué hacen estos elevados?
JULIO
¡Ah, señor!
LEONARDO
Extraño susto.
Necio; ¿vesme allí sin mí,
poco menos que en el cielo,
y de allí me traes al suelo,
260
donde ha un siglo que salí?
BELARDA
Bien estabas ocupado,
y estima en mucho el favor.
LEONARDO
¿Habrá, por dicha, mi amor
su fuego comunicado,
265
o suele estar Serafina
puesta a la ventana tanto?
Mas ¿por qué me causa espanto?
BELARDA
Sospecho que se te inclina,
que en viendo algún hombre aquí
270
no suele un punto parar.
LEONARDO
¿Quiéresla, Belarda, hablar?
BELARDA
Eso y más haré por ti
y por aqueste atrevido
que en tu compañía viene.
JULIO
275
Lo que era menester tiene.
LEONARDO
Julio, mi remedio has sido.
BELARDA
¡Ah, señora Serafina,
sabed que traído han
ricos cortes de Milán
280
de tela escarchada y fina!
¿Quereislos acaso ver?
SERAFINA
Pasa, por tu vida, luego.
LEONARDO
Si mirando quedé ciego,
oyendo me siento arder.
BELARDA
285
¿Queréis de todos colores?
porque los hay extremados.
SERAFINA
¿Hay muchos encarnados?
BELARDA
Y de extremadas labores.
SERAFINA
Pues esos me dan más gusto.
LEONARDO
290
Fuera yo quien te lo diera.
Riberia, su tía de Serafina, a la ventana.
RIBERIA
¿Qué haces, di, ventanera,
dando a tu padre disgusto?
¿Es esto lo que te digo?
¿Lo que te predico es esto?
SERAFINA
295
En este punto me he puesto.
BELARDA
Este es, señor, tu enemigo;
Riberia, su tía, es esta
RIBERIA
Éntrate allá, que algún día
esta reja y celosía
300
tú verás lo que te cuesta.
SERAFINA
¿Qué me tiene de costar?
RIBERIA
¿Respondes, desvergonzada?
SERAFINA
¿Que no he de hablar ni hacer nada
en que te pueda agradar?
RIBERIA
305
Entra, pues, no me repliques.
BELARDA
Ya, en efeto, la llevó.
JULIO
A tal Argos, digo yo,
que mucho Mercurio apliques.
LEONARDO
A no me tener por loco,
310
o resultar que perdiera
mi bien, desde aquí me viera
tener su respeto un poco.
¿Sinvergüenza a un ángel bello,
que de sus mejillas puede
315
darle color? ¡Que esto quede
sin castigo!
JULIO
Puede hacello,
que es su tía y es su oficio.
LEONARDO
¿Su oficio es tratalla mal?
¡Oh Circe, Oh furia infernal,
320
que este es tu nombre y oficio!
Mas, señora, pues que sabes
mi amoroso pensamiento,
y para su encerramiento
has hallado industria y llaves,
325
en esos cortes que llevas
corta remedio a mi mal,
que será la paga tal
que en razón de amor me debas.
Dile que desde mi tierra,
330
adonde llegó su fama,
me trajo la ardiente llama
que amor en mi pecho encierra.
Dile que soy caballero,
y que es Leonardo mi nombre,
335
y dile que soy un hombre
que por su hermosura muero;
y dale este anillo en fe
del amor que la he tenido,
que siendo correspondido
340
será el fénix que en él ve;
y toma tú, que en mi nombre
traigas aquesta cadena.
BELARDA
Ni tu razón ni tu pena
será justo que me asombre.
345
El anillo tomaré
para dar a tu señora,
pero la cadena agora,
aunque quiera, no podré,
que no soy interesable
350
y tengo quien me la vea.
LEONARDO
No es posible que eso sea,
sino desdicha notable.
Y pues no te sirves de ella,
cuando me aparte de aquí
355
no te acordarás de mí.
BELARDA
Menos la hiciera por ella.
Pero pues tu gusto es,
yo la acepto por señal,
que el remedio de tu mal
360
es ya mi propio interés.
Vuelva Julio por aquí
a saber de aquí a media hora
lo que dice esta señora
de aqueste anillo y de ti.
365
Pero mi marido viene.
Sale Andronio.
LEONARDO
El ámbar es extremado,