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El Marqués de las Navas es un texto teatral del autor Lope de Vega compuesto como loa a modo biográfico de dicho Marqués, para quien Lope trabajó como secretario en una etapa de su vida. En ella, el Marqués se ve envuelto en varios enredos de índole amorosa.
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Seitenzahl: 70
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El marqués de las NavasCopyright © 1979, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616774
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen LEONARDO y FELICIANA.
FELICIANA
Al mismo Nerón te igualas.
LEONARDO
Mira que es gran necedad
detener la voluntad,
porque la pintan con alas.
FELICIANA
5
¡Tus obras siempre tan malas
a quien las debes tan buenas!
Leonardo, mi fin ordenas.
Di, ¿qué te llego a deber,
si ahora me haces poner
10
a tantas inciertas penas?
LEONARDO
Suéltame la capa, suelta,
suelta en paz, que la porfía
convierte en descortesía
imaginación resuelta.
FELICIANA
15
Y ¿cuándo darás la vuelta?
LEONARDO
Luego que este pleito acabe,
que a pleitos, y en un mal grave,
por más que abreviarle importe,
el almanac de la corte
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ningún pronóstico sabe.
A Madrid voy, que no voy
a las Indias ni a la China,
en cuya mar filipina
nuevo navegante soy.
25
Presto sabrás que allí estoy
si otra jornada recelas.
FELICIANA
Ya, ¿de qué sirven cautelas,
cuando mi desconfianza
llega a mirar tu mudanza
30
con alas y con espuelas?
A pleitos dices que vas,
bien dices; quiero ayudarte,
pues vas, Leonardo, a casarte,
o por ventura lo estás.
35
No hay otro pleito que más
procure un hombre vencer.
Muchos buenos suele haber,
mas ninguno oí decir
que se dejase morir
40
primero que su mujer.
Buen pleito llevas; procura
vencer tan gran diferencia,
que ha de tener la sentencia
en la misma sepultura,
45
porque estoy yo muy segura
que la palabra que aquí
me niegas, ingrato, a mí,
sin que el renombre te valga,
hará que muy presto salga
50
la sentencia contra ti.
Engañásteme, villano,
siendo tú para mi mal
el primero desleal
que ha nacido toledano.
55
El juramento y la mano
que de Dios en la presencia
me diste, me da paciencia,
porque es razón que presuma
que le estás dando la pluma
60
para firmar la sentencia.
No gozarás la mujer
de que estás enamorado,
y has de ser tan desdichado,
que aun honra no has de tener,
65
que si os llegan a ofender
las propias (como lo infieres
aunque tan honrado eres)
a los más nobles y sabios,
es por vengar los agravios
70
que habéis hecho a las mujeres.
Yo, que te he querido así,
llevo tan mal galardón,
que espero que una traición
te infame y me vengue a mí.
75
Vete, pues ya te perdí
y tan ingrato conoces
mi verdad.
LEONARDO
No me des voces,
que aun solo tu voz me enfada.
Vase.
FELICIANA
¡Mueras de mala estocada
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antes que sus brazos goces!
¡Plegue al cielo, pues el cielo
es de tu maldad testigo,
que a sus puertas, enemigo,
bañes con tu sangre el suelo!
Sale BERNARDO.
BERNARDO
85
¿Qué es esto, prima?
FELICIANA
Que apelo
en tan notable dolor
al cielo, Alcalde mayor.
BERNARDO
¿Has reñido con Leonardo?
FELICIANA
Nací con honra, Bernardo,
90
que yo no trato de amor.
De aquí se parte a casar
a Madrid.
BERNARDO
¿Qué dices?
FELICIANA
Digo
que me lo ha dicho el amigo
de quien más suele fiar.
BERNARDO
95
¡Buen pago te viene a dar
tras tantas obligaciones!
FELICIANA
En llegando a sinrazones,
se pierde todo el amor,
que tras celos, el traidor
100
le alcanzan mil maldiciones.
BERNARDO
Yo estoy, Feliciana, ahora
para Madrid de camino,
que a sus fiestas me previno
con una carta Leonora.
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Cuantas riquezas ahora
le entrega a la bizarría,
dicen que salir porfía,
y que ha de ser el espacio
de la plaza de Palacio
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cielo de Marte aquel día.
Esta sola ocupación
poco me puede estorbar,
cuando te puedo ayudar
en tan justa pretensión,
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que suele la dilación
deshacer los casamientos
por un pleito, y sus intentos
no llegar a ejecutarse.
FELICIANA
Bien sé yo que el dilatarse
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malogre sus pensamientos,
pero tú solo te pones
a peligro de tener
disgustos, y una mujer,
con lágrimas y razones,
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ablanda los corazones
de los jüeces mejor.
BERNARDO
El mejor procurador
de un pleito es el propio dueño.
FELICIANA
No lo seré yo pequeño.
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Si quieres, contigo iré,
donde hasta el fin no tendré
gusto, descanso ni sueño.
Haz esto, primo, por mí,
por ser tu sangre, y por ser
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mujer.
BERNARDO
Cuanto pueda hacer
haré, señora, por ti.
FELICIANA
Luego, ¿voy contigo?
BERNARDO
Sí.
FELICIANA
Ya, Leonardo, tu mudanza
jüez riguroso alcanza;
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mira que ofendida estoy,
y mira que mujer soy,
donde es rayo la venganza.
Vanse. Salen dos CORTESANOS, de noche.
CORTESANO 1º
¡Bueno está el Prado!
CORTESANO 2º
¡Famoso!
Aunque menos gente viene,
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como ya va refrescando.
¿Qué hay de Félix?
CORTESANO 1º
Voló Félix...
CORTESANO 2º
¿Qué me dices?
CORTESANO 1º
A otro nido,
en que se ha visto que miente
la fama en llamarla sola,
150
pues otro pájaro tiene.
CORTESANO 2º
No hay seguridad de brazos,
ni aun de las palmas a veces,
sin contradicción del oro.
CORTESANO 1º
Oro come y oro bebe.
CORTESANO 2º
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Alas le saldrán doradas.
CORTESANO 1º
Los manteos lo parecen.
CORTESANO 2º
Músicos vienen al Prado.
CORTESANO 1º
No puede ser que me alegre.
Sale un MÚSICO cantando; LAURENCIA, GERARDA y CLARA con mantos; DON FILIPE de Córdoba, DON ENRIQUE y el MARQUÉS. Ellas se sientan, y el MÚSICO a otra parte y MENDOZA.
GERARDA
Suspensa me lleva el alma.
LAURENCIA
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¿No ves, Gerarda, que es este
un hidalgo de Navarra
que canta celestialmente?
GERARDA
¿Vive en Madrid?
LAURENCIA
Aquí vive,
que sirviendo se entretiene
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al gran cardenal Quiroga.
GERARDA
¿De qué le sirve?
LAURENCIA
Parece
que preguntas con cuidado.
GERARDA
Ninguno puede moverme.
LAURENCIA
De maestresala le sirve.
DON FILIPE
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¡Gallardas son las mujeres!
MARQUÉS
Siempre juzgáis por los talles.
DON FILIPE
La bizarría procede
del talle.
DON ENRIQUE
¿Y no de la cara?
MENDOZA
Cara que no puede verse,
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¿qué ha de llamar por el talle?
MARQUÉS
No es el que menos enciende.
MENDOZA
¡Que siempre Vueseñoría
por lo singular se pierde!
DON FILIPE
La bizarría del cuerpo
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muestra que el alma contiene
todas las partes iguales;
no el rostro, que el rostro puede
ser hermoso, y no tener
la perfección que se debe
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a sí mismo en las demás
partes que el cuerpo contiene.
MENDOZA
¿Y qué importa que una dama
tenga el cuerpo diligente,
derecho como una lanza,
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bizarro como un alférez,
la cintura que en un puño
pueda apretarse y cogerse,
las caderas como en Flandes,
las piernas como un jinete,
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si el rostro puede ser molde
de hacer diablos para el jueves
en que el despensero cuelgan
que afrentó los calabreses?
¡Vive Dios, que es de mal gusto
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quien tal opinión tuviere!
Que no puede enamorar
la boca donde los dientes
sobre los asientos riñen
como hidalgos montañeses.
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La cara es mayor indicio
del alma, que en ella vense
las costumbres como en mapa;
luego a los cuerpos prefiere.
MARQUÉS
No lo dice don Felipe,
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Mendoza, para que alegues
aforismos por la cara,
mas porque estas damas vienen
de noche al Prado, y de noche,
las caras no pueden verse.
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Por eso habló de los talles.
Siéntanse las damas.
DON FILIPE
Ellas se sientan enfrente
de aquel cristal, cuyas venas
sangran seis puntas o siete,
para escuchar al que canta.
DON ENRIQUE
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¡Quiera el cielo que no temple!
MENDOZA
Si él templare, yo me coloNOTAXXXXXXXXXXXXXX