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El mayordomo de la duquesa Amalfi es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
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Seitenzahl: 96
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El mayordomo de la Duquesa AmafliCopyright © 1618, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617238
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Sale ANTONIO.
ANTONIO Desiguales prendas mías,
pues al sol os atrevistes,
bien es que tengáis el pago
y que la tierra os eclipse.
Ojos que mirar osastes 5
sus rayos inacesibles,
Ícaros de mi deseo,
con alas de plumas viles,
caed del cielo sereno
donde sin fuerza subistes 10
al mar de mi justo llanto,
en que la esperanza espire.
¡Ay, prendas mías humildes,
fuego merece quien al viento sigue!
De la Duquesa de Amalfi 15
osaron mis ojos libres,
siendo un hombre su criado,
siendo un hombre que la sirve,
mirar los divinos rayos.
Diome licencia, atrevime, 20
que me llamó con mirarme,
que amor tiene ojos de lince.
Y aunque no me dice nada,
mucho mirando me dice,
pues me ha obligado a querer 25
aquel divino imposible.
¡Ay, prendas mías humildes,
fuego merece quien al viento sigue!
Nací en Nápoles hidalgo,
estudié, profesión hice 30
de gentilhombre en la corte.
¡Qué principios y qué fines!
Federico de Aragón
era su rey infelice,
echáronle de su estado, 35
seguí su destierro, ¡ay, triste!
Amparole Luis de Francia;
canseme, a Nápoles vine;
en mi humildad descansaba,
rico el que contento vive. 40
Como enviudó la Duquesa,
y el hijo es niño, me pide
por cartas que a su servicio
o a su gobierno me incline.
Nunca yo lo imaginara, 45
pues aunque con ella prive,
quieren mis locos deseos
que a pretendella me anime.
¡Ay, prendas mías humildes,
fuego merece quien al viento sigue! 50
(Sale OTAVIO DE MÉDICIS, [FABRICIO] y criados.)
OTAVIO ¿Vino Antonio?
FABRICIO Sí, señor.
ANTONIO Aquí esperando estaba.
OTAVIO Debes, amigo, a mi amor
ese cuidado. Hoy se acaba
de mi esperanza el temor. 55
Hoy pone a su fundamento,
de tan rica posesión,
la primer piedra mi intento.
ANTONIO [Aparte.]
(Temo que esta pretensión
debe de ser casamiento.) 60
OTAVIO No estéis vosotros aquí.
ANTONIO ¿Qué es, señor, lo que me quieres?
OTAVIO Escúchame atento.
ANTONIO Di.
OTAVIO Antonio, yo sé quién eres;
¿sabes quién soy?
ANTONIO Señor, sí. 65
OTAVIO Con eso sabrás que soy
del gran duque de Florencia
sobrino.
ANTONIO Más gloria os doy
por vuestra virtud.
OTAVIO Mi herencia
no la sé, a figura estoy. 70
Desde que el Duque murió,
el de Amalfi, Antonio, digo,
aunque heredero dejó
traigo pensado conmigo...
ANTONIO [Aparte.]
(No en vano el alma temió.) 75
OTAVIO ...casarme con la Duquesa.
ANTONIO Por deciros la verdad,
de que lo penséis me pesa,
si es bien que con libertad
habla el que verdad profesa, 80
que aunque la Duquesa mía
es bella y moza, ese día
que el casar le dé cuidado
de su hijo y de su estado
perderá la tutoría. 85
Pues pobre y sin heredar,
¿qué habéis de hacer?
OTAVIO Esperar
al lado de una mujer
que me puede enriquecer
con que se deje mirar. 90
ANTONIO Bien entiendo que es amor,
señor Otavio, el que os mueve,
pero todo ese rigor
es como julio, que llueve
para acrecentar calor. 95
Pasará la tempestad
al primero mes de mesa,
vendrá la serenidad
del alma, y veréis que os pesa
de esa loca voluntad, 100
porque cuando en una aldea
os retiréis pobremente
adonde ninguno os vea,
se templará el acidente
que agora el alma desea, 105
y el justo arrepentimiento
os traerá tanto disgusto
que no tengáis sufrimiento,
porque del amor el gusto
es una cometa al viento. 110
OTAVIO Antonio, yo no os llamé
para pediros consejo
cuando me determiné,
ni agora sois vos tan viejo,
ni sabéis más que yo sé. 115
Por mayordomo y privanza
de la Duquesa os quería
dar cuenta de mi esperanza,
y fue porque no entendía
que todo el daño os alcanza; 120
porque si os han de quitar
el gobierno de esta hacienda,
bien hacéis de replicar.
ANTONIO Vueseñoría no entienda
que interés me ha de obligar 125
a dejar de ser quien fui.
No vine a servir aquí
por interés, fue afición
que a la casa de Aragón
tengo desde que nací. 130
Pobre soy, pero no tanto
que hacienda de la Duquesa
me obligue.
OTAVIO De vos me espanto,
señor Antonio, y me pesa
que mi amor honesto y santo 135
os parezca mal a vos,
si en esto no os va interés.
ANTONIO ¡Interés! ¡Bueno, por Dios!
OTAVIO ¿Qué se os da a vos que después
vivamos pobres los dos? 140
ANTONIO Digo, señor, que os caséis
una vez y mil.
OTAVIO Antonio,
esto es amor, ya lo veis.
ANTONIO Bien lo dice el testimonio
del disparate que hacéis. 145
OTAVIO Vos, ¿queréiselo decir?
ANTONIO Quiero serviros en eso.
OTAVIO ¡ Si le habéis de persuadir
como a mí...!
ANTONIO Verdad profeso,
yo os quiero en esto servir. 150
Id con Dios que, a fe de hidalgo,
haré todo buen oficio,
si con la Duquesa valgo.
OTAVIO Y yo os haré algún servicio,
si con lo que emprendo salgo. 155
En albricias por lo menos
una cadena tendréis
de mil escudos.
ANTONIO Los buenos
mandando obligan.
(Váyase OTAVIO, [FABRICIO y criados].)
¿Qué hacéis,
ojos de lágrimas llenos? 160
¿Por qué no formáis un mar
en que me pueda anegar?
Mas nombre ingrato merezco,
pues la tabla no agradezco
donde me puedo salvar, 165
que, casada la Duquesa,
de este amor y vano empleo
cesará la loca empresa,
si el efecto del deseo
cesando la causa cesa, 170
o conoceré su intento
tratándole el casamiento.
Ánimo, esperanza loca,
que como vos sois tan poca
desmaya el atrevimiento. 175
(Váyase y salgan la DUQUESA DE AMALFI, en hábito de viuda,y LIBIA, camarera suya, y CELSO, viejo.)
DUQUESA ¿Qué hace el Duque?
CELSO Está en lición.
DUQUESA ¿Qué lición?
CELSO Como ya escribe
también a oír se apercibe
gramática.
DUQUESA Y es razón.
Sepa a lo menos latín, 180
que en un príncipe está bien.
CELSO Él lo decora tan bien
que le verá presto el fin.
El niño más entendido
es Su Excelencia, señora, 185
que Italia conoce agora.
DUQUESA Dice al padre que ha tenido.
Id y diréis al maestro
que el de las armas no falte.
CELSO Es de las letras esmalte 190
ser un caballero diestro.
A fe que si me cogiera
algunos años atrás,
que yo le enseñara más
que Rodamonte pudiera. 195
DUQUESA ¿Fuistes diestro?
CELSO Pues, ¿había
en toda Italia mi igual?
Ya es más diestro, por mi mal,
este bordón, pues me guía.
DUQUESA Id a lo que os digo.
CELSO Voy. 200
[Vase CELSO.]
DUQUESA ¡Ah, Libia, en cuánto cuidado
me ha puesto amor!
LIBIA No me ha dado
menos, aunque libre estoy,
que el ver tu desasosiego
en cosa tan desigual; 205
si a ti te tiene mortal,
a mí me deshace en fuego.
Conozco en la libertad
con que te quieres perder
que es gran mal en la mujer 210
enviudar en mocedad.
DUQUESA Luego, ¿piensas, Libia mía,
que por mortal interés
a Dios primero y después
a mi honor ofensa haría? 215
LIBIA Pues, ¿por qué quieres hablar
a Antonio, tu mayordomo?
DUQUESA Yo pienso que entiendes cómo.
LIBIA La vida te ha de costar
este indigno casamiento. 220
DUQUESA ¿Quiéresle tú?
LIBIA ¿Yo, señora?
¡Máteme el cielo la hora
que tenga tal pensamiento!
DUQUESA Mucho, Libia, te he fiado,
mucho del alma me debes. 225
LIBIA Yo me huelgo que me pruebes.
DUQUESA Lo más que puedo te he dado,
lo que guardaba de mí
esta noche te conté,
y si de ti imaginé 230
que Antonio reinaba en ti
es porque su entendimiento,
su persona, su valor,
pienso que engendren amor
en el más helado intento. 235
¡Qué bien habla, qué bien mira,
qué bien escribe y entiende
cualquiera cosa que emprende!
¿Su condición no te admira?
¿No te espanta su buen modo, 240
su verdad, su trato honesto,
su vestir noble y compuesto,
y su beldad sobre todo?
¡Qué bien que pone los pies
a un caballo, qué bien canta, 245
qué gracia!
LIBIA A mí más me espanta
que esa alabanza le des.
Mas pues ya tu mala estrella
a tanto mal te inclinó,
que tu autoridad bajó 250
donde Antonio la atropella,
por Dios te ruego que adviertas
al secreto de tu honor.
DUQUESA A todo vano temor
cierra el casarme las puertas, 255
que siendo con gran secreto,
cuando se venga a saber,
sabrán que soy su mujer.
LIBIA Y tú su muerte, en efeto.
No sé, toda estoy temblando. 260
Ni te aconsejo ni impido.
Mas si deseas marido
muchos te están deseando,
si no de tu calidad,
poco menos.
DUQUESA Ya he pensado 265
que casar con mi criado
desdice mi autoridad,
mas fíome en el secreto,
porque el casarnos los dos
es justo temor de Dios, 270
más que de mi honor respeto.
No se sabrá si se fía
de ti y de él.
LIBIA ¡Quiéralo el cielo!
(Sale ANTONIO.)
ANTONIO Amor con alas de hielo
lleva la esperanza mía, 275
cual mariposa a la llama,
al sol de unos ojos bellos,
que quien se iguala con ellos
imita a Luzbel la fama.
Voy donde me he de abrasar, 280
mas quiere naturaleza
que me esfuerce su belleza
para atreverme a llegar.
El sátiro que vio el fuego
con las manos le tomó, 285
pero como le abrasó,
arrojole de ellas luego.
¡Ay, quién, luego que llegase
al fuego de tanto amor,
con la pena del dolor 290
de las manos le arrojase!
¿La Duquesa estaba aquí?
DUQUESA Antonio.
ANTONIO Señora mía,
hablar a solas querría
con Vuestra Excelencia.
DUQUESA ¿Ansí? 295
Pues, Libia, aguarda allá fuera,
despeja la cuadra luego.
ANTONIO [Aparte.]
(¡Cielos, mirándola ciego!)
LIBIA [Aparte.]
(Tu calidad considera,
vuelve, señora, por ti. 300
DUQUESA Vete y no repliques más.)
(Vase LIBIA.)
¿De qué tan suspenso estás?
ANTONIO Señora, de verme aquí.
DUQUESA ¿Otras veces no has estado?
ANTONIO Nunca, señora, he venido 305
a lo que agora, que ha sido
causa de haberme turbado.
DUQUESA ¿Turbado, Antonio, por qué?
¿Qué tengo yo de aspereza?
ANTONIO (Aparte.)
(Lo que tienes de belleza 310
causa de turbarme fue.)
DUQUESA Aunque por señora puedo
causar algo que temer,
la blandura de mujer,
¿no basta a quitar el miedo? 315
¿Tengo mala condición?
¿Soy soberbia? ¿Soy muy grave?
ANTONIO Ya Vuestra Excelencia sabe
de mi temor la razón.
¿Si corriendo una cortina 320
un ángel se descubriese
no era justo que temiese
ver su figura divina?
No todas las cosas graves
dan temor llegando a ellas, 325
también le ponen las bellas,
por mi esperiencia lo sabes.
DUQUESA ¿Soylo aquí más que otras veces