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El perseguido es un texto teatral del autor Lope de Vega. De corte aventurero y sabor juvenil, que narra las intrigas de la duquesa de Borgoña tras ser rechazada por Carlos, el privado del Duque Arnaldo, enamorado de la sobrina de su señor.
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Seitenzahl: 112
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El perseguidoCopyright © 1604, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617290
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen la Duquesa y Camila, y dice.
CASANDRA
Amor ciego, amor desnudo,
niño, Dios y trasgo fuerte,
con la lengua para la muerte
y para la vida mudo.
5
¿Qué sirve tanto callar,
pues al bien de mi remedio
no hay mayor peligro en medio
que es la vergüenza de hablar?
Decís que no sois, Amor,
10
el que me impide mi bien,
mientras de por medio estén
el duque Arnaldo y mi honor.
Y que no sirven enredos
para ganaros la palma;
15
que entre la lengua y el alma
hay puestos montes de miedos.
Pero, en fin, de cualquier modo,
os daré la culpa a vos,
que tenéis poder de Dios,
20
y no me vencéis del todo.
Dadme, Amor, de vuestra fuerza
tanta, que en esta ocasión
conozca mi corazón
que vuestro brazo le esfuerza.
25
Diga yo mi cuñado fiero
y quién causa mi disgusto,
y muera al fin con el gusto
de decir por lo que muero.
Si me acobardo, ayudadme;
30
si miro mi honor, perdedme;
si me muero, socorredme,
y si me hielo, abrasadme.
Ahora bien, por esta vez,
perdone el Duque y mi honor;
35
que he de esperar sin temor
la sentencia del jüez.
Llámale, Camila, aquí.
CAMILA
¿A quién tengo que llamar?
CASANDRA
¡Qué libre comienzo a hablar!
40
Defiéndame Dios de mí.
¿A dónde el Duque quedó?
CAMILA
Con otros grandes señores
y los dos embajadores
de Francia, a consejo entró.
CASANDRA
45
Mira si está por ahí
su camarero.
CAMILA
¿Cuál de ellos?
Ya llevas de los cabellos,
Amor, el honor tras ti.
CASANDRA
Llama a Carlos; di que tengo
50
de escribir, muy de importancia,
una letra para Francia.
CAMILA
Ya voy.
CASANDRA
Ven presto.
CAMILA
Ya vengo.
CASANDRA
¡Que quepa en una mujer
de un duque un mal pensamiento,
55
y que tenga atrevimiento
de querer darlo a entender!
¡Que llegue a poner los ojos
desvelados, con cuidado
en un criado, criado
60
para mis penas y enojos!
¡Y que hablándole con ellos
no venga a saber de coro
la pasión con que le adoro,
escrita en las niñas de ellos!
65
¡Que ha seis meses que le miro
a este enemigo cruel,
y que, transformada en él,
una y mil veces suspiro!
¡Y que no quiera entenderme!
70
Sin duda debe de ser
que no se quiere atrever
para que llegue a atreverme.
Y no me espanto, que, en fin,
aunque hablando le provoco,
75
ya fuera tenerme en poco
presumir que soy tan ruin.
Que es tal la desigualdad
a que el amor me igualó,
que aun diciéndoselo yo,
80
pondrá en duda la verdad.
Entra Camila y Carlos
CAMILA
Quedaos, mientras voy a ver
lo que la Duquesa os quiere.
Carlos viene.
CASANDRA
Di que espere.
Ya comienzo a enmudecer.
CAMILA
85
Espera, Carlos.
CARLOS
Ya espero.
CASANDRA
¿Tal es posible que soy,
la misma que a decir voy
que a un hombre, que a un hombre quiero?
No es posible, ni imagino
90
sino que dentro del pecho
algún espíritu ha hecho
tan extraño desatino.
Ahora bien, Carlos se vuelva,
y este veneno y pasión
95
que me abrasa el corazón,
en mí propia se resuelva.
Camila…
CAMILA
Señora…
CASANDRA
Dile
que se vuelva.
CAMILA
Voy.
CASANDRA
Espera.
pues de amor la espada fiera
100
temo que el corte se afile.
Carlos, ¿qué hechizo es este
que me has dado?
CARLOS
¿He de volverme?
CAMILA
Espera.
CASANDRA
Que he de atreverme
aunque la vida me cueste.
105
Dile que se llegue aquí,
que ya estoy determinada;
pero no le digas nada.
Mas ¿he de morirme así?
Dile que la vuelta dé.
CAMILA
110
¿Cuándo?
CASANDRA
Pero tente, amiga.
CAMILA
Pues, ¿qué quieres que le diga?
CASANDRA
Que se vaya y que se esté.
CAMILA
Por cierto, ¡donosa cosa!
¿Llamarele?
CASANDRA
Sí.
CAMILA
Ya voy.
CASANDRA
115
Basta, que a la lumbre doy
más vueltas que mariposa.
Todo es andar y volar
con una y otra cautela;
al fin llegaré a la vela
120
adonde me he de quemar.
CAMILA
Llega, Carlos, que te llama
la Duquesa mi señora.
Ya viene.
CASANDRA
Ya puedo ahora
echar ceniza en su llama.
125
Ya se me queman las alas,
naciendo en mis pensamiento,
las del nuevo atrevimiento,
ligeras en cosas malas.
Híncase de rodillas.
CARLOS
¿Qué manda Vuestra Excelencian?
CAMILA
130
¡Tan cerca de su presencia!
Fuego he sido y viento soy.
CASANDRA
Alza, Carlos.
CARLOS
Señora,
yo estoy bien.
CASANDRA
Álzate, digo,
que tengo de hablar contigo.
135
Camila, vete.
CAMILA
En buen hora.
Vase.
CASANDRA
Aguarda en el corredor.
Cúbrete, Carlos.
CARLOS
No mandes
que de mercedes tan grandes
me ensoberbezca el favor.
CASANDRA
140
Cúbrete.
CARLOS
Beso tus pies;
pero al fin, señora, advierte,
que estoy mejor de esta suerte.
CASANDRA
Este es mi gusto, ¡ea, pues!
CARLOS
Ya, señora, estoy cubierto;
145
pero si alguno me viese,
¿quién duda que presumiese
mi locura y desconcierto?
Porque nadie ha de creer
que tú lo puedes mandar;
150
que tal modo de privar,
con nadie se puede hacer.
CASANDRA
Muy maravillada estoy,
Carlos, de tus cosas.
CARLOS
¿Cómo?
CASANDRA
Después, Carlos, que las tomo
155
por propias.
CARLOS
Tu esclavo soy.
CASANDRA
Álzate.
CARLOS
Con grandes veras
me engrandeces y levantas.
CASANDRA
Cúbrete.
CARLOS
¿Qué serán tantas
invenciones y quimeras?
CASANDRA
160
¿Cómo es posible que estés
en lo mejor de tu edad,
y que a toda esta cuidad
alegre esperanza des,
y que siendo ahora en ella
165
el más galán cortesano,
de ti mismo seas tirano,
de tu alma noble y bella,
pues a ninguna la das,
de cuantas damas hermosas,
170
de merecerte envidiosas,
te miran por donde vas?
Tú puedes ver si en la corte
hay ahora caballero,
natural o extranjero,
175
que como tú se reporte.
Todos sirven, todos quieren;
inventan galas, paseos,
justas, sortijas, torneos,
empresas del mal que mueren.
180
Tú solo, en tu soledad
entre todos escondido,
siendo el mejor; ¿no has nacido
para amores y amistad,
que aun un amigo no tengas
185
para que en su compañía
puedas pasear un día,
y de noche te entretengas?
¿De dónde nace que seas
tan escaso, qué es aquesto?
CARLOS
190
¡En qué confusión me has puesto!
CASANDRA
¿Cómo en ninguna te empleas?
CARLOS
Señora, si yo creyese
ser digno de alguna dama,
no digo de mucha fama,
195
mas por humilde que fuese,
su pensamiento humillase
a ponerlo en mí, yo creo
que entonces mi buen deseo
a su servicio inclinase.
200
Mas dudando, como es justo,
ser de alguna despreciado,
vivo tan desconfiado,
que no procuro mi gusto;
que, de otra suerte, no hay duda
205
que me fuera fácil cosa
cualquier empresa amorosa.
CASANDRA
¡Ay, Amor, dame tu ayuda!
Yo te aseguro que estás
muy engañado; no creas
210
que así despreciado seas,
que, humilde, mereces más.
Y yo sé que no hay alguna
en todas aquestas damas,
que si tal la quieres y amas
215
no bendiga su fortuna.
Mucho mereces y vales;
pretende, Carlos, y advierte
que has de dar en lo más fuerte
del cielo de donde sales;
220
que como rayo has de ser.
CARLOS
¿Cómo puede mi humildad
contra la misma verdad
sufrir?... Posible es vencer.
CASANDRA
Esto te digo, y adiós,
225
que eres discreto.
Vase.
CARLOS
Es violento
pensar que en un pensamiento
hemos de caber los dos.
¡Ay, triste! ¿Qué es esto, cielos?
¿Esto es posible? No soy
230
tan venturoso, ni estoy
para engañar mis recelos.
Este es ya parto forzoso
de mirarme la Duquesa,
que nació de aquesta empresa
235
su pensamiento amoroso.
Tanto mirarme esto fue,
esto fue, ¡triste de mí!
¡Ah, falsa Casandra! ¿Así
se quiebra al Duque la fe?
240
¡Oh, buen señor! ¿Es posible
que yo fuese el instrumento
de tu deshonra y tormento,
tan extraño y insufrible?
¿Para aquesto, satisfecho,
245
a tu privanza me alzaste?
¡Gentil víbora criaste
para empozoñar tu pecho!
Pero esto no es mi mano,
que en mí no cabe tu ofensa;
250
pero si ofende mi ofensa,
será mi defensa en vano,
¿Qué tengo de hacer ahora
si esta diese en perseguirme
y hasta el alma descubrirme,
255
adonde tengo a Leonora?
¿Quién duda que se acabase
mi pensamiento y mi vida?
Mas no es posible que impida
que al cabo adelante pase.
260
Que el alma no ha de morir,
y en ella, siendo inmortal,
mi pensamiento leal,
aunque muera, ha de vivir.
Sale Leonora a la ventana, con hábito de viuda.
LEONORA
Largo y perezoso día,
265
¿por qué te llaman ligero,
si ha un año que ver espero
tu luz para ver la mía?
Alarguen el corto paso
esos tus caballos de oro,
270
bordando de su tesoro
las nubes el negro ocaso.
Báñese presto en el mar
tu frente y cabellos rojos,
o formaranla mis ojos
275
donde se puede anegar.
Y tú, noche, donde solo
gozo de mi bien, descubre
tus negras alas, y encubre
la rubia cara de Apolo.
280
Salgan esas luces bellas,
o no salgan, pues mejor
cubre tus gustos amor
la noche que duermen ellas.
¡Ay de mí, qué divertida
285
me tuvo mi mal cruel,
sin ver mis ojos aquel
que es el dueño de mi vida!
¡Ay, Carlos, y quién pudiera
desde aquesta reja hablarte,
290
sin que de una y otra parte
tantos peligros temiera!
¡Oh, quién se pudiera entrar
con el pensamiento suyo,
a ver, Carlos, si en el tuyo
295
tiene mi alma lugar!
Mas sí debe de tener,
que me debe ya seis años
de amor.
CARLOS
¡Oh, imposibles daños!
¿Queréisme desvanecer?
300
¿Qué me estáis atormentando
la triste imaginación?
LEONORA
Llena estoy de confusión
de verle a solas hablando.
¿Si hay alguna novedad
305
de nuestro amor y secreto?
CARLOS
No piense llegar a efeto
su amorosa voluntad
ni hacer al Duque esta afrenta;
que primero habrá en el suelo
310
sol y estrellas, y en el cielo
árboles, que tal consienta.
Y cuando mujer no fuera
del Duque, a quien sirvo ahora,
no es posible que a Leonora
315
semejante agravio hiciera;
que ha seis años que casado
estoy con ella en secreto,
y a la fe de aqueste efecto
por mi palabra obligado;
320
sino que el ser desigual
de quien soy, por ser hermana
del Duque, aunque amor lo allana,
requiere marido igual;
y así, no quiero ni puedo
325
pedirla por mi mujer.
LEONORA
Quiero hablalle y es querer
cubrille el alma de miedo;
ahora, bien, por gloria breve
no se aventure mi pecho.
Sale el conde Ludovico
LUDOVICO
330
Harase el torneo a despecho
de quien al Conde se atreve;
si él no quiere entrar en él,
no le apadrine, ni salga;
que yo te aseguro que valga
335
doblado precio sin él.
Soy el conde Ludovico,
y él es un hombre que ayer…
CARLOS
¡Oh, Conde! ¿Soy menester?
LUDOVICO
Sí, que un torneo publico,
340
a pesar de Feliciano
y de otro necios, y quiero
que salgas de aventurero
y me des palabra y mano.
CARLOS
Sosiégate.
LUDOVICO
Ya lo estoy.
CARLOS
345
¿Cuándo se ha tratado?
LUDOVICO
Ahora.
CARLOS
¿Y por quién?
LUDOVICO
Por mi Leonora,
que su pretendiente soy,
¿Qué sirve, sino hablar claro?
Y la festejo y merezco.
LEONORA
350
¿Qué te importa? Yo te aborrezco
y haré que te cueste caro.
CARLOS
¡Ay de mí!
LUDOVICO
La gran ventura
de aquesta mi pretensión,
ha dado nueva ocasión
355
a su envidiosa locura.
Que saben que si la pido
al Duque, me la ha de dar,
que puedo en todo igualar
a su primero marido;
360
y aun no es soberbia decir
que en hacienda le aventaje,
y bien puedo en el linaje
con el Duque competir.
CARLOS
Ahora digo que ha llegado
365
la envidia a su punto.
LUDOVICO
¿Es cosa
de reír? Será mi esposa
o me ha de costar mi estado.
LEONORA
¡Ah, señor Conde!
LUDOVICO
¿Quién es?
LEONORA
Yo soy.
LUDOVICO
¡Oh, señora mía!
LEONORA
370
Aquí espero todo el día.
LUDOVICO
¡Gran favor! Bésoos los pies.
¡Ah, Carlos! Ponte detrás.
CARLOS
Sí haré, pero hame visto.
LUDOVICO
Basta, que al sol me resisto:
375
¿Cuál águila hiciera más?
LEONORA
No importa, que pasar puedo
mi fuego más adelante.
LUDOVICO
Haré mi pecho diamante
para que dentro se quede.
LEONORA
380
No hayas miedo que podáis
detener su curso.
LUDOVICO
Creo
que agradecéis mi deseo,
pues tanto favor me dais.
LEONORA
¿De qué es la melancolía
385
a estar a solas hablando,