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La obra recrea la historia real del infante Fernando de Portugal, quien en el siglo XV se aventuró en campañas en territorio marroquí en nombre de la corona portuguesa. En batalla contra las huestes del rey de Fez, los hombres de Fernando toman prisionero al guerrero Muley Hasán, de quien está secretamente enamorada Fénix, la hija del monarca. Movido por un sentimiento de piedad, el portugués libera a Muley. En último término el propio Fernando cae prisionero del rey marroquí, que pretende intercambiarlo por la ciudad de Ceuta, en manos portuguesas. Pese a que en Lisboa aceptan la propuesta, Fernando se niega al trato porque supondría perder almas para la fe verdadera.
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Pedro Calderón de la Barca
EL PRÍNCIPE CONSTANTE
Traducido por Carola Tognetti
ISBN 978-88-3295-877-5
Greenbooks editore
Edición digital
Junio 2020
www.greenbooks-editore.com
Personas que hablan en ella
JORNADA PRIMERA
JORNADA SEGUNDA
TERCERA JORNADA
Salen los cautivos cantando lo que quisieren, y ZARA ZARA: Cantad aquí, que ha gustado, mientras toma de vestir
Fénix hermosa, de oír
las canciones que ha escuchado tal vez en los baños, llenas
de dolor y sentimiento.
CAUTIVO 1: Música, cuyo instrumento son los hierros y cadenas
que nos aprisionan, ¿puede haberla alegrado?
ZARA: Sí,
ella escucha. Desde aquí cantad.
CAUTIVO 2: Esa pena excede Zara hermosa, a cuantas son,
pues sólo un rudo animal sin discurso racional, canta alegre en la prisión.
ZARA: ¡No cantáis vosotros?
CAUTIVO 3: Es
para divertir las penas propias, mas no las ajenas.
ZARA: Ella escucha, cantad, pues.
Cantan
CAUTIVOS: "Al peso de los años lo eminente se rinde
que a lo fácil del tiempo no hay conquista difícil."
Sale ROSA
ROSA: Despejad, cautivos, dad a vuestra canciones fin, porque sale a este jardín Fénix a dar vanidad
al campo con su hermosura, segunda aurora del prado.
Vanse los cautivos y salen las moras vistiendo a FÉNIX
ESTRELLA: Hermosa te has levantado.
ZARA: No blasone el alba pura
que la debe este jardín
la luz, ni fragancia hermosa ni la púrpura la rosa,
ni la blancura el jazmín.
FÉNIX: El espejo.
ZARA: Es excusado querer consultar con él los borrones que el pincel sobre la tez no ha dejado.
Danle un espejo
FÉNIX: ¿De qué sirve la hermosura
--cuando lo fuese la mía-- si me falta la alegría,
si me falta la ventura?
CELIMA: ¿Qué sientes? FÉNIX: Si yo supiera,
ay Celima, lo que siento, de mi mismo sentimiento lisonja al dolor hiciera;
pero de la pena mía no sé la naturaleza,
que entonces fuera tristeza, lo que hoy es melancolía.
Sólo sé que sé sentir lo que sé sentir no sé; que ilusión del alma fue.
ZARA: Pues no pueden divertir
tu tristeza estos jardines, que a la primavera hermosa labran estatuas de rosa sobre templos de jazmines,
hazte al mar, un barco sea dorado carro del sol.