El remedio en la desdicha - Lope de Vega - E-Book

El remedio en la desdicha E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

En "El remedio en la desdicha", publicada en 1620, Lope de Vega relata la historia de la familia árabe de los Abencerrajes, muy influyente en Granada durante el siglo XV. Su rivalidad con la de los Cegríes, en constantes guerras civiles, fue decisiva en la caída del reino de Granada.

La obra relata la historia de amor imposible de Abindarráez y la hermosa Jarifa. 
Abindarráez el mozo, de los Abencerrajes de Granada está enamorado de la hermosa Jarifa, siendo esos amores contrariados por el padre de ella. Ella le había mandado aviso de que fuera a visitarla a Coín, que su padre se había ido a Granada, y hacia allá iba, de Cártama a Coín, a casarse con ella, cuando cayó prisionero del cristiano…

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Veröffentlichungsjahr: 2024

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Tabla de contenidos

EL REMEDIO EN LA DESDICHA

Personajes

Acto I

Acto II

Acto III

EL REMEDIO EN LA DESDICHA

Lope de Vega

EL REMEDIO EN LA DESDICHA

COMEDIA FAMOSA DE LOPE DE VEGA CARPIO

dirigida a:

DOÑA MARCELA DEL CARPIO, SU HIJA

Escribió la historia de Jarifa y Abindarráez, Montemayor, autor de la Diana, aficionado a nuestra lengua, con ser tan tierna la suya, y no inferior a los ingenios de aquel siglo; de su prosa, tan celebrada entonces, saqué yo esta comedia en mis tiernos años. Allí pudiérades saber este suceso, que nos calificaron por verdadero las Corónicas de Castilla en las conquistas del reino de Granada; pero si es más obligación acudir a la sangre que al ingenio, favoreced el mío con leerla, supliendo con el vuestro los defectos de aquella edad, pues en la tierna vuestra me parece tan fértil, si no me engaña amor, que pienso que le pidió la naturaleza al cielo para honrar alguna fea, y os le dió por yerro; a lo menos a mis ojos les parece así, que en los que no os han visto pasará por requiebro. Dios os guarde y os haga dichosa, aunque tenéis partes para no serlo, y más si heredáis mi fortuna, hasta que tengáis consuelo, como vos lo sois mío.

Vuestro padre.

Personajes

ABINDARRÁEZ.

PÁEZ.

PERALTA.

JARIFA.

BAJAMED.

ZARA.

ZORAIDE.

ARRÁEZ.

MANILORO.

ALBORÁN.

ESPINOSA.

CELINDO.

NARVÁEZ.

ALVARADO.

MENDOZA.

NUÑO.

CABRERA.

ARDINO.

ALARA.

ORTUÑO.

ZARO.

DARÍN.

Representóla Ríos, único representante.

Acto I

(Salen a un tiempo por dos puertas Abindarráez y Jarifa. Sin verse.)

ABIND.— Verdes y hermosas plantas,

Que el sol con rayos de oro y ojos tristes

Ha visto veces tantas

Cuantas ha que de un alma el cuerpo fuistes;

Laureles, que tuvistes

Hermosura y dureza:

Si no es el alma agora

Como fué la corteza,

Enternézcaos de un hombre la tristeza,

Que un imposible adora.

JARIFA.— Corona vencedora

De ingenios y armas, Dafne, eternamente

Por quien desde el aurora

Hasta la noche llora tiernamente

El sol resplandeciente:

Si no habéis de ablandaros

Al són del llanto mío,

¿De qué sirve cansaros,

Y mi imposible pretensión contaros,

Que al viento sólo envío?

ABIND.— Claro, apacible río,

Que con el de mis lágrimas te aumentas,

Oye mi desvarío

Pues que con él tus aguas acrecientas.

Razón será que sientas

Mis lágrimas y daños,

Pues sabes que me debes

Las que por mis engaños

Llorar me has visto tan prolijos años,

Y por bienes tan breves.

JARIFA.— Porque tu curso lleves,

Famoso río, con mayor creciente,

Y la margen renueves

Que en tus orillas hizo la corriente

De aquella inmortal fuente

Que a mis ojos envía

El corazón más triste

Que ha visto en su tardía

Carrera el sol en el más largo día,

Hoy a mi llanto asiste.

ABIND.— Jardín que adorna y viste

De tantas flores bellas Amaltea:

Aquí, donde tuviste

Aquella primavera que hermosea,

Cuando por ti pasea;

Aguas, yerbas y flores,

Aquí vengo a quejarme,

Y no de sus rigores,

Sino de un imposible mal de amores,

Que ya quiere acabarme.

JARIFA.— Si para lamentarme,

Aquí, donde perdí mi libre vida,

Lugar no quieren darme

El blando río y planta endurecida,

Al cielo es bien que pida

Piadoso oído atento.

Oídme cielo hermoso;

Óyeme, amor, contento

De haber triunfado de mi libre intento

Con arco poderoso.

ABIND.— Si hay algún dios piadoso

Para con los amantes, y si alguno

Deste mal amoroso

Probó el rigor, tan fiero y importuno,

Pues no hay amor ninguno

Que pueda ser tan fiero,

O me remedie o mate;

Que por mi hermana muero

Y en tan dulce imposible desespero:

Tal es quien me combate.

JARIFA.— Al último remate

De mi cansada vida, al postrer dejo,

Cuando no es bien que trate

De buscar medicina ni consejo,

Como cisne me quejo.

Fiero amor inhumano,

Mi hermano adoro y quiero,

Por imposibles muero.

ABIND.— ¡Jarifa!

JARIFA.— ¡Abindarráez!

ABIND.— ¡Hermana!

JARIFA.— ¡Hermano!

ABIND.— Dame esos brazos dichosos.

JARIFA.— Dadme vos los vuestros caros.

ABIND.— ¡Ay, ojos bellos y claros!

JARIFA.— ¡Ay, ojos claros y hermosos!

ABIND.— ¡Ay, divina hermana mía!

JARIFA.— ¡Ay, hermano mío gallardo!

ABIND.— ¡Qué nieve cuando más ardo!

JARIFA.— ¡Qué fuego entre nieve fría!

ABIND.— ¿Qué esperas, tiempo inhumano?

JARIFA.— Tiempo inhumano, ¿qué esperas?

ABIND.— ¡Ah, si mi hermana no fueras!

JARIFA.— ¡Ah, si no fueras mi hermano!

ABIND.— Señora, ¿de qué sabéis

Que hermanos somos los dos?

JARIFA.— De lo que yo os quiero a vos,

Y vos a mí me queréis.

Todos nos llaman ansí,

Y nuestros padres también;

Que, a no serlo, no era bien

Dejarnos juntos aquí.

ABIND.— Si ese bien, señora mía,

Por no serlo he de perder,

Vuestro hermano quiero ser,

Y gozaros noche y día.

JARIFA.— Pues tú, ¿qué bien pierdes, di…

Por ser hermanos los dos?

ABIND.— A mí me pierdo y a vos:

Ved si es poco a vos y a mí.

JARIFA.— Pues a mí me parecía

Que a nuestros amores llanos

Obligaba el ser hermanos,

Y que otra causa no había.

ABIND.— Sola esa rara hermosura

A mí me pudo obligar,

Ese ingenio singular

Y esa celestial blandura,

Esos ojos, luz del día,

Esa boca y esas manos;

Porque esto de ser hermanos,

Antes me ofende y resfría.

JARIFA.— No es justo que en el amor,

Abindarráez, tan justo

De hermanos, halles disgusto,

Siendo el más limpio y mejor.

Amor que celos no sabe,

Amor que pena no tiene,

A mayor perfeción viene,

Y a ser más dulce y suave.

Quiéreme bien como hermano:

No te aflijas ni desueles,

Sigue el camino que sueles,

Verdadero, cierto y llano;

Que amor que no tiene al fin

Otro fin en que parar,

Es el más perfeto amar;

Que al fin es amar sin fin.

ABIND.— ¡Ah, hermana! Pluguiera a Alá

Que vuestro hermano no fuera,

Y que este amor fin tuviera,

Que el de mi vida será,

Y que celos y querellas

Tuviera más que llorar

Que arenas tiene la mar

Y que tiene el cielo estrellas.

Por bienes que son tan raros

Era poco un mal eterno;

Que penas, las del infierno

Eran pocas por gozaros.

Mas, pues vuestro hermano fuí,

No despreciéis mi deseo.

JARIFA.— Antes le estimo, y te creo.

ABIND.— ¿Pediréte algo?

JARIFA.— Sí.

ABIND.— ¿Sí?

JARIFA.— Sí, pues.

ABIND.— ¿Qué te pediré?

JARIFA.— Lo que te diere más gusto:

Todo entre hermanos es justo.

ABIND.— No fué justo, pues que fué.

Ahora bien: dame una mano,

Y pondréla entré estas dos,