El testimonio vengado - Lope de Vega - E-Book

El testimonio vengado E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El testimonio vengado es una comedia teatral de corte histórico del autor Lope de Vega. Versa sobre una leyenda castellana que habla de la nobleza don Ramiro, hijo del rey Sancho el Mayor, al defender a un criado difamado por la reina y su otro hermano por no querer prestar el caballo más apreciado por el rey.

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Seitenzahl: 81

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El testimonio vengado

 

Saga

El testimonio vengadoCopyright © 1604, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617375

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

EL REY EL CONDE [MOSÉN PEDRO DE SESÉ], el caballerizo LA REINA DOÑA MAYOR DON GARCÍA DON GONZALO DON FERNANDO DOÑA JUANA UN CRIADO BELISARDO RAMIRO CELIA MARCELO CASTILLA ARAGÓN EL CONDE GARCI RAMÍREZ DON LUIS DE ACUÑA DOS GUARDAS DOS PASTORES CELIO, [criado] [UN CRIADO]

Jornada I

Entra el REY con el CONDE y dos CRIADOS.

 

REY

Esta ocasión me destierra.

 

CONDE

Y es, señor, muy justa ley,

que la presencia del rey

importa mucho en la guerra;

5

y pues el moro entre tanto

con su persona pelea,

es bien que la tuya sea,

de su atrevimiento, espanto.

 

REY

Vino de una gran hazaña

10

victorioso el cordobés.

 

CONDE

Por fama sabe quién es

el Emperador de España;

y así se te humillan todos,

porque no se ha visto en hombre

15

la grandeza de este nombre

ni el que tomaron los godos.

Don Sancho el Magno te llama

España con gran razón,

por ser el mayor león

20

de su Castilla y tu fama.

Lo que Aragón ciñe y mide

es tuyo, tuya es Navarra

hasta la española barra

del mar, que a Francia divide;

25

a tu cetro y alta silla,

por la Reina, mi señora,

juntas con ellos ahora

el condado de Castilla,

heredero de tu hermano,

30

que mataron en León

los de Ruy Vela a traición,

y así eres don Sancho el Magno.

Parte, que tu nombre solo

basta a hacerte victorioso,

35

por ser invicto y famoso

desde el uno al otro polo.

 

REY

Conde, en mi breve partida

tengo qué os encomendar:

mi vida os quiero dejar,

40

transformada en otra vida.

Solo este cuidado y miedo

me le da más que la guerra,

ni el ausencia de esta tierra,

de donde me parto y quedo.

 

CONDE

45

Merezca de tal valor

que tus cuidados me fíes,

y esa vida me confíes

en que te transforma amor.

¿Quieres bien?

 

REY

Bien quiero, amigo.

 

CONDE

50

¡Venturosa tal mujer!

 

REY

No es mujer.

 

CONDE

¿Quién puede ser?

 

REY

Hombre, y hombre igual conmigo.

Retiraos todos allá.

 

CONDE

Puesto me has en confusión,

55

mas ya de mi obligación

tu amor satisfecho está.

 

REY

Yo quise bien una dama,

hermosa y de gran valor,

que de la casa de Ainor

60

tiene su apellido y fama.

Es su nombre doña Caya,

de quien tengo un hijo, a quien

quiero por extremo bien;

y antes, Conde, que me vaya...

 

CONDE

65

Proseguir puedes.

 

REY

Querría

que no viniese a poder

de la Reina, mi mujer,

que está en su vida la mía.

Anda un poco recelosa,

70

y importa guardarle de ella.

 

CONDE

Es madrastra al fin, en ella

será la envidia forzosa,

aunque tres hijos te ha dado,

que no tiene qué envidiar.

 

REY

75

Este pretende guardar

de su envidia mi cuidado.

No sé si acaso ha sabido

el lugar adonde está;

y así, matarle podrá

80

después que yo sea partido.

 

CONDE

Quiéroos decir la verdad,

señor, pues me habéis fiado

a vuestro Ramiro amado.

 

REY

¿Hay alguna novedad?

 

CONDE

85

Sabed que la Reina ayer

me preguntaba en secreto

si de él sabía; en efeto,

mal le debe de querer.

Yo, como a vos, encubrí

90

que la historia no sabía.

 

REY

¿Qué, al fin, matarle quería?

 

CONDE

Eso, señor, presumí,

y como callé, enojose.

 

REY

Ya su vida le fastidia.

 

CONDE

95

No hay cosa como la envidia

que menos duerma y repose.

Paréceme que está bien,

señor, donde ahora está.

 

REY

Pues Conde, habéis de ir allá

100

y regalalle también,

que aunque natural, ha sido

de ángel, que adoro en él;

y por hijo de Raquel

fue Josef el más querido.

105

Un labrador, criado

del alcaide de Miralba,

es quien me le guarda y salva

de este envidioso cuidado.

Por hijo suyo le tiene,

110

sin que de él sepa otra cosa.

 

CONDE

Anda la Reina envidiosa,

y encubrírselo conviene.

Yo haré, señor, diligencia.

Entra mosén PEDRO DE SESÉ, caballerizo.

 

MOSÉN

Los caballos están ya

115

a punto.

 

REY

Y a punto está

para partir mi paciencia.

¿Sacástelos, di, Sesé,

a la plaza?

 

MOSÉN

Señor, sí,

y están aguardando a ti;

120

cosa de que me admiré.

 

REY

No hay cosa entre mis tesoros

que estime como caballos;

y así, voy a conquistallos

entre cordobeses moros.

125

¿Qué animal con él se iguala?

 

MOSÉN

Es bella su bizarría.

 

CONDE

Mucho de noche y de día

Pedro Sesé los regala.

 

REY

Sabe que es este mi gusto.

 

MOSÉN

130

Es bellísimo animal,

fuerte, gracioso y leal.

 

REY

Y de quien yo mucho gusto.

Préciese de su humildad

el camello, aunque arrogante,

135

de su ciencia el elefante,

el perro de su lealtad,

de su gran fuerza el león,

el ciervo de ser ligero,

el rinoceronte fiero

140

su grandeza y presunción;

que la hermosa majestad

de un caballo excede a todos.

 

MOSÉN

Muchos cuentan de mil modos

su nobleza y calidad:

145

Plinio, Varrón, Culomela

y dos mil autores otros.

 

REY

Mejor podemos nosotros

en la vista que en la escuela,

que cuando se escribe de ellos

150

hoy a plática reduces

en caballos andaluces,

que son por extremo bellos.

 

MOSÉN

Pues hay mil cosas secretas

de ellos cuando se engendraron.

 

CONDE

155

Muchos autores pintaron

sus propiedades perfectas,

pero el decir que ser breve

de cabeza y de crin bello,

y crespo y corto de cuello,

160

ancho en pecho, de pies leve,

de piernas alto y derecho,

de rodillas desviado,

de vientre corto, y corvado

de los lados junto al pecho,

165

largas cerdas, encrespadas,

niñas negras descubiertas,

narices anchas y abiertas,

las orejas aplicadas,

y lo demás que ha de ser

170

conforme al mejor pintor,

se compara mejor

comparado a la mujer.

 

MOSÉN

Bien dice el Conde, que en todo

ancho pecho, corto cuello,

175

largas cerdas, y tras de ello

lo que al sentido acomodo,

imagino que dirán

hombres, niños y mujeres

que es bello animal.

 

REY

Tú eres

180

por quien tal gusto me dan,

que los regalas y adornas.

Pero el blanco que me dio

el Rey cordobés...

 

MOSÉN

Creo yo

que en eso a obligarme tornas,

185

que porque mire por ellos,

mi poco cuidado alabas.

Rompiendo está las aldabas

del zaguán, por ir con ellos.

Pero mandas que no salga.

 

REY

190

Y vuelvo a mandarlo ahora,

que mi casa no atesora

riqueza que tanto valga.

Después de doña Mayor

la Reina, y mis hijos, Conde,

195

ninguna cosa responde

tanto a mi guato y amor.

Quiero al caballo en extremo.

Sale la REINA y DON GARCÍA y DON FERNANDO y DON GONZALO, sus hijos.

 

REY

¿El Rey se parte?

 

MOSÉN

Señora,

en aqueste punto y ahora.

 

REY

200

(Fortún, lo que os dije temo.

Miradme por el rapaz.)

¡Oh, mi señora!

 

REINA

Esta guerra

no os deja a vos en mi tierra,

ni a mí me deja en mi paz.

205

Con tener la barba cana,

que es lo que yo más adoro,

precias más matar un moro

que dar vida a una cristiana.

Colgad las armas, señor;

210

muy bien las podéis colgar,

y dejadlas descansar,

que así os darán más honor.

Honrad a García con ellas,

a Fernando y a Gonzalo,

215

que aunque a vos no los igualo,

son más mozos para ellas.

La lanza es justo dejalla,

que pareceréis con ella

que os vais arrimando a ella,

220

que no que habéis de quebralla.

No son los consejos malos,

y hallaréis en mí caricias,

que son de amor las primicias

y de mujer los regalos.

225

Y si es, mi señor que os vais,

no sea como soléis,

porque muerta me hallaréis

si como soléis, tornáis.

 

REY

Enjugad los ojos claros,

230

que tendré por mal agüero

ver eclipsado el lucero

del cielo en que he de miraros.

Y si no fuera forzosa

mi ausencia en esta partida,

235

no aventurara mi vida

en guerra dificultosa.

Esa lanza, que es mi arrimo,

arromada en algún pecho,

me será de más provecho,

240

porque es el honor que estimo.

Este es el blasón y armas

de mi justicia y mi ley.

Muchos pueden, pero el Rey

no puede colgar las armas.

245

Bien fuera armar a García,

a Fernando o a Gonzalo,

pero son de más regalo

que yo y vos, señora mía.

Esta vez queden con vos,

250

que aún no me han de acompañar.

 

DON GARCÍA

Dad a vuestra edad lugar

y a vuestra sangre, por Dios,

y no permitáis, señor,

que así en Aragón quedemos.

 

DON FERNANDO

255

Padre, entre tales extremos

venga la fuerza al valor.

Entre García y Gonzalo

la misma suerte me quepa,

porque todo el mundo sepa

260

cuánto estimo este regalo.

Llevadnos, padre, con vos.

 

REY

Hijos, no hay que replicar;

vuestra madre habéis de honrar,

y esto os encargo por Dios.

265

Sed los tres tan obedientes

a su gusto como es justo,

conformando vuestro gusto,

sin ser jamás diferentes.

Sed del alma tan hermanos

270

como en la sangre lo fuistes.

 

DON GONZALO

Teniendo la que nos distes,

son vuestros recelos vanos.

 

REY