Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
El villano en su rincón es un texto teatral del autor Lope de Vega. Narra la historia de un granjero adinerado y contento con su situación en la vida hasta el punto de afirmar que no ha necesitado conocer al rey para ser feliz. Dicho comentario llega a oídos del rey, quien se persona disfrazado en su casa en busca de un préstamo.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 88
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Comedia famosa
Saga
El villano, en su rincónCopyright © 1611, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617443
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen LISARDA, labradora, en hábito de dama, y BELISA, prima suya, y detrás OTÓN, caballero, y FINARDO, amigo suyo, y MARÍN, lacayo.
BELISA ¿Desto gustas?
LISARDA Desto gusto.
BELISA ¡Qué notable inclinación!
OTÓN Casadas pienso que son.
FINARDO No te resulte disgusto,
que en el hábito parecen 5
gente noble y principal.
OTÓN Talle y habla es celestial,
juntos matan y enloquecen;
mas si el ánimo faltara
¿qué ocasión no se perdiera? 10
LISARDA Si bien no me pareciera,
ninguna joya tomara,
que lo mayor para mí
es el buen talle del hombre.
BELISA Por mi fe que es gentilhombre. 15
FINARDO ¿Volverás a hablarla?
OTÓN Sí.
LISARDA ¡Con qué estilo tan galán
tantas joyas me compró!
BELISA Habla bajo, porque yo
pienso, Lisarda, que van 20
siguiendo nuestras pisadas.
LISARDA Eso me ha dado temor.
BELISA Vuelve muy aprisa amor
por las prendas empeñadas.
LISARDA Todo lo que éste me ha dado 25
de opinión he de perder,
si agora viene a saber
la calidad de mi estado;
mas podrelo remediar
con darle una prenda yo 30
que valga más.
BELISA Eso no.
OTÓN Quiero, Finardo, llegar.
A mucha descortesía,
hermosa dama, tendréis,
y apostaré que estaréis 35
descontenta de la mía,
porque sirviéndoos vengo
y que una vez vuelvo hablaros.
LISARDA Yo me holgara de obligaros,
por el peligro que tengo, 40
señor, a que me dejéis
cierto de que en el lugar
donde hoy me vistes llegar
muchas veces me veréis.
Y para satisfación 45
de que no os digo mentira
-porque no sabe quien mira
las más veces la intención-,
esta sortija tomad.
OTÓN Por prenda vuestra la acepto 50
y no seguiros prometo,
si no es con la voluntad.
No os espante el ver que siga,
pues el alma me lleváis,
ni el ver, pues ya me dejáis, 55
que esto tan aprisa os diga,
que sabe el cielo que es fuerza
y que no he podido más.
LISARDA El noble que ama jamás
hizo a lo que quiso fuerza. 60
Esto espero yo de vos,
pues vuestra nobleza es llana,
que aquí me veréis mañana.
Y quedaos con Dios.
OTÓN A Dios.
LISARDA Yo os juro que, si os agrado, 65
que de vos lo voy también,
y que, procediendo bien,
os doy amor por cuidado.
OTÓN Yo no pasaré de aquí,
satisfecho que os veré. 70
LISARDA Pues yo de aquí pasaré,
si vos me obligáis ansí.
OTÓN Digo que vais en buen hora.
LISARDA Satisfecha voy de vos.
OTÓN Id con Dios.
LISARDA Quedad con Dios. 75
(Vanse ellas.)
FINARDO ¿Qué tenemos?
OTÓN Que es señora
de gran calidad, sin duda.
FINARDO Lindamente os ha engañado.
OTÓN Yo me doy por bien pagado
con que eternamente acuda 80
donde dice que vendrá.
FINARDO ¿Qué te parece, Marín,
deste tu señor?
MARÍN Que en fin
tras sus antojos se va.
¿Qué bestia le hubiera dado 85
tantas joyas a mujer
sin coche, silla o traer
sólo un escudero al lado?
OTÓN No la pensaba seguir...
La palabra me tomó... 90
Pero perdone, que yo
os tengo de ver mentir,
y me habéis de confesar,
que soy más cuerdo, aunque poco.
Parte por gusto de un loco, 95
Marín, hasta verla entrar
en la casa donde vive.
¿Qué miras? Vela siguiendo.
MARÍN Voy tras ella, porque entiendo
que ya Finardo apercibe 100
la vaya que te ha de dar.
OTÓN No hará, por vida de Otón,
que yo sé que es ocasión
para podella envidiar.
FINARDO Fingís estar engañado 105
porque no os tenga por necio.
OTÓN Para mí no tiene precio,
Finardo, un término honrado.
FINARDO ¿Término honrado es tomar
más de trecientos escudos 110
de joyas de oro?
OTÓN A los mudos
haréis, porfiando, hablar.
No os lo pensaba decir.
¿Conocéis piedras?
FINARDO Muy bien.
OTÓN ¿Puede ser que a un hombre den 115
la que puede competir
con una estrella del cielo?
Mujer es de poco honor.
FINARDO Ésta tiene gran valor.
OTÓN Que son señoras recelo. 120
FINARDO Piedra es ésta que me admira.
OTÓN Es un gentil dïamante.
FINARDO Pero la luz no os espante,
porque mil veces se mira
tan bien labrado un cristal, 125
que aun engaña a quien lo entiende.
OTÓN Ya vuestro temor me ofende:
todo lo juzgáis a mal.
FINARDO Hay seis o siete maneras
de mujeres pescadoras 130
que andan, Otón, a estas horas
por estas verdes riberas.
Una sale con rigor
que no se ha de destapar,
porque, en viéndola, no hay dar 135
una blanca de valor.
Ésta, fïada en el pico,
dos melindres y un enfado,
y algo de un ojo rasgado
que encubre nariz y hocico, 140
pesca de sólo su anzuelo
camarones, pececillos,
guantes, tocas y abanillos
del boquirrubio mozuelo.
Otra sale con su manto 145
como barba hasta la cinta,
que por lo casto se pinta
de lo que aborrece tanto.
Pesca un barbo boquiabierto,
destos que andan a casarse, 150
que piensan que han de toparse
con un tesoro encubierto.
Lleva arracadas y cruces.
Otra sale a lo bizarro,
tercia el manto con desgarro 155
y anda el rostro entre dos luces.
Ésta viene más fïada
en la cara bien compuesta,
descubierta a la respuesta,
y, cuando pide, tapada, 160
pesca un delfín a caballo,
que se apea a no lo ser.
Cuerdo digo al mercader
que sabe bien castigallo,
y quédalo por la pena. 165
Otra veréis cuyo fin
es dar un nuevo chapín
que aquella mañana estrena.
Acuden a la virilla
de plata resplandeciente 170
mil peces de toda gente.
Ella salta, danza y brilla;
pesca medias y otras cosas;
dice que vive, a diez hombres,
en calles de treinta nombres. 175
Otras hay más cautelosas,
destas de coche prestado:
pescan un señor seguro,
llevan diamante, oro puro,
que se cobra ejecutado. 180
Hay a la noche bujías,
pastilla, esclavilla y salva;
y vase acostar al alba,
después de seis gracias frías
y un poquito de almohada. 185
Otras hay que andan al vuelo:
no ponen cebo al anzuelo
ni van reparando en nada,
porque son red barredera
de los altos y los bajos. 190
Éstas pescan renacuajos,
mariscando la ribera,
porque llevan avellanas,
duraznos, melocotones,
huevos, sardinas, melones, 195
besugos, peras, manzanas
y zarandajas ansí.
Déstas ya habréis escogido
lo que vuestra dama ha sido,
que yo lo sé para mí. 200
OTÓN Paréceme discreción
de apretante cortesano.
¡Qué enfadoso estáis!
FINARDO Es llano,
diciéndoos verdad, Otón.
(Sale MARÍN.)
MARÍN ¡Ea! ¡Albricias!
OTÓN ¿Cómo ansí? 205
MARÍN ¡Linda cosa!
OTÓN ¿De qué modo?
MARÍN ¡Oh, bien empleado todo
cuanto se lleva de aquí!
OTÓN ¿Es acaso gran señora?
MARÍN No, pero muy gran bellaca, 210
pues con invenciones saca.
Y se va riyendo agora.
FINARDO «Riyendo se va un arroyo,
sus guijas parecen dientes».
OTÓN ¿Hacéis burla?
FINARDO No le cuentes 215
si era fregona de poyo
o damisela de aquellas
de guadamecí en invierno,
sino ríñele lo tierno
con que se muere por ellas 220
y el crédito que les da
a sus vidrios engastados.
MARÍN Pienso dejaros helados
si os lo cuento.
OTÓN Acaba ya.
MARÍN Seguí este diablo o mujer 225
casi hasta el fin de París,
que pensé que a San Dionís
iba, por dicha, a comer.
Llegó la tal a un mesón,
entró en él y a un aposento 230
se fue derecha al momento...
Forjo una linda invención
y entro al descuido a saber
de cierto español correo.
Miro al aposento y veo 235
desnudarse la mujer
y vestirse poco a poco
de labradora y, después,
salir con ella otros tres.
FINARDO ¡Para engañar a otro loco! 240
MARÍN No, por Dios; mas un villano
un carro sacó al instante;
ella, poniendo delante
del rostro con blanca mano
un velo sutil, subió 245
y, en una alfombra sentada,
la primavera esmaltada
por abril me pareció.
Bien puede ser que si vieras
en el traje la mujer 250
que tuvieras más que hacer
porque hasta el lugar te fueras.
Iba un villanillo a pie
y preguntele quién era,
y dijo desta manera: 255
«¿Que lo pregunta? ¿Él no ve
que es hija de mi señor,
Juan Labrador?» «Es gallarda»,
dije. «¿Dónde vive? Aguarda».
Y respondiome: «En Belflor, 260
ese lugar del camino
del bosque en que caza el Rey».
FINARDO Villana es a toda ley,
que en traje de dama vino
a burlar en la ciudad 265
un moscatel como vos.
OTÓN ¿Juan Labrador?
MARÍN Sí, por Dios.
OTÓN ¡Qué extraña temeridad!
Pues ¿cómo una labradora
este diamante me dio? 270
FINARDO Porque, si es vidrio, os burló.
OTÓN Eso sabremos agora.
Camina a la platería.
Sea dama o labradora,
no es tan hermosa la aurora 275
cuando abre la puerta al día.
FINARDO ¿Que es tan hermosa, Marín?
MARÍN No hay cosa que más lo sea.
Haz cuenta que en una aldea
se ha humanado un serafín. 280
(Vanse. Salen JUAN LABRADOR, villanoviejo, FILETO, BRUNO y SALVANO, labradores.)
JUAN Creo que os he de reñir
con las hoces en las manos.
Salid acá, cortesanos.
FILETO ¿Ya escopienzas a reñir?
Pero donaire has tenido, 285
pues cortesanos nos llamas
pensando que nos infamas
con ese honrado apellido.
JUAN Fileto, el nombre villano,
del que en la villa vivía 290
se dijo, cual se diría
de la corte el cortesano.
El cortesano recibe
por afrenta aqueste nombre,
siendo villano aquel hombre 295
bueno, que en la villa vive.
Yo, pues nos llama villanos
el cortesano a nosotros,
también os llamo a vosotros,
por afrenta, cortesanos. 300
FILETO Señor, ha dicho muy bien.
JUAN ¡Ea, pues, alto, al trabajo,
y pues yo mi cuello abajo,
bájenle todos también!
¿Cuántos salieron a arar? 305
SALVANO Veinte mozos, diez con bueyes
y diez con mulas.
JUAN ¿Qué reyes
no me pueden envidiar?
Ve tú, Salvano, a la viña
de la ermita con tu carro. 310
SALVANO Como ha llovido y es barro
lo más de aquella campiña,
otra mula llevaré.
JUAN Lleva cuatro, Dios loado,