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La bella malmaridada es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso articulado en torno a la idea de adulterio y de perdón cristiano.
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Seitenzahl: 82
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Comedia famosa
Saga
La bella malmaridadaCopyright © 1610, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617726
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
-fol. 229r-
Salen TEODORO y LEONARDO, solos.
TEODORO Amor loco, amor loco,
yo por vós, y vós por otro.
LEONARDO Algo vienes divertido.
TEODORO Bien dijo Montemayor
esta canción.
LEONARDO Galaor 5
se te ha en el alma infundido;
ya quieres, y ya no quiero.
TEODORO De tanto buscar placer
casi he venido a tener
el amor de las mujeres. 10
LEONARDO Los que en Dios ponen su amor,
dioses la escritura llama,
-fol. 229v-
y al que los pecados ama,
llama el mundo pecador.
Y así he venido a entender, 15
aunque esto te cause espanto,
que el que a mujer ama tanto,
por fuerza ha de ser mujer.
TEODORO Cuando te vi comenzar
por eso de la escritura, 20
creí de tu compostura
que querías predicar.
¿Mas dónde hallaste camino
tan satírico y villano,
que para llamarme humano 25
comiences por lo divino?
Mas volviendo a tu argumento,
de que el amante es lo mismo
que amar, a tu silogismo
responderé, estame atento. 30
LEONARDO ¿Para qué es el atención?
TEODORO Para...
LEONARDO ¿Qué quiés responder?,
¿piensas que podrás poner
tus locuras en razón?
TEODORO Si yo quiero a cuantas veo, 35
¿cómo seré una mujer,
si el transformarse ha de ser
un cuerpo, un alma, un deseo?
Con tan varios pareceres,
¿una sola podré ser? 40
LEONARDO No serás una mujer,
sino infinitas mujeres.
TEODORO Agora a lo cierto acudes,
y si cual lo dices soy,
en mí tendré juntos hoy 45
los vicios y las virtudes.
Daré mil glorias y penas,
pondré al bien y al mal las alas,
seré muchas cosas malas
y seré infinitas buenas 50
Seré gloria y paraíso;
seré gloria, seré infierno;
llanto con tormento eterno,
seré discreción y aviso.
Y entre Júpiter y Juno 55
también podré ser juez,
que compitiendo una vez
no hallaron juez ninguno.
LEONARDO ¿Y sobre qué vino a ser?
TEODORO Sobre cuál era más casto; 60
y para juez yo basto,
que al fin soy hombre y mujer.
Mas todo aquesto atribuyo
a que no hay hombre tan bueno
que no vea el daño ajeno 65
y no reconozca el suyo.
¿Que puedes decirme a mí,
que en ti no se pueda hallar?
LEONARDO ¡Ya me querrás achacar
que soy casado!
TEODORO Es así. 70
Y pues con una doncella
te casaste, a quien la fama
en todo Madrid la llama,
por excelencia, la bella,
y con ser en tanto estremo, 75
buscas algún pan prestado;
¿yo, que no he sido casado,
por qué tus sermones temo?
¿qué puede un mozo temer,
querido en Madrid de todos, 80
que digas tú por mil modos
que ando tras una mujer?
-fol. 230r-
Vuelve la tuya cansada
de lo [que] sufriendo está,
que hay mil que la llaman ya 85
la bella malmaridada.
¿Por qué has de andar desvelado,
inquietando tus amigos,
que dicen falsos testigos
que vives ya mal casado? 90
Teniendo mujer hermosa,
andarte tú libre así
deja entenderse de ti
que ha de andar ella celosa.
Da gracias, Leonardo, al cielo 95
que fue Lisbella la que es,
que puede estar a sus pies
toda la envidia del suelo;
que si no, tu andar al torno
harta ocasión le había dado 100
para haberte levantado
hasta el mismo Capricornio.
LEONARDO Teodoro, no la amistad
te haga descomedido,
que lo que callado ha sido 105
no busca tu enemistad.
El amistad es de iguales,
y si va a decir verdad,
siempre la desigualdad
hace cosas desiguales. 110
Deja estar a mi mujer,
que el que es hombre y es casado,
antes desto está obligado
a saber lo que ha de hacer.
Y no te pido consejo 115
para que me le des tanto,
ni eres agora tan santo
ni en tus consejos tan viejo
TEODORO Jamás yo llegué a entender
que tú me dijeras esto. 120
LEONARDO ¡Qué prolijo y qué molesto!
¡Qué necio y qué bachiller!
TEODORO Quien estando con su amigo,
dice aquesto en su presencia
es bien claro que en su ausencia 125
se dará por su enemigo.
Quédate Leonardo, a Dios,
y no esperes verme más.
LEONARDO Vuelve Teodoro; ¿do vas?,
¿pues siendo un alma los dos, 130
pues así te piensas ir
y dejar muerto un amigo?
TEODORO Dísteme mucho castigo.
LEONARDO Sabes que te he de servir.
De otras podemos tratar, 135
que hay en Madrid como un oro,
pero la propia, Teodoro,
esa estese en un altar.
TEODORO ¿La bella fue a ofender
a tu mujer?
LEONARDO Al marido, 140
siempre sospechoso ha sido
alabarle a su mujer.
Y aun mira que más te digo:
si eres de hacello capaz,
que aun a meterlos en paz 145
no ha de acudir el amigo.
TEODORO Escríbeme un arancel
de aquello que está obligado,
con el amigo casado,
el que anduviere con él. 150
LEONARDO El discreto ya lo sabe,
mas yo te le escribiré.
TEODORO Pues, ¡sus!, yo le estudiaré.
-fol. 230v-
LEONARDO Deja, Teodoro, lo grave
y vamos a lo burlesco. 155
TEODORO Hasme enseñado a callar
y no he de saber hablar.
LEONARDO Aquí corre lindo fresco,
y vendrán mil a escuchar
los músicos de su alteza. 160
TEODORO ¿Pues cómo en esta aspereza
pueden sentarse y cantar?
LEONARDO Las espaldas de palacio
sobre aqueste parque dan,
y aquí sentados están, 165
cantando y tomando espacio;
y muchos vendrán también
que a cantar suelen venir,
mas es cosa de reír
que no cantarán tan bien, 170
que es un milagro, Teodoro,
ver su concierto estremado,
parecen copia y traslado
del alto y supremo coro.
Cantan y dan dulce guerra, 175
llevando el cielo en compás
a los tonos de Juan Blas,
que es un ángel en la tierra.
TEODORO Con eso habrá ya cesado,
como otras veces solía, 180
la más gente que acudía
a la frescura del prado.
¿Y que aquí su alteza escucha?
LEONARDO Dios le guarde, que ha de ser
tan gran rey que ha de exceder 185
esta grandeza, aunque es mucha.
Ha de hacer temblar el suelo,
ya en la paz, y ya en la guerra.
TEODORO Tal padre tiene en la tierra,
y tal abuelo en el cielo. 190
(Cantan dentro, en cuya ribera Albano.)
¿Cantan?
LEONARDO Las voces conozco.
TEODORO ¿Quién son en esta ocasión?
LEONARDO Son de un conde Scipión,
la tercera desconozco.
TEODORO ¿Es deudo del otro a caso? 195
LEONARDO Todo, Teodor, puede ser.
(Salen los músicos y el CONDE SCIPIÓN.)
CONDE Decir podéis la de ayer.
MÚSICO ¿Cuál fue?
CONDE La de Garci Laso,
que tiene ingenio divino.
MÚSICO Es vieja ya, y está impresa. 200
CONDE ¿De que está impresa te pesa?
Lo más viejo es lo más fino.
¿Quién en ingenio le iguala?
MÚSICO Un Lupercio aragonés,
y un Camoes portugués1 . 205
CONDE Templa.
MÚSICO ¡Qué prima!
CONDE No es mala.
(Sale LISBELLA con manto.)
TEODORO Una mujer ha venido.
LISBELLA ¡Ayudadme, santos cielos,
que vienen a ver mis celos
los pasos de mi marido! 210
¡Cubridme con una nube,
que encubra mi atrevimiento,
pues fue el primer movimiento
-fol. 231r-
que en toda mi vida tuve!
TEODORO Quiérome llegar a ella, 215
que parece de buen talle
que pasealla por la calle.
LEONARDO Para ti bastaba vella.
TEODORO Sin duda dicen por mí
lo del asno con la toca; 220
toda mujer me provoca,
lo que no quise, no vi;
tantas quiero cuantas veo;
en mi vida tuve envidia,
sino al Turco.
LEONARDO ¿No fastidia 225
ese enfado a tu deseo?
TEODORO Qué necedades arrojas,
pues sabes que tu mujer
todas mueren por la ver,
y tú de verla te enojas. 230
LEONARDO ¿Ya no te tengo rogado
que dejes a mi mujer?
TEODORO Arancel he menester,
o no ver hombre casado.
Vive Dios por no escucharte 235
que he de sentarme a este lado,
el achaque es estremado.
LEONARDO Yo me siento a estotra parte.
(Siéntanse ambos a los dos lados de LISBELLA.)
CONDE Vive Dios que se asentaron
y que lo quería yo hacer. 240
Cogido me han la mujer.
MÚSICO La bendición te ganaron.
LISBELLA Este falso es mi marido.
¡En qué pasos mi honor mete!
Y el otro el falso alcahuete 245
con quien anda destraído
TEODORO Yo, señora, soy un hombre
moreno y desenfadado,
Teodoro, en Madrid, llamado
y Galaor, por mal nombre. 250
Yo no sé de amancebarme:
donde yo entro, entren todos;
procuren por varios modos
lo que tuviere quitarme.
No doy pesadumbre en nada, 255
ni por fuerza la tomé,
porque dos cosas juré
cuando me ceñí la espada;
son, si acaso las codicia
vuestro deseo saber: 260
no reñir sobre mujer,
ni acuchillar la justicia.
Soy pícaro y retozón,
soy mancebo y soy bellaco,
y si me enojan, me aplaco 265
con cualquier satisfación.
No hice verso en mi vida,
no dije mal de mujer;
sólo aquesto de querer
de veras nadie lo pida. 270
Y aunque fortuna me dio
méritos tan desiguales,
¡vive Dios, que mis cien reales
nadie los da como yo!
LISBELLA ¡Bien os habéis retratado! 275
TEODORO Mirándome en vuestro espejo,
y lo que me falta dejo
a vuestro ingenio estremado.
LISBELLA Grandes cosas os promete
-fol. 231v-
vuestro modo de vivir, 280
porque dejáis de decir
que sois.
TEODORO Decidlo.
LISBELLA Alcahuete.