La boba para los otros y discreta para sí - Lope de Vega - E-Book

La boba para los otros y discreta para sí E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

La boba para los otros y la discreta para sí es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a una serie de enredos contados en tono desenfadado, en este caso en torno a la joven Diana, quien descubre que es hija del Duque de Urbino, en Italia. Diana tendrá que poner en práctica todo su ingenio para reclamar su derecho de nacimiento frente a su pérfida prima Teodora.

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Seitenzahl: 81

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

La boba para los otros y discreta para sí

 

Saga

La boba para los otros y discreta para síCopyright © 1635, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617733

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

Diana Alejandro Julio Camilo Fabio Liseno Marcelo Teodora Laura Fenisa Albano Criados Riselo

Acto I

JORNADA PRIMERA

Sale Diana, de labradora

DIANA

Pues, ¿tú de amores conmigo,

ignorante labrador?

Dirás (que yo no lo digo)

que el amor, en cuanto amor,

5

nunca mereció castigo.

No porque es mi rustiqueza

tanta, que ignore el grosero

estilo de mi rudeza,

que amor fue el hijo primero

10

que tuvo naturaleza.

De este amor han procedido,

cuantos son, cuantos han sido;

pero no me persüado,

a tenerle en bajo estado

15

a ningún hombre nacido.

Aquí, de estas peñas vivas

quisiera romper las hiedras,

no porque trepan altivas;

mas porque abrazan sus piedras

20

amorosas y lascivas.

Y aquí, con violentos brazos,

los enredos de estas parras

los embustes de sus lazos,

que, de pámpanos bizarras,

25

dan a los olmos abrazos.

Si de celos o de antojos

canta a la primera luz

algún ave sus enojos,

quisiera ser arcabuz

30

y matalla con los ojos.

Y tú, grosero villano,

vienes a decir amores

a quien, por el aire vano,

un nido de ruiseñores

35

derribó con diestra mano.

Tú, ni el de más brío, y talle,

no me hableis, que si en el valle

donde más lejos se esconde,

solo el eco me responde,

40

le suelo decir que calle.

No os fiéis en que esta aldea

me dio padre labrador,

que el alma que se pasea

por mi pecho, y el valor

45

me dice que no lo crea.

Tengo tan altos intentos

que, si pudieran con arte

subir trepando elementos,

pasaran de la otra parte

50

del cielo mis pensamientos.

¿Es posible que yo fui

parto de un monte y nací

de un rudo y tosco villano?

¿Un alma tan grande en vano

55

deposita el cielo en mí?

Son tales mis presunciones

y discursos naturales,

que en todas las ocasiones

aborrezco mis iguales

60

y aspiro a ilustres acciones.

Ayer (aunque no es fiel

intérprete la osadía)

tuve un sueño, y vi que en él

un águila me ponía

65

sobre la frente un laurel.

Con esto, tan vana estoy,

que pienso, por más que voy

reprendiendo mi bajeza,

que se erró naturaleza

70

o soy más de lo que soy.

Aires, corred más a prisa,

no bulliciosos peinéis

la hierba que el alba pisa;

fuentes, no me murmuréis;

75

tened un poco la risa.

Y si un alto pensamiento

en bajo sujeto os calma,

parad con advertimiento,

que son narcisos del alma

80

los locos de entendimiento.

Porque si posible fuera

que el autor del cielo diera

al entendimiento cara,

loca de verla quedara,

85

si en vuestro cristal la viera.

 

Sale Fabio

FABIO

Por las señas que me ha dado

un villano en esta aldea,

que la vio bajar al prado,

no es posible que otra sea.

 

DIANA

90

¿Qué buscáis con tal cuidado?

 

FABIO

Busco una bella aldeana,

que se ha de llamar Diana,

aunque es de almas cazadora,

desde que salió el aurora

95

a producir la mañana.

¿Sois vos acaso?

 

DIANA

Yo soy.

 

FABIO

¿Cierto?

 

DIANA

Y muy cierto.

 

FABIO

La mano

me dad.

 

DIANA

Los brazos os doy.

 

FABIO

En vuestro semblante humano

100

mirando mi dueño estoy.

 

DIANA

Sosegaos.

 

FABIO

Estoy sin mí

desde el instante que os vi.

 

DIANA

¿Pues qué queréis?

 

FABIO

Que me oigáis,

sin que un acento perdáis

105

de cuanto os dijere aquí.

Ilustrísima Diana,

hasta ahora, de estas selvas

humilde honor, aunque grave,

como está el oro en la tierra:

110

Octavio, duque de Urbino,

señor, como sabes, de esta,

por falta de sucesión,

trujo, de su hermano César,

a su sobrina Teodora,

115

hermosa como discreta,

a su Estado y a su casa,

(Estadme, por Dios, atenta,

que no entender los principios

hace obscuras las materias).

120

Siempre se pensó en Urbino,

que fuera Teodora bella

su heredera (claro estaba),

pues le tocaba tan cerca.

Así Teodora vivía,

125

y de estos estados era

señora, y espejo al duque:

se estaba mirando en ella.

Servíanla pretendientes,

príncipes, Parma, y Plasencia,

130

Ferrara, Mantua y Milán;

pero con menores fuerzas

y mayores esperanzas

(como quien sirve en presencia),

dos caballeros de Urbino:

135

Julio y Camilo, a quien ella

cortésmente entretenía,

con inclinación secreta:

a Julio; o por más galán,

o por más conforme estrella.

140

En estos medios, Diana,

la inexorable tijera

de la Parca cortó el hilo

al duque, en años cincuenta.

Lo que la muerte descubre,

145

lo que muda, lo que trueca

en cualquier Estado o casa,

bien lo muestra la experiencia.

Así fue en esta ocasión;

que en su testamento deja

150

declarado el duque Octavio,

que tiene en aquesta aldea

una hija natural,

que nombra por heredera.

Abriéndose el testamento,

155

Teodora sin alma queda;

Julio, sin vida, y Camilo,

con esperanza más cierta,

que será señor de Urbino,

si viene por quien le hereda,

160

pues Teodora no le amaba,

y aunque recatadas muestras

al fin, le amaba, que Julio

estaba más en su idea.

Con esto, hermosa Diana,

165

toda la corte se altera,

y en dos bandos se divide

con tal porfía, que llegan

a escribir leyes las armas,

y hacer derecho la fuerza.

170

Pero entrando de por medio

las canas de la nobleza,

vencen la furia a Teodora

y la juventud se sosiegan.

La legítima señora

175

buscar, alegres decretan,

y dan el cargo a Camilo,

que ya se llama, o lo sueña,

duque de Urbino contigo;

porque hasta esperar sentencia

180

de algunas dificultades,

quiere Julio que pretenda

su Teodora, aunque entre tanto,

Diana, a la corte vengas.

Yo, que en servicio del duque,

185

con poca nobleza y renta,

nací en humilde fortuna,

tanto, que me ha sido fuerza

valerme del buen humor,

para los señores, puerta;

190

aunque no falto, Diana,

de alguna virtud y letras,

respetando aquella sangre,

que del duque muerto heredas,

vine, no a pedirte albricias

195

del parabién de que seas

duquesa de Urbino, cuando

eco de estos montes eras,

sino para que el peligro

a que te llevan, adviertas

200

entre tantos enemigos,

sin que nadie te defienda.

Porque Camilo no es justo

que tu persona merezca,

donde príncipes tan grandes

205

estos Estados desean.

Teodora y Julio, ¿quién duda

que, al paso que te aborrezcan,

han de pretender tu fin

con injustas diligencias?

210

Mira el peligro en que estás

y si es menester que tengas

en tantas dificultades

entendimiento y prudencia.

Perdóname que te diga

215

que examinarte quisiera,

puesto que el buen natural

tales imposibles venza.

Pero ya con los caballos

el estruendo de las selvas

220

me avisó que, los que vienen

en tropa, a buscarte llegan.

No me puedo detener,

que no quiero que me vean

por ver si puedo después

225

servirte allá sin sospecha.

Dios te libre de traidores;

tu justicia favorezca,

tu buena dicha asegure

y tu inocencia defienda.

 

Vase. Salen Camilo y acompañamiento, Riselo, villano, y Liseno, criado.

RISELO

230

Esta, señores, es la que buscando

venís por este monte, hija de Alcino,

de esta aldea vecino,

que ahora está en los montes repastando.

 

DIANA

(Aparte)

(¡Oh, ingenio, aquí me ayuda!

235

Fingirme quiero simplememente ruda;

que es el mejor camino a un grande intento.)

 

CAMILO

Caballeros, mirando estoy atento

en esta labradora

lo que pueden la muerte y la fortuna.

 

LISENO

¡Qué sin sospecha alguna,

240

del estado que espera, está suspensa!

 

DIANA

(Aparte)

(Este es Camilo. Atentamente piensa

cómo ha de hablarme, y mi persona mira.

Quiere llegar, y el traje le retira.)

 

CAMILO

¿Qué sirve suspender a lo que vengo,

245

cuando presente, gran señora, os tengo?

Dadme los pies, duquesa generosa,

y tanta novedad no os cause espanto.

 

DIANA

¡No faltaba otra cosa!

¿Son que ellos vengan a burlarse tanto?

250

¿Qué duquesa decís o calabaza?

Si andáis acaso por el monte a caza,

no me tengáis por fiera.

 

CAMILO

(Aparte)

(Pensé que en lo exterior fuera villana,

y que la buena sangre le infundiera

255

un alma, por lo menos, cortesana.)

 

LISENO

¿Si acaso no es Diana?

 

CAMILO

¿Es Diana, pastor?

 

RISELO

En esta aldea

no hay otra que de aqueste nombre sea,

ni, como preguntáis, hija de Alcino.

 

CAMILO

260

¿Que esta ha de ser de Urbino

duquesa?

 

RISELO

¿No os agrada?

 

CAMILO

¿Cómo me ha de agradar?

 

RISELO

¿Pues qué os enfada?

 

CAMILO

El semblante risueño y los efetos,

que no son tan discretos

265

como su nacimiento prometía.

 

RISELO

¡Qué mal la conocéis! Porque podría

venderos más retórica, si hablase,

que cuantos la profesan en Bolonia.

 

CAMILO

Señora, el duque es muerto.

 

DIANA

270

¿Pues qué se me da a mí? Pero, si es cierto,

enterradle, señores,

que yo no soy el cura.

 

CAMILO

Mirad que es vuestro padre.

 

DIANA

¡Qué locura,

siendo Alcino mi padre!

 

CAMILO

(Aparte)

(Los temores

275

que tuve de su poco entendimiento

no me salieron vanos.)

 

LISENO

¿Qué te espanta,

si se ha criado en rustiqueza tanta?

 

CAMILO

También fuera milagro que no fuera,

criada en estos montes como fiera,

280

de esta ruda aspereza;