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La campana de Aragón es un texto teatral de corte histórico del autor Lope de Vega. Se articula en torno al hecho histórico del asesinato de doce nobles aragoneses en la ciudad de Huesca a manos del Rey Ramiro II el Monje, por haberse opuesto a su voluntad.
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Seitenzahl: 105
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
La campana de AragónCopyright © 1623, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617757
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
A DON FERNANDO DE VALLEJO
COLEGIAL DEL COLEGIO MAYOR DE SAN BARTOLOMÉ, Y HIJO DEL SEÑOR GASPAR DE VALLEJO, CABALLERO DEL HÁBITO DE SANTIAGO, DEL CONSEJO SUPREMO DE SU MAJESTAD
La fuerza de las historias representadas es tanto mayor que leída, cuanta diferencia se advierte de la verdad a la pintura y del original al retrato, porque en un cuadro están las figuras mudas y en una sola acción las personas, y en la comedia hablando y discurriendo, y en diversos afectos por instantes, cuales son los sucesos, guerras, paces, consejos, diferentes estados de la fortuna, mudanzas, prosperidades, declinaciones de reinos y periodos de imperios y monarquías grandes. De la historia dijo Cicerón que no saber lo que antes de nosotros había pasado era ser siempre niños. Conocida es su utilidad, tan encarecida de tantos, pero entre todos me agradan aquellas palabras verdaderamente sabias en la prefación de Jovio al príncipe de la república de Florencia: Después que en esta vida, la cual está dispuesta a la generación humana con inciertos y estrechos términos de edad breve, ninguna cosa puede ser más feliz que el haber extendido la fama de su nombre con memorias inmortales de ánimo invicto y cierta esperanza de eternas alabanzas de sus hechos. Pues con esto, nadie podrá negar que las famosas hazañas o sentencias, referidas al vivo con sus personas, no sean de grande efecto para renovar la fama desde los teatros a las memorias de las gentes, donde los libros lo hacen con menos fuerza y más dificultad y espacio. La materia de esta historia no ofendiera a Dionisio Halicarnaseo, donde se queja de Anaxilao y Teopompo que no la eligieron a propósito del ejemplo, dando a entender que cada uno en lo que escribe retrata su inclinación y su ánimo, La obediencia y veneración del rey muestra con sangriento castigo la presente historia: cuánto bien resulta amarle y servirle, y cuánto mal de resistirle y desobedecerle, a cuyo propósito Jenofonte dijo que todo el bien que tenía su república se debía a la obediencia de su príncipe. Y divinamente, san Bernardo, que era la obediencia amiga de la salud, pues que vemos que en ella consiste la felicidad de los grandes y la quietud y vida de los pequeños. Dio causa la inobediencia al rey de Aragón para tan vivo ejemplo, y el consejo a la ejecución de tan noble castigo. De donde se colige cuánto importa a la vida y conservación del príncipe el prudente ministro y consejero. Bien pudiera yo con atrevida pluma retratarle del señor Gaspar de Vallejo, padre de V. m., delineando con vivos colores qué virtudes, qué letras, qué costumbres, qué noblezas le convienen, pero como no fuera castigada mi culpa, aunque mi amor la abone, en atrevimiento tan ajeno de mis fuerzas, cuando ajustado a la verdad que a tales méritos se debe, pues como mi voluntad no puede ser a todos manifiesta, habrá de ser tenida por error mi obligación, y por ignorancia mi buen deseo. Pero podré decir con Propercio: Quod si deficiant vires, audacia certe laus erit; in magnis, et voluisse sat est. Pero antes que me pongan por objeción que ya está hecho el retrato, y del mayor artífice, ese mismo ofrezco en V. m. a la censura del mundo, donde no habrá lince tan sutil, que descubra en sus virtudes, en su excelente ingenio, en sus letras y discretas costumbres, de diferencia un átomo, que puesto que parezca por tan tiernos años principio solo, ya sabe V. m. de la primera ley de Orig. Jur. que principium cuiusque rei potentisima pars est. Platón la llamó
grande, y como Aristóteles tuvo por imposible que sin él ninguna cosa pudiera serlo, la expectación es justa, el principio heroico. Y como dijo un poeta español: Antes que mire al occidente Febo, ya se previene la dorada aurora. Dios guarde a V. m., como deseo. Su capellán, Lope de Vega.
Enpiézase la comedia con ruido de cajas y batalla, moros que salen huyendo y cristianos tras ellos, y descúbrese Santiago a caballo, armado, en lo alto, y moros heridos a los pies. Sale el rey DON PEDRO, mirando a Santiago, y DON ALFONSO y FORTUNIO,
REY
Hincad la rodilla en tierra.
ALFONSO
No es, rey Pedro, del suelo
quien tanto valor encierra.
REY
¡Oh, caballero del cielo,
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vencedor de aquesta guerra!,
solo a Dios se debe honor,
y a ti luego.
ALFONSO
¡Extraña luz!
REY
¿Quién sois? ¿No me habláis, señor?
ALFONSO
No me dejaba ver la luz
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su divino resplandor.
Es Jorge, si no estoy ciego.
Cúbrese la apariencia.
FORTUNIO
Desapareciose luego
que le nombraste. ¿Si es él?
REY
¡Notable estrago!
ALFONSO
¡Cruel!
REY
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Tal espada trae.
FORTUNIO
De fuego.
REY
A Dios se debe la gloria,
y a Jorge, de esta victoria,
y entre nosotros es llana
de don Fortunio Lizana
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la hazaña digna de historia.
De grande importancia ha sido,
fuera de que al cielo pides
el socorro que has traído.
Para ser igual Alcides
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solo le falta el vestido.
Causaron grandes desmayos
estos trescientos lacayos
con las mazas que traían,
que en los moros discurrían
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como por el viento rayos.
Quebraban piernas y brazos,
máquinas, caballos y hombres
iban haciendo pedazos.
ALFONSO
Bien es que tuyo le nombres.
REY
35
Hoy merece mis abrazos.
[FORTUNIO de rodillas.]
FORTUNIO
En el suelo estoy, señor,
y tu perdón esperando.
REY
En mi pecho estás mejor,
donde hoy te he visto animando
40
con el tuyo mi valor.
Y he de haberte desterrado,
Fortunio, estoy enojado
con mi esquiva condición.
FORTUNIO
Juntos en esta ocasión
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habemos, señor ganado,
tú a Huesca al valiente moro,
y yo tu gracia, tesoro
que ha de enriquecer mi honor,
porque es tu gracia mayor
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que ciudades, plata y oro.
Desterrado me tenías,
en los montes Pirineos
pasando noches y días,
donde a mis buenos deseos
55
tan notable agravio hacías.
Supe que a Huesca asaltabas,
trescientos hombres junté
con esas mazas o clavas,
y de los montes bajé
60
por el peligro en que estabas.
Si merecí tu perdón,
el parabién es razón
de la victoria me den.
REY
Y a mí, Fortunio, también,
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que por vos tengo a Aragón,
y quiero que por memoria
de la maza, que fue traza
para ganar la victoria,
don Fortunio de la Maza
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os llame de hoy más su historia,
que aunque Lizana apellido
de vuestro linaje ha sido,
de este quedáis más honrado,
pues que Maza habéis ganado
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lo que Lizana perdido.
DON NUÑO, en lo alto, poniendo el estandarte del REY en el muro.
NUÑO
¡Huesca, por el rey don Pedro!
¡Huesca, del rey de Aragón!
REY
Ya de tierra y honor medro.
ALFONSO
Voces de don Nuño son,
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bien digno de lauro y cedro.
REY
Fuertemente ha peleado.
FORTUNIO
Es, aunque mozo, soldado
de gran valor.
REY
Yo lo estimo.
¡Oh, cuánto en mirar me animo
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aquel pendón levantado!
Sale DON NUÑO, con su espada y rodela, y dos o tres CRIADOS, que traen cuatro cabezas de moros, con sus coronas.
NUÑO
Ya que Huesca por ti,
Rey famoso aragonés,
que a su mezquita subí,
y aquestas lunas que ves,
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a tus cruces abatí.
Allí, señor, enarbolo
tu estandarte, y queda solo,
dando terror al pagano.
REY
Eres un Marte cristiano,
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famoso de polo a polo.
Son señal de tus proezas
esas cabezas cortadas.
NUÑO
Son, señor, cuatro cabezas
que se hallaron adornadas
100
de aquellas doradas piezas.
Hazaña ha sido este día
de tu heroica valentía
y de mi fe celebrada,
que los ha muerto tu espada,
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y los degolló la mía.
REY
Famosa victoria ha sido.
Cuatro reyes ha costado
hoy al morisco atrevido.
ALFONSO
Al caballero cruzado,
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hoy te muestra agradecido.
REY
Hoy, Alfonso, quiero dar
armas nuevas a Aragón,
que de la cruz singular
de ese angélico varón
115
quiero mi escudo adornar.
Y en cuatro partes partido
el campo, que blanco sea,
por serlo su arnés lucido,
y porque mejor se vea,
120
de la cruz roja ceñido,
los cuatro cuadros tendrán
aquestas cuatro cabezas.
ALFONSO
Famosas armas serán,
y que ya de tus grandezas
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ilustres indicios dan.
REY
Estas le doy a Aragón,
y a Fortunio la tenencia
de Huesca, si en ocasión
se me ofrece hacer ausencia
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contra el morisco escuadrón.
A Nuño doy del despojo
una parte, y a mi hermano
dos o tres.
ALFONSO
Mucho me enojo.
Bástame el honor que gano,
135
y en premio un bonete rojo.
Todo lo habrás menester.
REY
Desde aquí pienso volver
a San Ponce de Tomaras.
ALFONSO
De Alcides a Huesca amparas.
REY
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A mi hermano quiero ver,
que, como sabéis, está
Ramiro monje en San Ponce.
NUÑO
Ya de par en par te da
Huesca sus puertas de bronce,
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y el moro huyendo se va.
REY
Id, Fortunio, a la montaña,
y vuestra casa traed.
FORTUNIO
Si don Nuño me acompaña.
NUÑO
Recibo en eso merced,
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heroico Roldán de España.
FORTUNIO
Quiéroos regalar, pariente,
en mi casa.
NUÑO
Y yo, serviros.
Salen DON PEDRO DE ATARES, con espada y rodela.
ATARES
¡Oh, famoso Rey! Detente,
que el cielo oyó mis suspiros,
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y llegué salvo a tu gente.
REY
¿Quién es?
ALFONSO
Don Pedro de Atares.
ATARES
Señor, no permita el cielo
que la victoria declares,
cuando estampan en tu suelo
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moros los pies a millares.
REY
¿De dónde?
ATARES
De Zaragoza,
que su rey Albochacén
tus campos tala y destroza.
REY
¿Vienen cristianos?
ATARES
También
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con sueldo cristianos goza.
REY
¿Quién le acompaña?
ATARES
Un García,
del rey de Castilla hermano.
REY
¡Cristiano ayuda este día
a un moro contra un cristiano!
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Vamos, que esta causa es mía.
Póngase en orden mi gente,
victoriosa justamente,
que contra dos moros voy.
FORTUNIO
De cólera ardiendo estoy.
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Sígueme, Nuño valiente.
REY
Id, que para más espanto
las armas te han de pintar.
NUÑO
La cruz roja de aquel santo
puede al mundo hacer temblar,
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si a tu lado la levanto.
ALFONSO
Salgámosles al camino.
REY
¡Oh buen Alfonso, tan digno
de ser mi hermano!
ALFONSO
No quiero
serlo, ni ser caballero,
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viviendo ese moro indigno.
Tú verás lo que se goza
mi espada, en los que destroza
abriendo sangrienta plaza.
FORTUNIO
Aún no han probado maza
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los moros de Zaragoza.
Vanse todos. Y salen LEONARDO, monje, y BENITO y RAMIRO, hermano del rey DON PEDRO y de don ALFONSO, con una escoba en la mano.
LEONARDO
Deje –y llévelo en paciencia–
la escoba, padre y señor,
pena de santa obediencia,
que la igualdad, en rigor,
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siempre admite diferencia.
RAMIRO
Parece riguridad.
Si así me trata, en verdad,
que estorba mi salvación.
LEONARDO
Deo gratias. Bien sé que son
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actos de mucha humildad,
pero en fin puede ocuparse
en obras más meritorias.
RAMIRO
¿Hayla mayor que humillarse?
LEONARDO
Sacras y humanas historias
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pueden por ejemplo darse,
que vil David se llamaba
cuando con Micol hablaba,
que era polvo dijo a Dios,
hablando una vez los dos,
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Abrahán, que humilde estaba;
y Geodón otra vez
su casa llamó pequeña,
siendo del pueblo jüez.
RAMIRO