La carbonera - Lope de Vega - E-Book

La carbonera E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

La carbonera es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.

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Seitenzahl: 77

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

La carbonera

 

Saga

La carboneraCopyright © 1635, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617764

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

EL REY DON PEDRO DON JUAN VELASCO DON FERNANDO LAURENCIO BENITO, villano PARRADO, carbonero DOÑA LEONOR DOÑA INÉS MENGA } FLORA} BRAS }, villanos TELLO, criado

Jornada I

Salen el rey DON PEDRO, DON JUAN, DON FERNANDO y gente.

REY

No me acuerdo en mi vida haber entrado,

ciudad insigne, en ti sin alegría;

hoy solamente has dado

nueva ocasión a la tristeza mía.

5

Tus muros, que juzgaba a los de Tebas,

Sevilla generosa,

con quien la goda antigüedad apru[bas,]

fue primero por Hércules famosa,

era a mi gusto espejo cristalino

10

a las armas del Moro granadino;

ya todo me da pena, pues que vengo

a ver en ti la causa de mi pena.

Una enemiga que en tus muros tengo,

propia en la sangre, y en el odio ajena;

15

una hermana, que dicen que lo es mía,

que yo no conocía,

hija del Rey, mi padre,

oculta por los celos de mi madre;

¡como si no bastaran sus hermanos,

20

que de mi honor pretenden ser tiranos!

Pero yo los pondré presto de suerte,

que asegure mi vida con su muerte.

 

JUAN

Invictísimo Pedro,

que solo del Betis las olivas,

25

pero el más oriental laurel y cedro

quiere la fama heroica que recibas.

Una mujer te aflige y te fatiga;

tu hermana es tu enemiga,

y cuya madre tienes presa agora.

30

¿Qué temes de ella? ¿Qué sospechas tienes,

que con tanto cuidado a verla vienes?

¡Si apenas ha diez días

que supiste, señor, que la tenías!

 

REY

Don Juan, la sierpe de Hércules parece

35

esta doña Leonor que tengo presa;

donde una corto, otra cabeza crece;

comienza Enrique, y el Maestre cesa.

¿No le bastaba a esta mujer tirana

darme estos dos hermanos? Otra hermana,

40

que nunca conocí, sale en Sevilla,

y la vengo a buscar desde Castilla,

porque si esta se casa ocultamente

con algún desleal a mi persona,

¿cómo estará segura mi corona?

45

Tomad este papel, que es la memoria

de la casa y la calle, y con soldados,

más de secreto que de acero armados,

prendedme luego esta bastarda hermana,

que si hoy la prendo, morirá mañana.

50

Esto me da cuidado, esto deseo;

quiero acabar con todos mis contrarios,

pues que ya Enrique con las armas veo,

y buscando los modos necesarios

para quitarme el reino con la vida.

 

FERNANDO

55

Bien es, señor, que tu grandeza impida

del cruel Enrique la esperanza vana;

mas ¿qué temor te puede dar tu hermana?

 

REY

Su muerte, por lo menos, me asegura.

Yo no os pido consejo, don Fernando;

60

aquí no hay más que obedecer callando.

¿Ya no me conocéis? Don Juan, ¿qué aguardas?

 

JUAN

Yo iré por ella, y con leales guardas

la traeré de la suerte que quisieres.

 

REY

Más reinos se han perdido por mujeres

65

que por hombre, don Juan; testigo España,

en cuya sangre el África se baña,

sin que nos den ejemplos Troya y Grecia.

No me replique el que mi gusto precia;

yo sé lo que me importa y me conviene.

70

Quien sangre alguna de esta casa tiene,

no fíe, cuando piense en mi grandeza,

que tiene muy segura la cabeza.

Calle, sufra, obedezca el que desea

vivir en paz, y crea

75

que aunque ha de ser la Majestad amada,

nunca más respetada

que cuando fue temida.

Todo hombre calle, que le va la vida,

porque es la ley más justa de las leyes,

80

callar, servir y obedecer los reyes.

 

Salen DOÑA LEONOR y TELLO.

LEONOR

¿Presa mi madre?

 

TELLO

Esto pasa.

 

LEONOR

¿Qué me queda que esperar?

 

TELLO

Es forzoso imaginar

el peligro de tu casa,

85

porque estando el fundamento

amenazando rüina,

por todas partes se inclina.

 

LEONOR

Ya, Tello, en mis fuerzas siento

que desmaya el edificio.

90

¡Cruel Pedro! ¿Qué haré,

pues de mi muerte se ve

por la de mi madre indicio?

¡Oh! Nunca Pedro supiera

que era yo su hermana.

 

TELLO

Mira,

95

que de su arrogancia e ira

ninguna piedad espera.

Considera que el huir

solo puede remediarte.

 

LEONOR

Huir ¿adónde? ¿A qué parte?

 

TELLO

100

Adonde puedas vivir.

 

LEONOR

En Castilla es imposible.

 

TELLO

Escribe a Enrique, tu hermano.

 

LEONOR

Temo al Rey.

 

TELLO

Y es caso llano,

que es de condición terrible.

 

Sale DOÑA INÉS.

INÉS

105

¡Ay, señora! ¿Cómo estás

con tanto descuido aquí?

 

LEONOR

¿Hay más penas contra mí?

Mas de penas siempre hay más.

 

INÉS

El rey don Pedro ha venido

110

con ánimo de prenderte.

 

LEONOR

¡Ay, Tello, cierta es mi muerte!

¡Oh, nunca hubiera nacido!

Parte a saberlo.

 

TELLO

Ya voy.

Vase.

 

LEONOR

¿Quién te lo dijo?

 

INÉS

Quien ya

115

sabe que en Sevilla está.

 

LEONOR

¿En tanto peligro estoy?

 

Sale TELLO.

TELLO

Ya es imposible salir;

cercada está de soldados

la puerta.

 

LEONOR

¿Tantos cuidados

120

le ha dado el verme vivir?

 

Sale DON JUAN.

JUAN

Sosiéguese Vuestra Alteza.

 

LEONOR

Mal me podré sosegar,

si venía para llevar

a mi hermano mi cabeza.

125

Bien me dijo mi tristeza,

desde que hoy me levanté,

lo que tan cierto se ve.

¿Venís a matarme?

 

JUAN

No.

 

LEONOR

¿Y a prenderme?

 

JUAN

Sí.

 

LEONOR

¡Que yo

130

tanto cuidado dé!

 

JUAN

Prisión es; tened paciencia.

 

LEONOR

Ya os creo por consolarme,

aunque vos, para matarme,

tenéis muy buena presencia.

 

JUAN

135

Puesto habéis en contingencia

mi obediencia, aunque segura

con vuestra rara hermosura,

porque es en vos de manera,

que volverá blanda cera

140

hasta la piedra más dura.

Creedme. Si la crueldad

del Rey a la ejecución

viniera de esta prisión,

le convirtiera en piedad.

145

Aquí solos nos dejad,

y no digáis que la hallé.

Vanse.

Desdicha notable fue

haber venido a prenderos,

pues no sé, después de veros,

150

quién más de los dos lo esté.

Creedme, que si supiera

que de esta suerte os hallara,

que con el rey me excusara

cuanto posible me fuera.

155

Con vuestra prisión me espera;

ya conocéis su rigor.

Temo que os mate, Leonor,

porque en condición tan dura,

ni halla puerta la hermosura,

160

ni tiene entrada el amor.

 

LEONOR

Para mayor desconsuelo,

puesto que en parte la abona,

vuestra gallarda persona

envía el Rey, aunque el cielo

165

debe de ser, si del celo

que de mi quietud mostráis,

mi remedio ejecutáis

en cambio de mi prisión,

porque no será razón

170

que me alabéis y prendáis.

No hay cosa que venga a ser

para todo entendimiento

de más aborrecimiento,

que aquel que viene a prender,

175

que puesto que viene a hacer

no más de la ejecución,

como el miedo y confusión

solo en la vista repara,

no sé qué tiene la vara,

180

que causa poca afición.

Y pues vos la habéis tenido

al tiempo que me prendéis,

valor singular tenéis,

que este imposible ha vencido.

185

Y creedme que habéis sido,

y no presumáis, por Dios,

que es lisonja entre los dos,

tal para mí, que si fuera

posible huir, no lo hiciera

190

por no apartarme de vos.

Direisme que soy mujer,

y os engaña mi temor,

porque nadie tiene amor

a quien le viene a prender.

195

Mas bien me podéis creer,

que os he dicho lo que siento,

que si nace del tormento

tras la prisión la crueldad,

para negar la verdad

200

no he tenido sufrimiento.

 

JUAN

¿No bastaba la hermosura,

sino tanta discreción?

Mayor será la prisión

donde el alma se aventura.

205

Condición áspera y dura

la del Rey. ¿Qué haré si aquí

no le obedezco? ¡Ay de mí,

que en tal confusión estoy,

que no sé si el preso soy,

210

después que tus ojos vi!

No llores, no, ni te alteres.

 

LEONOR

Ya no tengo que esperar,

que en no mandarme llorar

dices que prenderme quieres.

215

Las armas de las mujeres

son lágrimas infinitas.

¿Que no llore solicitas?

Luego ya no puede ser

que me dejes de prender,

220

pues que la espada me quitas.

Pero mira cuál estoy,

pues aún no te pregunté

quién eres.

 

JUAN

Sí, ya lo sé:

don Juan de Velasco soy.

225

Pero si paso te doy

para que huyas, dirás

que soy noble, pues creerás

que para darte la vida

llevo la mía perdida.

 

LEONOR

230

No puede un noble hacer más.

 

JUAN

Pues vete por donde puedas,

que a los soldados diré

que te busqué y no te halle.

 

LEONOR

Muestras la sangre que heredas,

235

mas si en tal peligro quedas,

yo quiero morir.

 

JUAN

Señora,

no hay que detenerte ahora;