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La cortesía de España es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
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Seitenzahl: 100
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
La cortesía de EspañaCopyright © 1619, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617788
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen Celia y Flora, labradoras
CELIA
Darele parte al señor
de mi nuevo pensamiento;
que a quien ama no hay contento
como tratarle de amor.
5
Y si le parece bien,
nos será padre y padrino.
FLORA
Paréceme buen camino,
y es obligación también.
¡Dichosa tú, Celia amiga,
10
que por tu gusto te casas!
CELIA
Yo sé los celos que pasas.
Quien ama, a celos se obliga.
No se diera el bien de amor
sin la pensión de los celos;
15
que no quisieron los cielos
que se coma sin dolor.
¿No has visto agradar el gusto
un dulce manjar, y en él
hallar una piedra, y de él
20
trocar el gusto en disgusto?
Así, comiendo de amor
los regalos y consuelos,
sale una piedra de celos,
que trueca el gusto en dolor.
25
Flora La ventura de casar
no se compra ni se vende;
que el más discreto no entiende
ni el encuentro ni el azar.
Sucédate a ti mejor
30
que me ha sucedido a mí.
CELIA
¿Es este nuestro amo?
FLORA
Sí.
Salen Marcelo Vivaldo con un gabán de aldea, y Claudio, su criado
MARCELO
¿Esta es condición de amor?
CLAUDIO
Ya yo sé que amor no tiene
contento sin lo que ama;
35
mas nunca ausencia se llama
la que por su gusto viene.
Si dejaste a mi señora
en Génova por venir
a tu quinta y por vivir
40
sin ciudad y pueblo un hora,
no le des nombre de ausencia,
pues mañana volverás;
que ausencia llaman no más
a lo que es fuerza y violencia.
MARCELO
45
Vine, Claudio, por un día
solo a olvidar la ciudad;
pero siento soledad
de su dulce compañía,
que he hallado quehacer aquí
50
y no me puedo volver.
FLORA
Llega, que no hay que temer.
CELIA
Váyase Claudio de allí.
CLAUDIO
En fin, ¿a qué te resuelves?
MARCELO
A que a Génova te partas
55
y le lleves estas cartas.
CLAUDIO
¿A ser su galán te vuelves?
MARCELO
Claudio, en el casado apruebo
que siempre procure ser
tan galán de su mujer
60
como cuando era mancebo.
No los tengas por discretos
a los que, casados, vieres
groseros con sus mujeres
y descubrir sus defectos.
65
Como el honor es tesoro
que se les puede quebrar,
hasta en vestir y calzar
se ha de guardar el decoro.
Si ve la propia mujer
70
muy descompuesto al marido
y al de fuera muy pulido
y de galán proceder,
¿qué mucho que cuando menos
el pensamiento le ofenda,
75
que es caballo que sin rienda
corre entre malos y buenos?
Usar del modo que basta
con un galán proceder
hace que esté la mujer
80
contenta, segura y casta.
CLAUDIO
Si ha de suceder desdicha,
ni el ser galán, ni grosero,
ni humilde, ni caballero
lo ha de mejorar de dicha.
85
Esta carta ¿qué contiene?
MARCELO
Que venga Lucrecia aquí
a estar conmigo, que a mí
solo su bien me entretiene.
Ni la quinta, ni la caza,
90
ni las aguas, ni las flores,
ni los dulces ruiseñores,
ni de esta florida plaza
los cuadros, adonde el arte
vence a la naturaleza,
95
ausente de mi belleza,
para alegrarme son parte.
Parte y di que mi deseo
no halla su centro sin ella;
que solo mi esfera es ella,
100
después del cielo que veo.
CLAUDIO
¿Vendrán con ella criadas?
MARCELO
¿Para qué, si hay labradoras?
CLAUDIO
Pues pasa alegre estas horas
tan dulces y enamoradas
105
imaginando el contento
que su vista te ha de dar.
MARCELO
Date prisa a caminar,
pues vas en mi pensamiento.
CLAUDIO
(Antes voy lejos del tuyo.
110
¡Oh! Soberana ocasión
para dar a mi pasión
descanso en el cielo suyo.
Hoy le vendré contemplando
sin que lo estorbe el respeto.
115
¡Oh, qué gran bien me prometo
hablando, mirando, amando,
persuadiendo, respondiendo,
dando a entender mi cuidado!)
MARCELO
¿No partes?
CLAUDIO
(No he declarado
120
mi pena de amor temiendo;
pero en ocasión igual,
aunque castigo me den
que venga a perder el bien,
tengo de decir mi mal.)
Váyase Claudio
CELIA
125
Dios te guarde muchos años
MARCELO
¡Oh, Celia! ¡Oh, Flora!
CELIA
Aguardé
que estuvieses solo, a fe,
entre estos verdes castaños,
130
para suplicarte adviertas
cierto bien que me has de hacer.
MARCELO
¿Soledad es menester?
Mas si importa, bien aciertas,
porque responderme puedes
135
que las paredes oirán,
pues oídos ya les dan,
y en el campo no hay paredes.–
Y tú, Flora, ¿quieres algo?
FLORA
Solo vengo a acompañar
140
a Celia.
MARCELO
Comienza a hablar.
CELIA
A tu noble pecho hidalgo
vengo a pedir un favor.
MARCELO
Otra cosa imaginé.
CELIA
Bien conoces a Tomé.
MARCELO
145
Pienso que te tiene amor.
¿Es alguna libertad?
Que le echaré de la quinta.
CELIA
Quien no ve amor por la pinta
nunca tuvo voluntad,
150
antes es encogimiento.
MARCELO
¿Cómo?
CELIA
Desea tratar
casarse.
MARCELO
No hay desear
como un igual casamiento.
Hábleme Tomé.
CELIA
Tomé
155
tiene vergüenza notable.
MARCELO
¿Qué quieres tú?
CELIA
Que le hable
a su padre su mercé,
y que, todo concertado,
fuese liberal padrino.
MARCELO
160
Notablemente me inclino
a la quietud de este estado.
Celia, casaré a Tomé
y a todo aqueste lugar,
que de acertarme a casar
165
tengo esta noble fe.
Casé con un ángel bello;
casé con mi igual, y soy
tan venturoso, que estoy
preso de un solo cabello.
170
No tengo más voluntad
que la de mi esposa, y gusto
de tener por ley su gusto,
su prisión por libertad.
Fui mozo libre; serví
175
mujeres que me juraban
que me amaban y guardaban
fe y lealtad; mi hacienda di,
y al cabo de todo hallé
que hasta mis propios amigos
180
fueron y son los testigos
del agravio de mi fe.
Ellos eran desleales,
y ellas, fingidas y viles;
las lágrimas, mujeriles;
185
y los peligros, mortales.
Aventuraba el honor
por quien por poco interés
me le quitaba después
de haberme fingido amor.
190
Que quien piensa de mujer
que fue con él liberal
que ha de ser buena y leal,
poco debe de saber.
Luego que el trato se acaba
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acuden los desengaños;
luego se saben los daños
que el ciego amor ocultaba.
Y así yo con lo que tuve
me he retirado al sagrado
200
de casado, y vi casado
la ceguedad en que estuve.
Vivo, como, duermo, tengo
honor, quietud, descanso,
no me desvelo y me canso,
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seguro a mi casa vengo,
entro a la mitad del día,
no me acuchillan, no hay celos;
en fin, no han hecho los cielos
ventura como la mía.
210
Con esto seré padrino
y tercero de casar,
no solo de este lugar
al criado y al vecino,
mas de toda la comarca,
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Celia, de este mismo modo,
y de cuanto el mundo todo
por cuatro partes abarca.
Los animales quisiera
por la montaña casar,
220
los peces dentro del mar
y las aves en su esfera.
Casara al sol con la luna,
con la ventura al amor,
con la esperanza al temor
225
y al tiempo con la fortuna.
Finalmente, no se hiciera
casamiento honesto y justo
que no fuera con mi gusto
y que el tercero no fuera.
CELIA
230
Aunque muy desconfiada
de casarme hubiera estado,
solo de haberte escuchado
saliera, señor, casada.
Bendígate el cielo, amén,
235
que así hablas satisfecho.
MARCELO
Tengo ya casado el pecho
y el alma, Celia, también.
Tengo los brazos casados,
los ojos y los oídos,
240
las potencias, los sentidos,
y todos bien empleados.
Con esto ver no querría
cosa que no lo estuviese.
FLORA
Yo, porque no pareciese
245
mujer y bachillería,
no os decía, de muy necia,
que, si tan casado estáis,
me espanto de que viváis
sin mi señora Lucrecia.
MARCELO
250
Agrádame la objeción;
mas cuando vine creí
que estuviera un hora aquí,
que dos muchos años son.
Después fue fuerza quedarme;
255
mas si por ella envié,
bien doy a entender que fue
por descansar de quejarme.
FLORA
Luego ¿vendrá?
MARCELO
Ya la espero.
CELIA
Albricias voy a pedir.
FLORA
260
Celia, no hay más que decir;
haya guitarra y pandero.
Recibamos [l]a señora
con bailes y villancicos.
CELIA
Hoy quedan los prados ricos
265
de tal primavera, Flora.
Vanse las dos
MARCELO
Quien no sabe del bien del casamiento
no diga que en la tierra al gloria alguna,
que la mujer más necia e importuna
la vence el buen sentido y tratamiento.
270
Trasladar a los brazos soñolientos
un hijo en bendición desde la cuna
es la más rica y prospera fortuna
que puede descansar el pensamientos.
Necedad es sembrar tierras ajenas;
275
conoce el pajarillo el huevo extraño,
y el amante engañado el hijo apenas.
Oígame aquel que se llamare a engaño.
Los hombres hacen las mujeres buenas,
y solo por su culpa viene el daño.
Sale Lucrecia
LUCRECIA
280
Si puede alguna mujer
decir que acertó su estado,
de cuantas hoy se han casado,
¿quién como yo puede ser?
No me dieron a escoger,
285
y parece que escogí;
tanto se conforma en sí
mi voluntad con Marcelo,
que pienso que la del cielo
estaba entonces en mí.
290
Es Marcelo de buen talle,
limpio, galán, cuidadoso,
liberal, tierno, amoroso…
Pero mejor es que calle,
no sea que de pintalle
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a alguna parezca bien,
y tantos celos me den
que turben mi buen estado;
que el bien, de muy alabado,
se suele perder también.
300
Pero ¿quién podrá olvidar
tus gracias, Marcelo mío?
Y si amar es desvarío,
¿qué loco supo callar?
Si me puedo consolar
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de no contarlas, no es
por los celos, que después
yo les pusiera defensa;
mas porque verás mi ofensa
cuando al espejo te ves.
310
Tus regalos me enloquecen
todo el discurso del día;
tu gala, tu cortesía
de un rey del mundo parecen.
No solo envidias merecen
315
mis dichas, siendo tu esposa,
de la fea y de la hermosa,
pero no te estimo a ti
cuando yo misma de mí
no vengo a estar envidiosa.
Sale Claudio
CLAUDIO
320
Bien podré entrar sin licencia
hasta el estrado.
LUCRECIA
Esa tienes
hasta el alma, pues que vienes
de su dueño en esta ausencia,
que de lo que su presencia
325
traes te ha dado lugar
para que puedas entrar.
¿Viene?
CLAUDIO
Esta carta te escribe.
LUCRECIA
Quien despacio ausente vive,
no tiene priesa en amar.
Lea
330
‟Las cosas de nuestra quinta
no están, mi vida, en estado…”
El ‟mi vida” me ha turbado.
¡Qué tierno mi bien se pinta!
Lea
‟Que pueda ser tan sucinta
335
la ausencia como pensé.
Si me quieres, lo veré
en que con Claudio te partas.”
¿Dónde callaran las cartas,
mi bien, si el alma te ve?
340
Ea, no hay que detener.
¿En qué te dijo que fuese?
CLAUDIO
En aquello que pudiese
más presto esos ojos ver.
LUCRECIA
¿Iré sola?
CLAUDIO
Si ha de ser
345
para volveros los dos,
claro está.
LUCRECIA
Pues, casa, adiós,
que por lo que no es el cielo
no quiero bien sin Marcelo
350
ni vivir sin él en vos.