La cortesía de España - Lope de Vega - E-Book

La cortesía de España E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

La cortesía de España es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.

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Seitenzahl: 100

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

La cortesía de España

 

Saga

La cortesía de EspañaCopyright © 1619, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617788

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Hablan en ella las personas siguientes

CELIA, villana FLORA, villana HERVASIO, villano TOMÉ, villano MARCELO, caballero LUCRECIA, su mujer CLAUDIO DON JUAN DE SILVA ZORRILLA, lacayo JULIA ANTONIO DON JORGE OLALLA, moza del mesón LEONARDA LISARDO ARRIERO ESCUDERO MESONERA

Acto I

Salen Celia y Flora, labradoras

CELIA

Darele parte al señor

de mi nuevo pensamiento;

que a quien ama no hay contento

como tratarle de amor.

5

Y si le parece bien,

nos será padre y padrino.

 

FLORA

Paréceme buen camino,

y es obligación también.

¡Dichosa tú, Celia amiga,

10

que por tu gusto te casas!

 

CELIA

Yo sé los celos que pasas.

Quien ama, a celos se obliga.

No se diera el bien de amor

sin la pensión de los celos;

15

que no quisieron los cielos

que se coma sin dolor.

¿No has visto agradar el gusto

un dulce manjar, y en él

hallar una piedra, y de él

20

trocar el gusto en disgusto?

Así, comiendo de amor

los regalos y consuelos,

sale una piedra de celos,

que trueca el gusto en dolor.

25

Flora La ventura de casar

no se compra ni se vende;

que el más discreto no entiende

ni el encuentro ni el azar.

Sucédate a ti mejor

30

que me ha sucedido a mí.

 

CELIA

¿Es este nuestro amo?

 

FLORA

Sí.

 

Salen Marcelo Vivaldo con un gabán de aldea, y Claudio, su criado

MARCELO

¿Esta es condición de amor?

 

CLAUDIO

Ya yo sé que amor no tiene

contento sin lo que ama;

35

mas nunca ausencia se llama

la que por su gusto viene.

Si dejaste a mi señora

en Génova por venir

a tu quinta y por vivir

40

sin ciudad y pueblo un hora,

no le des nombre de ausencia,

pues mañana volverás;

que ausencia llaman no más

a lo que es fuerza y violencia.

 

MARCELO

45

Vine, Claudio, por un día

solo a olvidar la ciudad;

pero siento soledad

de su dulce compañía,

que he hallado quehacer aquí

50

y no me puedo volver.

 

FLORA

Llega, que no hay que temer.

 

CELIA

Váyase Claudio de allí.

 

CLAUDIO

En fin, ¿a qué te resuelves?

 

MARCELO

A que a Génova te partas

55

y le lleves estas cartas.

 

CLAUDIO

¿A ser su galán te vuelves?

 

MARCELO

Claudio, en el casado apruebo

que siempre procure ser

tan galán de su mujer

60

como cuando era mancebo.

No los tengas por discretos

a los que, casados, vieres

groseros con sus mujeres

y descubrir sus defectos.

65

Como el honor es tesoro

que se les puede quebrar,

hasta en vestir y calzar

se ha de guardar el decoro.

Si ve la propia mujer

70

muy descompuesto al marido

y al de fuera muy pulido

y de galán proceder,

¿qué mucho que cuando menos

el pensamiento le ofenda,

75

que es caballo que sin rienda

corre entre malos y buenos?

Usar del modo que basta

con un galán proceder

hace que esté la mujer

80

contenta, segura y casta.

 

CLAUDIO

Si ha de suceder desdicha,

ni el ser galán, ni grosero,

ni humilde, ni caballero

lo ha de mejorar de dicha.

85

Esta carta ¿qué contiene?

 

MARCELO

Que venga Lucrecia aquí

a estar conmigo, que a mí

solo su bien me entretiene.

Ni la quinta, ni la caza,

90

ni las aguas, ni las flores,

ni los dulces ruiseñores,

ni de esta florida plaza

los cuadros, adonde el arte

vence a la naturaleza,

95

ausente de mi belleza,

para alegrarme son parte.

Parte y di que mi deseo

no halla su centro sin ella;

que solo mi esfera es ella,

100

después del cielo que veo.

 

CLAUDIO

¿Vendrán con ella criadas?

 

MARCELO

¿Para qué, si hay labradoras?

 

CLAUDIO

Pues pasa alegre estas horas

tan dulces y enamoradas

105

imaginando el contento

que su vista te ha de dar.

 

MARCELO

Date prisa a caminar,

pues vas en mi pensamiento.

 

CLAUDIO

(Antes voy lejos del tuyo.

110

¡Oh! Soberana ocasión

para dar a mi pasión

descanso en el cielo suyo.

Hoy le vendré contemplando

sin que lo estorbe el respeto.

115

¡Oh, qué gran bien me prometo

hablando, mirando, amando,

persuadiendo, respondiendo,

dando a entender mi cuidado!)

 

MARCELO

¿No partes?

 

CLAUDIO

(No he declarado

120

mi pena de amor temiendo;

pero en ocasión igual,

aunque castigo me den

que venga a perder el bien,

tengo de decir mi mal.)

 

Váyase Claudio

CELIA

125

Dios te guarde muchos años

 

MARCELO

¡Oh, Celia! ¡Oh, Flora!

 

CELIA

Aguardé

que estuvieses solo, a fe,

entre estos verdes castaños,

130

para suplicarte adviertas

cierto bien que me has de hacer.

 

MARCELO

¿Soledad es menester?

Mas si importa, bien aciertas,

porque responderme puedes

135

que las paredes oirán,

pues oídos ya les dan,

y en el campo no hay paredes.–

Y tú, Flora, ¿quieres algo?

 

FLORA

Solo vengo a acompañar

140

a Celia.

 

MARCELO

Comienza a hablar.

 

CELIA

A tu noble pecho hidalgo

vengo a pedir un favor.

 

MARCELO

Otra cosa imaginé.

 

CELIA

Bien conoces a Tomé.

 

MARCELO

145

Pienso que te tiene amor.

¿Es alguna libertad?

Que le echaré de la quinta.

 

CELIA

Quien no ve amor por la pinta

nunca tuvo voluntad,

150

antes es encogimiento.

 

MARCELO

¿Cómo?

 

CELIA

Desea tratar

casarse.

 

MARCELO

No hay desear

como un igual casamiento.

Hábleme Tomé.

 

CELIA

Tomé

155

tiene vergüenza notable.

 

MARCELO

¿Qué quieres tú?

 

CELIA

Que le hable

a su padre su mercé,

y que, todo concertado,

fuese liberal padrino.

 

MARCELO

160

Notablemente me inclino

a la quietud de este estado.

Celia, casaré a Tomé

y a todo aqueste lugar,

que de acertarme a casar

165

tengo esta noble fe.

Casé con un ángel bello;

casé con mi igual, y soy

tan venturoso, que estoy

preso de un solo cabello.

170

No tengo más voluntad

que la de mi esposa, y gusto

de tener por ley su gusto,

su prisión por libertad.

Fui mozo libre; serví

175

mujeres que me juraban

que me amaban y guardaban

fe y lealtad; mi hacienda di,

y al cabo de todo hallé

que hasta mis propios amigos

180

fueron y son los testigos

del agravio de mi fe.

Ellos eran desleales,

y ellas, fingidas y viles;

las lágrimas, mujeriles;

185

y los peligros, mortales.

Aventuraba el honor

por quien por poco interés

me le quitaba después

de haberme fingido amor.

190

Que quien piensa de mujer

que fue con él liberal

que ha de ser buena y leal,

poco debe de saber.

Luego que el trato se acaba

195

acuden los desengaños;

luego se saben los daños

que el ciego amor ocultaba.

Y así yo con lo que tuve

me he retirado al sagrado

200

de casado, y vi casado

la ceguedad en que estuve.

Vivo, como, duermo, tengo

honor, quietud, descanso,

no me desvelo y me canso,

205

seguro a mi casa vengo,

entro a la mitad del día,

no me acuchillan, no hay celos;

en fin, no han hecho los cielos

ventura como la mía.

210

Con esto seré padrino

y tercero de casar,

no solo de este lugar

al criado y al vecino,

mas de toda la comarca,

215

Celia, de este mismo modo,

y de cuanto el mundo todo

por cuatro partes abarca.

Los animales quisiera

por la montaña casar,

220

los peces dentro del mar

y las aves en su esfera.

Casara al sol con la luna,

con la ventura al amor,

con la esperanza al temor

225

y al tiempo con la fortuna.

Finalmente, no se hiciera

casamiento honesto y justo

que no fuera con mi gusto

y que el tercero no fuera.

 

CELIA

230

Aunque muy desconfiada

de casarme hubiera estado,

solo de haberte escuchado

saliera, señor, casada.

Bendígate el cielo, amén,

235

que así hablas satisfecho.

 

MARCELO

Tengo ya casado el pecho

y el alma, Celia, también.

Tengo los brazos casados,

los ojos y los oídos,

240

las potencias, los sentidos,

y todos bien empleados.

Con esto ver no querría

cosa que no lo estuviese.

 

FLORA

Yo, porque no pareciese

245

mujer y bachillería,

no os decía, de muy necia,

que, si tan casado estáis,

me espanto de que viváis

sin mi señora Lucrecia.

 

MARCELO

250

Agrádame la objeción;

mas cuando vine creí

que estuviera un hora aquí,

que dos muchos años son.

Después fue fuerza quedarme;

255

mas si por ella envié,

bien doy a entender que fue

por descansar de quejarme.

 

FLORA

Luego ¿vendrá?

 

MARCELO

Ya la espero.

 

CELIA

Albricias voy a pedir.

 

FLORA

260

Celia, no hay más que decir;

haya guitarra y pandero.

Recibamos [l]a señora

con bailes y villancicos.

 

CELIA

Hoy quedan los prados ricos

265

de tal primavera, Flora.

 

Vanse las dos

MARCELO

Quien no sabe del bien del casamiento

no diga que en la tierra al gloria alguna,

que la mujer más necia e importuna

la vence el buen sentido y tratamiento.

270

Trasladar a los brazos soñolientos

un hijo en bendición desde la cuna

es la más rica y prospera fortuna

que puede descansar el pensamientos.

Necedad es sembrar tierras ajenas;

275

conoce el pajarillo el huevo extraño,

y el amante engañado el hijo apenas.

Oígame aquel que se llamare a engaño.

Los hombres hacen las mujeres buenas,

y solo por su culpa viene el daño.

Sale Lucrecia

 

LUCRECIA

280

Si puede alguna mujer

decir que acertó su estado,

de cuantas hoy se han casado,

¿quién como yo puede ser?

No me dieron a escoger,

285

y parece que escogí;

tanto se conforma en sí

mi voluntad con Marcelo,

que pienso que la del cielo

estaba entonces en mí.

290

Es Marcelo de buen talle,

limpio, galán, cuidadoso,

liberal, tierno, amoroso…

Pero mejor es que calle,

no sea que de pintalle

295

a alguna parezca bien,

y tantos celos me den

que turben mi buen estado;

que el bien, de muy alabado,

se suele perder también.

300

Pero ¿quién podrá olvidar

tus gracias, Marcelo mío?

Y si amar es desvarío,

¿qué loco supo callar?

Si me puedo consolar

305

de no contarlas, no es

por los celos, que después

yo les pusiera defensa;

mas porque verás mi ofensa

cuando al espejo te ves.

310

Tus regalos me enloquecen

todo el discurso del día;

tu gala, tu cortesía

de un rey del mundo parecen.

No solo envidias merecen

315

mis dichas, siendo tu esposa,

de la fea y de la hermosa,

pero no te estimo a ti

cuando yo misma de mí

no vengo a estar envidiosa.

 

Sale Claudio

CLAUDIO

320

Bien podré entrar sin licencia

hasta el estrado.

 

LUCRECIA

Esa tienes

hasta el alma, pues que vienes

de su dueño en esta ausencia,

que de lo que su presencia

325

traes te ha dado lugar

para que puedas entrar.

¿Viene?

 

CLAUDIO

Esta carta te escribe.

 

LUCRECIA

Quien despacio ausente vive,

no tiene priesa en amar.

Lea

330

‟Las cosas de nuestra quinta

no están, mi vida, en estado…”

El ‟mi vida” me ha turbado.

¡Qué tierno mi bien se pinta!

Lea

‟Que pueda ser tan sucinta

335

la ausencia como pensé.

Si me quieres, lo veré

en que con Claudio te partas.”

¿Dónde callaran las cartas,

mi bien, si el alma te ve?

340

Ea, no hay que detener.

¿En qué te dijo que fuese?

 

CLAUDIO

En aquello que pudiese

más presto esos ojos ver.

 

LUCRECIA

¿Iré sola?

 

CLAUDIO

Si ha de ser

345

para volveros los dos,

claro está.

 

LUCRECIA

Pues, casa, adiós,

que por lo que no es el cielo

no quiero bien sin Marcelo

350

ni vivir sin él en vos.