Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La esclava de su galán es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo. Como curiosidad, existe el consenso de que esta obra es la originaria de la expresión «ponerle el cascabel al gato».
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 86
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Saga
La esclava de su galánCopyright © 1765, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617832
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
-fol. 1-
Salen DOÑA ELENA, dama, y DON JUAN, estudiante.
DOÑA ELENA Esto se acabó, don Juan.
DON JUAN No es ese lenguaje tuyo,
y de ese término arguyo
que mal consejo te dan.
DOÑA ELENA Eso de argüir es bueno 5
para escuelas.
DON JUAN Novedad.
Elena, tu voluntad
sin argumentos condeno.
DOÑA ELENA Confieso que la he tenido.
DON JUAN Qué mala suposición. 10
DOÑA ELENA Pues yo, don Juan, ¿qué lición,
qué facultad he leído?
DON JUAN Aguardo la consecuencia.
DOÑA ELENA Habla como para mí.
DON JUAN ¿Qué puedo hablar para ti 15
con tan cansada licencia?
DOÑA ELENA ¿Quieres que la tome yo
y te diga lo que siento?
DON JUAN Prosigue, que estoy atento.
DOÑA ELENA ¿Pues has de enojarte?
DON JUAN No. 20
DOÑA ELENA Yo soy hija, don Juan, de un hombre indiano,
hidalgo montañés, muy bien nacido;
-fol. 2-
diome su luz el cielo mexicano,
que fue para nacer mi patrio nido.
Mas la fortuna, resistida en vano 25
por sucesos que ya los cubre olvido,
le trujo a España con alguna hacienda,
o persuadido de su amada prenda.
Divídese Sevilla, como sabes,
por este ilustre y caudaloso río; 30
senda de plata, por quien tantas naves
le reconocen feudo y señorío.
Es esta puente de maderos graves,
sin pies que toquen a su centro frío,
mano que las dos partes, divididas 35
por una y otra orilla, tiene asidas.
Hizo elección mi padre de Triana,
patria de algún emperador romano,
para vivir, la causa fue una hermana,
o por no se meter a ciudadano. 40
Finalmente, pagó la deuda humana
con su mujer, el venerable anciano,
dejándome, ni rica ni tan pobre,
que el sustento me falte ni me sobre.
Aquí he vivido con tan gran recato 45
que se puede escribir por maravilla;
pues que de Triana, verdad trato,
pasé dos veces solas a Sevilla.
Pienso que ansí mi condición retrato,
pues habiendo de aquesta a aquella orilla 50
paso tan breve a dividir sus olas,
a Sevilla pasé dos veces solas,
una con gran razón a ver la cara
del sol de España, que nos guarde el cielo,
porque estando en Sevilla se agraviara, 55
si no la viera la lealtad y el celo.
Otra, por ver la máquina tan rara
del monumento a la mayor del suelo;
de suerte que fui a ver cuanto se encierra
de grandeza en el cielo y en la tierra. 60
Mas, como siempre en los mayores días
las desventuras suelen ser mayores,
tú, que tan libre como yo venías,
viste en mí la ocasión de tus errores.
-fol. 3-
Seguísteme a Triana, y las porfías 65
de tus paseos escribiendo amores,
aunque rasgué con justo enojo algunos,
mostraron lo que vencen importunos.
Yo te escribí para decirlo en breve,
y yo también te amé, porque entendía 70
que al casamiento que al honor se debe,
tu amor el pensamiento dirigía.
Con esto el necio mío ya se atreve
a darte entrada como a prenda mía,
entras con libertad y en este medio 75
hallo que es imposible mi remedio.
Dicen que vale cinco mil ducados
la prebenda eclesiástica que tienes,
y que ya de tu padre los cuidados,
no se entienden a más de que te ordenes. 80
Si tú pensaste que sin ser casados,
porque a Triana de Sevilla vienes,
tengo yo de perder el honor mío,
mal consejo te dio tu desvarío.
Ayer lo supe, y ese mesmo día 85
vino mi tío de Jerez, que estimo
por padre, el cual dispensación traía
para casarme luego con mi primo.
Y como yo tu ingratitud sabía,
a darle el sí, con lágrimas me animo, 90
y hoy parte por su hijo y por mi esposo,
porque dentro de un mes será forzoso.
¿Cuál hombre noble hubiera entretenido
una mujer de prendas con engaños,
habiendo de ordenarse, aunque hoy han sido 95
claros de tu maldad los desengaños?
Pensásteme burlar mi honor vencido,
pues si gastaras infinitos años
en locuras de amor, no me vencieras
si1 Ulises fueras, si Narciso fueras. 100
Yo estoy, don Juan, resuelta, y es más justo,
como estado tan alto, que te ordenes,
porque es razón, y es de tu padre gusto.
De renta, cinco mil ducados tienes.
Yo perdono el engaño, aunque fue injusto, 105
que un pecho de traiciones ofendido
-fol. 4-
volando pasa desde amor a olvido.
DON JUAN Elena, a tantas verdades,
¿qué respuesta darte puedo,
pues que todas las concedo 110
sin poner dificultades?
Mas, ¿por qué te persüades
que mi verdad te engañó?,
pues cuando te quise yo,
ni la prebenda tenía, 115
ni más que amarte sabía,
que es lo que amor me enseñó.
Mi padre alcanzó después
la renta de que yo estaba
seguro, cuando buscaba 120
más bien ni más interés
que merecer esos pies;
Dios sabe si lo sentí;
y si parte no te di
fue porque no quise, Elena, 125
que partiéramos la pena
que era sola para mí.
Pasó adelante mi amor
encubriendo mi desdicha,
no empeñándote a más dicha 130
que algún honesto favor;
pero si por ser traidor
tomas venganza en casarte,
bien puedes desengañarte
de que amor me ha permitido 135
que me hubiese sucedido
con que poder obligarte.
¿Ves la renta y ves también
de mi padre el justo enojo?,
pues de todo me despojo, 140
aunque mil muertes me den.
¿Será entonces querer bien,
o mentira si me obligo,
para cumplir lo que digo?
Mira si es prueba de fe, 145
pues todo lo dejaré
y me casaré contigo.
¿Puede hacer mayor fineza
un hombre por lo que adora?
¿Creerás entonces, señora, 150
lo que estimo tu belleza?
Dirás tú que es más riqueza
ser, Elena, mi mujer,
y sabré yo responder
que aun el propio ser perdiera, 155
si no siendo, ser pudiera,
que fuera tuyo, sin ser.
Pues quien dijera por ti
el propio ser en que vive,
no hará mucho en que se prive 160
de lo que es fuera de sí.
Yo voy a hablar desde aquí
a quien licencia nos dé.
DOÑA ELENA Detente.
DON JUAN Ya no podré.
DOÑA ELENA ¿Qué intentas?
DON JUAN Tú lo verás. 165
DOÑA ELENA ¿Loco estás?
DON JUAN No puedo más.
DOÑA ELENA Mira tu honor,
DON JUAN ¿Para qué?
DOÑA ELENA ¿Tanta renta no es error?
DON JUAN ¿No has visto un niño que viene
a dar un doblón que tiene 170
porque le den una flor?
Pues haz cuenta que mi amor,
que amor en nada repara,
como el ejemplo declara
si lo que ve le contenta, 175
es niño y deja la renta
por el clavel de tu cara.
(Vase.)
DOÑA ELENA Aunque es verdad que también deseo,
quiero tanto a don Juan, que me ha pesado
de que quiera entrar precipitado, 180
esta locura por mi humilde empleo.
-fol. 5-
Pero el grande peligro en que me veo,
amando amada sin tomar estado,
animando el temor, templa el cuidado,
y me parece que mi bien poseo. 185
Gran fineza de amor, pero cumplida,
tantas desdichas pueden ofrecerse,
que en dejar a don Juan me va la vida,
mejor es apartarse, que ofenderse.
Que una mujer que quiere y es querida, 190
¿en qué puede parar sino en perderse?
(Vase,y salen DON FERNANDO, padre de DON JUAN, y ANTONIO.)
ANTONIO Como si fuera mía, me ha pesado.
DON FERNANDO Pues a mí no me da mucho cuidado;
hacienda tengo, gracias a los cielos.
ANTONIO Que no puedan armadas, ni desvelos, 195
contra aquestos rebeldes holandeses.
DON FERNANDO Ayudan los ingleses,
mas no siempre suceden sus fortunas
con tal prosperidad, que si hay algunas
en su favor, nuestro descuido ha sido. 200
ANTONIO El Draque muerto y a quien es vencido,
basta que agora a la memoria aplique.
DON FERNANDO Más cerca, en Puerto Rico, el Conde Enríquez,
sin otras mil vitorias.
ANTONIO En Cádiz y el Brasil, ¿qué os han tomado? 205
DON FERNANDO Diez mil pesos serían, y han quedado,
gracias a Dios, cien mil; y solamente
para don Juan, mi hijo.
ANTONIO Nadie siente
bien de vuestra elección, siendo tan rico.
DON FERNANDO A la Iglesia le aplico, 210
y trato de ordenalle brevemente,
por causas que me obligan,
que no a todos es bien que se las diga.
Tiene de renta cinco mil ducados
que vale la prebenda, y mis cuidados 215
le llegarán a diez, a lo que creo.
ANTONIO El estado es tan alto que su empleo
no puede ser mayor, pero quisiera
-fol. 6-
que vuestra casa subcesión tuviera,
dilatada a los nietos.
DON FERNANDO Este intento 220
nace de aborrecer el casamiento.
ANTONIO ¿Por qué razón no es cosa justa?
DON FERNANDO Y tanto,
que es sacramento santo.
Pero, pues sois mi amigo, estad atento,
que quiero, y es razón, satisfaceros. 225
ANTONIO Y yo escucharos más que reprehenderos.
DON FERNANDO Pasé a las Indias, mozo y con hacienda.
Casé con una dama y, aun hermosa,
cansome, Antonio, como propia prenda,
que en conquistar mi amor no fue dichosa. 230
Llevando, pues, la edad suelta rienda,
me enamoré de una criolla airosa
y no muy linda, así en el mundo pasa,
por lo feo, dejar lo hermoso en casa.
Esto de los conjuros que sabía, 235
aunque es necia disculpa de casados,
de suerte enloqueció mi fantasía,
que el depósito fue de mis cuidados.
Tuve en ella a don Juan, que no tenía
hijos de mi mujer; con que elevados 240
quedaron mis sentidos, qué locura,
que quien todo lo acaba, no lo cura.
ANTONIO Admiración me ha causado
que bastardo sea don Juan.