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La fianza satisfecha es una comedia teatral de corte religioso del autor Lope de Vega. Narra las desventuras de un malvado bribón que renuncia a Dios y se hace musulmán, para luego encontrar a Cristo bajo la forma de un pastor de ovejas, encuentro que despertará su fé y acabará por hacerlo santo.
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Seitenzahl: 79
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
La fianza satisfechaCopyright © 1773, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617863
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen LEONIDO y TIZÓN.
TIZÓN Yo no sigo tu vïaje.
LEONIDO La puerta me has de guardar;
y la tengo de gozar
por afrentar mi linaje.
TIZÓN ¡Considera que es tu hermana! 5
LEONIDO Acaba, llama, Tizón;
porque esa misma razón
hace su infamia más llana:
Eso me da mayor brío
para poderla gozar. 10
¿No gozó Amón a Thamar,
siendo hermanos?
TIZÓN Desvarío
el tuyo es. ¿No sabes, pues,
cuán bien lo, pagó?
LEONIDO Es así.
¡Que lo pague Dios por mí, 15
y pídamelo después!
Dios ha de ser mi fiador,
porque si en verdad me fundo,
ni le ha habido, ni en el mundo
no, le puede haber mejor; 20
y si es la paga en dinero,
ninguno más rico hallo.
TIZÓN Sin freno está este caballo:
él dará en despeñadero.
LEONIDO ¿No llamas?
TIZÓN No, que esperaba 25
por ver si el divertimiento
te mudaba el pensamiento.
LEONIDO No te canses, llama, acaba:
llama, o quítate de ahí;
que este furor me desvela. 30
TIZÓN En el patio está Marcela.
LEONIDO Pues entro: quédate aquí:
y porque mi inclinación
sepas, te quiero avisar
que no la quiero gozar 35
porque la tengo afición;
que ni su amor me maltrata,
ni su talle me aficiona,
ni me agrada su persona,
ni su aire me arrebata; 40
ni su gracia me contenta,
ni de su lengua yo gusto:
sí sólo porque es mi gusto
dar a mi sangre esta afrenta:
espérame, volveré. 45
TIZÓN Y ¿sabes si volverás?
LEONIDO ¡Gracioso, Tizón, estás!
Pues claro está que lo sé;
que a mi soberbio querer
ninguno le pone rienda; 50
aunque el infierno pretenda
estorbarlo, he de volver;
que no temo el embarazo
de todo el infierno junto,
porque a su infernal trasunto 55
sabrá rendir este brazo;
y si el cielo pretendiere
lo mismo, tampoco temo.
TIZÓN ¡Dios ten convierta, blasfemo!
LEONIDO El haga lo que quisiere; 60
y a quien mi acción atrevida
en honra o hacienda estrague,
pida a Dios que se lo pague
y que después me lo pida;
que hombre soy yo que sabré 65
satisfacer cualquier mengua.
TIZÓN ¡Maldiga Dios tan vil lengua!
Entra, que yo esperaré,
rogando al cielo le ampare
de tal afrenta y ultraje. 70
LEONIDO ¡Voto a Dios, que mi linaje
abrase si lo estorbare!
(Vase.)
TIZÓN El entra ya sin gobierno.
¡Ah, desdichado Tizón!
Si sigues tu inclinación, 75
serás tizón del infierno.
No hay pecado en todos siete
que él no haya ejecutado,
ni hubo ocasión de pecado
sin asirla del copete. 80
Sin mostrar rastro de pena
viendo ultrajada su fama,
esta mañana a una dama
quitó una rica cadena;
y porque con lengua honrada 85
tan gran maldad reprendió,
a un sacerdote le dió
una cruel bofetada.
Yo no sé en qué ha de parar;
que tan enorme vivir, 90
o en un palo ha de morir,
o el diablo lo ha de llevar,
porque no he visto furor
semejante; y el infiel,
luego dice que por él 95
pague el Divino Hacedor.
La fianza buena es,
y puede pagarlo bien;
mas es cierto que también
querrá cobrarlo después. 100
(Dentro MARCELA.)
MARCELA ¡Cielo santo! ¿No hay justicia?
TIZÓN ¡Qué es aquesto! ¿En eso estamos?
Declarada es su malicia.
MARCELA ¡Mi Dios, venirme a ayudar!
TIZÓN El oiga tu gran gemido, 105
porque yo temo a Leonido,
y allá no me atrevo a entrar.
(Dentro DIONISIO.)
DIONISIO ¡Traidor! ¿Esto imaginaste?
¡Matadle!
(Dentro LEONIDO.)
LEONIDO ¡Menos rigor!
TIZÓN Este es Leonido. ¡Ah. Señor, 110
y qué presto te arrojaste!
Hoy darás tu vida amarga
en manos de tu cuñado;
que ya el diablo se ha cansado
de llevar tan grande carga. 115
(Sale LEONIDO con la espada sangrienta en la mano.)
LEONIDO Esto es hecho.
TIZÓN Y no bien hecho.
LEONIDO Bien o mal, ya lo intenté,
y a quien gusto no le dé,
pídalo a mi fiero pecho.
TIZÓN (Aparte.
Algún puto desalmado 120
que te lo llegue a pedir.)
Y ahora, ¿dónde hemos de ir?
LEONIDO A pasear al Mercado.
TIZÓN ¡Cuerpo de Dios! Con tu flema
hasle quitado a tu hermana 125
la honra, y ¿con esa gana
verás la plaza de Elema?
Vas de suerte, que imagino
que eres ministro de Herodes
¿y es posible que acomodes; 130
a seguir ese camino?
Yo, señor, no voy contigo;
que en delitos tan atroces,
la culpa está dando voces
para que llegue el castigo. 135
Pues si le cogen, a fe
que el pueblo busque su traza
para que des en la plaza
la bendición con el pie.
LEONIDO Deja, gallina, el temor. 140
TIZÓN Déjolo, y te desamparo;
que pretendo mear claro,
y diez higas al doctor.
Que has muerto a tu hermana avisa
la fiera espada sangrienta, 145
y, ¿no quieres que lo sienta?
LEONIDO Calle, que es cosa de risa.
Tizón, ¿en eso reparas?
luego ¿piensas que murió?
TIZÓN Pues ¿no la mataste?
LEONIDO No. 150
TIZÓN Pues ¿qué la hiciste?
LEONIDO Dos caras.
TIZÓN Agradézcanle ¡por Dios!
la merced, que es oportuna;
que Dios no le dio más que una,
y él dice que la hizo dos. 155
Señor, yo me quedo acá;
que mañana tu rigor,
por hacerme gran favor,
con dos caras me honrará.
Tú escápate por los pies, 160
pues has de pagarlo.
LEONIDO ¿Así?
Que lo pague Dios por mí,
y me lo pida después.
TIZÓN Eso sí, páguelo Dios,
que lo puede bien pagar, 165
pero a fe que ha de llegar
tiempo que lo paguéis vos.
(Vanse.)
(Córrese una cortina, y aparece GERARDO, viejo, en una silla,durmiendo, y al lado una caña.)
GERARDO ¡Detente, detente! ¡Aguarda,
espera, mozo atrevido!
(Despierta.)
¡Jesús, qué pesado sueño! 170
¿Qué es esto, cielo divino?
(Sale DIONISIO alborotado.)
DIONISIO ¡Despierta del sueño torpe
que te tiene los sentidos,
noble Gerardo, ocupados,
y escucha de un afligido 175
las lastimosas razones!
¡Escucha los fieros silbos
de una serpiente pisada,
y de un fiero basilisco,
y un toro herido en el coso! 180
¡Oye, señor, los bramidos
y voces de una leona
que le han robado sus hijos!
¡ Oye de un hombre afrentado
las quejas; que Dios no quiso 185
dar lugar a la venganza,
como se la dio al delito!
Tu hijo, noble Gerardo,
ese que de su principio
es en maldades Nerón, 190
y Heliogábalo en los vicios;
ese a quien jamás la rienda
del corazón ha rendido,
antes, cual fiero caballo,
corre tras de su apetito; 195
ese Luzbel en soberbia,
ese hidrópico, de vicios,
pues no, le sacian pecados
aunque cometa infinitos;
ese, pues, entró en mi casa. 200
(Mas ¡cielos! ¿cómo lo digo?
que no es bien diga su afrenta
quien vengarla no ha podido.)
Pero aunque a ti te lo cuento,
se queda en mi pecho mismo, 205
porque siendo uno los dos,
es decirlo yo a mí mismo.
Entró, señor, en mi casa
con pensamientos lascivos,
siendo mi mujer su hermana, 210
y entrambos a dos tus hijos,
imaginé que segura
gestaba de sus designios
mi honra; pero engañéme,
como sus obras lo han dicho. 215
Tú, señor, tienes la culpa,
porque si en otros delitos
su soberbia no ampararas,
ni tanto hubieras sufrido;
si cuando de ricas joyas 220
tus más secretos archivos,
para los juegos dejaba,
por darte pesar, vacíos,
hubieras, señor, dejado
que ejecutara su oficio 225
la justicia, y no ampararas
al que de un palo era digno,
ahora no hubiera dado
causa a tan justos suspiros,
ni en mi cara, como ves, 230
su maldad hubiera escrito.
Al fin, señor, de Marcela,
tu hijo, el tálamo limpio
quiso manchar, y quitarle
la honra que tanto estimo. 235
Mas ella, que tiene sangre
tuya y mía, con los bríos
que recibe de los dos,
dio a su defensa principio,
y no teniendo otras armas, 240
los dedos navajas hizo,
con que defendió animosa,
sin manchar tu honor, el mío,
cuando el traidor, indignado
como fiero basilisco, 245
sacando su infame espada,
la dio, en su rostro dos filos.
Ella, que herida se siente,
a voces defender quiso
lo que, por faltalle fuerzas, 250
tuvo ya por ofendido.
Apenas sus tristes voces
tocaron en mis oídos,
cuando, por librar mi oveja,
corrí tras de sus balidos. 255
Llego, y al entrar encuentro
al lobo, que, convencido
de las voces, se salía,
mostrando fingido riso;
sacó la espada, y sin darme 260
lugar a defensa, hizo
en mi rostro lo que ves,
y de la ciudad se ha ido.
Nada le turba ni altera,
porque hasta el mismo delito, 265
que a otros sirve de freno,
a él de espuelas ha servido.
Quise seguirle...
(Sale LEONIDO.)
LEONIDO Detente;
que no has menester seguirme,
porque no he querido irme 270
hasta ver si eras valiente.
Yo, padre, yo mismo he sido
el que pretendió, atrevido,
quitar la honra a mi hermana,