La fingida Arcadia - Tirso de Molina - E-Book

La fingida Arcadia E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

La fingida Arcadia es una comedia de Tirso de Molina escrita en homenaje a Lope de Vega, que sigue las normas de las palatinas, pero impregnada de un bucolismo artificial propio del Renacimiento. Fragmento de la obra Jornada primera (Salen Lucrecia y Ángela, criada.) Lucrecia: "Silvio, a una blanca corderilla suya de celos de un pastor, tiró el cayado con ser la más hermosa del ganado. ¡Oh Amor! ¡Qué no podrá la fuerza tuya! Huyó quejosa, que es razón que huya habiéndola, sin culpa, castigado; lloró el pastor, buscando el monte y prado; que es justo que quien debe restituya. Hallóla una pastora en esta afrenta, y al fin la trajo al dueño, aunque tirano, de verle arrepentido, enternecida. Dióla sal el pastor, y ella contenta la toma de la misma ingrata mano, que un firme amor cualquier agravio olvida." No se pudo decir más; hasta aquí la pluma llega. Ángela: Pluma de Lope de Vega la fama se deja atrás. Lucrecia: ¡Prodigioso hombre! ¡No sé qué diera por conocerle! A España fuera por verle, si a ver a Salomón fue la celebrada etiopisa. Ángela: Compara con proporción que no es Lope, Salomón. Lucrecia: Lo que su fama me avisa, lo que en sus escritos leo, lo que enriquece su tierra, lo que su espíritu encierra, y lo que verle deseo, mi comparación excusa; y a él le da más alabanza lo que por su ingenio alcanza que a esotro su ciencia infusa. Tan aficionada estoy a la nación española, que porque tú lo eres, sola, contigo gustosa estoy lo más del día.

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Tirso de Molina

La fingida Arcadia

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: La fingida Arcadia.

© 2024, Red ediciones S.L..

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-191-3.

ISBN rústica: 978-84-9816-508-1.

ISBN ebook: 978-84-9953-210-3.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

El Renacimiento 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 43

Jornada tercera 85

Libros a la carta 127

Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias y por entonces viajó por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana) y regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

El Renacimiento

La fingida Arcadia es una comedia escrita en homenaje a Lope de Vega, que sigue las normas de las comedias palatinas, aunque marcada por un ambiente bucólico y artificial propio del Renacimiento.

Personajes

Lucrecia, condesa

Alejandra, dama

Hortensio, viejo

Carlos, caballero

Pinzón, lacayo

Ángela, criada

Larisa, labradora

Don Felipe, caballero

Feliciano, caballero

Conrado, caballero

Don Pedro, caballero

Don Rogerio, caballero

Un Criado

Jornada primera

(Salen Lucrecia y Ángela, criada.)

Lucrecia «Silvio, a una blanca corderilla suya

de celos de un pastor, tiró el cayado

con ser la más hermosa del ganado.

¡Oh Amor! ¡Qué no podrá la fuerza tuya!

Huyó quejosa, que es razón que huya

habiéndola, sin culpa, castigado;

lloró el pastor, buscando el monte y prado;

que es justo que quien debe restituya.

Hallóla una pastora en esta afrenta,

y al fin la trajo al dueño, aunque tirano,

de verle arrepentido, enternecida.

Dióla sal el pastor, y ella contenta

la toma de la misma ingrata mano,

que un firme amor cualquier agravio olvida.»

No se pudo decir más;

hasta aquí la pluma llega.

Ángela Pluma de Lope de Vega

la fama se deja atrás.

Lucrecia ¡Prodigioso hombre! ¡No sé

qué diera por conocerle!

A España fuera por verle,

si a ver a Salomón fue

la celebrada etiopisa.

Ángela Compara con proporción

que no es Lope, Salomón.

Lucrecia Lo que su fama me avisa,

lo que en sus escritos leo,

lo que enriquece su tierra,

lo que su espíritu encierra,

y lo que verle deseo,

mi comparación excusa;

y a él le da más alabanza

lo que por su ingenio alcanza

que a esotro su ciencia infusa.

Tan aficionada estoy

a la nación española,

que porque tú lo eres, sola,

contigo gustosa estoy

lo más del día.

Ángela Madrid

es mi patria, corte digna

de España, madre benigna

del mundo.

Lucrecia Valladolid

dicen que es competidora

de su grandeza.

Ángela Sí fuera

si el clima y cielo tuviera

que a Madrid hacen señora.

Mas, si sus partes te alego

contestarás que es mejor.

Patria es Madrid del Amor,

y así está fundada en fuego.

Agua los celos la han dado,

si su fuerza hace llorar,

de fuentes que pueden dar

salud al más deshauciado.

Si saber sus frutos quieres

flora sus campos corona,

su tributaria es Pomona,

sus venteros Baco y Ceres.

Dale en olivos Minerva

oro puro y generoso,

ganado, el monte, sabroso,

tomillos el campo y hierba;

las musas un Alcalá

que llamar Atenas puedo;

la cortesía, un Toledo

que doce leguas está;

sus hechizos, la hermosura,

sus hazañas, el valor;

su mansedumbre, el amor;

sus milagros, la ventura;

nuestra religión su ley

de quien es seguro norte,

dos mundos la dan su corte,

la corte la da su rey.

Goza del llano y montaña

que sus términos incluye;

y en fe que en todos influye

valor, es centro de España.

Lucrecia Di patria ilustre también

de Lope, y diráslo todo.

Ángela Si a tu gusto me acomodo no

es ése su menor bien.

Lucrecia Yo, después acá, que estoy

en el español idioma

ejercitada, si a Roma

a Tulio por padre doy

de la latina elocuencia,

y al Bocaccio en la toscana,

a Lope en la castellana

no le hallo competencia.

Más de un desapasionado

me ha dicho de tu nación

que en la prosa, a Cicerón,

estilo y gracia ha imitado,

y a Ovidio en la suavidad

y lisura de sus versos,

sonoros, limpios y tersos,

confirmando esta verdad

con lo que en sus libros hallo.

Ángela Si él ese favor oyera,

¡qué bien le correspondiera!

¡Qué bien supiera estimallo!

Lucrecia ¿Agradece?

Ángela Aunque hay alguno

que apasionado lo niega,

es tan fértil esta vega

que paga ciento por uno.

Pero, ¿qué piensas hacer

con tantos libros aquí?

Lucrecia Todos son suyos y así,

ya que no le puedo ver,

mientras gasto bien los ratos

que recreo en su lección,

si los libros suyos son

veré a Lope en sus retratos.

Ángela Con tanto libro, parece

estudio éste y no jardín.

(Están todas las obras de Lope en un estante.)

Lucrecia Mejor dirás camarín

que al alma de ley se ofrece.

Ángela Aquéste es el Labrador

de Madrid, primero fruto

de Lope.

Lucrecia Hermoso tributo

que a un tiempo da fruto y flor.

Ángela Es divino.

Lucrecia De justicia,

lo primero a Dios se debe;

por eso quiere que lleve

Lope, el cielo, su primicia.

Ángela No ha escrita él otro mejor.

Lucrecia Imitó, discreto, en él

a la ofrenda que hizo Abel

si Caín dió lo peor.

Ángela Ésta es la Angélica bella.

Lucrecia ¿Que Ariosto se le compara?

¡Valientes octavas!

Ángela Rara

habilidad, y en ella

la Dragontea compite

del rayo de Ingalaterra.

Lucrecia Escribe en la paz la guerra

lo que la pluma permite.

Ángela Mira en un cuerpo pequeño

mil almas.

Lucrecia Bien le sublimas.

Ángela Éste se llama Las rimas

de Lope.

Lucrecia Son como el dueño.

¡Qué canciones, qué sonetos,

qué églogas, qué elegías!

Las noches gasto y los días

en meditar sus concetos.

¡Si viviera Garcilaso

celebrárale más bien!...

Ángela Ésta es la Jerusalén.

Lucrecia No la iguala la del Taso.

Mira sus octavas llenas

de sentencias y doctrinas

sabio en las letras divinas,

pues no escribe verso apenas

sin allegar un autor,

y hallarás en cualquier parte

entre las veras de Marte,

mezcladas burlas de Amor.

Ángela Aquéste es el Peregrino.

Lucrecia Más lo es quien lo escribió.

Ángela Qué bien faltas enmendó,

siguiendo el mismo camino

de aquel Luzmán y Arborea,

cuyas Selvas de aventuras

por Lope quedan escuras.

Lucrecia ¡Qué bien los Autos emplea

que mezclados en él van!

¡Qué elegantes, qué limados!

Ángela Y más bien acomodados

que los que mezcló Luzmán.

Los pastores de Belén

son éstos.

Lucrecia Si labrador

fue con Isidro, pastor

sabe Lope ser también.

Ángela Resucitó villancicos

en su mocedad cantados,

y agora en Belén honrados

entre amorosos pellicos.

Todas éstas son comedias.

Lucrecia Décima séptima parte

ha impreso.

Ángela No hay que espantarte,

que aun esas no son las medias

que tiene escritas.

Lucrecia Pues ¿cuántas

ha compuesto?

Ángela Novecientas.

Lucrecia Si los años no le aumentas,

¿dónde hay vida para tantas?

Ángela Ésta es verdad conocida

en España.

Lucrecia Yo le diera

por cada una, si pudiera,

Ángela, un año de vida.

Ángela A novecientos llegara

siendo otro Matusalén.

Lucrecia En él se lograran bien.

Ángela En este último repara

que es La Filomena.

Lucrecia Canta

Lope aquí, por Filomena,

de suerte que ya es sirena

si ave fue, pues nos encanta.

Pero, para echar el resto

al nombre que le hace claro

y afrentar al Sanazaro

en La Arcadia que ha compuesto,

metafóricos amores

en otra Arcadia mira,

sus sutilezas admira,

ten envidia a sus pastores;

que yo, creyendo que piso

márgenes de su Erimanto,

si, con Belisarda canto,

lloro celos con Anfriso.

No sé divertir los ojos

de sus versos y sus prosas,

de sus quejas sentenciosas,

de sus discretos enojos.

De día ocupa mi mano,

de noche mi cabecera.

¡Ay quien transformar pudiera

vida y traje cortesano!

En la comunicación

de sus Leonisas, Anardas,

Amarilis, Belisardas,

¡quién oyera a un Galafrón,

un Menalca, un Enareto,

un Brasildo, un Locriano,

un rústico cortesano,

un Celio, un Lauro discreto!

¡Oh, si el Po que nuestra quinta

riega y fertiliza tanto,

trocándose en Erimanto

la Arcadia que Lope pinta

a Lombardía pasara...!

¡Oh, quién Belisarda fuera!

¡Quién a un Anfriso quisiera

y a su Olimpo desdeñara!

Ángela Si en deseos semejantes

te desvaneces, señora,

notable falta hace agora

en nuestra España Cervantes;

que, a su manchego hazañoso

loco por caballerías

le prometió en breves días

hacer legítimo esposo

de otra dama, que, perdida

por quimeras pastoriles,

entre Dianas y Giles

rematase seso y vida.

(Salen cantando don Felipe, de pastor, y Alejandra, dama, Larisa, labradora. Cantan.)

Todos Alma perseguida

romped la cadena;

que tan triste vida

para nada es buena.

Uno Pesares amigos,

haced como tales

que os haré testigos

de mayores males.

Otro Falsas alegrías,

vanas esperanzas;

agora sois mías

porque sois mudanzas.

Uno