Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La hermosura aborrecida es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 98
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Saga
La hermosura aborrecidaCopyright © 1928, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617924
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen don Sancho de camino, y doña Juana, su mujer, deteniéndole
DOÑA JUANA
No me has de dejar.
SANCHO
Advierte
que eres tú quien no me dejas.
DOÑA JUANA
Daré mil voces.
SANCHO
Tus quejas
serán causa de tu muerte.
DOÑA JUANA
5
Ya me has traído hasta aquí
porque me quieres dejar.
SANCHO
Dejarte no, que a buscar
voy algún bien para ti.
DOÑA JUANA
Si para mí buscar bien
10
en ti solo está cifrado,
mientras estás a mi lado
no hay mayor bien que me den.
SANCHO
Mi grande necesidad
me ha obligado a huir de ti.
DOÑA JUANA
15
Ya para buscarte, a mí
me obliga mi voluntad.
SANCHO
Yo me vine a ser soldado
porque tan pobre me vi.
DOÑA JUANA
Yo lo soy tanto sin ti,
20
que te he seguido y buscado.
Y si yo soy tu mujer,
¿cuál te parece mejor,
ser pobre de oro o de honor?
SANCHO
Quisiérate responder
25
haciendo lengua esta daga.
DOÑA JUANA
Pues si tan pobre me dejas,
¿qué te espantas que en mis quejas
estos disparates haga?
SANCHO
Mujer que desde Navarra
30
hasta Granada ha venido
y con tan pobre marido
viene tan loca y bizarra,
siendo, aunque hidalga mujer,
de humildes padres, sospecho
35
que responde lo que ha hecho
o dice lo que ha de hacer.
¡Vive Dios que estoy por darte
lo que tu infamia merece!
DOÑA JUANA
¡Buen premio tu amor me ofrece
40
de seguirte y de buscarte!
Yo soy quien soy, y por mí
no estás pobre, mas bien sé
que el aborrecerme fue
causa de dejarme así.
45
Gastaste mi rica hacienda
en tus vicios, juego y damas,
y ahora, don Sancho, infamas
que por seguirte me venda.
Si yo quien tú dices fuera
50
en Navarra me quedara,
donde mi vida empleara
en quien amor me tuviera,
pero bien se echa de ver
lo que por dejarme intentas,
55
pues ya llegan tus afrentas
a llamarme vil mujer.
Siempre me has aborrecido,
siempre olvidado y dejado,
y ahora piensas, soldado,
60
remediar lo que has perdido.
Vuelve, que yo tengo aquí
una joya que vender,
con que te podrás volver.
SANCHO
¿Contigo?
DOÑA JUANA
¡Mi bien, sí!
65
Si guerra quieres tener
y gustas de pelear,
¿qué guerra puedes buscar
como la propia mujer?
SANCHO
¡No eres guerra, infierno eres!
DOÑA JUANA
70
Luego dan en ser soldados
todos los hombres casados
que aborrecen sus mujeres.
SANCHO
Pues si lo sabes, yo soy
uno de ellos.
DOÑA JUANA
Tente, espera.
SANCHO
75
¡Antes a las manos muera
de un moro, que a morir voy!
Vase
DOÑA JUANA
Espera, ingrato, y mira lo que debes
a quien te ha dado el alma que desprecias.
¡Oh, cómo somos las mujeres necias,
80
y en resolvernos al peligro breves!
¿Qué ejércitos, qué mar, qué heladas nieves,
si precias el honor, si el amor precias
hierro y fuego de Porcias y Lucrecias
defenderá que mi constancia pruebes?
85
Si me aborreces, ¿quién habrá que crea
que al paso que tu ingrato desdén crece
crezca mi amor, sin que locura sea?
Mucho a la mujer la mujer parece,
que huye quien la busca y la desea
90
y se cansa en buscar quien la aborrece.
Salen la reina doña Isabel, y Garcilaso y otros soldados
ISABEL
De mujer fueron las voces.
¿Si es fuerza de algún soldado?
¡Por vida del Rey!
DOÑA JUANA
Yo he dado
en mi muerte.
GARCILASO
¿No conoces
95
que está aquí Su Majestad
de la Reina, mi señora?
DOÑA JUANA
No pudiera el cielo ahora
en tanta necesidad
darme consuelo mayor.
ISABEL
100
Levanta, amiga, del suelo.
DOÑA JUANA
Temo que se enoje el cielo,
que te dio tanto valor.
ISABEL
Levanta y quién eres di,
en este traje.
DOÑA JUANA
No sé,
105
mi señora, si podré
decir quién soy y quién fui.
ISABEL
Bien podrás, que tu belleza
y tu dolor harto obligan
a escucharte.
DOÑA JUANA
Cuando digan
110
mis desdichas su firmeza,
de veras lastimarán
tus generosos oídos.
ISABEL
Di, que todos mis sentidos
atentos contigo están.
DOÑA JUANA
115
Nací de padres hidalgos,
aunque en calidad humildes,
¡oh, cristiana y sacra tea
que laurel y espada ciñes!,
en un lugar de Navarra
120
que los dos reinos divide;
humildes en calidad,
como lo son los que viven
de las haciendas del campo,
teniendo quien las cultive,
125
pero, como digo, hidalgos
de pecho exentos y libres.
Es mi nombre doña Juana
de Navarra, aunque de Enríquez
algo tuve por mi madre.
130
Porque a escucharme te inclines,
tuve en tierna edad belleza
por todo aquel reino insigne,
cuya fama me ofrecía
mil casamientos felices
135
a mis padres, entre algunos
menos ilustres, me pide
un don Sancho de Guevara,
sangre de aquel que dio origen
a los Ladrones, de quien
140
tantas hazañas se escriben.
Era don Sancho segundo
de su casa. Al fin eligen
a don Sancho, a cuyas manos
para mis desdichas vine.
145
No pasaron cuatro meses
cuando comenzó a sentirse
el curso desenfrenado
de sus años juveniles.
Gastó la suya y mi hacienda,
150
porque ni pude ni quise
temiendo que me dejase,
rogarle ni resistirle.
Comenzome a aborrecer.
¿Aborrecer? ¡Qué mal dije,
155
que lo que nunca se amó
no puede ser que se olvide!
Llamábanme entonces todos,
viendo su rigor terrible,
la hermosura aborrecida
160
y la desdichada firme.
Como le desvanecían
tantas Medeas y Circes,
sus palabras y sus obras
trataron de perseguirme.
165
Si al verle alzaba los ojos,
no hay víbora que la pise
pie de labrador en hierba
que tanto la lengua vibre.
Si me llegaba de noche
170
por las espaldas a asirle,
aunque estuviese dormido
bramaba por desasirse.
Si le hacía algún regalo
(si regalos hay que obliguen
175
a un hombre cuando aborrece),
no podía reducirle
a que solo le mirase,
cuanto más a que le estime.
Camisa le di una vez
180
que, acabando de vestirse,
se la volvió a desnudar
porque supo que la hice.
Su mejor edad y hacienda,
el juego y mujeres viles,
185
finalmente consumieron,
como al principio te dije.
Y para que en mis exequias
cantase amor como cisne
cuando de la dulce vida
190
tiernamente se despide,
una mañana que el alba,
en vez de rosa y jazmines
furiosamente arrojaba
truenos y rayos horribles,
195
salió como quien de Argel,
temiendo el dueño que sirve,
huyó con ansias y miedos
de que otra vez le cautive.
Lo que mis ojos hicieron
200
pienso que aún aquí lo dicen.
¡Cuántas veces envidié
las almas de los gentiles!
Él se procuró esconder,
pero como amor es lince,
205
luego supe el blanco honroso
donde sus pasos dirige.
A la Granada, que presto
tu gran Fernando conquiste
y de sus granos de nácar
210
su escudo real matice,
viene Sancho a ser soldado,
que pretende ser Aquiles
con los moros quien ha sido
con los cristianos Ulises.
215
Seguile, alcancele, hablele,
y hoy, cuando el alba se ríe,
lloré a sus pies, que pudieran
las mismas piedras oírme,
pero sacando la daga
220
a matarme se apercibe,
y ojalá, pues no hay distancia
desde matarme a morirme.
Fuese, jurando arrojarse
entre los que el muro embisten,
225
por morir y por librarse
de una mujer que le sigue.
En esta razón me hallaste;
no tengo más que decirte
de que sola tú pudieras
230
ser sol de mi noche triste.
Esta, señora, es la historia
y la conquista imposible
de la aborrecida amante
y la desdichada firme.
ISABEL
235
Bien creerás que me has movido,
doña Juana, a compasión.
DOÑA JUANA
Efectos, señora, son
de tu generoso oído.
ISABEL
El Rey asalta una torre
240
y yo estoy con gran cuidado;
si sabes que me has hallado
sabes que mi amor te socorre.
A mí me es fuerza volver
donde mi Fernando está;
245
si está tu marido allá
será fácil de saber.
Quedarás en mi servicio
mientras eres más dichosa.
DOÑA JUANA
De tu mano generosa
250
será ilustre beneficio
amparar mi soledad.
ISABEL
Sígueme y no tengas pena.
DOÑA JUANA
Tu sol divino serena
el mar de mi tempestad.
255
Plegue a los cielos que veas
esta ciudad a tus pies,
que sé, gran señora, que es
la cosa que más deseas.
Vanse. Suena ruido de guerra, y salgan con las espadas desnudas algunos soldados, y el Maestre de Santiago y el de Calatrava, y el rey don Fernando y don Sancho de Guevara
REY
Habeislo hecho todos como buenos;
260
no menos prometía la nobleza
de quien tanta virtud tuvo principio.
Pero acercadme presto aquel soldado
que a un tiempo limpia el rostro y el acero:
de aquel sudor, y este roja sangre.
MAESTRE DE SANTIAGO
265
¡Hola, soldado!
SANCHO
Gran señor, ¿qué mandas?
MAESTRE DE SANTIAGO
Su Majestad te llama.
SANCHO
Invicto Príncipe,
¿en qué te sirvo? ¿Por ventura quieres
que reconozca el muro? ¿Qué me mandas,
en que pueda mostrar mi buen deseo?
REY
270
No quiero agora más de conocerte,
porque te he visto con valor notable
entre los moros del presente asalto,
tanto, que si igualara con tu ánimo
mi fortuna, este día fuera el último
275
que esta Granada fuerte conquistara,
como el primero que su muro entrara.
SANCHO
Fernando insigne, a quien darán los cielos
de este bárbaro imperio la corona
porque te deba España su limpieza,
280
yo soy un caballero de Navarra
que he venido a servirte por mi gusto,
sin otro sueldo ni ocasión. Mi nombre
es el mismo que tuvo el padre mío;
don Sancho de Guevara me apellido,
285
sangre de los Ladrones, a quien debe
España ilustre las abarcas de oro
con que ha pisado la cerviz al moro.
REY
Mucho huelgo el haberte conocido
y que de tu virtud, no mis oídos,
290
pero mis ojos, me hayan informado.
Yo te he visto de suerte en el asalto
que te he cobrado amor, y este confirman
las nuevas de tu ánimo y la sangre
que has heredado de tan noble estirpe.
295
Yo gusto de que quedes en mi casa
y que me sirvas en mi mesa gusto,
que esto se debe y más a los que vienen
con ánimo tan noble como el tuyo
a la sagrada empresa que prosigo.
SANCHO
300
Beso tus pies.
MAESTRE DE SANTIAGO
La Reina, mi señora,
te viene a ver, señor.
REY
Venga en buen hora.