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La malcasada es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo. Se articula en torno a la historia de Lucrecia, una joven viuda encaprichada del apuesto don Juan, pero a quien su difunto esposo ha condicionado su herencia a casarse con su sobrino, Fabricio.
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Seitenzahl: 92
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
La malcasadaCopyright © 1615, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617627
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Atrevimiento es grande dar a la luz en nombre de Vuestra Merced esta comedia, pues siéndole tan notorios los preceptos, no le ha de parecer disculpa haberse escrito al uso de España, donde fueron culpados de la mala observancia los primeros por quien fue introducida. Dijo Baldo que: Scire quid facias, et cescire quo ordina facias, non est perfectae cognitionis. En ellos tuvo principio. No ha sido posible corregirle en tantos años, así en los que las oyen como en las que las escriben, pues aunque se ha intentado, sale con infeliz aplauso las más veces, dando mayor lugar a los espectáculos e invenciones bárbaras que a la verdad del arte, tan lamentada de los críticos inútilmente. Los autores tienen su parte de esta culpa, pero pues multa in iure civili contra strictan rationem disputandi, pro communi utilitate recepta sunt, no es mucho que, por la de tantos en esta parte, perdonen los observantes de los preceptos la imperfección que digo. Pudieran muchos ingenios censores, como lo condenan, remediarlo porque frustra est potentia, quae ad actum non perducitur. Pero pues Vuestra Merced no ha sido de los escrupulosos en esta materia, excusada fuera esta satisfacción, que solo la he dado a su divino ingenio, tan dignamente celebrado en toda Europa, porque quien leyere su nombre en esta décimo quinta parte de mis comedias sepa que le dedico más la voluntad que los versos, porque ella es verdad y ellos son fábula, y que conozco que muchos imperfectos, cuales son los que la constituyen como miembros de su cuerpo, unum perfectum constituere non possunt. Reciba, pues, Vuestra Merced, en su protección ya como caballero tan noble y descendiente de la casa ilustrísima de los Duque de Alburquerque, ya como tan insigne orador y jurisconsulto, a La malcasada, título de esta comedia, que bien tendrá necesidad de su elocuencia con que ha vencido al griego Demóstenes, al romano Cicerón y al español Quintiliano, para los pleitos y desdichas que se le ofrecen, pues lo debe a amor inmenso que le tengo, al respeto con que le trato y a la veneración con que le miro; y pues ubi mens esta certa de verbis non curatur, mi propio atrevimiento me disculpe, que en razón de las admirables partes que adornan tan estupendo prodigio al mundo, solo diré lo que de Andreas Alciato dijo Gribaldo, pues igualmente honra vuestra merced las leyes y las musas: Consultissimus ornat AlciatusMusas, eloquium, sacrasque leges.
Capellán de Vuestra Merced,
Lope de Vega Carpio
Salen DON JUAN y HERNANDO, lacayo.
JUAN
Todo lo que digo es cierto.
HERNANDO
Parte de ello he visto yo.
JUAN
Si su rostro me agradó,
su entendimiento me ha muerto.
HERNANDO
5
¿Cómo la pudiste hablar
estando su madre allí?
JUAN
Porque en su traza entendí
que la pretende casar.
HERNANDO
No sobra mucho dinero
10
cuando se casan doncellas,
gustando sus madres de ellas
que las requiebren primero.
Pero bien que tú no eres
de tan poca discreción,
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y más valiendo el doblón
a veinte y cuatro mujeres.
Que en aquesta edad que corre
así se manda trocar;
ya no hay, Leandro, en la mar
20
Eros no luz en la torre.
Pasó el tiempo de los lobos;
bien sé yo que tú no pecas
en lo de casarte a secas.
JUAN
¡Ay, Hernando!, los más lobos
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vienen a morir en trampa,
que el más fuerte pensamiento
se recoge en casamiento
si la voluntad no escampa.
HERNANDO
Tengamos en qué entender.
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¿Tú te enterneces así?
JUAN
¡Ay! ¡No sé, Hernando, qué vi
en esta hermosa mujer!
HERNANDO
¿Qué viste?
JUAN
Un mirar traidor,
con vergüenza despejado.
HERNANDO
35
Di que estás enamorado.
Ofrezco al diablo el amor,
que más te quisiera ver
con unas buenas tercianas.
JUAN
¿Pues tú qué pierdes no ganas
40
en querer yo o no querer?
HERNANDO
¿Cómo no? ¿Luego no hay más
sino servir un criado
a un señor enamorado?
¡En qué lindo engaño estás!
45
Tú, si estoy bien en la cuenta,
me das al mes doce reales,
y si enamorado sales,
no te serviré por treinta.
¿Es negocio de chacota
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andarse tras un amante
todo el año de portante
chazándole la pelota?
¿Aguardalle en una esquina,
de un broquel quebrado el brazo
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y aguardando un pantuflazo
si un celoso se amotina?
¿Acostarse con el sol
que sale por la mañana
porque él deje a una ventana
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más babas que un caracol
diciendo amores baldíos
de un loco y necio deseo
a la otra, que en manteo
está recogiendo fríos,
65
que todos paran después
en agua, granizo y truenos,
al cabo de esos serenos
doce reales por un mes?
Hagamos otro concierto
70
si piensas enamorarte.
JUAN
Hernando, en ninguna parte
que puedes servir te advierto
como a un hombre enamorado,
que la liberalidad
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nació de la voluntad,
y no puede haber criado
que pueda medrar sirviendo
si su amo no lo está.
¿Qué recado le traerá,
80
o con verdad o fingiendo,
porque no le dé un vestido,
unas calzas, una joya?
HERNANDO
Y si está en sus trece Troya
y no da puerta ni oído,
85
¿qué dará por un desdén
un amo a un pobre criado?
JUAN
No ha de ser tan desgraciado
que nunca le quieran bien,
mayormente si su amor
90
pone en doncella.
HERNANDO
Eso creo,
que de casarse el deseo
las pone en bravo rigor.
Dirá una doncella sí
a quien en su vida vio,
95
que piensa, si dice no,
que el mundo se acaba allí
y que no hay otro hombre en él,
porque todas hacen cuenta
que es mejor la primer venta,
100
y las más cierran con él.
JUAN
Quedo, Hernando, que ha salido
del Carmen.
HERNANDO
Notables son,
ya te ha mirado a traición.
JUAN
Pues de eso estoy tan herido.
HERNANDO
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¡Qué madre tan reverenda!
No trae mejor gualdrapa
la misma mula del Papa.
La moza es linda prebenda.
Escuderito tenemos
110
y moza de garabato.
¡Ea!, alborotose el hato,
toque a todos y dancemos.
Salen doña LUCRECIA, doncella; FELICIANA, madre; ORDÓÑEZ, escudero; ISABEL, con mantos.
LUCRECIA
¡Qué buena está doña Inés!
FELICIANA
Pues yo te juro que tiene
115
mil años.
LUCRECIA
Gallarda viene
de talle y galas después
que casó con el doctor.
FELICIANA
Mucho remozan las galas.
LUCRECIA
Si al contento las igualas,
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esa es la gala mejor.
FELICIANA
Las doncellas no pensáis
que fuera del casamiento
puede haber otro contento.
LUCRECIA
Vosotras nos lo enseñáis,
125
pues de eso habemos nacido.
FELICIANA
¿Quién es aquel caballero
que te hablaba?
LUCRECIA
Hoy el primero
día que le he visto ha sido.
FELICIANA
No tiene mala persona.
LUCRECIA
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Es bien hablado galán.
FELICIANA
¿Qué te dijo?
HERNANDO
¡Qué bausán
la estás mirando! Perdona,
que nunca te vi tan necio.
JUAN
Deséola enamorar.
HERNANDO
135
¿Y negocias con mirar?
JUAN
De mirar tierno me precio.
HERNANDO
A cierta mujer oí
que un galán la enamoraba
cada vez que la miraba.
JUAN
140
¿Supiste la causa?
HERNANDO
Sí.
Era tuerto, y el lugar
del ojo que le faltó,
uno de oro se encajó
la niña haciendo esmaltar.
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Y porque un doblón pesaba,
decía aquella mujer
que le daba gran placer
cada vez que la miraba.
Tratándose, y la afición
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tal puso al buen caballero
que faltándole el dinero
vendió el ojo en un doblón.
JUAN
Gran cuervo fue la mujer,
que hasta el ojo le sacó.
HERNANDO
155
Si con él la enamoró,
con él la vino a perder.
Pero ella le consolaba
y a lo falso le decía
que pues que lo mismo vía
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ni perdía ni ganaba.
JUAN
Más despacio me enamoro.
HERNANDO
Yo tengo por cosa clara
que hasta el alma le sacara
si fuera el alma de oro.
FELICIANA
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¿Eso te dijo?
LUCRECIA
Esto mismo.
FELICIANA
¿Y sabes su calidad?
LUCRECIA
En la corte es necedad,
porque es toda un barbarismo.
Aquí no hay que saber casa,
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creer pajes ni lacayos.
¿No has visto unos papagayos
que están diciendo: ‟¿Qué pasa”?
Pues esos son en la corte
los que mejor hablan de ella,
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porque eso solo hay en ella
de todo su fausto y porte.
Unos vienen y otros van,
no hay de asiento, cosa o casa;
di tú: ‟¿Quién pasa, quién pasa?”,
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y ellos te responderán.
FELICIANA
¿No es este que viene aquí?
LUCRECIA
El mismo.
FELICIANA
Derriba el manto
y dale por algún canto
los ojos.
LUCRECIA
¿Dices ansí?
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Mas haz tú que no ves,
que él quiere llegarme a hablar.
FELICIANA
El desearte casar
me pone el seso en los pies.
Mas no hables, que ha venido
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aquel letrado de ayer.
Salen LISARDO, letrado, y MILLÁN, criado.
MILLÁN
Digo que estas han de ser.
LISARDO
Famoso podenco has sido.
MILLÁN
Con el pie y la mano alzada
en viéndolas me quedé.
JUAN
195
Ya cuando hablarla intenté
fue todo mi intento nada,
que aqueste que viene aquí
o es su hermano o su pariente.
HERNANDO
Más parece pretendiente.
JUAN
200
¿Pretendiente?
HERNANDO
Señor, sí.
Que ella se ha tapado más
y él se queda.
JUAN
Yo las sigo.
Vanse.
LISARDO
¿No ves esto?
MILLÁN
Yo te digo
que no me engaño jamás.
LISARDO
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Pues bien, ¿qué culpa tan grave
es que la siga un mancebo?
MILLÁN
Donde no se pone cebo
ni asen pez ni cogen ave.
LISARDO
Si fue el cebo su hermosura,
210
¿cómo la puede esconder?
Porque el no dejarse ver
fuera soberbia o locura.
MILLÁN
Bien se casa la mujer
a fama de su virtud.
LISARDO
215
Si pasa la juventud,
también se puede perder
del casarse la ocasión.