La mayor hazaña de Alejandro Magno - Lope de Vega - E-Book

La mayor hazaña de Alejandro Magno E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

La mayor hazaña de Alejandro Magno es una comedia teatral de corte histórico del autor Lope de Vega. Narrada en tono desenfadado y de comedia, se articula en torno a la vida de Alejandro Magno el Conquistador y sus amoríos.-

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Lope de Vega

La mayor hazaña de Alejandro Magno

 

Saga

La mayor hazaña de Alejandro MagnoCopyright © 1916, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618013

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS:

ALEJANDRO Magno EFESTIÓN, almirante PARMENIÓN, condestable CLITO, camarero CAMPASPE, dama PIRENE, criada de Campaspe EPAMINONDAS, tebano TIMOCLEA, tebana DARÍO, rey de Persia EPITRIDATES, su jersey HÉRCULES, tebano EMBAJADOR 1 de Grecia EMBAJADOR 2 APELES, pintor BUFO, lacayo

JORNADA PRIMERA

Salen ALEJANDRO, PARMENIÓN, EFESTIÓN y CLITO, y aparece ALEJANDRO en un trono y CLITO con una corona en una fuente

 

EFESTIÓN: Macedonia, señor, su rey te llama.

Ciñe la invicta y generosa frente,

porque se sepa tu gloriosa fama

del negro ocaso hasta el dorado Oriente;

pues eres de tal tronco feliz rama,

como él serás en gobernar tu gente,

yo por rey te obedezco, y ruego al cielo

que por tal te obedezca todo el suelo.

CLITO: Yo también beso tu valiente mano,

que terror ha de ser en mar y en tierra,

de mar y tierra, que aunque soy anciano,

te prometo servir en paz y en guerra

como al rey, mi señor, que algún villano

en un sepulcro su valor encierra.

¡Tu padre era, señor, nada te impide!

¡Venga tu sangre, que venganza pide!

ALEJANDRO: Ya, queridos vasallos, que sujeto

sólo me miro a mí, ya que mi mano

el cetro regio goza, yo os prometo

de mostrarme con todos tan humano

que todos me tengáis por vuestro objeto.

Premio al bueno daré, fin al tirano,

y en todo cuanto pueda, siendo justo,

haré, vasallos, sólo vuestro gusto.

Y agora, porque, en fin, de mi grandeza

todos participéis, haceros quiero

merced. Efestïón, de la grandeza

de almirante gozad, que así os prefiero

por viejo.

EFESTIÓN: Guarde Dios a vuestra alteza.

ALEJANDRO: Y vos, Clito, seréis mi camarero.

CLITO: Beso tus pies, señor, que de tu mano

pudo venirme don tan soberano.

ALEJANDRO: Todo el mundo tener sólo quisiera

para daros a todos, y aun sospecho

que para daros yo pequeño fuera,

porque es mayor mi generoso pecho.

Si pudiera, vasallos, os hiciera,

pues para todos era el mundo estrecho,

a cada uno rey de todo el mundo,

y aun corto premio a vuestros hechos fundo.

CLITO: Dueño te espero ver de aquéste entero,

por fuerte Marte, por discreto Apolo

y por el rayo de tu fuerte acero.

Desde este polo al contrapuesto polo

que han de te[m]er tu invicta diestra espero,

y que has de ser, como mereces, solo,

si no lo estorba la atrevida Parca,

de todo el orbe el imperial monarca.

EFESTIÓN: Yo, señor, como viejo, os aconsejo.

Quien mató a vuestro padre, cosa es cierta

que os querrá deshacer como a su espejo.

No dejéis puerta a vuestro mal abierta;

tomad, pues mozo sois, este consejo.

A quien fuere leal abrid la puerta

del vuestro sacro amor; mas a traidores,

la del castigo justo y los rigores.

Empiece ya a temer vuestra braveza

tu astro contrario, fiero y arrogante;

no acredite segura su cabeza;

sepa que es Alejandro el sumo Atlante

de toda Macedonia y su grandeza

[e]sculpa el tiempo en tablas de diamante,

rindiendo persas, allanando montes

y descubriendo varios horizontes.

ALEJANDRO: Llegad, Efestïón, dadme los brazos,

que me infunde valor aquese brío.

Fírmese mi amistad con estos lazos.

Yo haré que tema mi valor Darío,

o haré su gente y su valor pedazos.

Ya me parece el mar pequeño río

para que en él navegue mi pujanza,

que a ser deidad divina se abalanza.

Perdone Marte, Júpiter perdone,

que, en vistiendo la cota relumbrante,

pienso que Marte soy; mi ser me abone

si me imagino Júpiter tonante.

EFESTIÓN: La heroica fama tu valor pregone,

tebano Alcides, aunque más pujante;

nunca se atreva a tu poder la muerte;

iguale a tu valor tu buena suerte.

 

Salen APELES y BUFO

 

APELES: Tu majestad, señor, me dé sus plantas.

ALEJANDRO: Álzate, Apeles; pídeme la mano.

APELES: Con ella al alto cielo me levantas.

ALEJANDRO: Tu pincel precio, Apeles soberano.

APELES: ¿Quién podrá agradecer mercedes tantas?

ALEJANDRO: Con tan fuertes vasallos, caso es llano

que ha de ser inmortal mi buena suerte

aunque le pesa a la atrevida muerte.

No habré yo menester que mi renombre

escriba el tiempo en siglos dilatados

para que al mundo mi valor asombre,

pues han querido mis felices hados

que tenga, Apeles, como vos un hombre

que mis hechos escriba señalados,

y otro con que a mil reyes me anticipo,

que los esculpa en bronce, que es Lisipo.

 

Sale PARMENIÓN

 

PARMENIÓN: Dame tus pies, señor...

ALEJANDRO: Alzad del suelo,

condestable.

PARMENIÓN: Señor, beso tu mano.

ALEJANDRO: ¿Qué hay de Tebas?

PARMENIÓN: Su triste fin recelo,

que tiene en todo proceder villano.

ALEJANDRO: ¿Qué es lo que dices?

PARMENIÓN: Que se opone al cielo

de tu poder altivo y más que humano.

ALEJANDRO: Temo que Tebas enojarme intente.

PARMENIÓN: Escúchame, señor, atentamente.

Yo a Tebas parte le di

de la fúnebre tragedia

del rey tu padre Felipe,

y le avisé que viniera

a obedecerte por rey

con la circular diadema

que coronase tu frente,

cetro que honrase tu diestra.

En lugar de lutos tristes

se vistió aceradas grevas.

Todo es armas, todo es fuego,

todo confusión y guerra.

Hizo tocar una caja

Epaminondas, soberbia,

con que juntó, para hablarlos,

todos los grandes de Tebas.

“Bravos tebanos --les dice--,

defensa de vuestra tierra,

ya no es razón que sufráis

una tan prolija afrenta,

como es que tan fiero rey

mande y rija vuestras fuerzas.

Tebas, valientes soldados,

tiene bastante defensa

para contrastar a Marte,

si sujetarla quisiera.

¡Libertad! ¡Viva la patria!

Si a Macedonia le pesa,

que no es razón que su rey

por sus vasallos nos tenga,

cuando hay en Tebas quien ser

rey de Macedonia pueda.

Filipo murió, en efeto;

Alejandro, es cosa cierta

que le sucede al imperio;

reine, por cierto, en su tierra.

Mostrad esos fuertes pechos,

regid vosotros la vuestra;

iguales en valor somos.

¡Tema Macedonia, tema,

que yo os juro defender,

que basto para defensa,

no de Tebas, mas del mundo”.

¡Oh, qué arrogante soberbia!

Promulgó, en fin, su traición

y acabó de hablar apenas,

cuando todos, por su rey,

le veneran y respetan

y prometen ayudalle

con armas, vidas y haciendas,

aunque Júpiter airado

vibre lanzas, rayos llueva,

escriben para este efeto

también Atenas y Grecia,

y las dos contra tu nombre

conjuradas se revelan.

Yo, que lo supe, inflamado

el pecho con las centellas

que me exhalaba un volcán

de amor y [lealtad] sincera,

de cólera ciego y loco

solté al caballo las riendas

y, terrible como airado,

fui a reprender su insolencia.

Díjeles que eran traidores

y que tu furia temieran,

pues era fuerza que, airado,

castigaras la bajeza,

y que, cuando tú por ti

castigarlos no quisieras,

bastaba yo para darles

de esas infamias la pena.

Ellos quisieron matarme,

mas yo, con honrada fuerza,

herí algunos; defendíme,

y he venido a tu presencia.

EFESTIÓN: ¿Hay tan extraña maldad?

CLITO: ¿Hay más infame bajeza?

Yo, señor, aunque el menor,

si me concedéis licencia,

iré a vengar vuestra injuria.

PARMENIÓN: Yo les daré aquella pena

que sus delitos merecen

si vuestra divina alteza...

ALEJANDRO: Basta, vasallos, no más;

conozco vuestra nobleza;

yo el primero he de salir

a campaña en cualquier guerra

y Bucéfalo el primero

tiene de animar mi empresa.

En desnudando la espada

Tebas tema, el mundo tema,

mas primero he de valerme,

vasallos, de mi clemencia;

vaya Efestïón al punto

y hable de mi parte a Tebas.

EFESTIÓN: Iré a obedecer tu gusto,

que en ir tu grandeza muestras,

como hijo del gran Filipo,

a quien los Elíseos tengan.

ALEJANDRO: Y, entre tanto, Parmenión,

quiero ejercitar la diestra

con el venablo, matando

en aqueste monte fieras.

Apercíbase la gente.

PARMENIÓN: Haráse como lo ordenas.

ALEJANDRO: ¡Triste de ti si me mueves

a que te castigue, Tebas!

Apeles, vente conmigo.

APELES: Gran señor, aunque tu alteza

me honra por el arte vida,

también este pecho encierra

valor para ser soldado

y defender tus fronteras.

ALEJANDRO: Capitán os hago, Apeles.

APELES: Tu fama he de hacer eterna.

 

Vanse todos y queda BUFO solo

 

BUFO: Que haya hombres en el mundo

--¡pierdo el juicio!—que se huelgan

de ir a la guerra, pudiendo

en la paz tranquila y quieta

vivir y beber, no sangre,

mas cosa que lo parezca.

¿Hay cosa como la paz,

apacible, santa y bella,

venerable más que humana

y por extremo discreta?

No está temiendo que toque

el contrario la trompeta

y que de una cuchillada

le deje sin una pierna;

que le hase de sentido

una penetrante flecha;

Marte, por quien es, me libre

mientras yo me libro de ella.

 

Vase, y sale CAMPASPE de cazadora, con arco y flecha en la mano, y PIRENE, su criada

 

CAMPASPE: En este bosque umbroso

paso, Pirene, el día,

de Macedonia ausente y olvidada,

después que el riguroso

hado y desdicha mía

huérfana me dejaron sin mi amada

madre, porque ya nada

me diera algún consuelo,

fuera de aquestas aves

que con picos süaves

siguen este arroyuelo

que, viendo que no imita

su voz, corrido ya se precipita.

Dióme el cielo belleza

y nobleza tan grande

que no pudiera ser mayor, Pirene,

mas no me dio riqueza

y, como aquésta mande

todo el poder que la nobleza tiene,

quien a ser rico viene

quiere alcanzar con ella,

aunque el hado inhumano

le haga rico villano,

la más subida estrella

y, después de alcanzada,

Pirene amiga, no se encubre nada;

aquí de aquesta suerte

pienso pasar la vida

hasta que quiera Júpiter sagrado

que la acabe la muerte.

PIRENE: Yo, señora querida,