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La mayor vitoria es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias del Siglo de Oro Español, narra varias situaciones humorísticas y de enredo propiciadas por un malentendido amoroso.
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Seitenzahl: 67
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
La mayor vitoriaCopyright © 1635, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618020
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
-fol. 130r-
Salen ELENA, FLORA y CASANDRA.
ELENA Yo nunca supe de amor.
FLORA Sus leyes tengo por vanas.
CASANDRA De suerte que en tres hermanas
vino a dar en la menor.
ELENA Deben de fundarse en ti. 5
CASANDRA Yo no he tenido por dicha
amor, puesto que lo soy,
antes la culpa le doy
deste amor a mi desdicha.
Con solo sentir ausencia 10
-fol. 130v-
retirada en esta quinta,
si bien tan poco distinta
de la ciudad de Florencia.
ELENA Los celos de nuestro padre,
Casandra, dan ocasión 15
a su cuidado, en razón
justa de faltarnos madre.
Entró en Florencia el famoso
Otón, a quien nombre dan
de emperador alemán; 20
su ejército vitorioso
se aloja por la Toscana;
sus gallardos capitanes
en Florencia más galanes
que de guerra y pienso, hermana, 25
que el retirarnos acá
es asegurar su honor.
CASANDRA Mal lo pasará mi amor,
si a Otavio detiene allá.
FLORA Bien puede venir Otavio 30
a verte, pues está ausente
nuestro padre.
CASANDRA Si la gente
de Otón no hace a nadie agravio,
si viene como señor,
aunque con soldados viene, 35
si nombre de dueño tiene,
y no de conquistador,
¿qué teme Pompeyo?
(Salen FINEO y FABIA, criados.)
FINEO ¿Puedo
llegar?
FLORA Seguro podrás.
FINEO La licencia que me das, 40
Fabia me ha quitado el miedo.
FABIA Eres tú muy temeroso.
FINEO Señoras, el cielo os guarde.
CASANDRA Fineo.
FINEO ¿Podrá un cobarde
ser para hablar animoso? 45
CASANDRA Seguro estás, llega.
FINEO Llego.
CASANDRA ¿Tráesme papel?
FINEO Papel vivo,
a Otavio.
(Entra OTAVIO.)
OTAVIO Mejor te escribo
mi amor, mi pena, mi fuego
con la lengua, aunque turbada, 50
que con la pluma.
CASANDRA Aquí están
mis hermanas.
OTAVIO No tendrán
mi voluntad por culpada.
Que puesto que son estrellas,
bien puede haberme cegado 55
el sol, pues no he reparado,
hermosa señora, en ellas.
A las dos pido perdón,
y como Paris troyano
no fuera jüez villano 60
de tan igual perfección.
Dividiera el premio en tres,
a Minerva diérale uno
por la guerra, el otro a Juno
por la riqueza, y después 65
a Venus diera el tercero
por diosa de la hermosura.
ELENA Por buen estilo procura
Otavio darle el primero,
más Casandra lo merece, 70
y merece vuestro amor.
FLORA Justamente a su valor
el primero premio ofrece.
CASANDRA Dejad agora el burlalla,
para que Otavio nos diga 75
qué hay de Florencia.
OTAVIO Si obliga
la patria por madre, a honralla,
oíd la entrada de Otón
en Florencia, aunque sucinta.
CASANDRA No está mi padre en la quinta, 80
hablad, pues hay ocasión.
-fol. 131r-
OTAVIO Coronado del ínclito Gregorio,
de la Iglesia santísimo monarca
por el sacro Romano Consistorio,
que del gran Pescador le dio la barca, 85
el nuevo Constantino, el nuevo Honorio,
Otón, que con sus águilas abarca,
no Ganímedes, que era humilde robo,
mas todo el peso del terrestre globo.
Quiso como señor de la Toscana 90
honrarla con su espléndida presencia,
y dejando la máquina romana,
calificar los muros de Florencia.
Amaneció serena la mañana,
que aun hacer sabe el tiempo diferencia, 95
y abierta la primera celosía,
huyó la noche y asomose el día.
De la ciudad más bella, más hermosa,
y más ilustre que en Europa mira
purpúreo Febo, se encendió la honrosa 100
fama en la luz, que a eternizarle aspira.
Vistiose de la tela más preciosa,
con que la Persia y China desafía,
y las calles distintas en colores,
formaron cuadros de fingidas flores. 105
Pintaros en su entrada las ventanas
con tantas damas de Florencia bellas,
aunque faltaron tales tres hermanas,
no escusa la razón de encarecellas.
Los ojos que a hermosuras alemanas 110
estaban enseñados, solo en vellas,
como retratos del celeste coro,
olvidaban su nieve, rosas y oro.
Entró delante la mayor nobleza
de Florencia, con galas que mostraron 115
de la ciudad la próspera riqueza,
en que de Italia el resto aventajaron.
Confundiose de ver naturaleza
el arte con que tanto la industriaron,
pues pudo confesar en esta parte, 120
que la ennoblece y perficiona el arte.
-fol. 131v-
Iban detrás los ricos magistrados,
con las insignias de la paz divina,
haciendo las colores de los grados
honra al honor y vista peregrina: 125
los dos derechos verdes y encarnados,
amarillo color la medicina,
azul y blanco la sagrada ciencia,
de su celo y candor correspondencia.
Luego por los metales sonorosos 130
las desiguales voces concertadas
penetraban los aires espaciosos,
y las cajas belísonas templadas.
Ya puestos en alarde numerosos,
al hombro las cuchillas aceradas, 135
soldados de la guarda la seguían,
que con plata y azul resplandecían.
Después de las insignias militares,
banderas conquistadas y blasones,
por varias tierras, por distintos mares, 140
políticas y bárbaras regiones,
suspendiendo las voces populares,
en que suelen mostrar los corazones,
el César se mostró, cuya persona
aún era digna de mayor corona. 145
No queda el olmo, en que las aves chillan
entrando azor mas suspendido el canto,
ni el son con que los aires se acuchillan,
mansas palomas, si cesó el espanto,
ni el yunque en que los Cíclopes martillan, 150
cesando el golpe se suspende tanto,
pues del caballo bélico se oían
el son con que a compás el suelo herían.
Era un frisón castaño corpulento,
tan poblado de clines, que pudiera 155
llegar donde el bordado paramento,
si las cintas y rizos lugar diera.
Él mismo de sí mismo era instrumento,
las manos y los pies el compás era,
que como la trompeta le alejaba, 160
tascaba el freno y a su son danzaba.
-fol. 132r-
El magnánimo Otón es un mancebo
proporcionado, varonil, robusto,
galán, airoso, y a decir me atrevo,
que enseñara grandeza al mismo Augusto. 165
Coronábale Dafne ingrata a Febo,
él con celos de amor, ella con gusto,
pues presumiendo el sol que a Otón sería,
de las armas y dél más luz salía.
Estas que a Marte parecieron graves, 170
mirando en él como vestido estuve,
y en sus ojos pronósticos suaves,
de que Florencia a sus laureles sube.
Llegó a palacio, recibió las llaves
de un ángel, que bajó desde una nube, 175
diciendo: Al grande Otón Florencia ofrece
lo más que puede y menos que merece.
ELENA Si como la relación
entró el César, ¿quién le viera?
FLORA Pues yo Elena no quisiera 180
ver más vivamente a Otón.
CASANDRA Ruido siento, mi bien,
vete de la quinta luego.
OTAVIO Nunca el bien tiene sosiego.
CASANDRA Allá me llevas también. 185
ELENA ¿No iríamos disfrazadas
a Florencia a ver las fiestas?
FLORA Las voluntades dispuestas
presto se ven concertadas.
ELENA En hábito digo yo 190
de labradoras podremos,
y al césar Otón veremos,
que tanto Otavio alabó.
Damas, calles, fiestas son
una confusión, ¿quién duda, 195
que donde todo se muda,
gocemos de ver a Otón?
FLORA Bien dice Elena, ¿quién puede
conocernos?
CASANDRA ¿Si entretanto
viene nuestro padre?
ELENA Cuanto 200
de ver mujeres sucede,
está disculpado ya,
fuera de que nos dejó
por irse, presumo yo,
que hoy ni aun mañana vendrá. 205
CASANDRA Pues Fabia, entre las villanas
más ricas de aquesta aldea
busca vestidos.
FABIA Dantea,
Livia y con sus hermanas
las galas mayores tienen, 210
¿mas no tengo de ir allá
con vosotras?
ELENA Claro está.
FLORA Cuantos de Florencia vienen
cuentan mil cosas.
ELENA El ver
tanto a la mujer recrea, 215
que la que ver no desea