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La necedad del discreto es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso articuladas en torno a Laureano, gobernador de Ferrara, y su inminente boda.
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Seitenzahl: 85
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
La necedad del discreteCopyright © 1647, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618044
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
-fol. 413-
Salen LAUREANO y CELIO con hábito de noche y valonas de estudiantes.
LAUREANO Llama a este balcón.
CELIO ¿Con qué?
LAUREANO Con la espada.
CELIO Fuera en vano,
porque es corta para mano.
LAUREANO ¿Y no alcanzaras?
CELIO No sé,
aun si trujera montante... 5
LAUREANO Busca una piedra.
CELIO Es fineza,
a mujer de tal dureza,
llamar con su semejante,
aunque cierto que el llamar
a ventana de mujer 10
con las manos ha de ser.
-fol. 414-
LAUREANO Ya entiendo manos por dar,
y es metonimia estremada.
CELIO Es de su causa el efeto
más eficaz y discreto. 15
LAUREANO Sí, Celio, mas no me agrada
que solas a las mujeres
se presuma conquistar
con esta fuerza del dar,
porque, si advertir lo quieres, 20
pienso que no llamarás
a ventana, si pretendes,
del hombre que más entiendes
que ha de resistirse más,
que el pleito, la pretensión, 25
el favor, la diligencia,
la amistad, la conferencia,
no se corresponda al dar
si llamas con el dinero,
que no hay hombre tan severo 30
que el dar no pueda mudar,
y puesto que haberle puede,
será fénix de valor.
CELIO En las conquistas de amor
nunca yo he visto que quede 35
rendido el fuerte interés.
LAUREANO Llama agora a esta señora.
CELIO Daré con la espada agora,
tú con dinero después,
mas si este después fuera antes, 40
antes te hubieran abierto.
(Sale LEVINIA, dama.)
LEVINIA ¿Es el doctor?
LAUREANO Y tan cierto
que es un ejemplo de amantes,
que aquel que con puro amor
desea gozar su gloria, 45
al reloj de la memoria
le pone despertador,
y así no puede faltar
a la hora concertada.
LEVINIA Teneisme muy obligada. 50
LAUREANO Amor bien puede obligar.
LEVINIA Agora acabo de ver
que no hay tanta autoridad
que una tierna voluntad
no puede descomponer. 55
¿Un catedrático, un hombre,
Laureano, mi señor,
de vuestro raro valor,
autoridad, fama y nombre,
no en Bolonia1 solamente, 60
adonde ya sois oído
con tal aplauso, y tenido
por único y excelente,
con tantas leyes, no sabe
una que tenga valor 65
contra las leyes de amor?
LAUREANO Es emperador tan grave
que deroga las demás,
y si de historias sabéis,
otros muchos hallaréis, 70
porque en poniendo el compás
en el punto del amor,
llegaréis con el segundo
a hacer un círculo al mundo.
LEVINIA Sin duda, señor doctor, 75
y así, rey, agradecida,
para mañana os convido
a ese pecho agradecido
y a toda un alma rendida,
que esta noche no es posible 80
daros en casa lugar.
CELIO [Aparte a LAUREANO.]
¿Esto, señor, es llamar
a una dureza imposible?
LAUREANO ([Aparte.]
Calla, Celio.) Mi señora,
tanto favor me suspende, 85
porque aunque el alma pretende
que se satisfaga agora
con palabras de alegría
y muestras de obligación,
para tanta estimación 90
parece descortesía.
-fol. 415-
LEVINIA Quedaos, Laureano, a Dios,
que siento ruido en casa.
(Vase.)
LAUREANO Adiós, mi bien.
CELIO ¿Esto pasa?
LAUREANO ¡Engañámonos los dos! 95
CELIO Vive Dios que imaginé
que si vivieras cien años,
y más que instantes engaños
encarecieras tu fe,
estas puertas cada día 100
no alcanzaras un favor
de los menores de amor.
LAUREANO ¡Falsa fue la opinión mía!
CELIO También, señor, puede ser
que tu mucha autoridad, 105
ciencia, talle y calidad
venciesen esta mujer.
No será flaqueza suya,
que a tu opinión de discreto,
y de tan raro sujeto, 110
es mejor que se atribuya.
No eres tú de los letrados
que saben solas sus leyes,
que en las artes de los reyes
sabes que son celebrados 115
tres papeles, y donaires,
y no es mucho que esta dama
se haya rendido a tu fama.
LAUREANO Por ella anduve en los aires,
y de ver su liviandad 120
ya estoy desenamorado.
CELIO ¿Qué dices?
LAUREANO Que me ha cansado
su mucha facilidad.
Nunca, Celio, te confíes
de quien presto dice sí. 125
CELIO ¿Y no has de volver aquí?
LAUREANO ¡No, por Dios! ¿De qué te ríes?
CELIO De que, para cosa igual,
dejamos las sopalandas.
LAUREANO Tres cuando son blandas, 130
Celio, me parecen mal.
CELIO ¿Cuáles, señor?
LAUREANO El süelo,
el pescado y la mujer.
CELIO En fin, ¿te quieres volver
a no volver?
LAUREANO Y recelo 135
que no la veré en mi vida.
CELIO ¿Tú eres discreto?
LAUREANO No sé.
CELIO ¿No es mejor que luego esté
la mujer agradecida?
LAUREANO Amando sin voluntad, 140
mejor, mas para tenella,
¿qué discreto ha de ponella
en tanta facilidad?
¿De qué se queja después,
quien tiene a mujer amor, 145
que le dio presto favor,
si otro gusto, otro interés,
la mudaron de intención?
CELIO No te quiero replicar,
pero bien puedes llamar 150
en este verde balcón
adonde vive Teodora,
la que hablaste ayer pasando
a escuelas.
LAUREANO Voyme acordando,
pero es muy vana señora, 155
y preciarse de entendida,
y cansar sobre cansado,
es llover sobre mojado.
CELIO Prueba, prueba, por tu vida,
que no quiero que te acuestes 160
con el enfado que llevas.
LAUREANO Andándonos, Celio, en pruebas,
se irán las luces celestes
del manto azul a acostar
antes que nosotros.
CELIO Llama, 165
que es una gallarda dama.
-fol. 416-
LAUREANO Por ti me atrevo a llamar.
¡Ha del balcón!
(TEODORA en lo alto.)
TEODORA ¿Es Rugero?
LAUREANO ([Aparte.]
Otro aguardaban aquí.)
No soy Rugero, aunque fui 170
más firme y más verdadero,
y no cerréis el balcón;
mirad que soy Laureano.
TEODORA ¡Jesús, el divino humano!
LAUREANO Milagros, Teodora, son 175
del amor y la hermosura.
Hoy os vi, y estoy de suerte.
TEODORA «Quedo», diréis a la muerte.
LAUREANO Y dijera verdad pura.
TEODORA Tengo cierta ocupación, 180
señor doctor, ¡por mi vida!,
pero estoy agradecida
de suerte a vuestra afición,
y téngola de manera
a la fama que pregona, 185
de vuestra rara persona,
que en más superior esfera
no se ha visto entendimiento,
que os quiero escuchar mañana.
LAUREANO ¿A la puerta o la ventana? 190
TEODORA Al alma, y al aposento.
(Vase.)
CELIO ¿Fuese?
LAUREANO ¿Qué habrá de hacer,
tras tanta facilidad?
CELIO No entiendo tu voluntad
ni tu modo de querer. 195
¿Cómo han de ser las mujeres
para ti?
LAUREANO Como diamantes.
CELIO ¿En locuras semejantes
gastar tiempo y vida quieres?
Cuando no fueras letrado 200
y catedrático aquí,
y cuyo tiempo es en ti
tan preciso, y ocupado,
era buena esa opinión,
pero quien tiempo no tiene 205
mejor negocia si viene
y alcanza conversación.
LAUREANO Eso no pienso yo hacer.
CELIO ¿Luego a vella no vendrás?
LAUREANO ¡Tan fácil es por demás! 210
CELIO ¡Hagamos una mujer
de un diamante o, como escribe
Ovidio, del pedernal
de Anajarte!
LAUREANO Este oficial,
que en esta casilla vive, 215
tiene una hermosa aldeana
por mujer.
CELIO Su necedad
no tendrá facilidad,
que esta es siempre cortesana,
que dicen que la engendró 220
el trato en la cortesía.
LAUREANO Hablarla Otavio solía,
y le acompañaba yo.
Demos la vuelta a la calle,
que siento gente.
CELIO Que estés 225
en opinión que si ves
que a tu ciencia, que a tu talle,
se incline alguna mujer,
no has de quererla.
LAUREANO A un diamante
ha de tener semejante 230
la que tengo de querer.
CELIO Si quieres para querellas
de diamante las mujeres,
más pensaré que las quieres...
LAUREANO ¿Para qué?
CELIO Para vendellas. 235
LAUREANO Sí, pero es necio arrojarse
el hombre que hallarla espera,
al conquistarla, de cera,
y al guardarla, de diamante.
(Vanse.)
-fol. 417-
(Salen el DUQUE DE FERRARA y POLIBIO, su secretario.)
POLIBIO Ninguno, gran señor, para tu intento 240
como es el catedrático que digo,
que a Bártulo y a Baldo se aventaja,
y pudiera en Italia ser licurgo
como lo fue en Atenas el famoso
a quien deben las leyes su principio. 245
DUQUE Yo tengo, como sabes, muchos hombres,
Polibio, en mi ducado de Ferrara
que pudieran servirme en el gobierno
donde me dices ponga a Laureano,
catedrático insigne de Bolonia, 250
pero el ser naturales de mi tierra
me quita la esperanza, en mi concepto,
de que, por dicha, a mi disgusto salgan.
POLIBIO En su patria ninguno fue profeta,
palabras son de Dios, y como él ciertas, 255
fuera de que es antiguo entre señores,
y aun entre los demás del mismo vulgo,
no hacer estimación de cosas proprias
y venerar las estranjeras mucho:
si un hombre viene hablando en otra lengua, 260
aquel ha de ser médico famoso,
aquél pintor y aquél divino artífice;
el libro en lengua propria no se estima,
ni lo que cría aquella misma tierra,
porque en no conocer los dueños dellas 265
estriba de las cosas todo el crédito.
DUQUE Bien dices, y así vemos que la fama
no se despega de la propia envidia,
si no es que muera el dueño que la tiene.
Dijo un discreto que era matrimonio, 270
Polibio, el de la envidia y de la fama
que se apartaba solo con la muerte,
de suerte que al que nace en alguna arte
insigne le está bien morirse presto,
y si la vida ha de costar la fama, 275
famoso en todo a mi enemigo llama.
POLIBIO Según eso, señor, ¿te determinas
a llamar al insigne Laureano
-fol. 418-
y darle este gobierno?
DUQUE Todos dicen
que es de aqueste gobierno benemérito 280
entre cuantos famosos tiene Italia;
dícenme que después de lo que en leyes
tiene alcanzado de gloriosa fama,
es el hombre más raro y más discreto
que agora se conoce en toda Europa, 285
de su universidad tan aprobado
que dos veces a Roma le ha enviado,