La noche de San Juan - Lope de Vega - E-Book

La noche de San Juan E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

La noche de San Juan una comedia amorosa teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso articuladas en torno a dos mujeres, Leonor y Blanca, que se oponen a los deseos de sus hermanos y alcanzan la libertad para conseguir a sus amados durante la noche de San Juan, a través de numerosas peripecias.

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Seitenzahl: 104

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Lope de Vega

La noche de San Juan

Saga

La noche de San Juan

Copyright © 1635, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont

All rights reserved

ISBN: 9788726618068

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

-fol. 67v-

Personas que hablan en ella.

Don Juan.

Don Luis.

Don Pedro.

Don Bernardo.

Otavio.

Mendoza.

Celio.

Leandro.

Leonardo.

Don Félix.

Alguaciles.

Doña Leonor.

Doña Blanca.

Inés, criada.

Antonia, criada.

Fenisa.

Lucrecia.

Fabio.

Rodrigo.

Don Alonso.

Don Toribio.

Tello, gracioso.

-fol. 68r-

Acto primero

Salen Doña Leonor, dama, y Inés, criada.

Doña Leonor

No sé si podrás oír

lo que no puedo callar.

Inés

Lo que tú supiste errar,

¿no lo sabré yo sufrir?

Doña Leonor

Perdona el no haberte hablado,

5

Inés, queriéndote bien.

Inés

Ya es favor de aquel desdén

pesarte de haber callado.

Doña Leonor

No me podrás dar alcance

sin un romance hasta el fin.

10

Inés

Con achaques de latín

hablan muchos en romance.

Doña Leonor

Las destemplanzas de amor

no requieren consonancias.

Inés

Si sabes mis ignorancias,

15

lo más claro es lo mejor.

Doña Leonor

¿Tengo de decir, Inés,

aquello de «escucha»?

Inés

No,

porque si te escucho yo,

necio advertimiento es.

20

Doña Leonor

Vive un caballero indiano

enfrente de nuestra casa

en aquellas rejas verdes,

cuando está en ellas doradas.

Hombre airoso, limpio, y cuerdo,

25

don Juan Hurtado se llama;

dijera mejor, pues hurta,

don Juan Ladrón sin Guevara.

Este que mirando en ellas

las tardes y las mañanas,

30

no curioso de pintura,

los retratos de mi sala,

sino mi persona viva,

como papagayo en jaula

siempre estaba en el balcón

35

diciendo a todos: «¿Quién pasa?»;

debió de pasar Amor,

que como el Rey que va a caza

a las águilas se atreve,

¿cuánto y más a humildes garzas?

40

Parándose alguna vez,

preguntole cómo estaba;

respondió: «Como cautivo»,

y miraba mis ventanas.

De sus ojos y su voz,

45

a mi labor apelaba,

mas pocas veces defienden

las almohadillas las almas.

Muchas te confieso, amiga,

que los ojos levantaba

50

por ver si estaba a la reja,

que no por querer mirarla.

Di en cansarme si le vía,

¡oh, qué necia confïanza!,

que pesándome de verle,

55

de no verle me pesaba.

Dicen los que saben desto,

Inés, que el amor se causa

de unos espíritus vivos

que los ojos de quien ama

60

a los opuestos envían,

y como veneno abrasan

de aquellas sutiles venas

la sangre más delicada.

Por esta razón los niños

65

en los brazos de sus amas

enferman de quien los mira,

aunque es la causa contraria,

que allí mira el niño Amor,

-fol. 68v-

pero aquí padece el alma,

70

que las niñas de los ojos

las de las almas retratan.

En la vitoria una fiesta,

que en guerra de amor no falta

la vitoria a quien porfía,

75

y más si está la esperanza

tan cerca del buen suceso,

el tal indiano esperaba

que yo llegase a la pila;

llegué, y al tomar el agua,

80

como que hacía lo mismo,

me echó un papel en la manga.

¿No te dije yo al principio

cómo Hurtado se llamaba?

¿Pues qué mayor sutileza,

85

viniendo entre gente tanta?

Tomaba con una mano

el agua, y con otra echaba

el papel, en que fue cierto

lo que dicen del que anda

90

entre la cruz y la pila;

pasaron dos horas largas

mientras en la iglesia estuve,

donde por más que rezaba,

más al papel atendía

95

que a las imágenes santas.

Quise romperle mil veces,

y cuando ya le sacaba,

parece que me decía:

«Señora, ¿por qué me rasgas?»

100

¿Qué perderás en saber

cómo escriben a sus damas

los amantes? Pero yo,

aunque con mudas palabras,

«¡No, traidor!», le respondía,

105

«aquí morirás, que llamas

para papeles de amores

suelen ser manos honradas»,

entre si le rasgo, o no

(¡oh, cuánto yerra quien halla

110

luz para atajar principios,

y los remedios dilata!),

comencé a rasgarle, y luego

detuvo el Amor la espada,

porque es ángel que defiende

115

papeles cuando honras mata.

Volvió en fin por las razones,

y la razón desampara,

afeándome la muerte

de un pobre papel sin armas.

120

Él vino conmigo en fin,

y en mi aposento, sentada

en mi cama vi el papel,

cortés, como quien engaña,

y breve como discreto,

125

y aquella máscara santa

del matrimonio en los hombres,

treta que ha perdido a tantas.

Anduve desde este día

triste y alegre, cansada

130

de sufrir mis pensamientos

que, resistidos, desmayan.

Don Juan, como pescador

que al pez el sedal alarga,

cuando ya le tiene asido

135

y va mudando la caña,

enviome una mujer

destas que cuentan por habas

los sucesos por venir,

negro monjil, tocas blancas,

140

cuentas de no dar ninguna,

que cruz y muerte rematan

cruz de matrimonios que hacen

y muertes de honras que acaban.

Yo no sé, por no cansarte,

145

con qué hechizos o palabras

trocó mi honesto deseo,

que a dos visitas estaba

como don Juan me quería,

claro está que enamorada.

150

Respondí al papel, y a muchos,

-fol. 69r-

por esta fingida santa,

a quien mi casa venera

y a quien mi hermano regala.

En fin, dando yo lugar,

155

todas las noches me habla

por esas rejas don Juan,

porque después de acostada

vuelvo a vestirme y salir,

porque cuando el Amor danza,

160

no hay conde Claros, Inés,

que así salte de la cama.

Hablamos hasta que el sol

nos envía con el alba

a decir que ya es de día,

165

porque los ojos no bastan.

Así pasamos las noches,

y te prometo que es tanta

la blandura y discreción

de don Juan, y que me trata

170

con tan honesto respeto

que, perdida y obligada,

pienso advertir a mi hermano

de que mi vida se pasa

sin que de mi estado trate,

175

que divertido en sus damas

como caballero mozo

ni se casa, ni me casa,

porque somos las mujeres

fruta que con flor agrada,

180

y del tiempo en que se coge,

siempre es mejor la mañana.

Esta, Inés, la historia ha sido,

y cuanto amorosa, casta,

no le di mano sin ser

185

sobre lágrimas prestadas.

A quien no lo pareciere,

pruebe a ser un año amada,

que oír y no responder,

solo es bueno para estatuas.

190

Yo defendí mi valor,

pero donde el cielo es causa,

y dos almas se conforman,

ninguna prudencia basta.

Inés

Aunque has pensado que yo

195

no entendía tu inquietud,

y estimaba la virtud

de quien el papel te dio,

sabe que todo lo sé,

y de Tello, su crïado,

200

que alguna vez me ha fiado

tus pensamientos en fee

de un poco de voluntad.

Doña Leonor

¿Quiéresle bien?

Inés

Es discreto.

Doña Leonor

Bueno andaba mi secreto.

205

Inés

¿Parécete novedad

que donde mira el señor

siga su ejemplo el criado?

Doña Leonor

Mi hermano, Inés, ha llamado.

¡Ay Dios!

Inés

¿De qué es el temor?

210

Doña Leonor

¿De venir con él don Juan

a quién él jamás habló?

Inés

¡Don Juan!

Doña Leonor

Ya le he visto yo,

y mil sospechas me dan.

(Salen Don Juan, y Don Luis, y Tello.)

Don Luis

Creed, señor don Juan, que estoy corrido;

215

si bien no culpa, encogimiento ha sido

no haberos visitado.

Don Juan

Confieso que en lo mismo estoy culpado,

siendo mi obligación.

Don Luis

Antes la mía,

que ofreceros debía

220

-fol. 69v-

mi casa y mi amistad por caballero,

vecino y forastero.

Don Juan

Mostráis lo cortesano y lo discreto

en honrarme, don Luis, y yo os prometo

que el amor me debéis con que os hacía

225

mil visitas el alma cuando os vía,

con mil ansias de ser amigo vuestro.

Don Luis

Estrellas tuvo el pensamiento nuestro.

Ellas nos concertaron, pues ha sido

igual amor el que nos ha vencido.

230

Servíos desta casa llanamente.

Don Juan

Esclavo seré suyo eternamente.

¿Es vuestra hermana esta señora?

Don Luis

Hoy quiero

que conozcáis mi hermana. El caballero,

Leonor, que miras, es don Juan Hurtado.

235

Ya sé que tu retiro recatado

aún no sabrá que fue nuestro vecino

desde que a España de las Indias vino.

Don Juan

¡Cielos, qué dicha es esta!

Señora, a tantas honras la respuesta

240

es el silencio mudo,

que es la lengua mejor de quien no pudo

satisfacer su obligación hablando.

Doña Leonor

Y yo, señor don Juan, quiero, imitando

si no el ejemplo el pensamiento vuestro,

245

decir callando del contento nuestro

alguna parte breve

por mi hermano y por mí.

Don Luis

Todo se debe

al valor de don Juan.

Don Juan

Embarazado

de tantas honras casi estoy turbado.

250

Aunque no lo supiera,

por hermanos, señores, os tuviera

viendo tan parecida cortesía.

Don Luis

Retírate, Leonor, que hablar querría

a solas con don Juan.

Doña Leonor

Como quisieres,

255

aunque la condición de las mujeres

lleva mal los secretos.

Don Juan

Tello, ¿qué es esto?

Tello

Del amor efetos,

que se pega también, y es cosa llana

que a don Luis se le pegó su hermana.

260

Don Juan

Si hacemos amistad, ¡ay Leonor mía!,

-fol. 70r-

aquí veré tu sol sin celosía.

Doña Leonor

Inés, detrás desta cortina quiero

escuchar a mi hermano, que me muero

de varios pensamientos combatida.

265

Inés

¿No ves que es amistad?

Doña Leonor

¿Y si es fingida?

(Escóndense las dos.)

Don Luis

Señor don Juan, ya que habemos

nuestras almas declarado,

fuera engaño haber callado

lo que en su centro tenemos.

270

Sin prólogos, sin estremos,

ya sois dueño de la mía.

(Leonor escondida.)

Doña Leonor

¡Ay, qué desdicha sería,

Inés, que se declarase!

Inés

Más aguardo que te case.

275

Tello

No hay secreto sin espía;

las dos escuchando están,

que mujeres por saber,

y más cuando hay que temer,

ventanas en bronce harán.

280

Don Luis

Yo quiero, señor don Juan,

el más hermoso sujeto

deste lugar, y aunque a efeto

de casarme, como es justo,

no corresponde a mi gusto

285

ni en público, ni en secreto,

creer que es honestidad

a mi amor, está muy bien,

que en un público desdén

hay secreta voluntad.

290

Tenéis vós tanta amistad

con el dueño desta dama,

que no fue mayor la fama

de Pólux y de Castor,

por donde piensa mi amor

295

que la fortuna me llama.

Pero ya, ¿qué tiempo aguardo,

cuando también me entendéis,

pues dice que lo sabéis

la amistad de don Bernardo?

300

Que este mi desdén gallardo

trujo de Sevilla aquí

como su hermano, y yo fui

dichoso en que van de espacio

sus negocios en palacio,

305

pero muy aprisa en mí.

Blanca me mata, en efeto,

yo me querría casar;

nadie lo puede tratar

como un amigo discreto.

310

Vós lo sois, y yo sujeto

a cuanto vós concertéis.

En dote no reparéis,

que bien sabréis cuál me veo,

si en posesión o en deseo

315

alguna prenda tenéis.

Don Juan

Si no tuviera por cierto

el fin de tan justo amor,

sabiendo vuestro valor,

no me obligara al concierto.

320

Será de Bernardo acierto,

de Blanca será ventura:

en vuestro valor segura,

bien os empleáis los dos,

vós en ella y ella en vós,

325

a tal fee, tal hermosura.

Y así desde ahora os doy

parabién, que lo que es justo

lleva de su parte el gusto

con que a decírselo voy.

330

De Blanca seguro estoy,

-fol. 70v-

que si os trató con desdén,

no fue desprecio, que quien

sabe que se ha de casar,

todo lo quiere guardar

335

para cuando le esté bien.

Allá en Sevilla tenía

ciertos pensamientos yo

que la ausencia dividió,

y de experiencia sabía

340

que una amorosa porfía

quiere presta ejecución.

Yo os traeré resolución

tan presta si me la dan,

que hoy, víspera de San Juan,

345

juréis de la posesión.

Don Luis

Echareme a vuestros pies.

Don Juan

Dejad cumplimientos vanos.

Don Luis

Dadme siquiera las manos.

Don Juan

Guardaldas para después.

350

Vamos, Tello.

Tello

Mira a Inés

con la divina Leonor.

Don Juan

¿Acecharon?

Tello

Sí, señor.

Don Juan

Tello, si don Luis se casa,

yo soy dueño desta casa.

355

Tello

San Juan nos dé su favor.

(Vanse los dos.)

Don Luis

Echando al mayor mundo todo el velo,

asombra la celeste artillería,

y entre pedazos de tiniebla fría,

por donde daba luz, escupe yelo.

360