La Santa Juana, primera parte - Tirso de Molina - E-Book

La Santa Juana, primera parte E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

La Santa Juana es una de las comedias religiosas de Tirso de Molina, un género en el que alcanzó gran altura, con trama de trasfondo religioso pero con protagonistas que se alejan de la alegoría y la abstracción y abrazan la humanidad, con motivaciones más cercanas a los sentimientos y no tanto a los prodigios religiosos.-

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Tirso de Molina

La Santa Juana, primera parte

(Gabriel Téllez)

Saga

La Santa Juana, primera parteCover image: Shutterstock Copyright © 1620, 2020 Tirso de Molina and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726549072

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Personas que hablan en ella:

La SANTA Juana JUAN Vázquez, su padre DON JUAN MARCO ANTONIO LUDOVICO LILLO, lacayo FRANCISCO Loarte Juan MATEO, viejo Doña LEONOR SAN FRANCISCO SANTO DOMINGO La ABADESA El ÁNGEL de la guarda Sor MARÍA Evangelista MAESTRA de novicias CARLOS V, rey Don ALONSO de Fonseca, arzobispo de Toledo El gran CAPITÁN DECIO Un CRIADO Una NIÑA ELVIRA GIL CRESPO TORIBIO LLORENTE MELCHOR JULIO FABIO Ocho LABRADORES CECILIA, criada MÚSICOS

ACTO PRIMERO

Salen ELVIRA y GIL de las manos, la SANTA al lado deELVIRA, como su madrina; JUAN Vázquez, su padre,padrino;CRESPO, TORIBIO y LLORENTE, los MÚSICOS, cantandotodos, dePASTORES, con mucha grita

 

MÚSICOS: "Novios son Elvira y Gil,

él es mayo y ella abril;

para en uno son los dos,

ella es luna y él es sol."

TORIBIO: "Elvira es tan bella."

TODOS: "Como un serafín."

TORIBIO: "Labios de amapola."

TODOS: "Pechos de jazmín."

TORIBIO: "Carrillos de rosa."

TODOS: "Hebras de alelís."

TORIBIO: "Dientes de piñones."

TODOS: "Y aliento de anís."

TORIBIO: "Gil es más dispuesto..."

TODOS: "...que álamo gentil."

TORIBIO: "Tieso como un ajo."

TODOS: "Fuerte como un Cid."

TORIBIO: "Ella es hierbabuena."

TODOS: "Y él es peregil."

TORIBIO: "Ella la altemisa."

TODOS: "Y él el torongil.

Novios son Elvira y Gil,

él es mayo y ella abril;

para en uno, son los dos,

ella es luna y él es sol."

LLORENTE: ¡Par Dios que habéis cantado

bravamente!

TORIBIO: ¿Ha estado bueno?

LLORENTE: ¡No lo entonara Galeno

tan bien!

GIL: Habéisnos honrado.

JUAN: Aquí los novios se asienten

mientras se pasa la siesta.

GIL: Apacible sombra es ésta.

CRESPO: A docenas, Gil, se cuenten

los hijos que os diere Dios,

y para cada cual de ellos

más ducados que cabellos

tengáis. Gocéisos los dos

más que Sara y Abrahán,

y calme Dios con ventajas

de vino vuestras tenajas

y vuestras trojes de pan.

Y por decir cuanto puedo,

por junto, hágaos el Señor

el más rico labrador

de la Sagra de Toledo.

Todo el mundo os quiera bien,

honrándoos por varios modos;

y pues he habrado por todos,

respondan todos, Amén.

TODOS: Amén.

GIL: Todo ese bien y ventura

que nos habéis deseado,

os vuelva el cielo doblado

con la bendición del cura;

que ya mi Elvira imagina

que, con favores sin tasa,

Dios bendice nuesa casa

por virtud de la madrina.

Pues si en tales regocijos,

porque más dicha nos cuadre,

la madrina es casi madre

y los novios son los hijos,

el bien que el cielo la ofrece

es bien que a los novios caya,

porque nos digan, "Bien haya

quien a los suyos parece."

Juana es la vertú de España

tan buena como el buen pan.

Juan Vázquez, su padre, es Juan,

que basta, y aquí en Hazaña,

nueso puebro, es tan amado

del poderoso y del chico,

que con ser hombre tan rico

de ninguno es envidiado.

Quien los conoce, los llama

de toda esta Sagra espejos;

él es dechado de viejos

y ella de doncellas fama.

Y así padrinos los nombra

por participar su estima;

que al que buen árbol se arrima

le cobija buena sombra.

JUAN: Basta, Gil, no digáis más;

págueos la alabanza Dios,

que es propio al bueno, cual vos,

decir bien de los demás.

Yo y mi Juana, a vos y a Elvira

os quedamos obligados,

que sois ya nuesos ahijados;

y, pues mi afición os mira

cual hijos, ved lo que os cuadre

en mi casa, que desde hoy

hijos sois y padre soy.

LOS DOS: ¡Viváis mil años, compadre!

JUAN: Hablad, Juana, a vuestra ahijada.

SANTA: Vos, padre, habláis por los dos.

Hágaos sierva suya Dios,

Elvira, y muy bien casada.

LLORENTE: Propia bendición de santa;

breve, en fin, y compendiosa.

TORIBIO: Siesta hace rigurosa,

vuestro sosiego me espanta.

Hagamos algo.

GIL: Mi bien,

no sale el.sol tan bizarro

cuando en su lucido carro

alumbra el mundo.

CRESPO: ¡Qué bien!

Reírme del dicho quiero.

Muy bien sabéis requebrar,

mas quiérote preguntar,

Gil, si el sol es carretero.

Que si en carro le rotulas,

cuando muestra su arrebol,

podrá ser que quiera el sol

comprarme mi par de mulas.

GIL: Crespo, déjanos aquí.

CRESPO: ¡Quién oyera al sol ligero

decir siendo carretero,

¡arre, mula, pesia á mí;

y de Madrid a Toledo,

cuando llueve o hace barro,

junto a Cabañas el carro

atascado, tieso y quedo,

echar votos!

TORIBIO: Majadero,

¿el sol había de votar?

CRESPO: Sí, par Dios, y aun renegar,

si es que el sol es carretero.

¡La necedad en que ha dado

nuestro lenguaje español!

No hay estrellas, luna o sol,

plata, oro o cristal helado,

que luego no dé con ello

en la cara de su dama.

El hombre que quiere y ama,

la hace de oro el cabello,

porque tiene algunos rojos;

perlas los dientes; cristal

la frente; el labio coral,

y soles después los ojos.

¡Válgate el diablo! Repara,

amante, que una mujer

es imposible traer

tanto en un palmo de cara.

LLORENTE: Calla, necio, antes trae más.

CRESPO: ¿Más?

TORIBIO: Sí.

LLORENTE: Pues ¿no es cosa llana?

Mira tú una cortesana

con atención y verás

en la más honesta y casta

sueltas todas esas dudas.

Cara hay que ha gastado en mudas

de huevos una banasta,

cien cantarillas de miel,

veinte cofines de pasas;

pues ¿qué si al solimán pasas,

turco del rostro crüel,

que la destruye y jalbega?

No gasta en un año entero

tanta cal un pastelero

cuando la Pascua se llega,

como una cara pringada,

pues la de más bizarría

no es más que pastelería

por la Pascua jalbegada.

La color, pues, que codicia

encubrir la opilación,

no gasta más bermellón

una casa a la malicia.

Pues el sebo que hace hermosas

las manos, ya es tanto y tal,

que sin ser de Portugal

las pueden llamar sebosas.

Eso es lo que yo más llevo

de su engañoso arrebol;

¿por qué ha de ser luna y sol

lo que es solimán y sebo?

¿No fuera menos trabajo,

sin andar de Ceca en Meca,

llamar la cara manteca

y a los dientes, dientes de ajo,

que son blancos y son dientes;

a los cabellos esparto,

que es rubio a veces y hay harto,

y no rayos transparentes,

el sol y la luna clara

con que amantes y poetas

dicen que andan los planetas

saltando de cara en cara?

LLORENTE: Al menos las de la Sagra

no se afeitan.

TORIBIO: ¿No? Verá.

Todas son de corte ya,

cualquier per signum se almagra.

GIL: Dejemos eso y tratemos

algo que nos entretenga.

ELVIRA: Bien dices. Un juego, venga.

LLORENTE: Di,¿ queréis jugar? Juguemos

a los propósitos.

ELVIRA: Son

melancólicos.

TORIBIO: No hay juego

de más gusto y más sosiego

que buena conversación.

Proponed alguna enigma,

y la novia dé un favor

al que la acierte mejor.

JUAN: Si mi parecer se estima,

cada cual, por varios modos,

pinte aquí las propiedades,

efetos y calidades

del amor; y el que entre todos

mejor al rapaz pintare,

Elvira le dé un listón.

GIL: Nuesamo tiene razón.

LLORENTE: Cada cual piense y repare.

SANTA: Padre: dejémonos de eso

que es ocioso disparate.

JUAN: ¿De qué quieres que se trate?

SANTA: De algún ejemplo o suceso

en que dos buenos casados

y santos nos entretengan,

y de ellos a aprender

vengan su virtud los desposados.

Éste es lindo pasatiempo.

Cuentos sé yo, no sé cuántos,

de algunos casados santos.

JUAN: Quien da lo que es suyo al tiempo

es discreto, y el que ves

es más de entretenimientos,

hija, que de tales cuentos;

guárdalos para después.

Que si al tiempo te acomodas,

has de hablar, según mi ejemplo,

en el templo, como en templo,

y en las bodas como en bodas.

En boda estás; esta vez

goza su conversación.

SANTA: Obedecerte es razón.

JUAN: Vaya, que yo seré el juez.

CRESPO: Yo os sacaré a la vergüenza,

Amor, si os llego a pintar.

Llorente, tú has de empezar.

LLORENTE: ¿Yo?

GIL: Tú.

LLORENTE: Comienza.

TORIBIO: Comienza.

LLORENTE: Paréceme a mí que Amor

será un pequeñuelo infante

de alegre y bello semblante,

trapacista, enredador,

desnudo por el calor

de su irreparable fuego,

con dos alas, medio ciego

y amigo de hallarse en todo,

con el indio, con el godo,

con el español y el griego.

Serán sus propios efetos

sujetar con dulces daños

floridos y verdes años

y engañar libres sujetos;

volver los necios discretos

y Demóstenes los mudos,

romper de Gordio los ñudos

y oprimir con leyes graves,

desde las vestidas aves

hasta los peces desnudos.

Son los efectos de amor

mezclar penas con consuelos,

satisfaciones con celos

y esperanzas con temor;

el favor y el disfavor,

lo amargo con lo sabroso,

lo cierto con lo dudoso,

como yo he experimentado,

pues que vivo enamorado,

triste, confuso y celoso.

Ya yo he dicho, Elvira hermosa.

ELVIRA: Y harto bien.

LLORENTE: Ese favor

quiero agradecerle a Amor.

JUAN: Diga Toribio.

TORIBIO: ¿Yo en prosa?

Harto mejor os prometo

que en poesía lo dijera.

ELVIRA: Vaya en verso.

CRESPO: ¡Copla fuera!

TORIBIO: Tomad allá este soneto:

Amor, deidad que lo imposible alcanza,

es propensión violenta en quien se inclina,

celeste influjo, en cuanto predomina,

pues si éste cesa, entibia la mudanza;

Amor es relación de semejanza

que al objeto su movil se encamina;

sangre nos dice que es la medicina

y un mixto del temor y la esperanza.

La dama en interés funda su empleo;

el torpe afirma ser sólo apetito,

pero unidad el lícito deseo.

El del alma es virtud, pero delito

el material, mudable, torpe y feo,

que Amor es dios, y aspira a lo infinito.

CRESPO: Como en Alcalá estodiabas

tienes pergeño sotil.

JUAN: Ea, diga agora Gil.

GIL: Digo, pues.

LLORENTE: ¿Y en qué?

GIL: En octavas.

Amor, conforme yo le he imaginado,

será como quien es, hijo de herrero,

un muchacho mal hecho, corcovado,

asido de los fuelles, negro y fiero;

su madre enredadora le habrá dado

algunas licioncillas de hechicero,

con que las brasas sopla y fuego atiza

del descuidado amante a quien hechiza.

Su propiedad y efeto no consiste

sino en quitar el seso y sufrimiento

al pobre amante en cuya esfera asiste,

obligando a locuras su tormento;

y así ya está el amante alegre y triste,

celoso, confïado, descontento;

ya teme, ya es valiente, ya travieso.

¡Mal haya, amén, amor que quita el seso!

LLORENTE: ¿Cómo, Gil, recién casado.

y amor tan aborrecido?

O tu estás arrepentido

o sin duda que has hablado

por boca de ganso.

CRESPO: ¿Hay tal?

GIL: Por mi honra volver quiero;

yo, el amor que vitupero

no es el amor conyugal,

que aquése es tan atinado

que idolatro en sus favores.

LLORENTE: Pues ¿cuál?

GIL: Hay dos amores,

soltero uno, otro casado.

El soltero es el dimonio

y sus faltas saco a luz.

CRESPO: ¿Y esotro?

GIL: No, porque es cruz.

CRESPO: Si cruz es el matrimonio,

yo he de decir maravillas,

porque he de entrar en más hondo.

GIL: ¿Y en qué?

CRESPO: Mi ingenio es redondo,

y así diré en redondillas:

Considero yo al Amor

que será por su desastre,

como un aprendiz de sastre

o mozo de tundidor.

De una personilla chica

que con interés se encarna,

todo cubierto de sarna,

que por eso come y pica.

La vista llorosa y ciega,

una nube en cada niña

y la cabeza con tiña,

que amor cual tiña se pega.

Trampista que compra y vende

y engaña a quien por él pasa,

ladrón ratero de casa

que se esconde como duende.

O será, un animalejo

al modo de un arador,

pues cual él se mete Amor

entre la carne y el hueso.

Mona que todo lo imita,

y, en fin, a mi parecr,

pues está en hombre y mujer,

Amor es hermafrodita.

LLORENTE: Gil: tápale aquesa boca.

ELVIRA: Esto escucha quien consiente

hablar un necio entre gente.

CRESPO: Yo soy necio y vos sois loca.

 

Gritan dentro LILLO, lacayo, FRANCISCOLoarte, suamo, y don JUAN

 

LILLO: ¡To, to, capitán! ¡marquesa!

FRANCISCO: ¡Cita, zagala, zagala!

LILLO: Al viento la liebre iguala.

FRANCISCO: Dificultosa es la presa.

LILLO: Traspúsose por el cerro.

FRANCISCO: Perdióse.

LILLO: ¡Buena demanda!

 

Salen LILLO, FRANCISCO Loarte, yDONJUAN

 

LILLO: ¡Oh lleve el diablo quien anda

hecho loco tras un perro!

¡Que ha de andar un hombre

a caza para cansarme y cansarse

por lo que puede comprarse

por dos reales en la plaza!

¡Qué de esto gusto reciba

y no le aten a un pesebre!

FRANCISCO: No hay galgo que alcance liebre

cogiendo una cuesta arriba.

DON JUAN: Si el camino le atajamos

no se nos escapa.

FRANCISCO: No.

LILLO: Galgos, los mozos llamó

un discreto, de sus amos,

y dijo verdad expresa,

pues el que sirve a un hidalgo,

no comiendo como galgo

más que huesos de su mesa,

con él alcanza la liebre

de la otra, que a mensajes

de los galgos o sus pajes,

la fuerza a que rompa o quiebre

su cazador o galán

con su inclinación honesta,

y aunque corra por la cuesta

del soy y del quedirán.

La diligencia del galgo