La vengadora de las mujeres - Lope de Vega - E-Book

La vengadora de las mujeres E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

La vengadora de las mujeres es una comedia teatral del autor Lope de Vega. Narra la historia de Laura, una mujer de armas tomar que, en su desprecio por los hombres, intenta crear una escuela femenina. Una obra con un fuerte componente de denuncia y de defensa del sexo femenino y las injurias que contra él se cometen.

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Seitenzahl: 91

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Lope de Vega

La vengadora de las mujeres

Saga

La vengadora de las mujeres

Copyright © 1621, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont

All rights reserved

ISBN: 9788726618129

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

—fol. 48r→

Figuras de la comedia.

Arnaldo, príncipe.

Alejandro, duque.

Agusto, príncipe.

Otavio,2criado.

OtroCriado.

Laura, princesa.

Diana, dama.

Lucela, dama.

Julio, criado.

Lisardo, príncipe.

[Criados.]

[Acompañamiento.]

[Camilo, criado.]

Representola León y hizo la vengadora María de Alcaraz famosamente.

Acto I

Salen Laura y Arnaldo, Laura con una carta.

Laura

Si sospechoso os dejé,

aunque no tendréis razón,

yo os daré satisfación.

Arnaldo

Leed la carta.

Laura

Sí haré.

[Lee.]

«Bien sé que no hay en el mundo quien merezca el divino valor de la princesa Laura, mas suplico a vuestra majestad no pierda por vecino lo que otros pretenden ganar por estranjeros, mi embajador lleva poder para efetuar los capítulos que ofrezco. Guarde Dios a vuestra majestad.

Federico, príncipe de Transilvania.»

—fol. 48v→

Arnaldo

¿Qué dice?

Laura

Que no habéis sido

5

quien mi casamiento trata.

Arnaldo

De que a tantos seáis ingrata,

estoy, hermana, ofendido.

A mí me es fuerza casaros.

Sabe Dios si hacer quisiera

10

un hombre tal que pudiera

alabarse de igualaros.

Pero, pues no puede ser,

imaginad que es querer

darle un imposible nombre,

15

porque al imperio del hombre

se ha de rendir la mujer.

Laura

Pensaréis que es arrogancia

dilatar mi casamiento,

porque a mi merecimiento

20

hay infinita distancia.

Engañaisos, porque soy

la misma humildad.

Arnaldo

Estoy

confuso; que despreciéis

todos cuantos hombres veis,

25

pues en la causa no doy.

Vós gallarda, vós discreta,

vós con salud, ¿qué razón

os tiene a tal opinión

bárbaramente sujeta?

30

Si el haber tanto estudiado,

ocasión, Laura, os ha dado

para haceros singular,

es cansaros y cansar

vuestro ingenio y mi cuidado;

35

de donde vengo a entender

que si esto de fama y nombre

hace tan soberbio al hombre,

será locura en mujer.

Laura

Ni el haber tanto estudiado

40

a eso me ha desvanecido,

sino solo que he querido

satisfacer mi cuidado,

los hombres aborrecer.

Arnaldo

Pues decidme, ¿qué os han hecho?

45

Laura

Ninguna cosa.

Arnaldo

Sospecho

que ocasión debe de haber.

Laura

Si ponéis el pensamiento

en mi honor, es loco intento.

Arnaldo

Pues decid la ocasión.

50

Laura

Por volver por mi opinión,

os la diré. Estadme atento.

Antes, generoso Arnaldo,

que a las artes liberales

diese principio, ni hubiese

55

ocasión para indignarme,

había dado en leer

los libros más principales

de historias y de poesías

y de tragedias de amantes.

60

Hallaba en todos los hombres

tan fuertes, tan arrogantes,

tan señores, tan altivos,

tan libres en todas partes,

que de tristeza pensé

65

morirme, y dije una tarde

a una dama a quien solía

comunicar mis pesares:

«Filida, ¿qué puede ser

que en cualquier parte que traten

70

de mujeres, ellas son

las adulteras, las fáciles,

las locas, las insufribles,

las varias, las inconstantes,

las que tienen menos ser

75

y siguen sus libertades?».

«Eso (Filida me dijo),

Laura, solamente nace,

de ser dueños de la pluma;

de cualquiera acción que hacen.

80

Por ellas no hay Roma o Grecia,

ni Troya que no se abrase.

Luego nos dan con Elena

y con el robo de Paris,

de todo tienen la culpa;

85

y los hombres inculpables

—fol. 49r→

son los santos, son los buenos

y los que de todo saben.»

Concebí tal ansia en mí

que propuse, por vengarme,

90

de no querer bien a alguno,

ni permitir que me hablen,

y dándome a los estudios,

quedar suficiente y hábil

para escribir faltas suyas,

95

que algunas en ellos caben,

que ni ellos son todos buenos

ni ellas todas malas salen,

por lo menos a mi ejemplo.

Escribirán por vengarse:

100

Si Simiramis, valiente,

venció tantos capitanes,

su hijo dicen que amó

solamente por quitalle

el laurel de la cabeza,

105

sin otras hazañas grandes

que hizo esta famosa reina.

Si Dido quiso matarse

por guardar su castidad,

que no la gozase nadie,

110

luego hay hombre que diga

que se mató por vengarse

de los agravios de Eneas,

con quien fue huéspeda fácil.

Desde el principio del mundo

115

se han hecho tiranos grandes

de nuestro honor y albedrío,

quitándonos las ciudades,

la plata, el oro, el dinero,

el gobierno, sin que baste

120

razón, justicia, ni ley

propuesta de nuestra parte.

Ellos estudian y tienen

en las universidades

lauros y grados, en fin,

125

estudian todas las artes.

¿Pues de qué se queja el hombre?,

¿de que la mujer le engañe,

si otra ciencia no le queda

en todas las que ella sabe?

130

La mujer es imposible

que adquiera, tenga, ni guarde

hacienda, abogando pleitos,

ni curando enfermedades.

Pues en algo esta mujer,

135

si está ociosa, ha de ocuparse.

Dirán que en hacer labor

no es ocupación bastante,

porque el libre entendimiento

vuela por todas las partes

140

y no es el hacer vainillas,

en holandas ni cambrayes,

escura filosofía.

Ni el almohadilla lugar es

de Platón ni de Porfirio,

145

ni son las randas y encajes

los párrafos de las leyes.

En fin, para no cansarte,

yo quiero vengar, si puedo,

agravios, de aquí adelante,

150

de mujeres, pues lo soy,

y que este nombre me llamen.

Arnaldo

Pésame, Laura querida,

que tan sin causa aborrezcas

los hombres, que a ser te ofrezcas

155

su enemiga y su homicida.

A muchos costó la vida

amar, querer, defender

el honor, y la mujer

nació del hombre y de modo

160

que es como parte del todo

que nos da principio y ser.

Muchos las han celebrado

en libros de verso y prosa,

y es, mi Laura, injusta cosa

165

que de uno te hayas cansado,

que fue amando desdichado

o en ausencia o casamiento.

—fol. 49v→

Pero ya que al tuyo atento,

aún no dispongo del mío,

170

perdóname si porfío

en tan justo pensamiento.

Mira que el ser singular

puede un sabio, no un prudente,

que es término trancedente

175

que desvanece hasta dar

en locura y porfiar.

Contra lo justo no es justo,

no me des, Laura, disgusto;

que si aborrecerlos quieres

180

por vengar a las mujeres,

no tienen todas tu gusto.

¿Qué te importa el ser casada,

Laura, para defender

el honor de la mujer?

185

Dirás que estar obligada

siendo de tu esposo amada.

Dirás bien, pero si el nombre

de hombre infamas porque asombre

esa locura en que das,

190

por lo menos no dirás

que fuiste mujer sin hombre.

(Vase.)

Laura

La envidia y las virtudes, abrazarse,

la verdad con los tiempos, encubrirse,

dejar, quien habla mal, de arrepentirse,

195

y el poder ofendido, de vengarse.

Un pobre que fue rico, de quejarse

y un necio liberal, de consumirse;

un alto de caer, por preferirse

y un bajo de subir, por humillarse;

200

ser cuerdos, en el loco, los enojos,

de los que obraron bien, faltar los nombres,

sin sombra de disgustos los placeres.

Ciegos los celos, y el amor con ojos

veré primero, que querer los hombres,

205

ni dejar de vengar a las mujeres.

(Sale Julio con un libro.)

Julio

Para mi humor y ejercicio

andar con dificultades

es como tratar verdades

a quien miente por oficio.

210

¡Válgate Dios por estraño

filósofo!

Laura

Julio, amigo.

Julio

Al fin vine a dar contigo.

Pero yo te desengaño

de que no daré en saber,

215

aunque tú la ciencia seas,

y presumo que deseas...

Laura

¿Qué, Julio?

Julio

Echarme a perder.

Yo no tengo inclinación

a las letras; ¿qué me quieres?

220

Laura

Si eras necio y sabio eres,

¿qué mayor transformación?

Julio

Si fuera necio, no creo

que hacerme sabio pudieras;

que si ignorante dijeras,

225

fuera posible al deseo.

De un ignorante, en efeto,

hacer un sabio es posible;

—fol. 50r→

pero es alquimia imposible

hacer de un sabio un discreto.

230

Laura

¿Pues qué libro traes ahí?

Julio

A Aristóteles traía,

que como yo le entendía,

ninguno me entienda a mí.

Laura

¿Luego tú no eres de aquellos

235

que se precian de saber

lo que quieren entender?

Julio

Por ser necio fuera dellos,

pero tengo inclinación

más humilde por no dar

240

risa a quien pueda notar

mi ignorancia con razón.

Mas dejando aparte el gusto

con que me haces estudiar,

¿cómo te va de casar?,

245

¿dijiste sí, que es muy justo?

Claro está que no lo escusa

tu singular parecer.

¿Podrelo saber?

Laura

Si el ser

mujer, del rigor me escusa

250

con que aborrezco el casarme,

también podrán ofenderme

y muchos daños hacerme

y por inútil dejarme.

A mi hermano dije aquí

255

que yo no me casaría.

Julio

¿Pues por qué, señora mía?

Laura

Por temor.

Julio

¿Temor en ti?

Laura

Mucho he leído y estoy

con los hombres enojada.

260

Julio

¡Ah, cómo estás engañada!

Laura

¿Defiéndeslos?

Julio

Hombre soy.

Laura

No temas, Julio, que a ti

solo tengo voluntad

en tanta diversidad.

265

Julio

¿Por qué méritos a mí?

Laura

Por hijo de una mujer

que me crio y por crïarte

conmigo.

Julio

No sé en qué parte

escriben, y puede ser,

270

que le echaron a un león

un perro pequeño y viendo

que al golpe del brazo horrendo

no mostraba turbación,

dejole vivo y con él

275

se crio; mas cuando vio

que era grande ensangrentó

las negras uñas en él.

Laura

No hayas temor, Julio amigo,

que yo no quiero matar

280

los hombres, solo vengar

mujeres.

Julio

Lo mismo digo,

nueva gallarda Amazona;

pero yerras en dejarte

de casar, porque el casarte

285

conviene a tu real persona.

Y pues es aborrecer

al hombre tu pensamiento,

ejecuta el casamiento.

Laura

¿Casada qué puedo hacer?

290

Julio

¡Pesiatal!, matalle a celos,

a enojos y a pesadumbres.

Laura

No me han dado esas costumbres

ni esa inclinación los cielos.

Julio

Alguna mujer a quien

295

un hombre hubiera ofendido,

con solo hacerle marido

pudiera vengarse bien.

Pero cierto que si amor

enlaza dos bien casados,

300

que son bienaventurados.

Laura

En fin, padre del honor

llamaron al matrimonio.

Julio

Porque cubre en su nobleza

toda la humana flaqueza,

305

como es claro testimonio

ver con cuánta libertad

sale una mujer preñada,

sin temer, porque es casada,

ser vista de una ciudad.

310

—fol. 50v→

Tras esto, cuanto los ojos

ven, tanto suelen pedir,

y todos han de acudir

a cumplille sus antojos,

como si de estar preñada

315

tuviese culpa el que lleva

la almendra verde o la breva,

la torta o trucha empanada.

Laura

Es común obligación,

Julio, porque el mundo aumenta.

320

Julio

¿Y no le aumenta a esa cuenta

lo que fue sin bendición?

Laura

Ya respondes, ya parece

que sabes.

Julio

Úsase agora,

pero advierte, gran señora,

325