Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La viuda valenciana es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo. Se articula en torno a los esfuerzos de una joven viuda por rechazar los avances de numerosos pretendientes, hasta cruzarse con el apuesto Camilo.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 109
Veröffentlichungsjahr: 2021
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Comedia famosa
Saga
La viuda valenciana
Copyright © 1600, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726618167
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Después que supe que vuesa merced había enviudado en tan pocos años que, aunque las partes y gracias de su marido le obligaran a sentimiento, la poca edad la escusara, pues es aforismo en los discretos mirar por lo que falta, y no por lo que dejan, me determiné a dirigirle esta comedia, cuyo título es La viuda valenciana; no maliciosamente, que fuera grave culpa dar a vuesa merced tan indigno ejemplo. Discreta fue Leonarda (así lo es vuesa merced y así se llama) en hallar remedio para su soledad, sin empeñar su honor; que como la gala del nadar es saber guardar la ropa, así también lo parece acudir a la voluntad sin faltar a la opinión. Lo más seguro es no rendirla. Pero si pocos años, mucha hermosura, bizarro brío y ejercitado entendimiento, dieren tal vez oído a la lisonja de algún ocioso, no le estará mal al peligro haber leído esta fábula; que esgrimiendo no se llama herida la que recibe otra, ni el músico merece este nombre si arrastrando los dedos por las cuerdas no tañe limpio. Muchos se han de oponer a tan linda cátedra. Perdonen los críticos esta vez linda, que Fernando de Herrera, honor de la lengua castellana y su Colón primero, no la despreció jamás ni dejó de alabarla, como se ve en sus Comentos. Pero pues a vuesa merced no se le ha de dar nada de él, ni de sus prólogos, ni de mí, ni de esta comedia, volvamos al consejo, que de los maduros le han de tomar los agraces, o no llegarán jamás a darle a otros. Opuestos, pues, los altos para secretos gustos, los iguales para bendiciones públicas, será fuerza que vuesa merced confusa consulte sus íntimas privanzas, si no lo fueren más sus privaciones. Aquí es donde entra La viuda valenciana, espejo en que vuesa merced se tocará mejor que en los cristales de Venecia, y se acordará de mí, que se la dedico. No fue todo mentira, que si no pasó a la letra, a lo más sustancial no hice más de darle lo verisímil, a imitación de las mujeres que se afeitan.
Estoy escribiendo a vuesa merced y pensando en lo que piensa de sí con ojos verdes, cejas y pestañas negras, y en cantidad, cabellos rizos y copiosos, boca que pone en cuidado los que la miran cuando se ríe, manos blancas, gentileza de cuerpo y libertad de conciencia en materia de sujeción, pues la señora Muerte, en figura de redentor de la Merced, la sacó de Costantinopla y de los baños de un hombre que comenzaba a barbar por los ojos y acababa en los dedos de los pies. Oí decir que su madre del tal difunto era de Osuna, o que al hacerse preñada pensó en un cofre. La imaginación hace caso. No nos metamos con los filósofos, que creen más a las acciones del espíritu que a la naturaleza de la común herencia. Él tenía estas gracias, y por añadidura el más grosero entendimiento que ha tenido celoso después que se usa estorbar mucho y regalar poco. Suelen decir por encarecimiento de desdichados: «Fulano tiene mala sombra». No la tuvo mujer tan mala desde que hay sol; y siéndolo vuesa merced de hermosura, se espantaban muchos de verla con tan mala sombra. ¡Bien haya la muerte! No sé quién está mal con ella, pues lo que no pudiera remediar física humana, acabó ella en cinco días con una purga sin tiempo, dos sangrías anticipadas, y tener el médico más afición a su libertad de vuesa merced que a la vida de su marido. Puedo asegurarle que se vengó de todos con sola la duda en que nos tenía si se había de morir o quedarse; tanto era el deseo de que se fuese; no porque él faltase, pues siempre faltó, sino porque habiendo imaginado que nos dejaba, fuera desesperación el volver a verle. Bien creerá vuesa merced cuán lejos estaré yo de su oposición, y así, debe creerme el deseo de su bien, libre de interés humano. Porque, ¿quién no amará tantas gracias, tanta hermosura y celestial ingenio? Si vuesa merced hace versos, se rinden Laura Terracina, Ana Bins, alemana, Sapho, griega, Valeria, latina, y Argentaria, española. Si toma en las manos un instrumento, a su divina voz e incomparable destreza, el padre de esta música, Vicente Espinel, se suspendiera atónito; si escribe un papel, la lengua castellana compite con la mejor, la pureza del hablar cortesano cobra arrogancia, el donaire iguala a la gravedad y lo grave a la dulzura; si danza, parece que con el aire se lleva tras si los ojos, con la disposición las almas, y que con los chapines pisa los deseos. Mas ¿cómo soy yo tan atrevido, que donde todo es milagro ponga lunares con mi rudeza y, como mal pintor, desacredite el original con la imperfeción de mi retrato? Vuesa merced repare en mis deseos, de quien sacará mejor lo que no acierto a decir que lo que puede preguntar al espejo, perdonará a mi pluma, y en el del alma retratará más vivo su entendimiento. Dios guarde a vuesa merced.
Su capellán, y aficionado servidor,Lope de Vega Carpio.
Lucencio, viejo.
Leonarda, viuda moza.
Julia, criada suya.
Urbán, escudero suyo, mozo.
Camilo, galán.
Floro, criado suyo.
Celia, dama.
Otón, galán.
Valerio, galán.
Lisandro, galán.
Rosano, cortesano.
[Un Escribano.]
[Un Alguacil.]
[Criados.]
Representola Mariana Vaca, única en la acción y en entender los versos.
SaleLeonardaviuda, con un libro, yJulia, su criada.
Leonarda
¡Celia! ¡Julia! ¿No me oís?
Julia
Señora...
Leonarda
Loca, ¿en qué andas?
Julia
Ya vengo a ver lo que mandas.
Leonarda
Guárdame ese fray Luis.
Julia
Viéndote en esos traspasos,
5
no será mucha lisonja
apostar que de ser monja
no has estado dos mil pasos;
aunque, como me nombrabas
a fray Luis cuando salí,
10
en verdad que colegí
que todo un fraile me dabas.
Leonarda
No son para tu rudeza,
necia, razones tan altas.
Julia
¡Qué mal encubrí las faltas
15
que me dio naturaleza!,
que, al no tener hermosura,
no añado la discreción.
Leonarda
Basta una buena razón
y una honrada compostura,
20
Julia, en cualquiera mujer;
que si de aguda se precia,
está muy cerca de necia
y aun de venirse a perder.
Yo, después que me faltó
25
mi Camilo, que Dios tiene,
que [a] hacer el oficio viene
del alma que me llevó,
como he dado en no casarme,
leo por entretenerme,
30
no por bachillera hacerme,
y de aguda graduarme;
que a quien su buena opinión
encierra en silencio tal,
no halla en los libros mal.
35
Gustosa conversación
es cualquier libro discreto,
que si cansa, de hablar deja;
es amigo que aconseja
y reprehende en secreto.
40
Al fin, después que los leo
y trato de devoción,
de alguna imaginación
voy castigando el deseo.
Julia
Y ¿en qué materia leías?
45
Leonarda
De oración.
Julia
¿Quién no se goza
de ver que, tan bella moza,
tan santas costumbres crías;
ver hablar en la ciudad
de tu mucho encerramiento,
50
cordura y entendimiento,
fama, honor y honestidad?
Dicen que el Siglo Dorado
nuevo estado ahora toma;
que has hecho a Valencia Roma,
55
y presente lo pasado;
que en ti se encierra y anida
todo el bien que tiene el suelo,
y que eres ángel del cielo
en hermosura y en vida.
60
Los mozos están de forma,
que nadie a verte se atreve,
porque no hay quien no se eleve
si de tu vida se informa.
Leonarda
De todo, Julia querida,
65
se sirva Dios; que esa fama
es de estopa fácil llama:
antes muerta que encendida.
No procuro ser nombrada,
ni comer, como Artemisa,
70
las cenizas que ya pisa
la muerte con planta helada;
ni ser la que el nombre
toma de que de antojo murió,
porque a ver no se asomó
75
el monstruo que entró por Roma;
ni la que con el carbón
pintó la sombra al marido,
que tuvo, en siendo partido,
en igual veneración.
80
Quiero ser una mujer
que, como es razón, acuda
al título de viuda,
pues a nadie he menester.
Julia
¿Que, en fin, no te casarás?
85
Leonarda
¡Jesús, Julia, no lo nombres!
Asco me ponen los hombres;
no me los nombres jamás.
Tráeme la imagen acá
que compré de aquel pintor.
90
Julia
¿Pedirle quieres favor?
Tentaciones te dan ya.
Leonarda
Calla, necia; que la quiero
solamente para vella.
Julia
¿Y cómo diste por ella
95
tanta suma de dinero?
Leonarda
Por el pincel que le dan;
que el dueño me satisfizo
que allá en la corte la hizo
un famoso catalán.
100
Julia
Voy.
[Vase.]
Leonarda
No hay ya de qué tratar
que servir a Dios no sea.
Bien aquí la vida emplea
quien ve lo que ha de durar.
Terror es que, perseguida,
105
en esta edad guarde un muerto,
fe tan cierta, amor tan cierto,
verdad viva y casta vida.
Pero en la dificultad
escriben que está la gloria,
110
y eso se llama vitoria,
resistir la voluntad.
Dejadme aquí, pensamientos;
no hay más, no me he de casar.
(SaleJulia.)
Julia
Aún no le acertaba [a] hallar.
115
Leonarda
[Aparte.]
(Resistid, castos intentos.)
Julia
Vesle aquí.
Leonarda
Cubra mi olvido
las vanidades que dejo.
(Dale un espejo.)
¿Qué es esto, necia? ¡El espejo
por la imagen me has traído!
120
Toma.
Julia
Acábate de ver,
verás lo que has de llorar,
no lo pudiendo cobrar,
si aquí lo dejas perder.
Leonarda
Toma allá.
(SaleLucencio, tío deLeonarda.)
Lucencio
No se le des,
125
pues quiso Dios que viniese
a tiempo que verte viese,
tú, que a ti ni a nadie ves.
¿Qué milagro, di, sobrina,
es éste de hallarte así?
130
Leonarda
[Aparte.]
(Si hoy no me vengo de ti...
Julia
Pues ¿vile yo entrar?)
Leonarda
Camina.
[VaseJulia.]
Lucencio
Bien tendrán canas de un viejo
con tu edad autoridad.
Leonarda
Juzgarás a liviandad
135
hallarme con el espejo;
que suele ser conocida
la mucha de una mujer
en irse y venirse a ver,
después de una vez vestida.
140
Y yo, conforme a mi estado,
Hago en eso más delito.
Lucencio
A enojo siempre me incito
con tu melindre estremado.
¿Es mucho que una mujer
145
que ha de estar un día compuesta,
vaya a ver si está bien puesta
la tocao el alfiler?
¿Quién se lo dirá mejor,
si está bien o si está mal,
150
que ese palmo de cristal?
Leonarda
¡Cómo disculpas mi error!
Lucencio
Eso fuera, a ser de aquellas
que junto a las celosías
hacen colgar muchos días
155
su espejo, o en medio de ellas;
y así como están hablando
por de fuera a su galán,
el habla y meneos van
en el espejo mirando;
160
y el necio a quien satisface
por sí lo entiende y se admira;
y es el espejo a quien mira,
a quien la fiesta se hace.
No eres tú la que le lleva
165
a la iglesia y al sermón
y, fingiendo devoción,
se mira cuando se eleva.
Ni al beber haces agravio
con pico de aguamanil,
170
porque la color sutil
no se despegue del labio.
No te quiero decir cosas,
que a un viejo parecen mal,
de esta regla universal
175
de feas y melindrosas.
Mírate, y guárdete Dios;
y pues que he venido a verte
cuanto tú te has visto, advierte
y estemos solos los dos.
180
Leonarda
Tío, si es de casamiento,
ni se miente ni me hable.
Lucencio
¡Que has de ser tan intratable,
con tan buen entendimiento!
¿Escucharme no merezco?
185
¿Dónde un viejo honrado hablara
que, siéndolo, no escuchara
cualquier hombre?
Leonarda
[Aparte.]
(Hoy me enflaquezco.)
Si yo sé lo que me quieres,
¿por qué he de dejar cansarte?
190
Lucencio
¿Que has de ser en esta parte
igual a tantas mujeres?
¿Qué pertinacia es la tuya?
¿Piensas que estas cosas son
para tu buena opinión?
195
Son para que se destruya.
¿Cómo piensas conservarte,
ya que tan resuelta vienes,
en el estado que tienes
tantos años sin casarte?
200
Es verdad que te han quedado
tres mil ducados de renta;
pero yo no pongo en cuenta
lo que es vivir descansado
-que si esto te faltara,
205
gracias a Dios que me sobra-,
pero el verte empezar obra
de acabarse bien tan cara.
¿Adónde te esconderás
de la invidia y vulgo vil,
210
aunque en un año y en mil
no salgas de donde estás?