Las burlas de amor - Lope de Vega - E-Book

Las burlas de amor E-Book

Лопе де Вега

0,0

Beschreibung

Las burlas del amor es una de las primeras comedias teatrales de Lope de Vega. Sigue la línea de las comedias del teatro del Siglo de Oro Español y narra la historia de amor en clave de humor a la que seguirán numerosas situaciones de enredo. Se la considera uno de los ensayos en los que están presentes los rasgos principales de las comedias más famosas de Lope.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 90

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Lope de Vega

Las burlas de amor

 

Saga

Las burlas de amorCopyright © 1916, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618174

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

RICARDO, caballero mozo. TEUCRO,, su criado. FABIO, su criado. CAMILA,, reina. SEVERO,, su secretario. AMÉRIGO,, cazador. TELEMO, alcaide. BELARDO,, viejo. FRONIMO,, villano mozo. TIMBRIO,, villano viejo. LIVIO,, capitán. UN PAJE. JACINTA,, villana. MELAMPO,, preso. OTAVIO,, preso. LEONIDO. EL DUQUE DE ATENAS. EL REY ARCANO,, padre de Camila. FABRICIO,, criado del Rey. ESTACIO,, preso ARCELO,, preso. TANCREDO,, estudiante, preso. LUCEO,, preso. POLIFEMO,, preso. ALBARDERO LERIDAMO RELATOR

Jornada I

(Salen JACINTA, pastora, y RICARDO, caballero mozo, con espuelas y botas de camino.)

JACINTA.

No me pellizque otra vez,

que alzaré el cayado.

 

RICARDO.

Alzalde,

que no he de comprar de balde

el bien de que soy juez;

5

antes quedo enriquecido

si recibo bien como ese.

 

JACINTA.

Y aun podría ser que os pese

del haberle recibido.

 

RICARDO.

No hará; que un dichoso palo

10

de tan hermosa villana,

de la dama cortesana

excede al mayor regalo.

 

JACINTA.

¡Oh! Cuántos necios sustenta

la corte.

 

RICARDO.

Tal es su fama.

 

JACINTA.

15

Al palo dichoso llama,

siendo la mayor afrenta.

 

RICARDO.

Pues ¿puede un palo afrentar

de esa mano?

 

JACINTA.

¿Dais licencia?

Remítolo a la experiencia.

 

RICARDO.

20

Tened.

 

JACINTA.

Dejadme probar.

 

RICARDO.

Dejádmelos merecer.

y quedaré satisfecho.

 

JACINTA.

¿Cómo?

 

RICARDO.

Tocando a ese pecho,

adonde me siento arder.

 

JACINTA.

25

¿No digo yo que sois necio?

Si os estáis ardiendo en él,

¿para qué os llegáis a él?

 

RICARDO.

Porque arderme estimo y precio.

 

JACINTA.

Tiémplese vuestra merced

30

en la nieve de esa sierra.

 

RICARDO.

Agua le falta a la tierra

que pueda templar mi sed,

mas sobrará de mis ojos.

 

JACINTA.

No habláis palabra, en verdad,

35

que no sea necedad.

 

RICARDO.

Más necios son mis antojos.

 

JACINTA.

Requebráis una villana

que guarda gansos allí,

y estaisle diciendo aquí

40

regalos de cortesana;

no gastéis vuestras dulzuras

en el picote y sayal,

guardad tan fino caudal

para mayores venturas,

45

y seguid vuestro camino,

que os daña el sol.

 

RICARDO.

Sólo el vuestro.

 

JACINTA.

De freno dais en cabestro

y de humanista en divino.

Andad con Dios.

 

RICARDO.

¡Brava cosa,

50

por la fe de caballero!...

 

JACINTA.

¿Vos caballero?

 

RICARDO.

Y primero

que fuérades vos hermosa.

Tengo tanta calidad,

que me pesa, pues por ella

55

pierdo la cosa más bella

que adora mi voluntad.

 

JACINTA.

¡Qué! ¿por ser mi desigual

perdéis tanto bien, señor?

 

RICARDO.

Dislustra un sayo de honor

60

cualquier jirón de sayal;

que, si no, prometo a Dios,

a quien pongo por testigo,

de que os llevara conmigo

y me loara con vos;

65

que habéis de tal manera

olvidado de mi ser,

que fuérades mi mujer

como yo vuestro igual fuera.

 

JACINTA.

Si en eso os debo, señor,

70

también me debéis a mí,

que desde el punto que os vi

sospechoso que os tuve amor;

y, por vida de los dos,

que me sois prenda tan cara,

75

que con vos me desposara

a no ser mejor que vos.

Que estos ánades que guardo

por dicha vasallos fueron,

y algunas telas cubrieron

80

lo que agora es sayal pardo.

soy tan bien nacida, que...

Baste... No más.

 

RICARDO.

Si eso fuese,

obligárame a que os diese

la mano, palabra y fe;

85

que aún podría ser verdad;

pero podeisme creer,

que el igualarme ha de ser

con muy grande calidad.

 

JACINTA.

Eso temo yo de vos,

90

creyendo que ha de faltar

de vuestra parte el llegar

adonde me puso Dios.

 

RICARDO.

Creo que estáis engañada.

Decidme, ¿seréis condesa?

 

JACINTA.

95

Ni duquesa, ni marquesa,

ni princesa estimo en nada.

 

RICARDO.

Pues ¿qué sois?

 

JACINTA.

Emperatriz.

 

RICARDO.

¡Válgame Dios!

 

JACINTA.

Cuando menos.

 

RICARDO.

¡Y guardáis gansos ajenos!

100

¿Cómo os llamáis?

 

JACINTA.

Beatriz.

Mirá si me igualaréis.

 

RICARDO.

Si aqueso fuese verdad,

mucha mayor calidad,

señora Beatriz, tenéis;

105

mas yo soy un mayorazgo

de un reino, y perdido voy,

aunque ya ganado estoy,

y a vos se os debe el hallazgo.

Si os viene bien que me deis

110

la mano, el alma juntad,

el reino y la calidad

al imperio que tenéis.

 

JACINTA.

Si pensáis que os he burlado

haced conmigo una cosa:

115

que yo sea vuestra esposa

cuando estéis desengañado,

y también que cuando vos

probéis ser príncipe, sea

el bien que el alma desea

120

celebrarlos entre los dos;

pero hasta entonces no hay orden

de otra cosa.

 

RICARDO.

Aunque me mate

el deseo, es disparate

que llegue a tanta desorden.

125

Vos misma sois la defensa;

venid conmigo, que os doy

palabra, a fe de quien soy,

de no haceros ofensa.

 

JACINTA.

Y ¿adónde me llevaréis?

 

RICARDO.

130

Peregrinando conmigo

hasta daros un testigo

y porque vos me le deis;

y cuando probado hayamos

que somos reyes, seré

135

muy vuestro marido.

 

JACINTA.

¿A fe?

 

RICARDO.

Sí, por Dios.

 

JACINTA.

Pues vamos.

 

RICARDO.

Vamos.

 

(Vanse, y sale FRONIMO, villano mozo, con una honda tras de ellos.)

FRONIMO.

¿Dónde lleváis la zagala?

¡Hola! ¡Hao! Mas no responda,

que al disparar la bala,

140

si me desciño la honda,

ningún arcabuz le iguala.

¡Oh, hi de puta, ladrón!

Luego vi que eras halcón,

porque la dorada espuela

145

me pareció la pigüela

y la lengua el corazón.

Mirad que sus gansos lloran

lo la laguna esparcidos,

y los prados, que la adoran,

150

de su ausencia entristecidos,

se marchitan y desfloran.

Ya toma sus manos blancas,

tanto ya las hace francas

del favor que nunca tuve;

155

en el caballo la sube

y se la lleva a las ancas.

 

(Coge el villano piedras y sale FABIO, criado de RICARDO, de estudiante capigorrón.)

FABIO.

Mancebo, ¿has visto por dicha

a un caballero galán

en un potrillo alazán?

 

FRONIMO.

160

No, sino por mi desdicha.-

Dejad la moza, rufián.

 

FABIO.

¿Qué buscas?

 

FRONIMO.

Piedras apaño

para un gavalucho extraño

que me lleva una paloma.

 

FABIO.

165

¡Con qué cólera las toma!

 

FRONIMO.

Es pajarote de hogaño.

 

FABIO.

Oye acá, deja las piedras;

responde a lo que te digo.

 

FRONIMO.

Cosa que si no te arriedras

170

las hayas de haber conmigo,

porque veas lo que medras.

¿Por ventura no lo ves

que pone al caballo pies

y las manos a aquel pecho

175

por quien tomo a mi despecho

las piedras de tres en tres?

 

FABIO.

¡Oh, villano, casta infame!

¿A mi señor? ¡Suelta, suelta!

 

FRONIMO.

Paso, no me las derrame.

180

¿Queréis andar de revuelta

y que mis zagales llame?

 

(Sale TIMBRIO, villano viejo.)

TIMBRIO.

. Dejad al zagal, hidalgo;

mientras no os ofende en algo,

que lo habéis de ver con dos.

 

FRONIMO.

185

Dejádmelo, padre, vos;

quizá veréis lo que valgo.

 

FABIO.

¿Es vuestro?

 

TIMBRIO.

Debe de ser,

que así lo dijo su madre.

 

FABIO.

Muy bien que se os echa de ver;

190

cual el hijo, tal el padre.

 

TIMBRIO.

. A fe que sois bachiller.

 

FABIO.

Dios me libre de villanos

si a las armas ponen manos

y decienden en cuadrilla.

 

FRONIMO.

195

¿Esto poco os maravilla?

 

FABIO.

Quedaos en buen hora, hermanos,

que se aleja mi señor.

 

FRONIMO.

No, no; direisme primero

quien ha sido el robador.

 

FABIO.

200

Es un pobre caballero

aventurero de amor.

 

(Vase FABIO.)

TIMBRIO.

Pues ¿qué? ¿llévanse a tu hermana?

 

FRONIMO.

Para bella cortesana.

¿Luego no lo habías sabido?

 

TIMBRIO.

205

De esta vez quedo perdido.

¡Oh rapacilla liviana!

 

FRONIMO.

Timbrio, si tú permites que Jacinta, TERCETOS

el alma propia de esta vida ajena,

como el temor se me figura y pinta;

210

si aquella que a la muerte me condena,

por quien el alma toda arder se siente

a veces gloria como a veces pena,

de mis ojos permites que se ausente

y que la lleve aqueste peregrino,

215

cuéntame, por ejemplo, de la gente;

cuéntame, Timbrio, si mi sol divino

un punto deja de alumbrar mi vida

en la noche mortal de su camino.

De mi propio ser seré homicida;

220

de aquesta sangre tú verás la imagen

de un Isis ciego en este robre asida.

 

TIMBRIO.

Tus palabras y lágrimas se atajen,

caro Fronimo, y esos torpes miedos

no mi valor y voluntad ultrajen.

225

¿Cuándo para mi bien tus brazos quedos

viste jamás ni mi opinión contraria

a la disposición de tus enredos?

No piense agora la fortuna varia

quitarnos de las manos la vistoria,

230

que yo pondré la fuerza necesaria.

Tras tanto mal y perdición notoria,

tras tanta ausencia de la patria amada,

que ahora me enternece su memoria,

solo por la pasión desenfrenada

235

con que siguiendo vas esta doncella,

cual roble dura, como nieve helada,

se quiere la fortuna alzar con ella.

¿No verán sus ojos que a seguilla

nos fuerza a entrambos una misma estrella?

240

Ellos irán del monte media milla;

y pues ella se va como liviana,

cosa que me enloquece y maravilla,

rogar que vuelva es cosa incierta y vana;

mejor será decir que soy su padre,

245

y tú, quejoso, llamarasla hermana.

Diré yo a voces que su muerta madre

ha sido causa de su vida libre,

y todo lo que a nuestro engaño cuadre.

Con esto cuanta gente bebe el Tibre,

250

para favorecernos juntaremos,

y no hayas miedo que de mí se libre.

 

FRONIMO.

¡Oh, Timbrio generoso, a quien debemos

cuantos a tu favor nos aplicamos

la vida y sangre, el alma que tenemos!

255

En seguimiento de Jacinta vamos,

que con aqueste engaño convencida,

sospecho que a la villa la volvamos.

 

TIMBRIO.

Hoy, ¡oh, Fronimo! perderé la vida.

 

(Vanse y salen CAMILA, reina, y SEVERO, secretario, vestidos de caza, y CRIADOS con ellos.)

REINA.

¿Qué? ¿se fue el corcillo herido?

 

SEVERO.

260

La hierba le hará parar

cuando le venga a tocar

el corazón encendido.

 

REINA.

¡Que no llegaras a tiempo!

 

SEVERO.

Llegué, señora, después;

265

que por aquesto sus pies

son comparados al tiempo.

 

REINA.

El que hace me ha cansado

y agrádame la floresta.

 

SEVERO.

Convida a pasar la siesta

270