Los balcones de Madrid II - Tirso de Molina - E-Book

Los balcones de Madrid II E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

Los balcones de Madrid es una comedia de capa y espada que, aunque ha sido tradicionalmente atribuida al dramaturgo del Siglo de Oro español, Tirso de Molina, algunas fuentes plantean dudas sobre su autenticidad debido a ciertas características estilísticas y temáticas que se desvían de las obras reconocidas de Tirso. La obra destaca por su ingeniosa construcción escénica que muestra simultáneamente diferentes balcones en Madrid y las interacciones de los personajes que se encuentran en ellos. El tema central de la obra es la afirmación del derecho de la mujer a elegir a su propio marido, una idea progresista para su tiempo. A través de un juego de equívocos y engaños, las mujeres de la obra maniobran dentro de las restricciones de su sociedad para asegurar sus propios destinos matrimoniales, una trama que desafía las normas convencionales y pone de relieve la capacidad de las mujeres para tomar decisiones sobre su propia vida.

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Seitenzahl: 75

Veröffentlichungsjahr: 2010

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Tirso de Molina

Los balcones de Madrid II

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Los balcones de Madrid II.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-9953-850-1.

ISBN rústica: 978-84-9816-528-9.

ISBN ebook: 978-84-9953-783-2.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 45

Jornada tercera 75

Libros a la carta 119

Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias y por entonces viajó por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana) y regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

Personajes

Don Alonso, viejo

Don Álvaro

Elisa, dama

Don Juan, caballero

Doña Ana, dama

Don Carlos, conde

Don Pedro, caballero

Leonor, criada

Coral, gracioso,

Convidados

Jornada primera

(Salen Elisa, con un papel en la mano, y Coral.)

Elisa ¿Qué tantos extremos hizo

don Juan con la suerte y letra?

Coral, ¿qué tanto se holgó?

Coral Háse holgado de manera

que es un holgazón de gustos,

y si en Burgos estuviera,

fundaran sus holgaduras

diez conventos de Las Huelgas.

De los versos que te escribe

saca tú, cual de madeja,

el hilo por el ovillo,

el mesón por la tableta.

Léele y verás que te paga

en décimas o espinelas

diezmo su amor sin ser cura,

alcabala sin que venda...

mas, quedo, que entran.

(Sale don Alonso.)

Alonso Elisa,

propicio el año comienza.

Pues ha llegado a esta corte

el que mis años aumenta.

Ya habrá venido el criado

pues no le encontré a la puerta.

Mas, ¿qué buscáis aquí vos?

Coral (Aparte.) (¡Concentainas y Palencias!)

Alonso Hablad. ¿Qué buscáis? ¿Quién sois?

Coral (Aparte.) (San Tiento asista en mi lengua.)

Soy, señor, cierta persona...

(Aparte.) (Persona, sí, mas no cierta

porque nunca estoy en casa...

ni persona, porque de éstas

hay mucha falta en el mundo.)

Destilo quintas esencias,

limpio dientes, curo callos,

hago moños, saco muelas.

Llamóme desde el balcón

una titular doncella...

que afirman las hay de anillo...

¿Qué se le da de que mientan?

(Quiere irse.)

Alonso ¿Qué es esto? Esperad, oíd.

Coral Oidor es gran preeminencia;

mas yo jamás he hojeado

Parladorios ni Pandectas

aunque hay letrados melones

que escritos en las cortezas

de vírgenes librerías,

si los calan, son badeas.

Alonso (Aparte.) (Este hombre es falto.)

Esperad.

Coral Quien espera desespera,

y esperar sin esperanza

es propio de la ley vieja.

Alonso ¿Hay humor más peregrino?

¿Qué buscáis?

Coral ¿Yo? La escalera,

que se me vuelve invisible

y debe de ser parienta

de la de los ahorcados,

para la subida, cierta,

pero para la bajada,

franca tan solo al gurrea.

Alonso (Aparte.) (El criado que envió

don Pedro a que me dijera

que estaba ya en esta corte

es, sin duda.) No os dé pena

que os halle yo ahora en casa,

cuando ha de ser dueño de ella

el señor a quien servís.

Coral ¿Mi señor?

Alonso A su firmeza

está mi Elisa obligada

como yo a sus muchas prendas.

Ha venido a estancia mía

para que a su sombra tenga

nuevo valor nuestra casa.

Reconocíle aquí cerca,

dile con la bienvenida

los brazos, y luego quejas

por dilatarnos los gozos

que medramos con sus nuevas.

Excusóse con decirme:

«Un criado mío os queda

aguardando en vuestra casa;

que por no darla molestia,

sin prevención y de noche

quise, a pesar de la priesa

de mi amor, hasta mañana

añadirme un día de ausencia.»

Ya yo estuve con vuestro amo

y le di la enhorabuena,

viniendo pues de su parte

cuando albricias os esperan.

¿Qué temor os acobarda?

Coral (Aparte.) (Trocáronse las maletas

pues por otro me aplaudizan.

Transfórmome en el que piensan.)

Temí la venustidad

de esas canas circunspectas;

pero, pues hallan mis dichas

en su invierno primaveras,

besándote los coturnos

después de implorar tu venia

y darte críticas gracias,

iré a pesarme de cera,

puesto que ya mis calzones,

según mi olfato, le pesan.

(Vase.)

Alonso En tu silencio he notado,

Elisa, y en la tibieza

de tus ojos, cuán sin gusto

has recibido estas nuevas.

Pues, Elisa, ya mis años

necesitan de quien tenga

cuidado de ti y mi casa,

quien me alivie y te merezca.

Don Pedro es un mozo ilustre,

agradable su presencia;

conózcole y le conoces,

y tiene seis mil de renta.

Yo le tengo voluntad,

con que, quieras o no quieras,

te tiene de ver mañana,

y esotro han de quedar hechas,

sin falta, las escrituras,

o salir la noche mesma

en un coche de Madrid

para un convento de Lerma.

(Vase.)

Elisa Todo mal no prevenido

es precursor del desmayo.

Mata repentino el rayo,

y si no, quita el sentido.

Instantáneo rayo ha sido,

don Juan, mi padre cruel;

mas privilégiame de él

mi firmeza inexpugnable;

que aunque a todos formidable,

no hiere el rayo al laurel.

Cuando de mi amor discuerde

y me amenazan congojas,

no porque tiemblan las hojas

el laurel su verdor pierde.

Siempre firme, siempre verde

sus rigores me verán

y, si en perseguirme dan,

morir es total remedio;

que mi amor no admite medio

entre la muerte y don Juan.

(Vase [Elisa]. Salen el conde don Carlos y don Juan.)

Carlos No vi noche más clara y agradable.

El diciembre se ha vuelto en mayo afable.

Juan ¡Ay, Conde y señor mío!

Si Amor rapaz es todo desvarío,

y como niño estima

juguetes con que más su fuego anima,

un favor, un juguete,

venturas esta noche me promete

que alegren mi tristeza

si del modo que acaba el año, empieza.

Carlos Dejad estilos graves,

pues los de la amistad son más suaves;

que siendo vos mi amigo,

éste es, solo, el blasón a que os obligo.

Aunque tan recatado

anda de mi amistad vuestro cuidado,

y en él tan poco os debo

que llamaros amigo no me atrevo.

Juan Creed que si fiárosle rehuso,

no es por dudar de vos; mas porque el uso,

que yo frecuento poco,

no ha de juzgarme amante pero loco.

Oíd filosofías

de un peregrino amor que ha muchos días

que siéndole obediente

en mí es naturaleza, no accidente;

pero con presupuesto

que no ha de seros, Conde, manifiesto

el nombre de la dama;

que me ha juramentado, y de mi llama

tanto el secreto estima,

que hasta en los ojos su secreto intima.

Carlos Decid, que os yo prometo

que por mí no peligre este secreto.

Juan Yo, con Carlos, adoro

la perla más que al nácar, más que al oro;

el diamante que engasta

la forma, más que a su materia basta.

Quiero decir con esto

que adoro a un alma con amor honesto,

tan libre de apetito,

que aun el pensarlo juzgo por delito.

Carlos Las gracias de un valiente entendimiento

enamoran tal vez al pensamiento;

mas si él solo os recrea,

la dama que encubrís será tan fea

que el apetito os tasa

y amando al dueño perdonáis la casa.

¿De qué sirven los ojos

si estímulo no son de sus despojos?

¿Tenéisla por hermosa?

Juan Sol de los cielos es, del mayo rosa,

y con ser como os pinto,

mi amor del ordinario es tan distinto

que puesto que mi vista

se deleite de paso y no la asista,

sin detenerse en sus despojos bellos,

viriles son los ojos y por ellos

adoro al huésped; que en tan noble casa

mi voluntad honestamente abrasa.

Carlos Bien dicen que es locura

amor; que en cada cual mostrar procura

el modo en que se extrema.

Mas, don Juan, cada loco con su tema.

Que yo no me acomodo

a amar la parte a solas sin a todo;

mas ¿vivís satisfecho

que os corresponde con lealtad su pecho?

Juan Estoy cierto que vivo

sin competencia en él, y que recibo

favores, bien que honestos,

al yugo alegre del Amor dispuestos.

Y porque no os dé enfado

el presumirme necio confiado,

advertid que no ha un hora

que echando suertes, fue mi protectora

Fortuna de manera

que me cupo mi dama, y que me espera

por esto tan gustosa

que el parabién se ha dado de mi esposa.

Oíd el epigrama

con que la suerte a su favor me llama:

(Saca un papel don Juan y léele.)

«Tendrásle de celos loco;

mas vencerá tu firmeza,

que en premio de tal belleza