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Los celos de Rodamonte es un texto teatral de Lope de Vega. Entendido como una comedia caballeresca, se articula en torno a los celos de la heroica figura del caballero Rodamonte, desconfiado y huraño además de fiero en combate, que no ha conseguido recuperarse del rechazo de la bella Doralice.
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Seitenzahl: 97
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
Los celos de RodamonteCopyright © 1596, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618358
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
‟Estordilán” en el elenco es ‟ESTORDILANO” en la obra.
(Salen CELAURA, MANDRICARDO y CANDRIMANDO, hermanos.)
CELAURA
Tente, hermano Mandricardo;
déjame hacer esta suerte.
MANDRICARDO
¿Piensas tú que me acobardo?
CANDRIMANDO
¿O yo, que temo la muerte
5
y de su rostro me guardo?
CELAURA
Pues de esta suerte, en mis brazos,
los huesos le haré pedazos.
MANDRICARDO
¿Cómo, que afrentarme quieres?
CANDRIMANDO
Envídiente las mujeres
10
esos honestos abrazos.
(Derríbase la cabeza LAURIMO tío de todos tres, y es de león la cabeza, y ha de salir muy viejo LAURIMO.)
LAURIMO
No más, Celaura, no más;
del valor que te gobierna
bastante indicios das,
pues dejas la fama eterna
15
de muchos buenos, atrás.
Yo soy Laurimo, el hermano
de vuestro padre Agricano
y vuestro tío y tutor.
MANDRICARDO
Rasga este pecho, señor,
20
con las uñas de esa mano;
perdona el atrevimiento
de la ofensa de los tres;
que, a tener conocimiento,
no moviéramos los pies,
25
Laurimo, en tu seguimiento.
Si sangre te hemos costado
quede este campo bañado
con la que vertieres nuestra.
LAURIMO
Sobrinos, la mía es vuestra;
30
sólo me costáis cuidado,
que vuestro templado acero,
de aquesta piel de león
rompió solamente el cuero;
que estaba en esta ficción
35
seguro lo verdadero.
Hoy vuestra vida reformo,
y con mi mágica formo
más que el inventor Ardanio
aqueste león de Albanio
40
y en su cuerpo me transformo,
y sólo para avisaros
del descuido que tenéis.
De Agricán sois hijos claros,
cuya sangre oscurecéis
45
y de sus abuelos claros,
¿cómo, sobrinos amados,
los miembros despedazados
goza el cristiano en París,
y en vuestra tierra vivís
50
en el ocio sepultados?
¡Ah, Mandricardo valiente!
¡Ah, Candrimando dichoso!
¡Ah, Celaura! Ilustre gente,
de aquel Agricán famoso
55
sangre y valor descendiente,
¿cómo, que esté por los suelos
vuestro nombre, que a los cielos
es justo que levantéis,
y que así degeneréis
60
de vuestros nobles abuelos?
¿Cómo, que estéis descansando
y durmiendo al pie de un roble
mientras un cristiano Orlando
está a vuestro padre noble
65
hiriendo y despedazando?
¿Qué dolor habrá que exceda
a pedir que le conceda
el agua de su bautismo,
y que le bautice él mismo
70
y muerto y cristiano queda?
Murió mi famoso hermano,
y vuestro padre acabó
a las manos de un cristiano;
por quien cristiano murió,
75
dos muertes en una mano.
Esto siento, y lo sintieron
los dioses que le pusieron
corona y cetro de rey;
que al fin no murió en la ley
80
que nuestros padres murieron.
¡Hijos, su muerte os alcanza,
que no ha de tocar a otros!
¡Salga cierta la esperanza
que cupo siempre en vosotros
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en procurar su venganza!
¡Partid a Francia, sobrinos;
cubran montes y caminos
vuestros tártaros vasallos,
carros, armas y caballos;
90
relumbren aceros finos!
Y tú, Celaura valiente,
que sabes hacer pedazos
de un león la boca y frente,
levanta los fuertes brazos,
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honra y gloria del Oriente;
que si en descubierta plaza
tu mano le despedaza,
¿cómo vive de esta suerte
quien a tu padre dio muerte
100
y a vuestro imperio amenaza?
Contra el campo de Agramante
sobre Arle peleando
está el soberbio arrogante,
aquese temido Orlando
105
desde Poniente a Levante.
¡Ea, sobrinos famosos
que con hechos valerosos
vuestro padre muerto os llama,
volved el rostro a la fama
110
y volveréis victoriosos!
(Deja caer LAURIMO la cabeza de león, y vase.)
MANDRICARDO
¿Cómo, que mi padre es muerto?
CANDRIMANDO
¿Cómo, que murió mi padre?
CELAURA
Que murió mi padre, ¿es cierto?
MANDRICARDO
¡Adiós, patria amada, madre!
CANDRIMANDO
115
¡Adiós, monte; adiós, desierto!
CELAURA
¡Adiós, infame ejercicio
de la paz, ocioso vicio!
¡Adiós, casa y libertad!
CANDRIMANDO
¡Adiós, montes y ciudad!
MANDRICARDO
120
¡Adiós, plebeyo bullicio!
¡Adiós, tártaro gobierno;
que, ¡por Alá soberano!,
hago juramento eterno
de matar a este cristiano
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aunque se baje al infierno!
¡Padre Agricán, vivo estoy,
tu hijo y tu sangre soy,
el primero y sin segundo!
¡Tiemble Francia y tiemble el mundo;
130
que a vengar tu muerte voy!
(Vase.)
CANDRIMANDO
Padre, si el cristiano Orlando
fue la cristiana victoria
con su sangre publicando,
viva queda la memoria,
135
en tu hijo Candrimando.
Con juramento solemne,
por la luz que ahora tiene
el sol que adora Tartaria,
que contra Francia contraria
140
un rayo del cielo viene.
Ya las lágrimas enjugo
de tu muerte irreparable;
seré azote y verdugo,
que su cerviz indomable
145
sujete al bárbaro yugo.
Remotas son y distintas
las tierras; mas tú me pintas
las armas y lises de oro
de color de muerte y lloro,
150
en tu misma sangre tintas.
Aguarde el cristiano y mate
al hijo, si al padre ha muerto;
a pie me parto al combate;
que para llegar al puerto
155
no he de calzar acicate.
(Vase.)
CELAURA
No lágrimas de dolor
por la parte que me alcanza,
como mujer sin valor
padre, ofrezco a tu venganza,
160
sino varonil furor.
¿Soy menos que Candrimando
para matarte, Orlando,
o que Mandricardo menos?
Si tus dos hijos son buenos,
165
sus pasos voy imitando.
Hechura soy de tus manos,
de tu valor se me acuerda:
¡mueran aquesos cristianos!
¿Qué importa que yo me pierda
170
si pierdo padre y hermanos?
Ahora el despojo goce
Francia, que no me conoce;
que si allá pongo los pies,
bañaré el muro francés
175
con la sangre de los Doce.
(Vase. Sale MANDRICARDO.)
MANDRICARDO
Aquí verás de la suerte,
padre, que a tus hijos armas
de furor rabioso y fuerte
pues a pie, solo y sin armas,
180
me parto a vengar tu muerte;
que basta sólo mi nombre
para que Francia se asombre,
y contra Francia no voy;
de un hombre ofendido estoy,
185
para un hombre basta un hombre.
¿De qué sirviera sacar
grueso ejército por tierra,
grande armada por la mar?
Que a sólo un hombre que yerra
190
puede un hombre castigar,
y más el que a Francia parte;
que sé yo, que en toda parte
donde Marte vive hoy,
dicen que su hijo soy,
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y aun no tomaré ser Marte.
¡Ah, cristiano, un poco espera;
que si probase el furor
de quien diste muerte fiera,
verás si de su valor
200
Mandricardo degenera,
y prueba tus fuerzas viles
con los brazos juveniles.
Quizá mudarás consejo;
que matar un pobre viejo
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no son hazañas de Aquiles.
([Mira MANDRICARDO las armas que están en el monte.])
Armas son éstas sin falta,
y de valor peregrino;
sola una cosa les falta,
que entonces su temple es fino
210
cuando sangre las esmalta.
¡Armas en aqueste monte!
¿Quién en todo su horizonte,
tales se las pone al pecho?
Parece que las han hecho
([Echa la mano a la peña.])
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en Etna, Esterope y Bronte:
quiero alcanzar la celada.
¡Ah, dura peña; ah, encantada!
¡Fácil engañoso caso!
¡Vive el cielo, que me abraso!
220
¡La mano tengo abrasada,
todo me enciendo en su fuego!
¡Oh duro desasosiego!
¡Que me abraso, que me quemo!
Laurimo, de ti blasfemo
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si no me socorres luego.
¿Éste es fuego o es furor?
Por aquí suena una fuente:
echarme será mejor,
recíbame su corriente
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y temple el furioso ardor.
(Métese entre el monte, como que se va a echar en la fuente, y sale por otra parte la MÁGICA encantadora.)
MÁGICA
Mandricardo valiente, ya se llega
el tiempo que, del centro del olvido,
renombre a la divina fama entrega.
Ese furor colérico encendido,
235
que de Agricán te lleva la venganza,
será de la fortuna reprimido,
mas si tu mano poderosa alcanza
las que en tu fuego te encendieron armas,
en ellas te aseguro tu esperanza.
240
Aquellas piezas del troyano fueron,
que el griego Aquiles arrastró por Troya
cuando las puertas al caballo abrieron,
y en ellas solas tu esperanza apoya;
que no conoce el mundo, ni lo creas,
245
en sus tesoros tan preciosa joya.
Éstas llevó después a Italia Eneas,
donde, por uno y otro descendiente,
han venido a lugar que tú las veas.
La fuerte espada falta solamente;
250
que aquésta vino a su poder de Almonte,
y ahora tiene el paladín valiente.
Puso estas armas en aqueste monte
la ciencia de una sabia que gobierna
a las dañadas nubes de Aqueronte.
255
¿Viste de un árbol en la rama tierna,
el espaldar, celada, peto y gola,
bastantes a dejar tu fama eterna?
Pues alto, sean de tu mano sola;
entra, conmigo, y en su viva llama
260
el valor de tus hechos acrisola.
Aquí te llama la divina fama:
cobra estas armas, Mandricardo,
del tronco de Agricán ilustre rama,
y de tu padre vengarás la muerte.
(Torna a salir MANDRICARDO.)
MANDRICARDO
265
Bastarán palabras pocas,
dama por extremo bella,
y en la materia que tocas;
si es roca, entraré por ella,
que no me resisten rocas.
270
Esta aventura es pequeña;
señora, el lugar me enseña,
mientras un árbol destronco;
que quiero, con sólo el tronco,
hacer pedazos la peña.
MÁGICA
275
¿Hiciera el tebano Alcides
más de lo menos que haces?
¿Así los troncos divides?
MANDRICARDO
Poco mi honor satisfaces
si con el suyo le mides.
MÁGICA
280
Entra por este padrón,
haciendo buen corazón.
MANDRICARDO
No hayas miedo que peligre;
que sé deshacer un tigre,
y sé matar un león.
(Vase. Sale CANDRIMANDO.)
CANDRIMANDO
285
Aunque, faltando mi hermano,
sujeto el tártaro imperio,
si no te venga mi mano,
hago el reino cautiverio,
divino padre Agricano.
290
Nuevo blasón, procurando,
salvó con tu muerte Orlando:
orla tu muerte le da,
que campo verde será
del sangriento Candrimando.
295
A Francia parto a buscalle;
que he sabido que se halla
sobre los muros de Arle,
adonde, en campal batalla,
pretendo desafiarle.
300
Y mataréle, no dudo;
que si él a mi padre pudo,
fue por la vejez cansada…
¿Que es esto? A tener espada,
ya no me faltara escudo.
305
Ciego estoy: ¡oh resplandor
que me ha quitado la vista!
¡Helado estoy de temor!
No hay águila que resista
tanta luz ni tanto ardor.
310
Encima he visto un cartel;
ciego estuve, pues que de él
pude informarme primero:
ahora bien, leerlo quiero,
veré lo que dice en él.
([Lee el cartel.])
315
‟El caballero que llevar quisiere
de aqueste escudo el mágico tesoro,
rompa por esta peña si pudiere,
y venza el fuerte Arcildo y Tremedoro,
y en un campo nevado donde viere
320
un verde trigo con espigas de oro,
hallará una doncella que se obliga
al premio y galardón de su fatiga.”
Ésa no me puede dar
ninguna cosa que toque
325
a la honra militar
que el galardón me provoque:
Laurimo, venme ayudar.
Ahora, famoso tío,
la vida y el honor mío
330
cuelga de tus manos santas
si aquesta peña quebrantas,
como yo de ti confío.
Probar quiero a hacer plaza