Los embustes de Celauro - Lope de Vega - E-Book

Los embustes de Celauro E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Los embustes de Celauro es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas de enredo del Siglo de Oro Español, narra un enredo amoroso a causa de un matrimonio celebrado en secreto y las pesquisas del padre para descubrirlo, mientras un malvado intenta urdir un plan para separar a los enamorados.

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Seitenzahl: 97

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

Los embustes de Celauro

 

Saga

Los embustes de CelauroCopyright © 1614, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618457

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAJES

—fol. 216r→

GERARDO, viejo.LUPERCIO, su hijo.FULGENCIA, dama.[ESTEBAN, niño.][ENRIQUE, niño.]CELAURO, gentilhombre.LEONELA, hermana de Celauro.OTAVIO, caballero.SABINO, su criado.RISELO, su criado.ALFREDO, su criado.ARISTO, su criado.FELICIO. PINARDO. ORFINDO2 . SIRENO. BELARDO.

Acto I

GERARDO, padre; LUPERCIO, hijo.

 

GERARDO ¡Traidor! ¿Con una mujer

tan loca y pobre te casas?

LUPERCIO Siempre para bien hacer

tienes las manos escasas,

y largas para ofender. 5

Padre, el báculo reporta.

GERARDO ¿Por qué, si me rompe y corta

tu infamia el de mi vejez,

y yo sé bien que esta vez

volverle espada me importa? 10

Y no ha estado más tu vida

que en traer esta cayada,

en vez de la espada, asida,

para la mano arrugada,

no para el lado ceñida. 15

LUPERCIO ¡Pluguiera a Dios que lo fuera,

porque menos me afrentara

cuando la muerte me diera,

y esta sangre de mi cara

—fol. 216v→

honradamente saliera! 20

Soy tu hijo, y caballero.

GERARDO Pues ¿qué tiene de grosero

que uno y otro la derrame?

LUPERCIO Porque es la del palo infame

y honrada la del acero. 25

GERARDO Luego las leyes del duelo,

¿tocan a los padres?

LUPERCIO Tocan

a cuantos hoy cubre el cielo.

GERARDO Tus locuras me provocan

a honrar de tu sangre el suelo. 30

LUPERCIO Tu ira, señor, contenta;

mas ¿por qué no está a mi cuenta?

GERARDO Porque el padre y el señor,

la justicia y el mayor,

no pueden hacer afrenta: 35

antes yo me vengo en ti

de la que me has hecho a mí,

si un loco puede afrentar.

¡ Tú te pretendes casar

sin mi gusto!

LUPERCIO Escucha.

GERARDO Di. 40

LUPERCIO ¿Quién te ha dicho que me caso?

GERARDO El pueblo, que es voz de Dios.

LUPERCIO No es su voz en cualquier caso:

ni es pueblo un hombre o dos,

o una calle por quien paso. 45

GERARDO ¿Cómo no?

LUPERCIO Pruébolo.

GERARDO Di.

LUPERCIO Si aquel que me envidia a mí

lo dice de malicioso,

voz de Dios y de envidioso

no puede ser.

GERARDO Es ansí. 50

Mas di: la justicia en Dios,

¿no es atributo?

LUPERCIO Sí es.

Cristianos somos los dos;

y que esta temáis después

es ejemplo para vós. 55

GERARDO Pues Dios, para castigar,

¿no suele a veces tomar

los malos por instrumento?

Luego es llano el argumento:

justicia se han de llamar. 60

LUPERCIO En cuanto aquel ministerio.

GERARDO Pues aqueste vituperio

de mi honor por tu ocasión

tiene esta misma razón,

y yo en ti paterno imperio... 65

pero ¿para qué disputo

contigo, si tengo en ti

poder [pleno y]3 absoluto?

LUPERCIO ¿Qué tienes tú contra mí

si tu mandado ejecuto? 70

GERARDO Mi sangre.

LUPERCIO La que has sacado,

por eso no te la pido.

GERARDO ¿Cómo?

LUPERCIO Porque me la has dado.

GERARDO ¡Ah cordero en el vestido

y en piel de lobo aforrado! 75

Dime luego la verdad:

¿quién es aquesta mujer?

LUPERCIO Mujer es de calidad.

GERARDO Luego ¿haste casado?

LUPERCIO Ayer.

GERARDO ¿Hay tan notable maldad? 80

¡Justicia venga del cielo

sobre ti!

LUPERCIO Tente, señor,

que no fue en esto mi celo

más que probar tu rigor.

¿Vesme aquí echado en el suelo? 85

GERARDO ¿Que no lo has hecho?

LUPERCIO Quería,

pero ya que sé tu gusto,

es tu voluntad la mía:

con ella mi gusto ajusto.

GERARDO Y yo te engendro este día. 90

Hoy has nacido, Lupercio;

hoy, con solo obedecer,

mi amor has crecido un tercio;

deja esa vana mujer

y su lascivo comercio; 95

deja, hijo de mi vida,

el vano amor, y repara

que has de dejar ofendida

—fol. 217r→

la sangre y virtud más clara

que ha sido vista, ni oída. 100

Bien sé qué es tener pasión:

mozo fui; pero ya basta

su infame conversación:

juega, come, viste, gasta,

busca otra nueva pasión, 105

haz una gala costosa,

rinde un caballo andaluz

con la espuma rigurosa,

o con el presto arcabuz

el ciervo4 o liebre medrosa. 110

¿Qué quieres?, ¿qué has menester?

¿Quiérete coger cercado

por pobre aquesa mujer?

¿Qué debes?, ¿qué te han prestado?

¿Qué es lo que empeñaste ayer? 115

No tengas vergüenza: dame

esos brazos, y mi amor

deshaga el amor infame.

LUPERCIO Deja que a tus pies, señor,

tu sangre en agua derrame. 120

No más perdición pasada;

tabla nueva soy desde hoy:

escribe en mí.

GERARDO No me agrada

que seas papel.

LUPERCIO Pues soy

piedra en tus manos labrada. 125

GERARDO Esto que ahora te imprimo

quiero que dure, pues es

mi honor el que solo estimo;

no le venza el interés,

pues a tus gastos me animo. 130

En esta bolsa contados

van ciento y veinte ducados,

que son, y doce escudos,

dos reales y otros menudos,

por una deuda pagados. 135

Espera, ¿quiéreslo ver?

LUPERCIO No, señor, no es menester,

que así tu crédito afrentas.

GERARDO Bien se ve, pues no los cuentas,

que no los has de volver. 140

Gasta, huélgate, y pasea,

y mi bendición te alcance.

LUPERCIO Llorar me has hecho.

GERARDO ¿Hay quien vea

tu humildad?

LUPERCIO ¡Dichoso lance!

GERARDO Que tus desatinos crea. 145

Adiós.

 

(Vase GERARDO.)

 

LUPERCIO Él te guarde, y guarde

la vida del ángel mío,

¿qué miro?, ¿qué estoy cobarde?,

¿cómo este plus no le envío?

Que para amor todo es tarde. 150

Corre con el pensamiento

como tiene alas amor.

Pero, ¿hay tan gracioso cuento?,

¿hay tal padre?, ¿hay tal rigor?,

¿hay tan lindo casamiento? 155

Pues, señor viejo, paciencia,

que vive Dios que está hecho,

y que es vana resistencia

de un determinado pecho

castigo ni diligencia. 160

Piensa un padre que no hay más

de cásate y no te cases,

y que no exceda jamás

un hijo destos compases,

y amor no danza a compás. 165

Es muy vieja esta pasión,

con mil trabajos prolijos

para más confirmación,

y con dos hermosos hijos,

sellos desta provisión, 170

y no pendientes de seda

sino de tan blanco pecho,

que no hay nieve que no exceda,

y lazo que es tan estrecho

no es bien que romper se pueda. 175

—fol. 217v→

 

(Entre SABINO, criado.)

 

SABINO Basta que has dado en la treta

de quien debe, pues te escondes

cuando el pagar te inquieta;

mal a la deuda respondes,

no es satisfación discreta. 180

Hoy prometiste llevar

dineros para Fulgencia

y hasla mandado esperar,

sobre su misma paciencia,

plazo que no ha de llegar. 185

Advierte que, si es mujer

y se sustenta de ver

tu talle a falta de todo,

que hay dos niños que de un modo

saben llorar y comer. 190

Avisa si ha de empeñarse

otra basquiña o baquero.

LUPERCIO Si un triste quiere ahorcarse,

nunca falta un majadero

que le ayude a rematarse. 195

SABINO ¿Estarás muy triste?

LUPERCIO Estoy,

Sabino, para matarme.

SABINO ¡Deso comeremos hoy!

¿Qué no hay plata?

LUPERCIO Ni un adarme.

Ahora a venderme voy. 200

SABINO ¿De qué estás tan descompuesto?

LUPERCIO Desta manera me ha puesto

el buen viejo a puros palos.

SABINO En verdad que no son malos

para no comer tan presto. 205

¡Oh!, ¡que le acabe la gota!

LUPERCIO No, sino el mar de mi amor.

Cuando su campo alborota,

esperaba su favor.

SABINO Tras tanta brújula, sota. 210

¿Qué hemos de hacer?

LUPERCIO Morir.

SABINO Bueno.

LUPERCIO A Italia me quiero ir.

SABINO Y que se quede al sereno

tu mujer y hijos.

LUPERCIO O asir

algún vaso de veneno. 215

SABINO ¿Querrás brindarme?

LUPERCIO No quiero

sino bebérmele entero.

SABINO Si en la mano le tuvieras,

sospecho que dél me dieras.

LUPERCIO A la ocasión me refiero. 220

(Alce la bolsa.)

¿Beberé?

SABINO Ten, pesia tal.

¿Es bolsa?

LUPERCIO Pues ¿no lo ves?

¿Estarate el medio mal?

SABINO ¡Y aunque todo me le des!

¿Es oro?

LUPERCIO Sí.

SABINO Rico metal. 225

LUPERCIO Fuera como oro potable.

SABINO Dime, señor, quién te dio

su epictima favorable.

LUPERCIO Del mismo palo salió

el antídoto admirable. 230

Toma, y a la plaza irás,

donde de cenar traerás

con que excedas las comidas

de Cleopatra.

SABINO ¡Eres un Midas!

LUPERCIO Mido esta bolsa y no más. 235

Camina.

SABINO Traeré un capón.

LUPERCIO Trae un pavo.

SABINO ¿Habrá perdiz?

LUPERCIO Con su pimienta y limón,

que es deste invierno el tapiz

y, para el vino, un jamón. 240

SABINO De lo de a dos pelos saco.

LUPERCIO Yo en tanto a Fulgencia aplaco

desta mi ausencia tardía.

SABINO ¡Ha, cómo Venus se enfría

si faltan Ceres y Baco! 245

 

(Váyanse.)

 

(Entren FULGENCIA y CELAURO.)

 

CELAURO Digo que el no haber venido

de lo que digo procede.

—fol. 218r→

FULGENCIA ¿Tanto mi desdicha puede?

CELAURO Mucho en el querer lo has sido

porque, si eres estremada 250

en discreción y hermosura,

fue pensión de tu ventura

ser en amor desdichada.

FULGENCIA ¿Que mi Lupercio, Celauro,

quiere bien a otra mujer? 255

CELAURO Su amistad quiero ofender,

porque tu vida restauro.

Digo, Fulgencia, que sí,

y que el no venir a casa

es que por ella se abrasa, 260

y no se acuerda de ti.

FULGENCIA ¿De mí no se acuerda?

CELAURO No.

FULGENCIA ¿Qué dice Celauro?

CELAURO Digo

que no es Lupercio mi amigo

después que tu fe rompió. 265

¡Jesús!, ¿quién imaginara

que, por viles ocasiones,

a tales obligaciones

pudiera volver la cara?

¿Esto es amor?, ¿esto es fe?, 270

¿esto es años de amistad?,

¿esto es gusto?, ¿esto es lealtad?,

¿esto en los hombres se vee?

Hombre soy, y desde aquí,

para que mejor te asombres, 275

quiero estar mal con los hombres:

quiero comenzar por mí.

FULGENCIA Dame un poco de lugar

para que mi sentimiento

se pueda de mi tormento 280

más a la larga informar;

que, si dél ansí te quejas,

y no te importando a ti,

no sabré yo para mí

las injurias que me dejas. 285

En fin, ¿dices que este hombre

quiere bien a otra mujer?

CELAURO Y digo que lo has de ver, y saber su casa y nombre.

FULGENCIA Digo que es poca lealtad 290

de una mujer como yo,

a quien Lupercio obligó

con su hacienda y voluntad,

creer dél esta bajeza

sin remitillo a la vista. 295

CELAURO Quien la costumbre conquista

desmiente5 a naturaleza.

El trato te hace estar

tan confïa da del daño,

pues no puede el desengaño 300

tu loco amor derribar.

Si no juzgas por traición

ser de Lupercio enemigo,

ven esta noche conmigo:

verás su loca afición; 305

verás que lo que se goza

se tiene en poco o fastidia,

y que ha de engendrar tu envidia

celos de una hermosa moza.

FULGENCIA ¿Que eso podré ver?

CELAURO ¡Y cómo!, 310

si es secreto que me fía.

FULGENCIA ¡Notable paciencia mía!

Como de burlas lo tomo;

ahora bien, ¿de qué manera

podré verlo?

CELAURO Rebozada, 315

o como hombre disfrazada

al descuido desde afuera.

FULGENCIA ¿A qué hora?

CELAURO Entre las doce

y la una la ha de hablar

y, como él acierte a entrar, 320

ten por cierto que la goce.

Y si aquesto no te obliga

a estimar mi voluntad,

y su mucha deslealtad

no te ofende y desobliga, 325

desde allí me verás ir

donde nunca más me veas.

—fol. 218v→