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Los esclavos libres es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas de enredo del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
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Seitenzahl: 104
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
Los esclavos libresCopyright © 1916, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618471
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
(Salen ARBOLÁN, moro, y LUCINDA, cautiva, en los brazos.)
LUCINDA
¡Ay, de mí! ¡Suéltame, moro;
suelta!
ARBOLÁN
¿Cómo, si te adoro,
cristiana, te he de dejar?
Cuando hay tormenta en la mar
5
suele arrojarse el tesoro;
(Póngala en el teatro.)
pero yo, que sin tenella
gozo de esta bella Europa
más que la robada bella,
¿cómo, con el viento en popa,
10
quieres que te arroje en ella?
LUCINDA
¡Ay, mi padre!
ARBOLÁN
Deja agora
de lamentarte, señora.
LUCINDA
¿Cómo puedo en dolor tanto?
ARBOLÁN
Mira que es el mismo llanto
15
de las perlas del aurora;
que esas lágrimas no hay verlas
sin ir el alma a cogerlas.
Deja, señora, el llorar;
mira que creciendo el mar
20
sale a recibir sus perlas.
LUCINDA
¡Antes pienso que darán
veneno a sus peces luego!
¿Cuál es tu nombre?
ARBOLÁN
Arbolán.
Ya por uno y otro fuego
25
toca al arma Perpiñán.
¡Ah, moros, llegad la barca!
(Salen tres MOROS del mar.)
LUCINDA
¡Triste de mí!
ARBOLÁN
Aquí te embarca:
verás mi patria, Biserta.
LUCINDA
Tu ganancia está más cierta
30
en la fuerza de Tabarca.
¡Llévame, Arbolán, allí!
ARBOLÁN
Todo el oriental tesoro
no es ganancia para mí,
que dar el sol por el oro
35
es darte por precio a ti.
Si tú le puedes criar,
¿qué más tesoro?—¡Alto, esclavos!
Haced los ferros zarpar;
largad remos, coged cabos,
40
tended lienzo, herid el mar,
tocad trompetas y cajas.
MORO
No está el viento muy seguro
para bogar con ventajas.
ARBOLÁN
Llevando yo sol tan puro,
45
haga los mástiles rajas.
LUCINDA
¡Ay, esposo!
ARBOLÁN
¿Qué dijiste?
MORO
(Debe de ser desposada.)
ARBOLÁN
No vayas, cristiana, triste,
pues vas a ser regalada
50
y a ser esclava saliste.—
¡Cómitre, esclavos infames,
desplegad esos velames,
que yo espero que mi frente
de esas hebras, sol de Oriente,
55
más que de laurel enrames!
LUCINDA
Mas el mar atemoriza.
ARBOLÁN
Antes parece que el mar
tu venida soleniza.
LUCINDA
¡Lágrimas me han de anegar!
(CÓMITRE, dentro:)
CÓMITRE
60
¡Iza, canalla!
TODOS
¡Iza, Iza!
(Suene el pito y la embarcación, y salga el CAPITÁN y tres soldados, AVENDAÑO, CARPIO, DUEÑAS.)
CAPITÁN
Perderé de pesar la vida. ¡Ah, cielos,
mi propia hija!
CARPIO
Gran descuido ha sido.
CAPITÁN
¡Qué terribles cuidados y desvelos
para el ajeno bien siempre he tenido!
DUEÑAS
65
No suele más cruel toro con celos
herir los bosques con feroz bramido
que orilla el mar su desdichado esposo.
CAPITÁN
Más pierdo yo.
AVENDAÑO
¡Suceso lastimoso!
CAPITÁN
¡Plega a los cielos, bárbaro arrogante,
70
que se alce el mar hasta su manto mismo,
y que desde las nubes al instante
bajes a las arenas de su abismo;
que el esclavo más vil se te levante
de todo aquel rendido cristianismo
75
que por los bancos de tus bordes atas,
con todas tus galeras y fragatas!
¡El espalder te mate o vuelva a España,
donde, sirviendo un avariento dueño,
tenga el quitarte por gloriosa hazaña,
80
de día, el sustento, y por la noche, el sueño!
¡Veas en peñas de una playa extraña,
de la gavia a la quilla, abierto el leño
en que agora… Mas ¿cómo te maldigo,
cuando todo mi bien llevas contigo?
(Salen dos soldados, GÓMEZ y ENRIQUE, con ZULEMA, moro aljamiado.)
GÓMEZ
85
No hemos tenido poca dicha en esto.
ENRIQUE
¡Pasa, perro, adelante!
ZULEMA
¡Estar, soldado,
más bien en lo que hacemos!
CAPITÁN
¿Qué es aquesto?
GÓMEZ
Sólo este moro habemos cautivado,
que, sin mudarse un punto de aquel puesto
90
donde el miedo le dejó turbado,
allí, sin mover paso, se detuvo,
hasta que herido y sin aliento estuvo.
CAPITÁN
Pequeño es el consuelo en tanta pena:
mas no es pequeño, por saber del moro.
95
Tomad, Gómez y Enrique, esta cadena.
GÓMEZ
Pierdes y das.
CAPITÁN
Perdí el mayor tesoro.
¡Moro cruel, que de un penol de entena
cuelgue ese cuello!
ZULEMA
Hablalde con decoro,
que estar noble si estarlo vos, cristiano.
CAPITÁN
100
¿Quién es el moro de mi bien tirano?
¿Qué nombre tiene, dónde y cómo vive?
ZULEMA
Sinior, estar algayo de Biserta;
ser bariente del Rey, aliá le esgribe,
e con rescate la tenemos certa.
CAPITÁN
105
¿Y qué nombre?
ZULEMA
Arbolán liamar.
CAPITÁN
Ya vive
con esperanza mi esperanza incierta.
¿Querrála dar por ti?
ZULEMA
Por un soldado,
con el dolor estar de vos torbado.
¿Un hija que de vos tener cautiva
110
trocar por me? ¡Bon conto le tenemos!
Plegadle a Dios, senior, que oro reciba,
que estar hermosa, en mucho le queremos.
CAPITÁN
¿Cómo consiento que este perro viva,
llevando en alta mar velas y remos
115
de otro como él a mi Lucinda bella,
pues no puede servir en cambio de ella?
Atalde a ese árbol, y aunque en ello tomo
corta venganza de mis claras luces,
sembralde el pecho del ardiente plomo
120
que despidan los fuertes arcabuces.
(Vase el CAPITÁN.)
ZULEMA
¡Ah, sionor Gabatán! Matalde, ¿cómo
estar razón?
AVENDAÑO
Cuando los brazos cruces
y te vuelvas cristiano, aún no se excusa.
ZULEMA
¿Esto estar bona guerra, esto se usa?
(Átenle.)
CARPIO
125
¿Buena guerra, villano, con ladronesn?
¡Piratas sois vosotros, no soldados!
ZULEMA
En fin, ¿morer tenemos?
CARPIO
¿Qué te pones?
ZULEMA
Dejar decer Mahoma dos razones.
(Pónganle los arcabuces alrededor, apuntándole.)
AVENDAÑO
Di presto.
ZULEMA
Los tesoros enterrados,
130
Mahoma, amego, en esta playa…
GÓMEZ
Presto.
ZULEMA
Guardalde un poquito.
DUEÑAS
Escuchad esto.
ZULEMA
No permitas, senior, que allí quedarse
berdidos en la arena de cristianos;
revela donde estar, para sacarse,
135
aliá en Biserta, a mi mojer y hermanos,
que ben podrán vener, e si ocultarse
entre estas beñas, henchir bien las manos
de tanta blata y oro como queda:
esto perder, Soliema me conceda.
140
Matalde agora.
CARPIO
(Tente, no tiremos.
¿Habéis oído lo que dice el moro?
DUEÑAS
¡Quedito, vive el Cielo, que tenemos
notable cantidad de plata y oro!
Que le hemos muerto, al Capitán diremos,
145
y podremos mostrar este tesoro.
ENRIQUE
A Mahoma pidió que a sus hermanos
lo revelase.)
ZULEMA
¿No tiriar, cristianos?
AVENDAÑO
Ya no tiramos: antes, moro amigo,
queremos darte vida.
ZULEMA
¿De qué suerte?
AVENDAÑO
150
¿Qué tesoro es aquése?
ZULEMA
El que yo digo
estar para mi padre. ¡Dadme muerte!
ENRIQUE
Si queremos usar piedad contigo
y reservarte de este trance fuerte,
¿no ves que es disparate, pobre moro,
155
dejar entre la arena ese tesoro,
que Mahoma no sabe lo que pides,
ni entiende ya ni siente lo que hablas?
Si este partido a tu peligro mides,
harto mejor tu salvación entablas.
ZULEMA
160
No lo poder hacer. Mera que impides,
crestiano, el bon intento.
AVENDAÑO
Entre dos tablas
se halló otra vez, como éste, otro tesoro
que a su mujer dejó enterrado un moro,
y habían ya pasado sesenta años,
165
¡y mira que es risa aquesto de Mahoma!
ZULEMA
(¡Oh, cómo engañar bien estos pecaños,
que no puede el beber a quien no doma!)
¿Cómo, en fin, han de gozar hombres extraños
tanto oro e blata?
ENRIQUE
El camino toma
170
y dinos dónde está.
ZULEMA
Seguidme.
GÓMEZ
Vamos.
CARPIO
¿No dejaste señal?
ZULEMA
Sí.
AVENDAÑO
¿Qué?
ZULEMA
Unos ramos.
(Vanse, y sale LEONARDO, alférez, con su radeja y espada.)
LEONARDO
Si me pudiera vengar,
atrevido mar, contigo,
vieras mi enojo y pesar.
175
Eres agua, en fin, ¡oh, mar!,
siempre del fuego enemigo.
Amor es fuego, en efeto;
tú, de elemento contrario,
quieres tenerle sujeto,
180
siempre cruel, siempre vario,
alterado y inquieto.
¿Qué amante en ti se fió
que no anegases su llama?
¿Quién socorro te pidió
185
para llegar a su llaman
que no tuviese el que yo?
¡Oh, villano, donde para
toda la soberbia y guerra,
pues si Dios no te enfrenara,
190
apenas hubiera tierra
adonde el hombre habitara!
¡Oh mar, de traiciones lleno,
en tempestades ayer
y hoy como el Cielo sereno,
195
gran bestia debes de ser,
pues que Dios te puso freno!
¿Cómo le diste favor
a un bárbaro entre estas calas,
pues con tan poco temor,
200
haciendo sus lienzos alas,
rompió las alas de Amor?
Mi esposa, que ayer venía
de Castilla a Perpiñán,
donde su padre vivía,
205
conocido Capitán
de Francia y de Berbería,
para casarse conmigo,
que soy su alférez y amigo,
cautiva lleva por ti
210
un moro, a quien desde aquí
con el pensamiento sigo.
No fueran piedras y losas
los cristales de tus salas,
o las alas poderosas
215
de Amor, pues le pintan alas,
por tus ondas espumosas.
Mas, ¿qué es esto? ¿En qué te empleas
contra Amor un Alejandro
en todo lo que deseas,
220
que ya anegas a Leandro
o ya te llevas a Eneas?
¡Dame mi prenda querida,
fiero mar!
(Salen ZULEMA y los SOLDADOS con azadas.)
AVENDAÑO
Parece, moro,
que hasta el hablar se te olvida.
225
¿Dónde está aqueste tesoro?
¿Qué es de la plata escondida?
Que nos has hecho cavar
en uno y otro lugar
desde que el alba salió.
ZULEMA
230
Aquí le haber posto yo,
y creciendo el mar, lievar.
CARPIO
¿Cómo llevar? ¡Diga el perro
dónde está el oro escondido
o trocarésele en hierro!
ZULEMA
235
Un día de logar pido
para pensar.
GÓMEZ
¡De ésta cierro!
ENRIQUE
Aguarda, que él lo dirá.
ZULEMA
Me soy flaco de memoria;
algo de comer me da
240
e yo decer. ¿Qué vitoria
matarme?
GÓMEZ
Di dónde está.
CARPIO
Aquí traigo en el zurrón
con que corremos la mar
en semejante ocasión,
245
lo que le podremos dar.
ZULEMA
¿Qué traer?
CARPIO
Vino y jamón.
ZULEMA
Jamón ¿qué ser?
CARPIO
De la pierna
del tocino.
ZULEMA
¿Del tocino?
ENRIQUE
¿No lo comerá?
ZULEMA
¿Estar terna?
CARPIO
250
Como un agua.
ZULEMA
¿E ser el vino
bono?
CARPIO
Es de rica taberna.
ZULEMA
Darme: probamos jamón.
CARPIO
Pues tu ley, ¿no lo prohibe?
(Denle que coma.)
ZULEMA
Caliar con la maldición
255
en cuanto en ella se esgribe.
Nonca he oído tal razón:
jamón, no; tocino, sí.
AVENDAÑO
Bueno moro, come.
ZULEMA
¡Estar bono!
E el vino, ¿estar por ahí?
(Danle la bota.)
ENRIQUE
260
Vino pide.
GÓMEZ
Yo le abono.
ZULEMA
¿No tener botilia?
CARPIO
Sí.
ZULEMA
Pues probamos una gotilia.
CARPIO
Toma y di de este tesoro.
(Bebe.)
ZULEMA
¿Empinamos el botilia?
CARPIO
265
¡Ala, ela! ¿Es para hoy, moro?
ZULEMA
¡Qué bon terra estar Sevilia!
DUEÑAS
(Quedo, que está allí Leonardo.
AVENDAÑO
¿Quién?
DUEÑAS
El alférez.
ENRIQUE
¿Qué importa?
LEONARDO
¿Qué es esto?)
CARPIO
¡Oh, Alférez gallardo!
LEONARDO
270
¡Qué bien los cristales corta
del mar, con el bien que aguardo
a gozar en la otra vida,
soldados, el fiero moro!
ENRIQUE
Este es de ellos.
ZULEMA
¿Hay quen pida
275
tesoro con el tesoro
de esta cordial bebida?
¡Valerme Alá!
LEONARDO
¿Qué hace aquí,
que mil muertes no le dais?
DUEÑAS
Tenémosle agora ansí
280
por cierta cosa.
LEONARDO
¿Buscáis
más gente escondida?