Los esclavos libres - Lope de Vega - E-Book

Los esclavos libres E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Los esclavos libres es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas de enredo del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.

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Seitenzahl: 104

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

Los esclavos libres

 

Saga

Los esclavos libresCopyright © 1916, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618471

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

ARBOLÁN LUCINDA LUJÁN LEONARDO AVENDAÑO CARPIO DUEÑAS GÓMEZ ENRIQUE SOLDADO MANFREDO RICARDO DUQUE DE OSUNA ZULEMA BELAIDA ZARTE AMIR MENDOZA SULTÁN DON FRANCISCO JULIO CONDE FABRICIO CELIA ROSALES ZÁRATE SALINAS PEREDO SALDAÑA CÉSAR MARINERO CÓMITRE MORO PAJE 1 PAJE 2 PAJE 3 FRANCISCO

Acto I

(Salen ARBOLÁN, moro, y LUCINDA, cautiva, en los brazos.)

LUCINDA

¡Ay, de mí! ¡Suéltame, moro;

suelta!

 

ARBOLÁN

¿Cómo, si te adoro,

cristiana, te he de dejar?

Cuando hay tormenta en la mar

5

suele arrojarse el tesoro;

(Póngala en el teatro.)

pero yo, que sin tenella

gozo de esta bella Europa

más que la robada bella,

¿cómo, con el viento en popa,

10

quieres que te arroje en ella?

 

LUCINDA

¡Ay, mi padre!

 

ARBOLÁN

Deja agora

de lamentarte, señora.

 

LUCINDA

¿Cómo puedo en dolor tanto?

 

ARBOLÁN

Mira que es el mismo llanto

15

de las perlas del aurora;

que esas lágrimas no hay verlas

sin ir el alma a cogerlas.

Deja, señora, el llorar;

mira que creciendo el mar

20

sale a recibir sus perlas.

 

LUCINDA

¡Antes pienso que darán

veneno a sus peces luego!

¿Cuál es tu nombre?

 

ARBOLÁN

Arbolán.

Ya por uno y otro fuego

25

toca al arma Perpiñán.

¡Ah, moros, llegad la barca!

 

(Salen tres MOROS del mar.)

LUCINDA

¡Triste de mí!

 

ARBOLÁN

Aquí te embarca:

verás mi patria, Biserta.

 

LUCINDA

Tu ganancia está más cierta

30

en la fuerza de Tabarca.

¡Llévame, Arbolán, allí!

 

ARBOLÁN

Todo el oriental tesoro

no es ganancia para mí,

que dar el sol por el oro

35

es darte por precio a ti.

Si tú le puedes criar,

¿qué más tesoro?—¡Alto, esclavos!

Haced los ferros zarpar;

largad remos, coged cabos,

40

tended lienzo, herid el mar,

tocad trompetas y cajas.

 

MORO

No está el viento muy seguro

para bogar con ventajas.

 

ARBOLÁN

Llevando yo sol tan puro,

45

haga los mástiles rajas.

 

LUCINDA

¡Ay, esposo!

 

ARBOLÁN

¿Qué dijiste?

 

MORO

(Debe de ser desposada.)

 

ARBOLÁN

No vayas, cristiana, triste,

pues vas a ser regalada

50

y a ser esclava saliste.—

¡Cómitre, esclavos infames,

desplegad esos velames,

que yo espero que mi frente

de esas hebras, sol de Oriente,

55

más que de laurel enrames!

 

LUCINDA

Mas el mar atemoriza.

 

ARBOLÁN

Antes parece que el mar

tu venida soleniza.

 

LUCINDA

¡Lágrimas me han de anegar!

 

(CÓMITRE, dentro:)

CÓMITRE

60

¡Iza, canalla!

 

TODOS

¡Iza, Iza!

 

(Suene el pito y la embarcación, y salga el CAPITÁN y tres soldados, AVENDAÑO, CARPIO, DUEÑAS.)

CAPITÁN

Perderé de pesar la vida. ¡Ah, cielos,

mi propia hija!

 

CARPIO

Gran descuido ha sido.

 

CAPITÁN

¡Qué terribles cuidados y desvelos

para el ajeno bien siempre he tenido!

 

DUEÑAS

65

No suele más cruel toro con celos

herir los bosques con feroz bramido

que orilla el mar su desdichado esposo.

 

CAPITÁN

Más pierdo yo.

 

AVENDAÑO

¡Suceso lastimoso!

 

CAPITÁN

¡Plega a los cielos, bárbaro arrogante,

70

que se alce el mar hasta su manto mismo,

y que desde las nubes al instante

bajes a las arenas de su abismo;

que el esclavo más vil se te levante

de todo aquel rendido cristianismo

75

que por los bancos de tus bordes atas,

con todas tus galeras y fragatas!

¡El espalder te mate o vuelva a España,

donde, sirviendo un avariento dueño,

tenga el quitarte por gloriosa hazaña,

80

de día, el sustento, y por la noche, el sueño!

¡Veas en peñas de una playa extraña,

de la gavia a la quilla, abierto el leño

en que agora… Mas ¿cómo te maldigo,

cuando todo mi bien llevas contigo?

 

(Salen dos soldados, GÓMEZ y ENRIQUE, con ZULEMA, moro aljamiado.)

GÓMEZ

85

No hemos tenido poca dicha en esto.

 

ENRIQUE

¡Pasa, perro, adelante!

 

ZULEMA

¡Estar, soldado,

más bien en lo que hacemos!

 

CAPITÁN

¿Qué es aquesto?

 

GÓMEZ

Sólo este moro habemos cautivado,

que, sin mudarse un punto de aquel puesto

90

donde el miedo le dejó turbado,

allí, sin mover paso, se detuvo,

hasta que herido y sin aliento estuvo.

 

CAPITÁN

Pequeño es el consuelo en tanta pena:

mas no es pequeño, por saber del moro.

95

Tomad, Gómez y Enrique, esta cadena.

 

GÓMEZ

Pierdes y das.

 

CAPITÁN

Perdí el mayor tesoro.

¡Moro cruel, que de un penol de entena

cuelgue ese cuello!

 

ZULEMA

Hablalde con decoro,

que estar noble si estarlo vos, cristiano.

 

CAPITÁN

100

¿Quién es el moro de mi bien tirano?

¿Qué nombre tiene, dónde y cómo vive?

 

ZULEMA

Sinior, estar algayo de Biserta;

ser bariente del Rey, aliá le esgribe,

e con rescate la tenemos certa.

 

CAPITÁN

105

¿Y qué nombre?

 

ZULEMA

Arbolán liamar.

 

CAPITÁN

Ya vive

con esperanza mi esperanza incierta.

¿Querrála dar por ti?

 

ZULEMA

Por un soldado,

con el dolor estar de vos torbado.

¿Un hija que de vos tener cautiva

110

trocar por me? ¡Bon conto le tenemos!

Plegadle a Dios, senior, que oro reciba,

que estar hermosa, en mucho le queremos.

 

CAPITÁN

¿Cómo consiento que este perro viva,

llevando en alta mar velas y remos

115

de otro como él a mi Lucinda bella,

pues no puede servir en cambio de ella?

Atalde a ese árbol, y aunque en ello tomo

corta venganza de mis claras luces,

sembralde el pecho del ardiente plomo

120

que despidan los fuertes arcabuces.

 

(Vase el CAPITÁN.)

ZULEMA

¡Ah, sionor Gabatán! Matalde, ¿cómo

estar razón?

 

AVENDAÑO

Cuando los brazos cruces

y te vuelvas cristiano, aún no se excusa.

 

ZULEMA

¿Esto estar bona guerra, esto se usa?

 

(Átenle.)

CARPIO

125

¿Buena guerra, villano, con ladronesn?

¡Piratas sois vosotros, no soldados!

 

ZULEMA

En fin, ¿morer tenemos?

 

CARPIO

¿Qué te pones?

 

ZULEMA

Dejar decer Mahoma dos razones.

 

(Pónganle los arcabuces alrededor, apuntándole.)

AVENDAÑO

Di presto.

 

ZULEMA

Los tesoros enterrados,

130

Mahoma, amego, en esta playa…

 

GÓMEZ

Presto.

 

ZULEMA

Guardalde un poquito.

 

DUEÑAS

Escuchad esto.

 

ZULEMA

No permitas, senior, que allí quedarse

berdidos en la arena de cristianos;

revela donde estar, para sacarse,

135

aliá en Biserta, a mi mojer y hermanos,

que ben podrán vener, e si ocultarse

entre estas beñas, henchir bien las manos

de tanta blata y oro como queda:

esto perder, Soliema me conceda.

140

Matalde agora.

 

CARPIO

(Tente, no tiremos.

¿Habéis oído lo que dice el moro?

 

DUEÑAS

¡Quedito, vive el Cielo, que tenemos

notable cantidad de plata y oro!

Que le hemos muerto, al Capitán diremos,

145

y podremos mostrar este tesoro.

 

ENRIQUE

A Mahoma pidió que a sus hermanos

lo revelase.)

 

ZULEMA

¿No tiriar, cristianos?

 

AVENDAÑO

Ya no tiramos: antes, moro amigo,

queremos darte vida.

 

ZULEMA

¿De qué suerte?

 

AVENDAÑO

150

¿Qué tesoro es aquése?

 

ZULEMA

El que yo digo

estar para mi padre. ¡Dadme muerte!

 

ENRIQUE

Si queremos usar piedad contigo

y reservarte de este trance fuerte,

¿no ves que es disparate, pobre moro,

155

dejar entre la arena ese tesoro,

que Mahoma no sabe lo que pides,

ni entiende ya ni siente lo que hablas?

Si este partido a tu peligro mides,

harto mejor tu salvación entablas.

 

ZULEMA

160

No lo poder hacer. Mera que impides,

crestiano, el bon intento.

 

AVENDAÑO

Entre dos tablas

se halló otra vez, como éste, otro tesoro

que a su mujer dejó enterrado un moro,

y habían ya pasado sesenta años,

165

¡y mira que es risa aquesto de Mahoma!

 

ZULEMA

(¡Oh, cómo engañar bien estos pecaños,

que no puede el beber a quien no doma!)

¿Cómo, en fin, han de gozar hombres extraños

tanto oro e blata?

 

ENRIQUE

El camino toma

170

y dinos dónde está.

 

ZULEMA

Seguidme.

 

GÓMEZ

Vamos.

 

CARPIO

¿No dejaste señal?

 

ZULEMA

Sí.

 

AVENDAÑO

¿Qué?

 

ZULEMA

Unos ramos.

 

(Vanse, y sale LEONARDO, alférez, con su radeja y espada.)

LEONARDO

Si me pudiera vengar,

atrevido mar, contigo,

vieras mi enojo y pesar.

175

Eres agua, en fin, ¡oh, mar!,

siempre del fuego enemigo.

Amor es fuego, en efeto;

tú, de elemento contrario,

quieres tenerle sujeto,

180

siempre cruel, siempre vario,

alterado y inquieto.

¿Qué amante en ti se fió

que no anegases su llama?

¿Quién socorro te pidió

185

para llegar a su llaman

que no tuviese el que yo?

¡Oh, villano, donde para

toda la soberbia y guerra,

pues si Dios no te enfrenara,

190

apenas hubiera tierra

adonde el hombre habitara!

¡Oh mar, de traiciones lleno,

en tempestades ayer

y hoy como el Cielo sereno,

195

gran bestia debes de ser,

pues que Dios te puso freno!

¿Cómo le diste favor

a un bárbaro entre estas calas,

pues con tan poco temor,

200

haciendo sus lienzos alas,

rompió las alas de Amor?

Mi esposa, que ayer venía

de Castilla a Perpiñán,

donde su padre vivía,

205

conocido Capitán

de Francia y de Berbería,

para casarse conmigo,

que soy su alférez y amigo,

cautiva lleva por ti

210

un moro, a quien desde aquí

con el pensamiento sigo.

No fueran piedras y losas

los cristales de tus salas,

o las alas poderosas

215

de Amor, pues le pintan alas,

por tus ondas espumosas.

Mas, ¿qué es esto? ¿En qué te empleas

contra Amor un Alejandro

en todo lo que deseas,

220

que ya anegas a Leandro

o ya te llevas a Eneas?

¡Dame mi prenda querida,

fiero mar!

 

(Salen ZULEMA y los SOLDADOS con azadas.)

AVENDAÑO

Parece, moro,

que hasta el hablar se te olvida.

225

¿Dónde está aqueste tesoro?

¿Qué es de la plata escondida?

Que nos has hecho cavar

en uno y otro lugar

desde que el alba salió.

 

ZULEMA

230

Aquí le haber posto yo,

y creciendo el mar, lievar.

 

CARPIO

¿Cómo llevar? ¡Diga el perro

dónde está el oro escondido

o trocarésele en hierro!

 

ZULEMA

235

Un día de logar pido

para pensar.

 

GÓMEZ

¡De ésta cierro!

 

ENRIQUE

Aguarda, que él lo dirá.

 

ZULEMA

Me soy flaco de memoria;

algo de comer me da

240

e yo decer. ¿Qué vitoria

matarme?

 

GÓMEZ

Di dónde está.

 

CARPIO

Aquí traigo en el zurrón

con que corremos la mar

en semejante ocasión,

245

lo que le podremos dar.

 

ZULEMA

¿Qué traer?

 

CARPIO

Vino y jamón.

 

ZULEMA

Jamón ¿qué ser?

 

CARPIO

De la pierna

del tocino.

 

ZULEMA

¿Del tocino?

 

ENRIQUE

¿No lo comerá?

 

ZULEMA

¿Estar terna?

 

CARPIO

250

Como un agua.

 

ZULEMA

¿E ser el vino

bono?

 

CARPIO

Es de rica taberna.

 

ZULEMA

Darme: probamos jamón.

 

CARPIO

Pues tu ley, ¿no lo prohibe?

 

(Denle que coma.)

ZULEMA

Caliar con la maldición

255

en cuanto en ella se esgribe.

Nonca he oído tal razón:

jamón, no; tocino, sí.

 

AVENDAÑO

Bueno moro, come.

 

ZULEMA

¡Estar bono!

E el vino, ¿estar por ahí?

 

(Danle la bota.)

ENRIQUE

260

Vino pide.

 

GÓMEZ

Yo le abono.

 

ZULEMA

¿No tener botilia?

 

CARPIO

Sí.

 

ZULEMA

Pues probamos una gotilia.

 

CARPIO

Toma y di de este tesoro.

 

(Bebe.)

ZULEMA

¿Empinamos el botilia?

 

CARPIO

265

¡Ala, ela! ¿Es para hoy, moro?

 

ZULEMA

¡Qué bon terra estar Sevilia!

 

DUEÑAS

(Quedo, que está allí Leonardo.

 

AVENDAÑO

¿Quién?

 

DUEÑAS

El alférez.

 

ENRIQUE

¿Qué importa?

 

LEONARDO

¿Qué es esto?)

 

CARPIO

¡Oh, Alférez gallardo!

 

LEONARDO

270

¡Qué bien los cristales corta

del mar, con el bien que aguardo

a gozar en la otra vida,

soldados, el fiero moro!

 

ENRIQUE

Este es de ellos.

 

ZULEMA

¿Hay quen pida

275

tesoro con el tesoro

de esta cordial bebida?

¡Valerme Alá!

 

LEONARDO

¿Qué hace aquí,

que mil muertes no le dais?

 

DUEÑAS

Tenémosle agora ansí

280

por cierta cosa.

 

LEONARDO

¿Buscáis

más gente escondida?