Los españoles en Flandes - Lope de Vega - E-Book

Los españoles en Flandes E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Los españoles en Flandes es una comedia teatral de capa y espada de Lope de Vega. Se articula en torno a la victoria de España en Gembloux en 1578, presentada a lo largo de varias situaciones en tono desenfadado sin por ello renunciar a su carácter histórico y aventurero.

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Seitenzahl: 94

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

Los españoles en Flandes

 

Saga

Los españoles en FlandesCopyright © 1997, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618488

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

MADAMA DE AUSTRIA PRÍNCIPE DE PARMA CAPITÁN CASTRO CORREO DE ESPAÑA SEÑOR DON JUAN DUQUE DE ARISCOTE, flamenco MARQUÉS DE ABRE, su hermano DON RODRIGO PIMENTEL DON GABRIEL NIÑO OCTAVIO GONZAGA CHAVARRÍA, soldado CAPITÁN DE CAMPAÑA MARCELA, en hábito de paje CABREDO ROSALES DURÁN, soldado CAPITÁN PEREA VALLEJO, sargento mayor HEREDIA, capitán SALVADO, maltrapillo BEATRIZ, su dama DON DIEGO DE CÓRDOBA, general FONSECA CARVAJAL CONDE BOSÚ ADOLFO CONDE BARLAMÓN PERALTA MONS DE GONÍ GONZALO VALLEJO LEIVA MARQUÉS DE ABRE ROSELA

Acto I

(Salen MADAMA MARÍA y el PRÍNCIPE DE PARMA.)

ALEJANDRO

No puedo significalla

a vuestra Alteza el contento

que tengo de visitalla,

pues hablando el pensamiento,

5

la lengua enmudece y calla.

Muchas más veces viniera,

si el tiempo lugar me diera,

a Nápoles a servilla,

no por ver su maravilla,

10

madama, aunque mayor fuera,

sino por solo asistir

a vuestra real presencia.

 

MADAMA

Alejandro, si el sentir

de un hijo cualquier ausencia

15

no es menos mal que morir,

mucho mayor le conviene

a quien tan bueno le tiene,

y que por más que le guarde,

o viene a verla muy tarde,

20

o para volverse viene.

 

ALEJANDRO

Como me dieran lugar

tan graves ocupaciones,

no se pudiera quejar

vuestra Alteza.

 

MADAMA

Obligaciones

25

de hijo le suelen dar.

Dirás que vienes de prisa.

 

ALEJANDRO

Lo que profeso os avisa.

 

MADAMA

Hoy la nave detendrás;

pueda esta rémora más

30

que el mar, cuyas ondas pisa.

 

ALEJANDRO

No es rémora vuestra Alteza,

que es para serlo muy grande;

y fuera de su grandeza,

cuando como madre mande,

35

sus pies pongo en mi cabeza.

 

MADAMA

Un mes estarás conmigo.

 

ALEJANDRO

Poco es un mes a mi amor;

para mis negocios, digo

que es gran término.

 

MADAMA

Es mayor

40

este con que yo te obligo;

no hay que replicar.

 

ALEJANDRO

Señora,

fuera de serlo, sois madre.

 

(Entra PEDRO DE CASTRO.)

CASTRO

El Príncipe.

 

ALEJANDRO

¿Qué hay ahora?

 

CASTRO

Ninguna cosa que cuadre

45

a quien tu presencia adora.

Mas digo, con tu licencia,

que hay un correo de España,

y creo que obliga a ausencia.

 

MADAMA

Como sombre se acompaña

50

de mi mal mi bien. ¡Paciencia!

Dile que entre.

 

CASTRO

Entrad, correo...

 

CORREO

Dadme, señor, vuestros pies,

y gracias a Dios que os veo,

que para el negocio que es,

55

dañado habrá mi rodeo.

Fui derecho a Lombardía,

y en Nápoles me dijeron

que vuestra Alteza venía.

 

MADAMA

Tras mis venturas corrieron

60

postas de España este día.

 

ALEJANDRO

La carta es del Rey, mi tío.

 

MADAMA

¿Cómo está su Majestad?

 

CORREO

Bueno, y con gallardo brío.

 

MADAMA

Dios le guarde. Comenzad

65

la carta, Alejandro mío.

 

ALEJANDRO

‟Sobrino, los Estados de Flandes guardan mal las promesas que me han hecho, si sacaba de ellos los españoles; tanto que don Juan, mi hermano, se halla descontento, y en peligro de la vida. Yo envío orden al marqués de Ayamonte para que os entregue los españoles que están alojados en el Estado de Milán. Partíos luego con ellos a Flandes, a socorrer a mi hermano, que, fuera de lo que me obligaréis, estimaré este cuidado con particular amor y satisfacción. Dios os guarde como deseo.”

¿Qué responde vuestra Alteza?

 

MADAMA

Alejandro, que os partáis,

y que esa carta pongáis

encima de la cabeza.

70

Ya que en esto os anticipe,

juntos forzándome están

el peligro de don Juan

y la firma de Felipe.

Partid, Alejandro, luego;

75

Dios os dé su bendición.

 

(Vase.)

ALEJANDRO

Fuese.

 

CASTRO

¡Gran resolución!

 

ALEJANDRO

Pártome al fin cuando llego.

 

CASTRO

Gravemente lo ha sentido,

pues que se ha partido así.

 

ALEJANDRO

80

Con apartarse de mí,

el corazón me ha partido;

volveréla a hablar, que creo

que será bien menester.

 

CASTRO

No te puedes detener,

85

según me ha dicho el correo,

porque el marqués de Ayamonte

despachó ya los soldados.

 

ALEJANDRO

¡Cómo! ¿Ya están despachados?

 

CORREO

Señor, a caballo ponte;

90

que con postas podrá ser

que los puedas alcanzar,

que no te pudiendo hallar,

no pudo otra cosa hacer.

Ya marchan los españoles

95

a Flandes, con gran contento,

del antiguo alojamiento.

 

ALEJANDRO

Pues ¿cuál orden llevan?

 

CORREO

Dioles

la que verás cuando llegues,

aunque tan aprisa van,

100

que ya en Flandes estarán,

si no es que a madama niegues

el rostro en esta partida,

porque de su llanto temo,

y de su amoroso extremo,

105

que la brevedad te impida.

Van locos de la venganza

que han tomado, con razón,

de la nueva rebelión,

de que a tantos parte alcanza.

110

Porque al echarlos de Flandes,

como tú sabes, lloraban,

que al señor don Juan dejaban

entre enemigos tan grandes;

y volviendo la cabeza

115

a los Países, decía

todo español: ‟Vendrá día

que se arrepienta su Alteza.”

Y así, ahora, como ven

que se cumplió su temor,

120

y por el notable amor

que a don Juan tienen también,

vuelven los famosos godos,

para hacer hechos romanos,

con alas en pies y manos,

125

vueltos en Mercurios todos.

Camina, porque sin ti

no lleguen a los Estados.

 

ALEJANDRO

Hoy se verán mis cuidados.

¿Dónde iremos desde aquí?

 

CORREO

130

A Alejandría, señor.

 

ALEJANDRO

¡Postas, Castro, que ya alarma

toca el príncipe de Parma

dentro del mismo valor!

 

CASTRO

Justos cuidados te dan.

 

ALEJANDRO

135

Ninguno se iguala al mío

de obedecer a mi tío

y socorrer a don Juan.

 

(Váyanse. Salen el SEÑOR DON JUAN, el DUQUE DE ARISCOTE, el MARQUÉS DE ABRE, DON RODRIGO PIMENTEL, DON GABRIEL NIÑO, OCTAVIO GONZAGA.)

ARISCOTE

No se lamente vuestra Alteza tanto.

Fortifique a Anamur, ya que ha querido

140

saliese con temor de los Estados;

que ni será verdad que se rebelan,

ni necesarios son los españoles.

 

JUAN

Yo, señor duque de Ariscote, había

avisado a mi hermano muchas veces

145

que aquesta gente solo pretendía

echar de Flandes nuestros españoles,

basas y fundamento del sosiego

de estos Estados; y que son fingidas

las promesas que hicieron y homenajes

150

se ve muy claro, pues apenas fueron

desterrados de todos los Países,

cuando, arrastrando el yugo, levantaron

la soberbia cerviz contra su dueño.

Sentí su ausencia, y siento verme ahora

155

retirado a Anamur, y que no tengo

fuerza con que resista a tantos daños.

 

ABRE

Engañan pensamientos y aun amigos

a vuestra Alteza, guarde Dios su vida;

que los Estados estarán seguros

160

a devoción de su señor legítimo.

 

GABRIEL

¿Que tan seguros estarán ahora,

señor marqués de Abre, los Estados,

armando en Alemania el Casimiro

y tratando tan mal de nuestras cosas,

165

Arsi, Duay, Artués, Henao y Lila?

Pues no hay criado de su Alteza en Flandes

que no sufra mayores improperios

que si fuera en Argel de un moro esclavo.

 

ARISCOTE

Los españoles no son bien sufridos.

 

RODRIGO

170

Pues ¿cómo han de sufrir los españoles,

que los maltrate quien servirlos debe?

 

ARISCOTE

Ya don Rodrigo Pimentel se enoja,

y lo que digo yo a don Gabriel Niño

no es hacerlos soberbios, porque solo

175

los quisiera obligar a más paciencia.

 

RODRIGO

Que tenga otro sentido, o no le tenga,

yo digo que fue yerro, y muy notable,

a su Alteza dejar en el gobierno

de Flandes, como está, sin españoles,

180

que mientras ellos por aquí vivían,

con menos libertades nos trataban;

y ya que de nosotros, que en fin somos

criados de tu casa, pretendieran

tomar venganza, aunque venganza injusta,

185

¿por qué se han de atrever como se atreven

al sosiego, a la vida de su Alteza,

gobierno suyo y de su Rey hermano?

 

OCTAVIO

Don Rodrigo, no más, que tratar de esto

quiebra los corazones que le aman.

 

RODRIGO

190

¡Ay, Octavio Gonzaga, que no puedo,

llegando a ver la mansedumbre suya,

la virtud, la bondad, la cortesía

con que es amado de naciones tantas,

que hasta los mismos turcos le respetan,

195

dejar de arderme en cólera y enojo!

 

OCTAVIO

Tenéis razón, que apenas los poetas

de Ulises escribieron en veinte años

tantos trabajos entre monstruos fieros,

arrojado del mar en islas bárbaras,

200

como en los pocos que ha vivido en Flandes

este cristiano y generoso Príncipe.

 

JUAN

Señor Duque y Marqués, si todos fueran

en Flandes como vuestras señorías

tan servidores de su Rey, yo creo

205

que pudiera vivir seguro en Flandes;

y he escrito a España, la verdad les digo,

el peligro en que estoy, y por momentos

espero aquí los españoles mismos

que salieron de todos los Estados,

210

porque su Majestad ya tiene escrito

al marqués de Ayamonte los entregue

a mi sobrino el príncipe de Parma.

 

ABRE

Será muy acertado y justo acuerdo.

 

JUAN

Don Rodrigo...

 

RODRIGO

Señor...

 

JUAN

Llamad al punto

215

a Mos de Liques y Gaspar de Robles,

al conde Barlamón y al de Otopena,

a Juan Baptista Tasis; en fin, todos

los que son del Consejo, porque creo

que estaremos mejor en Lucemburque,

220

y será bien que con su acuerdo sea,

para esperar allí los españoles.

 

RODRIGO

Yo voy.

 

JUAN

Y yo, a escribir a España luego.

 

OCTAVIO

Guarde el cielo, señor, a vuestra Alteza,

aunque pese a la envidia; que algún día

225

vencerá su virtud tanta porfía.

 

(Váyanse todos, y queden solos el de ARISCOTE y el de ABRE.)

ABRE

¿Qué os parece de esto, hermano?

 

ARISCOTE

Rabio de enojo, Marqués;

quisiera ver a mis pies

a quien hoy beso la mano.

230

¿Somos flamencos o esclavos?

Hoy, para nuestra fortuna,

si rueda por parte alguna,

tiene España tantos clavos.

Ya vuelven los españoles,

235

los que haciendo tantos robos,

son de nuestra sangre lobos,

de nuestra plata crisoles.

Ya volvemos otra vez

a sufrir sus arrogancias.

240

¿No mueven tantas instancias

al riguroso Jüez?

Felipe, en fin, ¿se resuelve

de volver a echarnos yugo?

¿Otra vez vuelve el verdugo?

245

¿Otra vez su espada vuelve?

Hermano, si sois mi hermano,

no más obediencia al Rey.

 

ABRE

Ni era, Duque, justa ley

volver a besar la mano.

250

¿No fue el concierto sacar

de todos estos Estados

los españoles soldados?

 

ARISCOTE

Ahora bien, no hay qué tratar.

Ellos nos han entendido;

255

las máscaras nos quitemos,

y las espadas saquemos

contra el Rey.

 

ABRE

¿Quién se ha elegido

por General de esta empresa?

 

ARISCOTE

Es el conde de Bosú.

 

ABRE

260

¿El Conde?

 

ARISCOTE

Bien sabes tú

cuán bien en sus hombros pesa;

pero ¿cómo podrá ser

sin que nos sientan salir

de Anamur, y al Conde huir?

 

ABRE

265

Si nos echasen de ver,

la vida nos quitarían.