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Los hidalgos del aldea es una comedia teatral del autor Lope de Vega. Precursora de las llamadas «comedias de figurón», narra la historia de un equívoco amoroso que provoca numerosas situaciones de enredo en torno a una figura esperpéntica y ridícula.
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Seitenzahl: 83
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
Los hidalgos del AldeaCopyright © 1619, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618518
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen SILVIO, BATO y LISENO, villanos.
SILVIO
Aguija, Bato, el lugar,
que diz que viene el señor.
BATO
Tal se lo muestra el rumor,
y aun que debe de llegar.
LISENO
Las acémilas cargadas
con bordados reposteros
de tantos leones fieros
y banderas conquistadas
no vinieran al lugar
a no venir el señor.
BATO
No tiene el mundo mejor
oficio que el descansar.
¿Qué lugar puede tener
un príncipe cortesano,
pues siendo, en fin, hombre humano
el tiempo le ha de vencer,
para gozar de la vida,
si puesto en altos lugares
apenas sin mil pesares
tiene el sueño y la comida?
Y cuando de trabajar
cansado en un grave oficio,
de su enojoso servicio
quiere tal vez descansar,
halla que se le han pasado
los verdes años en él,
y que la muerte cruel
le amenaza el arco armado.
SILVIO
No se dirá por el Conde,
nueso señor, a la fe,
pues era tan mozo.
LISENO
No sé
si esto algún secreto esconde,
porque venirse a su tierra
y no le ocupar el Rey,
siendo entre los nobles ley,
en cargos de paz o en guerra,
bien diera que sospechar
a quien de la corte fuera.
Si es algún disgusto.
SILVIO
Espera,
que vuelve gente a pasar.
BATO
¡Oh, que vienen de asadores
y instromentos de cocina!
SILVIO
Verá con lo que camina
la runfla de los señores.
¿Es posible que se ocupan
todos estos cada día?
LISENO
Estos, Silvio, a la fe mía,
son los que la hacienda chupan.
SILVIO
¿Estos? Luego el hierro come
las aves que en él se espetan?
LISENO
Cuando no las inquïetan,
ni hay quien las descuelgue y tome.
Estos asadores son,
Silvio, como las espadas,
que no matan envainadas,
sino andando en la quistión.
¿Qué piensas tú que es decir
fulano come de renta
tanto, sin hacerse cuenta
no del dar ni del vestir?
Porque el comer es de modo,
en año caro o barato,
que en hacer plato o sin plato
al fin se lo come todo.
BATO
Tienes razón, así es,
que nunca dicen allá
viste de renta, no da,
sino esto come el Marqués.
La causa debe de ser
que esto del vestir y el dar
puede el señor excusar
y es imposible el comer.
Sale MILLÁN, lacayo con un fieltro de camino.
MILLÁN
¡Válate Dios por aldea,
si acabases de llegar!
Aquí hay gente del lugar,
cosa que la horca sea,
que si de tres palos son,
tres villanos bien la harán.
BATO
Este parece a Millán.
SILVIO
¿Cuál?
BATO
El sobrino de Antón,
que a ser lacayo se fue
con el hermano del Conde.
SILVIO
¡Bravo mozo!
LISENO
Corresponde
a su abolengo, a la fe.
Verá si viene medrado.
Todo es burla con salir
de la patria.
BATO
Eso es vivir
y ser un hombre estimado.
MILLÁN
Dios guarde la buena gente.
¿Cuánto ponen al lugar?
SILVIO
Bajo de aqueste encinar
se descubre claramente.
Pero vos, como no hacéis
caso de amigos pasados...
MILLÁN
¡Oh, que seáis bien hallados!
¿Cómo va?
SILVIO
Como tenéis,
Millán, calzas bigarradas,
a la fe tenéis en poco
los amigos.
MILLÁN
Fuera un loco
si de amistades pasadas
me olvidara, y más agora
que venimos al lugar,
donde quiere descansar
el Conde con mi señora,
puesto que yo he sospechado
que es achaque y ocasión
para hacer reformación
de su casa y de su estado.
Gastan allá liberales
en grandezas de la corte,
sin advertir cuánto importe
la renta y el gasto iguales.
No hay quien escuche ni crea,
y en viendo el daño notorio
decienden al purgatorio
de una miserable aldea,
donde con pocos criados,
pobre mesa y menos gusto,
vienen las penas al justo
con los contentos pasados.
BATO
Engáñaste.
MILLÁN
¿De qué modo?
BATO
Porque el contento es aquí.
MILLÁN
La quietud digo que sí.
BATO
Y el gusto y descanso en todo.
En la corte divertido
falta a veces sucesión
a un señor, que la ocasión
quita al más cuerdo el sentido.
Esta tiene en el aldea,
donde, como labrador,
coge el fruto de su amor
y todo el caudal emplea.
Aquí goza de la vida
y del tiempo.
MILLÁN
¿Eso es gozar?
BATO
Yo te lo quiero probar,
porque es cosa conocida.
¿La vida no se desea
larga?
MILLÁN
Es más claro que el Norte.
BATO
Pues siempre es breve en la corte
y siempre larga en la aldea.
Allá se pasan los días
en un instante, y aquí
duran un siglo.
MILLÁN
Es ansí,
pero si en eso porfías,
también para ser más largos
era mejor ocasión
el pasarlos en prisión.
BATO
Honras, oficios y cargos
son las postas de la vida.
MILLÁN
Sí, mas también es morir
tan ordenado vivir,
que con la muerte se mida.
SILVIO
Ya estás en nuestro lugar,
esas viñas suyas son.
MILLÁN
Sus hijos fuera razón
en sus bodegas probar.
Quedad con Dios, que el ruido
muestra que el Conde se acerca.
LISENO
Y ya sale de la cerca
todo el lugar prevenido.
Vamos a besar su mano.
SILVIO
¡Qué bien parece un señor
en su establo!
LISENO
No hay error,
Silvio, en el engaño humano.
Más culpado y conocido,
más necio y más importuno,
¿cómo servir a ninguno
el que puede ser servido?
Porque en cualquier ocasión
es mejor, hermano Bato,
el ser cabeza de gato
que no cola de león.
Salen el CONDE ALBANO, la CONDESA TEODORA, de las manos, de camino; acompañamiento de criados.
ALBANO
Dejadlos todos entrar,
hidalgos o labradores,
gocen hoy de sus señores.
ROBERTO
Está aquí todo el lugar.
TEODORA
Ya os mandan que los dejéis
y que el Conde gusta de esto.
ALBANO
No vengo yo tan compuesto
como en la corte me veis.
El que quisiera me vea,
por gusto o porque le importe,
porque allá como en la corte,
y acá como en el aldea.
TEODORA
Debe de venir aquí
Roberto de mala gana.
ALBANO
La grandeza cortesana
hoy hizo fin para mí.
TEODORA
Yo pienso que me engañáis,
y que por algún enfado,
Conde, os habéis retirado.
ALBANO
Mal mi voluntad pagáis,
que yo os amo como debo,
y el retirarme es a ser
más vuestro.
TEODORA
Quiéroos creer
y estimar favor tan nuevo.
Sale un ALCALDE de hidalgos y otro de labradores, y dos aldeanas, LAURENCIA y FINEA, y los labradores dichos.
CELEDÓN
Yo soy alcalde fijodalgo
y tengo de hablar primero,
porque al fin soy caballero,
que por cien pecheros valgo.
JOFRE
Hablad como habéis de hablar
y dejadme hablar a mí,
que hombre como vos nací,
y esto os lo puedo probar.
CELEDÓN
¿Qué decís? ¿Estáis en vos?
JOFRE
A no estar el Conde aquí...
CELEDÓN
¿Hombre como yo?
JOFRE
¡Resí!
LAURENCIA
Riñendo vienen los dos.
JOFRE
Y esto de las hidalguías
bien sabéis que es invención,
porque los linajes son
las mudanzas de estos días,
que ellos bajan o adelantan
donde quieren las personas:
tal vez humillan coronas,
tal vez arados levantan.
Lo que cierto se averigua
es que todos descendemos
de Adán; mirad si tenemos
sangre igual y sangre antigua.
Probadme vos que nacisteis
antes que Adán, y seréis
hidalgo.
CELEDÓN
Hablad si queréis,
ya que conmigo venistes,
que esa honra os quiero dar,
porque la da quien la tiene.
JOFRE
Aquí vuestro alcalde viene
por lo mejor del lugar,
que son vuestros labradores,
para besaros los pies.
Estotro de hidalgos es,
entre locos y señores,
gente de corto comer
y de mucha autoridad.
CELEDÓN
Villano, por vos hablad,
que yo sé lo que he de hacer.
JOFRE
Hablad como hidalgo, en fin,
que no puede ser peor;
y a no estar aquí el señor...
CELEDÓN
Sois...
JOFRE
¿Qué soy?
CELEDÓN
¡Sois un rocín!
Perdone su señoría
esta mal nacida gente,
que fue siempre impertinente.
TEODORA
¿Qué es, amigos, la porfía?
CELEDÓN
Sobre cuál os ha de hablar,
como si vuestra nobleza
a su villana rudeza
se pudiere comparar.
Da por causa que nacimos
todos de Adán.
ALBANO
Es verdad.
CELEDÓN
¿Luego a vuestra calidad
de esa suerte iguales fuimos,
y en el mundo nadie hubiera
que a los demás gobernara?
JOFRE
En los príncipes es clara
la nobleza verdadera.
Yo solo de hidalgos trato.
CELEDÓN
De esos se hizo el señor.
JOFRE
Desde Adán, mi antecesor,
ha sido ese nombre ingrato
a la libertad que el cielo
puso en nuestros corazones;
en demás que hay opiniones,
y lo contaba mi abuelo.
Que de dos gentes que, en fin,
como vos proceden de él,
viene el labrador de Abel,
y el hidalgo de Caín.
TEODORA
¡Donosa cosa!
ALBANO
¡Extremada!
Alcaldes, esta quistión
para mejor ocasión
quiero que dejéis guardada,
que en el campo cierto día
es bien que la averigüéis,
que a la Condesa daréis
contento, y por vida mía
que os prevengáis de razones,
que en esto pienso pasar
soledades de un lugar
y cuidados de ocasiones.
Besalde juntos las manos,
y esto baste por agora.
CELEDÓN
Dadnos las manos, señora,
a los nobles y villanos.
JOFRE
Al hidalgo no las deis,
que puede ser que os las coma
de hambre pura, si las toma.
CELEDÓN
Guardaos y no las fieis
de este villano, no entienda
que blancas cebollas son.
TEODORA
¡Oh, qué donosa quistión!
ALBANO
¡No he visto mejor contienda!
TEODORA
¿Cómo os llamáis?
CELEDÓN
Yo, señora,
Celedón.
JOFRE
El don atrás,
que por las ancas no más