Los hidalgos del Aldea - Lope de Vega - E-Book

Los hidalgos del Aldea E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Los hidalgos del aldea es una comedia teatral del autor Lope de Vega. Precursora de las llamadas «comedias de figurón», narra la historia de un equívoco amoroso que provoca numerosas situaciones de enredo en torno a una figura esperpéntica y ridícula.

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Seitenzahl: 83

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

Los hidalgos del Aldea

 

Saga

Los hidalgos del AldeaCopyright © 1619, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618518

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES

BATO LISENO MILLÁN lacayo ROBERTO caballero LOS MÚSICOS FABIO DON CLAROS FABRICIO villano SILVIO villano LAURENCIA villana CELEDÓN alcalde hidalgo FINEA su hija DON BLAS hidalgote EL CONDE ALBANO LA CONDESA TEODORA JOFRE alcalde villano FENISO criado

Acto I

Salen SILVIO, BATO y LISENO, villanos.

SILVIO

Aguija, Bato, el lugar,

que diz que viene el señor.

BATO

Tal se lo muestra el rumor,

y aun que debe de llegar.

LISENO

Las acémilas cargadas

con bordados reposteros

de tantos leones fieros

y banderas conquistadas

no vinieran al lugar

a no venir el señor.

BATO

No tiene el mundo mejor

oficio que el descansar.

¿Qué lugar puede tener

un príncipe cortesano,

pues siendo, en fin, hombre humano

el tiempo le ha de vencer,

para gozar de la vida,

si puesto en altos lugares

apenas sin mil pesares

tiene el sueño y la comida?

Y cuando de trabajar

cansado en un grave oficio,

de su enojoso servicio

quiere tal vez descansar,

halla que se le han pasado

los verdes años en él,

y que la muerte cruel

le amenaza el arco armado.

SILVIO

No se dirá por el Conde,

nueso señor, a la fe,

pues era tan mozo.

LISENO

No sé

si esto algún secreto esconde,

porque venirse a su tierra

y no le ocupar el Rey,

siendo entre los nobles ley,

en cargos de paz o en guerra,

bien diera que sospechar

a quien de la corte fuera.

Si es algún disgusto.

SILVIO

Espera,

que vuelve gente a pasar.

BATO

¡Oh, que vienen de asadores

y instromentos de cocina!

SILVIO

Verá con lo que camina

la runfla de los señores.

¿Es posible que se ocupan

todos estos cada día?

LISENO

Estos, Silvio, a la fe mía,

son los que la hacienda chupan.

SILVIO

¿Estos? Luego el hierro come

las aves que en él se espetan?

LISENO

Cuando no las inquïetan,

ni hay quien las descuelgue y tome.

Estos asadores son,

Silvio, como las espadas,

que no matan envainadas,

sino andando en la quistión.

¿Qué piensas tú que es decir

fulano come de renta

tanto, sin hacerse cuenta

no del dar ni del vestir?

Porque el comer es de modo,

en año caro o barato,

que en hacer plato o sin plato

al fin se lo come todo.

BATO

Tienes razón, así es,

que nunca dicen allá

viste de renta, no da,

sino esto come el Marqués.

La causa debe de ser

que esto del vestir y el dar

puede el señor excusar

y es imposible el comer.

Sale MILLÁN, lacayo con un fieltro de camino.

MILLÁN

¡Válate Dios por aldea,

si acabases de llegar!

Aquí hay gente del lugar,

cosa que la horca sea,

que si de tres palos son,

tres villanos bien la harán.

BATO

Este parece a Millán.

SILVIO

¿Cuál?

BATO

El sobrino de Antón,

que a ser lacayo se fue

con el hermano del Conde.

SILVIO

¡Bravo mozo!

LISENO

Corresponde

a su abolengo, a la fe.

Verá si viene medrado.

Todo es burla con salir

de la patria.

BATO

Eso es vivir

y ser un hombre estimado.

MILLÁN

Dios guarde la buena gente.

¿Cuánto ponen al lugar?

SILVIO

Bajo de aqueste encinar

se descubre claramente.

Pero vos, como no hacéis

caso de amigos pasados...

MILLÁN

¡Oh, que seáis bien hallados!

¿Cómo va?

SILVIO

Como tenéis,

Millán, calzas bigarradas,

a la fe tenéis en poco

los amigos.

MILLÁN

Fuera un loco

si de amistades pasadas

me olvidara, y más agora

que venimos al lugar,

donde quiere descansar

el Conde con mi señora,

puesto que yo he sospechado

que es achaque y ocasión

para hacer reformación

de su casa y de su estado.

Gastan allá liberales

en grandezas de la corte,

sin advertir cuánto importe

la renta y el gasto iguales.

No hay quien escuche ni crea,

y en viendo el daño notorio

decienden al purgatorio

de una miserable aldea,

donde con pocos criados,

pobre mesa y menos gusto,

vienen las penas al justo

con los contentos pasados.

BATO

Engáñaste.

MILLÁN

¿De qué modo?

BATO

Porque el contento es aquí.

MILLÁN

La quietud digo que sí.

BATO

Y el gusto y descanso en todo.

En la corte divertido

falta a veces sucesión

a un señor, que la ocasión

quita al más cuerdo el sentido.

Esta tiene en el aldea,

donde, como labrador,

coge el fruto de su amor

y todo el caudal emplea.

Aquí goza de la vida

y del tiempo.

MILLÁN

¿Eso es gozar?

BATO

Yo te lo quiero probar,

porque es cosa conocida.

¿La vida no se desea

larga?

MILLÁN

Es más claro que el Norte.

BATO

Pues siempre es breve en la corte

y siempre larga en la aldea.

Allá se pasan los días

en un instante, y aquí

duran un siglo.

MILLÁN

Es ansí,

pero si en eso porfías,

también para ser más largos

era mejor ocasión

el pasarlos en prisión.

BATO

Honras, oficios y cargos

son las postas de la vida.

MILLÁN

Sí, mas también es morir

tan ordenado vivir,

que con la muerte se mida.

SILVIO

Ya estás en nuestro lugar,

esas viñas suyas son.

MILLÁN

Sus hijos fuera razón

en sus bodegas probar.

Quedad con Dios, que el ruido

muestra que el Conde se acerca.

LISENO

Y ya sale de la cerca

todo el lugar prevenido.

Vamos a besar su mano.

SILVIO

¡Qué bien parece un señor

en su establo!

LISENO

No hay error,

Silvio, en el engaño humano.

Más culpado y conocido,

más necio y más importuno,

¿cómo servir a ninguno

el que puede ser servido?

Porque en cualquier ocasión

es mejor, hermano Bato,

el ser cabeza de gato

que no cola de león.

Salen el CONDE ALBANO, la CONDESA TEODORA, de las manos, de camino; acompañamiento de criados.

ALBANO

Dejadlos todos entrar,

hidalgos o labradores,

gocen hoy de sus señores.

ROBERTO

Está aquí todo el lugar.

TEODORA

Ya os mandan que los dejéis

y que el Conde gusta de esto.

ALBANO

No vengo yo tan compuesto

como en la corte me veis.

El que quisiera me vea,

por gusto o porque le importe,

porque allá como en la corte,

y acá como en el aldea.

TEODORA

Debe de venir aquí

Roberto de mala gana.

ALBANO

La grandeza cortesana

hoy hizo fin para mí.

TEODORA

Yo pienso que me engañáis,

y que por algún enfado,

Conde, os habéis retirado.

ALBANO

Mal mi voluntad pagáis,

que yo os amo como debo,

y el retirarme es a ser

más vuestro.

TEODORA

Quiéroos creer

y estimar favor tan nuevo.

Sale un ALCALDE de hidalgos y otro de labradores, y dos aldeanas, LAURENCIA y FINEA, y los labradores dichos.

CELEDÓN

Yo soy alcalde fijodalgo

y tengo de hablar primero,

porque al fin soy caballero,

que por cien pecheros valgo.

JOFRE

Hablad como habéis de hablar

y dejadme hablar a mí,

que hombre como vos nací,

y esto os lo puedo probar.

CELEDÓN

¿Qué decís? ¿Estáis en vos?

JOFRE

A no estar el Conde aquí...

CELEDÓN

¿Hombre como yo?

JOFRE

¡Resí!

LAURENCIA

Riñendo vienen los dos.

JOFRE

Y esto de las hidalguías

bien sabéis que es invención,

porque los linajes son

las mudanzas de estos días,

que ellos bajan o adelantan

donde quieren las personas:

tal vez humillan coronas,

tal vez arados levantan.

Lo que cierto se averigua

es que todos descendemos

de Adán; mirad si tenemos

sangre igual y sangre antigua.

Probadme vos que nacisteis

antes que Adán, y seréis

hidalgo.

CELEDÓN

Hablad si queréis,

ya que conmigo venistes,

que esa honra os quiero dar,

porque la da quien la tiene.

JOFRE

Aquí vuestro alcalde viene

por lo mejor del lugar,

que son vuestros labradores,

para besaros los pies.

Estotro de hidalgos es,

entre locos y señores,

gente de corto comer

y de mucha autoridad.

CELEDÓN

Villano, por vos hablad,

que yo sé lo que he de hacer.

JOFRE

Hablad como hidalgo, en fin,

que no puede ser peor;

y a no estar aquí el señor...

CELEDÓN

Sois...

JOFRE

¿Qué soy?

CELEDÓN

¡Sois un rocín!

Perdone su señoría

esta mal nacida gente,

que fue siempre impertinente.

TEODORA

¿Qué es, amigos, la porfía?

CELEDÓN

Sobre cuál os ha de hablar,

como si vuestra nobleza

a su villana rudeza

se pudiere comparar.

Da por causa que nacimos

todos de Adán.

ALBANO

Es verdad.

CELEDÓN

¿Luego a vuestra calidad

de esa suerte iguales fuimos,

y en el mundo nadie hubiera

que a los demás gobernara?

JOFRE

En los príncipes es clara

la nobleza verdadera.

Yo solo de hidalgos trato.

CELEDÓN

De esos se hizo el señor.

JOFRE

Desde Adán, mi antecesor,

ha sido ese nombre ingrato

a la libertad que el cielo

puso en nuestros corazones;

en demás que hay opiniones,

y lo contaba mi abuelo.

Que de dos gentes que, en fin,

como vos proceden de él,

viene el labrador de Abel,

y el hidalgo de Caín.

TEODORA

¡Donosa cosa!

ALBANO

¡Extremada!

Alcaldes, esta quistión

para mejor ocasión

quiero que dejéis guardada,

que en el campo cierto día

es bien que la averigüéis,

que a la Condesa daréis

contento, y por vida mía

que os prevengáis de razones,

que en esto pienso pasar

soledades de un lugar

y cuidados de ocasiones.

Besalde juntos las manos,

y esto baste por agora.

CELEDÓN

Dadnos las manos, señora,

a los nobles y villanos.

JOFRE

Al hidalgo no las deis,

que puede ser que os las coma

de hambre pura, si las toma.

CELEDÓN

Guardaos y no las fieis

de este villano, no entienda

que blancas cebollas son.

TEODORA

¡Oh, qué donosa quistión!

ALBANO

¡No he visto mejor contienda!

TEODORA

¿Cómo os llamáis?

CELEDÓN

Yo, señora,

Celedón.

JOFRE

El don atrás,

que por las ancas no más