Los locos de Valencia - Lope de Vega - E-Book

Los locos de Valencia E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Los locos de Valencia es una comedia teatral del autor Lope de Vega. Sigue la línea de las comedias del teatro del Siglo de Oro Español y narra la historia en clave de enredo y humor de un noble que se da a la fuga tras haber matado en duelo a un príncipe. Pronto se enamorará de una de las damas que lo oculta de la justicia.

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Seitenzahl: 98

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

Los locos de Valencia

 

Saga

Los locos de ValenciaCopyright © 1620, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618525

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

FLORIANO LEONATO MARTÍN BELARDO CALANDRIO VERINO REINERO FEDRA VALERIO PISANO TOMÁS MORDACHO GERARDO LIBERTO ERIFILA LAIDA CABALLERO

Acto I

Salen VALERIO y FLORIANO, caballeros.

 

FLORIANO

Acabo de llegar en este punto.

 

VALERIO

Por Dios, que estoy de veros, Floriano,

más que vuestro color, muerto y difunto.

 

FLORIANO

¡Ah, buen Valerio!, dadme aquesa mano.

5

En vos está mi vida.

 

VALERIO

¿De qué suerte?

 

FLORIANO

¡Oh, amigo en amistad; en sangre, hermano!

Yo he dado…

 

VALERIO

¡Hablad!

 

FLORIANO

Yo he dado...

 

VALERIO

¡Decid!

 

FLORIANO

Muerte…

 

VALERIO

¿A quién?

 

FLORIANO

¿Óyenos alguien?

 

VALERIO

Nadie.

 

FLORIANO

A un hombre,

que por mi mal...

 

VALERIO

Decildo; ¿qué os divierte?

 

FLORIANO

10

No os espantéis, Valerio, que me asombre

del más pequeño murmurar del viento.

 

VALERIO

¿Quién es? Acabad ya, decidme el nombre.

 

FLORIANO

Vendráme tanta gente en seguimiento,

que es justo de mí mismo recelarme.

 

VALERIO

15

Más muerto estáis que el muerto.

 

FLORIANO

Estadme atento;

para poder mejor asegurarme

de las contrarias armas y violencia

que sin número salen a buscarme,

haciendo a la hambre infame resistencia,

20

desde que a pie salí de Zaragoza

hasta que vi los muros de Valencia,

sin ver poblado más que alguna choza,

donde cualque pastor partió conmigo

del negro pan que en soledades goza,

25

vengo como me veis, Valerio amigo,

que aun no tuve lugar de ver mi casa.

 

VALERIO

Solo quiero saber vuestro enemigo.

¿Quién es este hombre muerto?

 

FLORIANO

Si alguien pasa,

podrame suceder…

 

VALERIO

¿Es caballero?

 

FLORIANO

30

No sé, por Dios.

 

VALERIO

¡Ah, voluntad escasa!

O no os fiáis de mí como primero

o hacéis burla de mí.

 

FLORIANO

Ya me declaro:

sabed que he muerto al príncipe Reinero.

 

VALERIO

¡Jesús! ¡Qué mal suceso!

 

FLORIANO

¡Estraño y raro!

35

¡Matar un caballero humilde y pobre

un sucesor de un reino!

 

VALERIO

El daño es claro,

porque por más industria que nos sobre,

un enemigo poderoso es fuerza

que al fin del mundo a su enemigo cobre.

 

FLORIANO

40

Si me desmaya el alma que me esfuerza,

que es solo vuestro amor a quien acudo,

en mi garganta un vil cordel se tuerza,

cuando me veo de favor desnudo

y despreciar algunos por el vuestro,

45

¡me respondéis ansí!

 

VALERIO

Vuestro bien dudo,

no porque rompa el lazo estrecho nuestro,

¡que ojalá que mi sangre os libertara,

que agora hierve en el lugar siniestro!

mas porque el alma ve al temor la cara

50

tan amarilla y fea, que la obliga

a imaginar el mal que le declara.

Hecho es en fin; no hay más que os diga.

Industria vence al enemigo fuerte,

porque es de los peligros grande amiga;

55

mas ¿cómo o sobre qué le distes muerte?

 

FLORIANO

Matele en una calle de una dama,

donde le trajo mi contraria suerte.

 

VALERIO

La más parte de sangre que derrama

el hierro que afiló nuestra malicia,

60

causa, tirano amor, tu ardiente llama.

 

FLORIANO

Con dos hombres, en forma de justicia,

arrodelados bien, quiso matarme

con muestras de tiránica codicia.

Yo entonces, por poder mejor librarme,

65

en una calle angosta retireme,

y allí, como un león, vino a buscarme;

mas como aquel que ya morir no teme,

cruzando las espadas en estrecho,

tirándole un revés, arrodeleme,

70

y en ese mismo ser, caminó al pecho

con tal destreza entre el broquel y el brazo,

que allí cayó difunto.

 

VALERIO

¡Estraño hecho!

 

FLORIANO

Presumo que la espada hasta el recazo

pudiera entrar segura de la suya,

75

que por el hombro me pasó un pedazo.

Huime, porque es bien que luego huya

el que ha salido bien de un mal suceso,

aunque en contrario de esto el duelo arguya.

Vi que era él en que lloró mi exceso,

80

diciendo: «¡Ay, hombre triste!, ¿a quién has muerto?

Mas no eres tú, sino mi poco seso;

yo soy el desdichado Rey». Y es cierto

que entonces desmayé de tal manera,

que más que el Rey estaba helado y yerto.

85

Salí por una encrucijada afuera,

puse en la vaina la mellada espada,

llena de sangre, que aún aquí me altera,

y antes que el alba amaneciese helada,

caminadas tenía nueve leguas:

90

tanto pica al temor la muerte airada.

 

VALERIO

Si fueran por el golfo de las Yeguas

o por el estendido de Narbona,

con el contrario me obligara a treguas;

mas no sé dónde esté vuestra persona

95

segura de enemigos, ¿qué podría

sacaros de la más ardiente zona?

¡Mal haya la destreza y valentía!

¡Mal haya aquel valor y confianza

que os puso tanta sangre e hidalguía!

100

No sé qué hiciera más el gran Carranza,

a quien las armas en España deben

cuanta mayor destreza el arte alcanza.

Mil cosas el espíritu me mueven,

mil imaginaciones que fabrico

105

a remediaros mi flaqueza atreven.

Que os quiera yo esconder, aunque soy rico,

no puedo contra un rey aseguraros;

todo es remedio vano cuanto aplico;

pero escuchad, que a veces son más raros

110

los primeros conceptos de la idea.

¿Sabréis haceros loco y disfrazaros?

 

FLORIANO

¿Y qué me importa cuando loco sea?

 

VALERIO

Oíd; que habéis de haceros tan furioso,

que todo el mundo por furioso os crea .

115

Tiene Valencia un hospital famoso,

adonde los frenéticos se curan

con gran limpieza y celo cuidadoso.

Si aquí vuestros peligros se aventuran,

y os encerráis en una cárcel de estas,

120

creed que de la muerte os aseguran,

que ¿quién ha de pensar que estáis en estas,

ni viéndoos preso, sucio y maltratado,

con tanta paja y desventura a cuestas,

creer que sois un hombre tan honrado?

 

FLORIANO

125

¡Oh, cómo decís bien! Solo eso puede

un hombre redimir tan desdichado.

Pues dadme que una vez furioso quede,

que yo le haré de suerte que os espante,

si el fingimiento a la verdad excede.

 

VALERIO

130

Para fingir os basta ser amante.

 

Entren LEONATO y ERIFILA; él con botas, y ella con capotillo y sombrero.

LEONATO

Esta, Erifila, es Valencia;

la puerta es esta de Cuarte;

aquí dio Venus y Marte

una divina influencia.

135

Estos son sus altos muros,

y aqueste el Turia, que al mar

le paga en agua de azahar

tributo en cristales puros.

Aquel es el sacro Aseo

140

y este el alto Micalete.

 

ERIFILA

Ella es tal cual la promete

su grande fama al deseo.

¡Qué fértil!

 

LEONATO

Por grande estremo.

 

FLORIANO

¿Es gente de fuera?

 

VALERIO

Sí,

145

apartémonos de aquí.

 

FLORIANO

Que no me conozcan temo.

 

VALERIO

Al que es administrador

podemos ir a buscar.

 

Váyanse FLORIANO y VALERIO.

ERIFILA

Él es un bello lugar.

 

LEONATO

150

Yo no le he visto mejor.

 

ERIFILA

Ventura habemos tenido

en haber llegado a él.

¿Qué hará mi padre cruel?

 

LEONATO

Lo que un hidalgo ofendido:

155

huirá de verse en la plaza

por tener al vulgo miedo,

que señala con el dedo

y con la lengua amenaza.

Llamarate hija infame,

160

y a mí, crïado traidor.

 

ERIFILA

Loca, si sabe de amor,

te aseguro que me llame.

 

LEONATO

Confieso que fue locura

querer a tu desigual;

165

pero no me trates mal

ni agravies a mi ventura.

Que el amor que puso en mí

lo que ha podido agradarte,

hace que pueda igualarte,

170

porque ya no soy quien fui.

 

ERIFILA

Ese agravio, mi Leonato,

mío fuera, que no tuyo.

 

LEONATO

De tus palabras le arguyo.

 

ERIFILA

¿Tan mal con ellas te trato?

 

LEONATO

175

Tan mal, que muestras en ellas

que vienes arrepentida.

 

ERIFILA

Dejas el alma y la vida

¿y formas agravio de ellas?

Si estas dos cosas te di

180

cuando a mis padres dejé,

una palabra que hablé,

¿para qué te ofende ansí?

Cuanto más que ser locura

no ofende lo que tú vales.

 

LEONATO

185

Amor entre desiguales

poco vale y menos dura.

Yo sé muy bien que el recato

que muestras en mi contento

es puro arrepentimiento.

 

ERIFILA

190

¿Yo arrepentida, Leonato?

¿Eres menos de lo que eras

cuando yo el alma te di?

¿No eres mi criado?

 

LEONATO

Sí.

 

ERIFILA

¿Pues qué agravios consideras?

195

¿Engañásteme tú acaso

fingiendo lo que no fuiste?

Todo lo vi.

 

LEONATO

Bien lo viste;

mas no el desprecio que paso.

No tienes por qué negar

200

que no me tienes en poco.

 

ERIFILA

¿Estás loco?

 

LEONATO

Estuve loco,

mas no lo pude escusar.

 

ERIFILA

¿Qué tíene aqueso que ver

con decir que por amarte

205

estoy loca? ¿Es agraviarte

por quererte, enloquecer?

 

LEONATO

Yo entiendo tu corazón.

 

ERIFILA

¿Quién mejor le entenderá

que el mismo que en él está

210

por amor y por razón?

A la fe, Leonato amigo,

que esa ocasión es buscarme

alguna para dejarme.

 

LEONATO

Declárate más conmigo;

215

no te canses de mi ofensa;

si hay más agravios que aguarde

tras hombre bajo y cobarde,

piensa más que digas, piensa.

Levántame que te dejo

220

de miedo del aire mismo.

 

ERIFILA

¿Qué furia del mismo abismo

te ha dado tan mal consejo?

¿En qué, cómo o para qué

esas bajezas me dices?

225

¿Cómo a mis ojos desdices

las verdades de mi fe?

No pienso que hablas conmigo

o que por otra me tienes.

 

LEONATO

Esos ya no son desdenes,

230

sino desgracia y castigo.

Háblame, Erifila, bien,

que no estoy fuera de mí.

 

ERIFILA

¿Yo digo tal?

 

LEONATO

Sí.

 

ERIFILA

¿Yo?

 

LEONATO

Sí.

 

ERIFILA

¡Levántame eso también!

 

LEONATO

235

Bien parece, desleal,

que por hombre me has tenido

vil y bajo, que no ha sido

a tus méritos igual.

Pues a tenerme el amor

240

con que al fin me has engañado,

nunca me hubieras negado

lo que tú llamas honor.

Pues ni lágrimas ni ruegos,

desiertos ni soledades,

245

para mil dificultades,

te tienen los ojos ciegos,

porque, a fe, que si me amaras

como lo sabes fingir,

que no supieras decir

250

en las cosas que reparas.

 

ERIFILA

¿No sabes que eso ha nacido

de solo ser yo quien soy

y que esta disculpa doy

mientras no eres mi marido?

255

Lo que me has de agradecer,

¿eso me quieres culpar?

¿Qué más te puedo yo dar

que palabra de mujer?

Pues cuando a serlo viniera

260

después de darte ese gusto,

siempre te diera disgusto

el ver que tan libre fuera;

que los hombres sois tan buenos,

que, por lo que persuadís,

265

en gozándolo venís

a tener su dueño en menos.

 

LEONATO

Cuando el bien que se pretende

de tantos méritos pasa,

después de gozado abrasa

270

si antes de gozado enciende .

Y el no fiarte de mí

no es por aquesa ocasión

sino ser todo ficción

cuanto me has dicho hasta aquí.

275

Mira si estoy engañado

en el presente desprecio.

 

ERIFILA

¡Anda ya, que estás muy necio!

 

LEONATO

Bien dijeras desdichado.

 

ERIFILA

Pues ¿cómo, si te engañara

280

y fingido amor tuviera,

padres y patria perdiera,

vida y honra aventurara?