Los ponces de Barcelona - Lope de Vega - E-Book

Los ponces de Barcelona E-Book

Лопе де Вега

0,0

Beschreibung

Los Ponces de Barcelona es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias del teatro del Siglo de Oro Español, narra la historia de un malentendido amoroso al que siguen numerosas situaciones de enredo en tono desenfadado y humorístico; en este caso articulada en torno a una poderosa familia catalana y su genealogía.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 86

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Lope de Vega

Los ponces de Barcelona

 

Saga

Los ponces de BarcelonaCopyright © 1612, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618556

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES

DON PEDRO SEVERO DON RAMIRO DIONÍS PONCE DON JULIO LEONARDO GONZALO LUCRECIA BERNARDO FINEO FABRICIO SERAFINA INÉS MARÍN DANTEO SILVIA TEBANO FELICIO ALBANEO DALIFE PEDRO MÚSICOS MARTÓN, [villano] DORISTA, [villana] SELIMO, turco BARBARROJA, turco [TINEO], [criado de Dionís]

Acto I

Salen DON PEDRO PONCE y LUCRECIA, su mujer, de camino, y un CRIADO.

DON PEDRO

Deja, Lucrecia, el temor.

 

LUCRECIA

¿Cómo, si vengo informada

de la condición airada

de tu padre y mi señor?

 

DON PEDRO

5

¿Qué defectos has en ti

más que ser pobre?

 

LUCRECIA

¿Y es poco

si con eso le provoco

a que me aborrezca ansí?

Pobre, don Juan, he nacido;

10

pobres padres me engendraron,

en pobre casa me criaron

y en pobre trato he vivido.

Mas tan ricos de virtud

como te dijo su fama,

15

que esta riqueza se llama

y la del oro inquietud.

Dejáronme este tesoro

por herencia, que, en efeto,

es para un hombre discreto

20

de mayor valor que el oro.

Tú sabes si esto es verdad,

pues un año de conquista

apenas te dio a mi vista

ocasión ni libertad.

25

No recibí tus papeles,

bien sabes que no te engaño,

porque, para nuestro daño,

son enemigos crueles.

¡Ay de la loca doncella

30

cuando papeles recibe

y responde a quien le escribe,

aunque se case con ella!

Pues de aquella liviandad

siempre celoso le tiene,

35

de que muchas veces viene

a presumir deslealtad.

No podrás decir de mí

cosa que a dártelos baste,

pues hasta que te casaste

40

ni me viste ni te vi.

Casástete, aunque eras rico,

con una pobre de hacienda,

pero rica de la prenda

que en la virtud significo.

45

Mi pobre padre faltó

al primer año, tan bueno,

que, de mil trabajos lleno,

te entretuvo y sustentó.

Por eso forzoso fue

50

que a Barcelona vengamos,

donde ya, don Pedro, estamos

y tu gran casa se ve.

Tiemblo de ver que a tan rico

padre traigas de esta suerte

55

nuera tan desnuda.

 

DON PEDRO

Advierte,

y por mi amor te suplico,

que no vengas con temor,

pues, como estudiante, intento

probarte en un argumento

60

que es fuerza tenerte amor.

 

LUCRECIA

¿Tu padre a mí?

 

DON PEDRO

Sí.

 

LUCRECIA

¿Por qué?

 

DON PEDRO

¿De la sangre no procede

amor? Esto me concede.

 

LUCRECIA

Es verdad, que cuando ve

65

aquel objeto el que mira,

en rayos la sangre pasa

por la vista, hasta que abrasa

el alma, y ella suspira

entonces con el deseo

70

por unirse a lo que ama.

 

DON PEDRO

Pues si amor sangre se llama,

tu amor en mi sangre veo.

La mía, ¿quién me la dio?

 

LUCRECIA

Tu padre.

 

DON PEDRO

Luego a mi padre

75

es bien que el objeto cuadre

que quise en viéndole yo.

Mi sangre es suya, y si a ti

te mira, pues yo te amé,

o te ha de amar o veré

80

que no está su sangre en mí.

 

SEVERO

Aunque ha días que dejamos

las sotanas y manteos

por andar en tus deseos,

en el punto que tratamos,

85

habita venia, diré

lo que siento.

 

DON PEDRO

Pues, Severo,

¿no es verdad que lo que quiero

querrá mi padre?

 

SEVERO

No sé.

Cuando es más fuerte el calor

90

de la madre, se parece

el hijo a la madre, y crece

de aquella parte su amor.

Cuando es el calor igual,

se parece a los dos juntos.

95

Pero si en aquellos puntos

la influencia celestial

tiene más fuerte poder,

a la influencia parece,

y esta mil veces ofrece

100

diferente parecer.

Ansí verás que hay un hombre

que tira a puerco, otro a perro,

y no es de su padre el yerro,

aunque de vello se asombre,

105

sino que fue poderosa

la influencia celestial

a darle aquella señal,

tal vez fea y tal hermosa.

 

DON PEDRO

¡Qué necia filosofía!

 

SEVERO

110

Hombres he visto, señor,

parecer asnos.

 

DON PEDRO

Mejor

de ti decirlo podría.

 

SEVERO

Pues si de tu nacimiento

fuerza el planeta tuviera

115

sobre jumentos, y fuera

tu condición de jumento,

cuantos jumentos miraran

a Lucrecia, claro está

que la amara, pues que ya

120

tu condición imitaran.

 

DON PEDRO

¿Has oído este argumento?

 

SEVERO

Yo por el tuyo lo digo.

Que si tu padre, enemigo,

como rico y avariento,

125

de pobres, tu mujer mira,

dices que la ha de querer

porque su sangre ha de ser

como la tuya, y me admira

que no veas que tu madre

130

su parte de ella te dio.

 

DON PEDRO

Aristóteles mostró

que todo se debe al padre.

 

SEVERO

Niega la común escuela

de los filósofos.

 

DON PEDRO

Ya

135

llegamos donde saldrá

a nuestra noche una estrella.

 

LUCRECIA

¿Quién vive aquí?

 

DON PEDRO

Don Ramiro,

que es el amigo mayor

de mi padre. En su valor

140

todo mi remedio miro.

Este irá a hablarle, y yo sé

que él hará que nos reciba,

y cuando enojado viva

de que pobre me casé

145

y sin pedirle licencia,

en su casa nos tendrá.

 

LUCRECIA

De que enojado estará

tengo muy cierta evidencia,

porque muchos me han contado

150

lo que le agrada el dinero.

 

DON PEDRO

Entra y pregunta, Severo,

si don Ramiro ha llegado.

 

SEVERO

Mejor es que en el portal

os entréis por que no os vean.

 

DON PEDRO

155

Aquí en virtudes emplean,

Lucrecia, el mayor caudal.

Entra a ser bien recibida,

que es caballero muy grave.

 

LUCRECIA

El cielo, don Pedro, sabe

160

que solo estimo tu vida.

 

Salen DIONÍS PONCE, padre de DON PEDRO; BERNARDO, su amigo, y TINEO, su criado.

DIONÍS

¿Por qué me preguntáis lo que se ha hecho

mi hijo, si lo sabéis que está estudiando

en Lérida, contento y satisfecho?

Si acaso, como joven, ayudando

165

alguna travesura, preso queda,

herido o muerto, ¿qué me estáis matando?

Decidlo de una vez para que pueda

o morir o vivir.

 

BERNARDO

Dios os le guarde

y de que tal desgracia le suceda.

170

Pasando ayer, y pienso que bien tarde,

por la calle en que vive don Ramiro,

vi de estudiantes un lucido alarde.

Que argüían pensé. Párome y miro

si alguno conocía, y oigo atento

175

una cosa, por Dios, de que me admiro.

 

DIONÍS

¿Pues en qué me tocaba su argumento?

 

BERNARDO

No sé cómo os lo diga. O me he engañado

o tratan de don Pedro el casamiento.

 

DIONÍS

¿Qué decís? ¿Don Pedro está casado?

 

BERNARDO

180

En Lérida, decían, y que ha mucho

que vive con su suegro y que ha dejado

el hábito eclesiástico.

 

DIONÍS

¿Qué escucho?

¡Don Pedro se casó sin mi licencia!

Con la verdad y mis engaños lucho.

185

Por una parte miro su obediencia,

por otra vuestro crédito.

 

BERNARDO

Ya creo

que guardan poca ley amor y ausencia.

 

DIONÍS

¿Sabes alguna cosa tú, Fineo?

 

FINEO

Señor, ya sabes tú que es mi costumbre

190

disimular lo que oigo y lo que veo

si de ello te resulta pesadumbre.

Don Pedro, mi señor, está casado.

 

DIONÍS

Faltó a mis ojos hoy su misma lumbre.

 

FINEO

Días ha que se dice, y yo he callado

195

por no enojarte.

 

DIONÍS

Y aun será muy cierto

que alguna mujercilla le ha engañado.

 

FINEO

Antes de su virtud, señor, te advierto

que es hermosa, discreta y virtuosa,

y aunque fue por amor, fue por concierto.

 

DIONÍS

200

¿Es pobre?

 

FINEO

Estaba dicho siendo hermosa,

mas vence su virtud a su pobreza.

 

DIONÍS

Pobre, hermosa y virtud, extraña cosa.

¿Virtud dices, en pobre, con belleza?

 

BERNARDO

¿No hay muchas cosas que lo son?

 

DIONÍS

No, sino pocas,

205

que por eso se estima su firmeza.

¡Hermosura y virtud!

 

BERNARDO

Materia tocas

donde sacara yo, Dionís, la espada

si bastara una espada a tantas bocas.

 

DIONÍS

¿Y qué se me da a mí que sea honrada

210

si es pobre esa mujer?

 

BERNARDO

Tenéis enojo,

que esa es, sin duda, la mejor dotada.

 

DIONÍS

A decir disparates no me arrojo

porque a las obras todo lo remito.

Hoy de padre y de hacienda le despojo,

215

le desheredo y cuanto es ley le quito,

y aun el nombre de Ponce, pues me afrenta

con tal maldad, apenas le permito.

 

Sale DON RAMIRO.

RAMIRO

Como a mi amigo vengo a daros cuenta

de una cosa en que espero...

 

DIONÍS

Tened paso,

220

que siendo la que ahora me atormenta

y en la materia del dolor que paso

no quiero oírla a mi mayor amigo.

 

BERNARDO

Si es de Pedro, ya se sabe todo el caso.

 

RAMIRO

Don Pedro se casó, ¿con qué castigo

225

queréis dar que decir a Barcelona?

 

DIONÍS

Con no le ver.

 

RAMIRO

Traerele yo conmigo,

y respeto tendréis a mi persona.

 

DIONÍS

Ireme yo del mundo por no veros

a vos y a él.

 

RAMIRO

¿Qué padre no perdona?

 

DIONÍS

230

Pues perdonadme vos no responderos.

 

BERNARDO

Él se fue desesperado.

 

RAMIRO

Si lo acaba de saber

no es mucho no responder

y de mí partirse airado.

235

Id tras él y detenelde,

que don Pedro viene ya.

 

BERNARDO

A su humildad no será,

ni a vuestros ruegos, rebelde.

 

Salen DON PEDRO y SEVERO.

DON PEDRO

A mi padre airado vi,

240

por eso no osé llegar.

 

RAMIRO

Hoy le habemos de ablandar.

 

DON PEDRO

Solo, señor, le ofendí

en no le pedir licencia,

que en lo demás es mi esposa

245

bien nacida y virtuosa

y que puede, con decencia,

cualquier hidalgo ejercer,

si a las historias creemos,